Carta
Pastoral n° 14
CARTA
COLECTIVA DEL EPISCOPADO ITALIANO
SOBRE EL LAICISMO.
¿Por qué les pedimos que
lean y mediten esta carta?
1.-
Porque trata un tema que evidentemente traspasa las fronteras de Italia, que es
una fuente de errores y tendencias al error que desgraciadamente existe en el mundo
entero, pero particularmente en Francia. Es imposible no comprobar de manera
sensible y angustiosa los estragos del laicismo en las almas de nuestros
compatriotas, cuando se ha vivido mucho tiempo fuera de Francia y luego se
retoma contacto con el país. Como lo dicen los obispos italianos: “Semejante
infiltración en la mentalidad del sacerdote puede, aún a su pesar, producir
graves desviaciones”. “El error laico impregnó tan profundamente la atmósfera
cultural y social que respiramos, que las mismas almas que tendrían que estar
resguarda-das de él son acechadas por medio de sus trampas”. Debemos entonces leer
atentamente este texto, y esforzarnos por reencontrar la estima porlos verdaderos valores; en
particular, poner siempre en su lugar a Nuestro Señor Jesucristo: Rey y centro
de todos los corazones, fuera del cual nadie puede encontrar la salvación.
Nadie puede ir al Padre sin pasar por el Hijo. Tengamos cuidado de velarlo, de
esconder a Nuestro Señor Jesucristo ante los ojos de las almas. Nuestro primer
papel es manifestarlo, es ser sus testigos. Nos será de gran provecho el leer y
meditar esta carta.
2.-
Porque emana de las más altas autoridades de la Iglesia. Porque el Papa es el
Obispo de Roma, y ciertamente, si no es el inspirador, cuanto menos será el más
calificado para darle su aprobación. Se puede decir, sin equivocación, que este
documento magisterial tendrá una fuerte influencia sobre el Concilio. Podemos,
en consecuencia, leerlo con la persuasión de que este documento posee
autoridad.
3.-
Finalmente, porque es tiempo de que desaparezcan de la Iglesia estos equívocos,
estas palabras nuevas, inventadas para engañar a los fieles y sembrar dudas en
los espíritus. Con un genio maléfico se han encontrado fórmulas que permiten
afirmarlo y hacerlo todo. Ya no hay más unos límites claros entre el error y la
verdad, entre el bien y el mal, de tal manera que no se sabe más si existe aún
una verdad y si el mal existe todavía.
A fuerza de buscar la
parcela de verdad o de bien que se encuentra en el comunismo, en el marxismo,
en el socialismo, se debilita la lucha contra estas fuerzas que envenenan el
mundo y lo alejan de Nuestro Señor.
A fuerza de querer ver en
las herejías y los cismas todo lo que aparenta ser verdadero, uno no está lejos
de justificarlos y buscar acercamientos con quienes profesan la luz de Nuestro
Señor.
A fuerza de buscar el estilo del mundo, de la
opinión moderna, nos arriesgamos a ser una sal enteramente corrompida y buena
para ser pisoteada.
Puedan los consejos y los
estímulos de esta carta ser escuchados y seguidos, a fin de que ya no tengamos
que sonrojarnos por ser los mensajeros de Cristo, sino, por el contrario, que
eso sea nuestro orgullo y el reaseguro de la santidad de nuestra misión.
Monseñor Marcel Lefebvre
Dakar, 19 de junio de 1960
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