Santa Maria in Sabbato
(Primer Sabado del Mes)
Ornamentos
Blancos.
Misa – Salve sancta parens
Epístola – Libro de la
Sabiduría (XXIV, 14-16)
Evangelio – San Lucas
(XI, 27-28)
COLECTA
“Concéde nos fâmulos tuos,
Dómine Deus, perpétua mentis et córporis sanitáte gaudére: et gloriosa beátae
Maríae semper Vírginis intercessióne, praesénti liberári tristítia, et aeterna
pérfrui laetitia. Per Dóminum nostrum Jesum Christum.
“Concédenos, Oh Señor y
Dios nuestro, a nosotros tus siervos poder gozar de perpetua salud de alma y de
cuerpo: y, por la gloriosa intercesión de la Virgen María, haz que nos veamos
libres de la tristeza de esta vida, y gocemos de las alegrías de la vida
eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor.”
CINCO PRIMEROS SABADOS DE REPARACIÓN*
Lucía, vidente de Fátima, era postulante en el
Convento de las Doroteas en Pontevedra, España cuando tiene
una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado.
La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra
sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: "Ten
compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que
los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto
de reparación para sacárselas." Inmediatamente
dijo Nuestra Señora a Lucía: "Mira,
hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan
sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di
que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen,
reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15
minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les
prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su
salvación"
Lucía le habló (a Jesús) de la
confesión para los primeros
sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: "Sí;
todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan
intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María". La intención de hacer esta reparación
al Inmaculado Corazón de María puede ponerse al principio.
¿Por qué 5 Sábados?
Después de haber estado Lucía en oración, Nuestro
Señor le reveló la razón de los 5 sábados de reparación: "Hija mía,
la razón es sencilla: se trata de 5 clases de ofensas y blasfemias proferidas
contra el Inmaculado Corazón de María:
1- Blasfemias contra su Inmaculada
Concepción.
2- Contra su virginidad.
3- Contra su Maternidad Divina,
rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.
4- Contra los que procuran
públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el
desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.
5- Contra los que la ultrajan
directamente en sus sagradas imágenes.”
"He aquí hija mía,
porque ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi misericordia a pedir
esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las
almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti procura
incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con
esas almas".
Reparación Sabatina en honra del Corazón de María
Para fomentar más la devoción al Corazón de María,
se agrega este piadoso Ejercicio, muy propio para los Primeros Sábados de mes,
enriquecido con indulgencia plenaria.
ORACIÓN
¡Oh
Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con
que los pecadores ultrajan vuestro santísimo Nombre y vuestras
excelsas prerrogativas! Aquí tenéis postrado a vuestros pies, un indigno hijo
vuestro, que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y
lloroso, y con ánimo de resarcir
las injurias que, a modo de
penetrantes flechas dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo
reparar con este acto de amor y rendimiento, que hago delante de vuestro
amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra
vuestro augusto Nombre, todos los agravios que
se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con
que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.
Aceptad, oh Corazón Inmaculado esta pequeña demostración de mi filial cariño y
justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en
adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y
de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, oh Corazón
amabilísimo, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta
verlo consumado en la gloria. Amén.
Pídanse las gracias que se desean conseguir por
intercesión del Inmaculado Corazón de María. Para obtener las gracias que hemos
pedido, haremos las siguientes:
DEPRECACIONES
I.- Os venero, amabilísimo Corazón de María, que
ardéis continuamente en vivas llamas de amor divino; por él
suplico, Madre mía amorosísima, abraséis mi tibio corazón en ese divino fuego
en que estáis toda inflamada.
Rezar Avemaría y Gloria.
II.- Os venero, purísimo Corazón de María, de quien
brota la hermosa azucena de virginal pureza. Por ella os pido,
Madre mía inmaculada, purifiquéis mi impuro corazón, infundiendo en él la
pureza y castidad.
Rezar Avemaría y Gloria.
III.- Os venero, afligidísimo Corazón de María,
traspasado con la espada de dolor por la pasión y muerte de
vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas que de continuo se hacen a su
divina Majestad; dignaos, Madre mía dolorida, penetrar mi duro corazón con un
vivo dolor de mis pecados y con el más amargo sentimiento de los ultrajes e
injurias, que está recibiendo de los pecadores el divino Corazón de mi adorable
Redentor.
Rezar Avemaría y Gloria.
Jaculatorias
¡Oh Corazón Inmaculado de
María, compadeceos de nosotros!
¡Refugio de pecadores, rogad
por nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María,
sed la salvación mía!
Un Padrenuestro a intención
del Sumo Pontífice.
Para
meditar cada primer sábado
de mes los 15 minutos en los misterios del
Rosario -como nos
pide la Virgen-, podemos hacerlo con las siguientes reflexiones
del P. Claret:
MISTERIOS DE GOZO
1.- Encarnación. Mira, alma cristiana,
qué humildad tan grande te enseña el Señor: siendo Dios se hace hombre, carga
con todas las miserias humanas, se sujeta a todas las penalidades. Vistió con
humildad, nunca con lujo; comió humildemente; huyó los honores; nunca se alabó;
todas las alabanzas las dirigía a su Padre celestial. Aprende de Jesús a ser
manso y humilde de corazón... Haz como la Santísima Virgen, que no obstante de
ser sublimada a la dignidad casi infinita de Madre de Dios, se llama y se tiene
por esclava, y es la que mejor ha imitado la humildad y mansedumbre de Jesús.
2.- Visitación. Alma cristiana, imita a
María en las visitas que hagas, no murmures ni pierdas en ellas el tiempo;
edifica con el buen ejemplo, y ejercer la caridad con los padres e hijos de la
casa. Si los que visitas son pobres, socórrelos con lo que puedas; y en lo que
no alcances, súplelo con las buenas palabras, consejos y oraciones, pues que no
sólo de pan vive el hombre... Y debes saber que todo el bien que hagas a tus
prójimos, el Señor en el día del juicio te lo elogiará y te lo premiará como si
lo hubieras hecho a Él mismo.
3.- Nacimiento. Contempla, alma
cristiana, al pobreza de Jesús; siendo riquísimo, y dueño del cielo y de la
tierra, se priva de todo, y para que aun le falten las pequeñas comodidades que
podría haber tenido en la casa de Nazaret, quiere nacer en Belén... Es preciso
que nazca en una cueva desabrigada y falta de todo alivio, en una noche de
invierno, sin lumbre ni abrigo alguno. Aprende de la Sagrada Familia a no
quejarte cuando te veas despreciado; no te desconsueles cuando te veas sin
recurso de ninguna especie... Piensa que así se halló Jesús; dale gracias
porque te hace participante de sus penas, esperando que un día serás compañera
de sus glorias. Si posees riquezas, no tengas pegado a ellas tu corazón:
socorre con ellas a los pobrecitos, ya que por esto el Señor te las ha
confiado.
4.- Presentación. Para enseñarnos la
obediencia a las santas leyes de la Religión se sujetan a ellas el Hijo
y la Madre Virgen. Alma cristiana, aprende de Jesús y de María a obedecer
las santas disposiciones y leyes de la Iglesia; guarda sus mandamientos, oye
misa, confiesa, comulga... Jesucristo y María, pudiéndose excusar de aquellas
leyes antiguas, no se excusan, las cumplen puntualmente, y tú
buscas excusas en donde no las hay, dejándote engañar por la pereza, por la
soberbia, por los respetos humanos y por la irreligión.
5.- El Niño Perdido. Sin culpa la Virgen
y San José perdieron a Jesús; al instante le buscaron, y no reposaron hasta que
le hallaron. Alma cristiana, aprende de María y de José la diligencia que has
de tener en buscar a Jesús cuando le hayas perdido por el pecado... ¡Oh, si
supieras que el perder la gracia de Jesús es mayor pérdida que si perdieras
todas las riquezas del mundo! ¡Ah, si reflexionaras que además has perdido las
riquezas del cielo, y te has hecho merecedor del infierno! ¡Ah, cómo llorarías,
cómo buscarías a Jesús con la solicitud de José y de María!... Tú también lo
hallarás en el templo; sí, en el templo lo hallarás, recibiendo bien los santos
sacramentos de penitencia y comunión.
MISTERIOS DE DOLOR
1.- Oración del Huerto. Mira, alma
cristiana, a Jesús, puesto en la mayor tristeza, congoja y agonía; compadécete
de Él, pregúntale cuál es la causa de tan grande pena, y te responderá que son
tus pecados, y las penas que por ellos tienes merecidas; y queriendo Él pagar
por ti, se ve agobiado por lo mucho que ve ha de sufrir; además, le aumenta la
pena el saber tu poca gratitud y mala correspondencia. Detente, alma cristiana;
compadécete de Jesús, arrepiéntete de tus pecados, al ver que con ellos has
ofendido a un Dios tan bueno; trabaja para tu salvación y haz que en ti no se
malogren las penas de tu divino Redentor.
2.- Flagelación. Jesús es inocente, y no
obstante, le están azotando; es inocente, no tiene delitos propios, pero ha
cargado con los tuyos; por ellos es tan cruelmente azotado... Yo soy el
criminal, yo soy el que merezco esos azotes; haré penitencia todos los días de
mi vida en remisión de mis pecados.
3.- Coronación de espinas. Admira, alma
cristiana, la paciencia de Jesús en sufrir una corona tan dolorosa...
Compadécete de Jesús, adórale por tu verdadero rey, guarda sus santas leyes,
imita sus virtudes de paciencia, sufrimiento, y por lo tanto, cuando te veas
perseguido, burlado, despreciado y calumniado, súfrelo con paciencia como
Jesús, y de esta manera conseguirás la corona de la gloria.
4.- Cruz a cuestas. Alma cristiana, en la
persona del enfermo, o del afligido con la cruz de los trabajos y penas, has de
mirar la persona de Jesús, y con la reflexión imita a las hijas de Jerusalén;
compadécete de Él; imita a la Verónica, enjúgale al pobre paciente, enjúgale
sus lágrimas y sudores con las tocas de la caridad. Imita, además, a Simón de
Cirene; ayúdale a llevar la cruz. Acompáñale como María Santísima, y no le
desampares jamás hasta la muerte. ¡Oh, qué mérito tan grande contraerás para la
gloria del Cielo!
5.- Crucifixión. Sabe, oh alma cristiana,
que nadie tiene mayor amor que el que da la vida por el amado: pues Jesús la ha
dado por ti; mira si te ama; amor con amor debe pagarse: ámale de veras. Le
amarás si guardas sus mandamientos, y si recibes bien y con frecuencia los
santos sacramentos... Imita a Nicodemo y a José de Arimatea, que desclavaron de
la cruz a Jesús; esto harás tú cuando recibas el sacramento de la penitencia.
Dice San Pablo que el que peca, vuelve a crucificar a Jesús; luego el que se
confiesa, lo desclava. Mas José de Arimatea le dio su sepulcro para sepultarlo;
tú le darás tu corazón, en el que le colocarás y tendrás por medio de la
comunión, con los aromas de las virtudes de la fe, esperanza, caridad y
humildad.
MISTERIOS DE GLORIA
1.- Resurrección. Mira, alma cristiana,
cuán desfigurado estaba Jesús en el sepulcro, muerto y amortajado; pero tan
pronto como resucita, deja mortaja y sudario en el sepulcro y sale triunfante y
glorioso, sin jamás volver a morir. ¡Qué felicidad! ¡qué hermosura! Los cristianos
que reciben los santos sacramentos de penitencia y comunión con buena
disposición, resucitan a la vida espiritual, cambiando la fealdad del pecado
con la hermosura de la gracia. Así, alma cristiana, resucita de veras como
Jesús, y deja todas las ocasiones de pecar... y te salvarás.
2.- Ascensión. Alma cristiana, piensa que
no eres creada para la tierra, sino para el cielo; el cielo es tu patria; allí
tienes a tu Padre, que es Dios; a tu Madre, que es María santísima; a tus
hermanos, amigos y compañeros, que son los ángeles y santos. Tú eres sobre la
tierra un peregrino, un viajero que siempre debes suspirar por terminar pronto
y felizmente tu viaje y llegar a tu patria... Es este mundo un verdadero
destierro y un triste valle de lágrimas. Ama a Dios de veras, desea con vivas
ansias ir al cielo, prepárate con acopio de buenas obras, y está siempre
dispuesto para partir, y el Señor, a no tardar, te llevará a la gloria, en
donde serás feliz por toda la eternidad.
3.- El Espíritu Santo. A la venida del
Espíritu Santo los apóstoles quedaron llenos de la gracia que les dio... He
aquí lo que debes hacer tú, alma cristiana: a todos se comunica la gracia, a
unos de un modo, a otros de otro; lo que importa es ser siervo bueno y fiel, no
tener escondido el talento, negociar con él hasta que venga el Señor y pedirnos
cuenta y a darnos el premio; y tanto mayor será la paga que se nos dará, cuanto
haya sido más profunda nuestra humildad, más constante nuestro trabajo y más
heroica nuestra paciencia.
4.- Asunción. Alma cristiana, imita a
María santísima, sé fiel a la gracia, camina siempre a la perfección, nunca
digas basta, ni vuelvas atrás por el pecado; siempre has de perseverar y seguir
adelante en el camino de la virtud; no te espantes por tropiezos, no te
arredres por enemigos, no te detengas por respetos humanos. Todos los días oye
misa, si puedes; reza el rosario, lee algún libro bueno, anda siempre en la
presencia de Dios, y ofrécele todas tus obras o sufrimientos... y si en este
bien obrar eres perseverante hasta el fin, tendrás una buena y feliz muerte, y
después la corona de la gloria, que tanto debes desear.
5.- Coronación de María. Alma cristiana,
levanta la vista de la consideración; fíjala en aquel trono de majestad y
grandeza colocado a la derecha del Rey: allí está sentada María, y coronada por
Reina y emperatriz de cielos y tierra, y abogada de pecadores... No se dispensa
gracia alguna que no pase por sus manos: a Ella se le ha dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Esa Señora tan poderosa es tu Madre la más tierna y
cariñosa; confía en Ella, acude a Ella en todas tus necesidades, ámala con
fervor, sírvela con fidelidad, obséquiala con devoción. Te doy palabra que si
eres devoto verdadero de María, y eres perseverante en su devoción, alcanzarás
en este mundo todas las gracias que necesitas, y en el otro la eterna gloria,
que tanto te deseo.
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