Carta
pastoral nº 19
EL APOSTOLADO
MISIONERO.
Como
cada año en esta etapa, tienen lugar algunas nominaciones. Un cierto número de ustedes
serán designados a sus primeros puestos de apostolado. Tendrán que poner en
práctica todos los consejos, más aún, toda la vida y los dones del Espíritu
Santo que les han sido comunicados. Con la gracia de Dios, esfuércense por dar
a toda su vida sacerdotal, religiosa y misionera, una orientación
verdaderamente conforme al espíritu de la Iglesia, traducido en sus leyes: el
Derecho Canónico, los libros litúrgicos, el ritual. No esperen encontrar el
espíritu evangélico fuera de este espíritu de la Iglesia.
Aprendan a armonizar las necesidades del
ministerio con las de su vida interior y religiosa, las necesidades de la
pastoral con una administración fiel: plazos de los documentos, del Status animarum,
de los registros. Tengan la buena costumbre de transcribir inmediatamente las
actas que hacen, ya sea directamente sobre los registros, o a fin de
transcribirlas fielmente a la vuelta de su gira pastoral.
Vinculen
la sencillez y la pobreza a los cuidados necesarios para salvaguardar su salud.
Eviten ser absorbidos por ocupaciones naturales, descuidando la preparación de
las predicaciones, de los catecismos, de las instrucciones espirituales. Estén
prontos a oír confesiones con una paciencia incansable, sin omitir una cierta
disciplina. Que la verdadera caridad de Nuestro Señor llene su corazón, no una
afección sensible que arriesgue desviarlos del verdadero fin apostólico por el
cual lo han dejado todo.
Bienaventurados los que en el curso de su vida
apostólica hecha de opciones, se conduzcan siempre según el espíritu de consejo
y de dirección, es decir, según el Espíritu de Dios: la ponderación, la
reflexión, la paz interior, la oración, ayudan a hacer unas elecciones felices
para la salvación de las almas y la salvación de nuestra alma.
Bienaventurados los que lleguen a disciplinar
su vida, su actividad, su horario, de tal manera que satisfagan al amor de Dios
y al amor del prójimo. En fin, sepan aprovechar la experiencia de sus mayores,
lo cual es ya una prueba de sabiduría. En numerosos casos el recurso a sus
superiores los sacará de dudas y les evitará errores inútiles y a veces
perjudiciales.
Que los superiores que los reciban tengan el
deseo de hacerlos perfectos apóstoles. Que no duden en darles responsabilidades
tan pronto como aprendan suficientemente el idioma y estén suficientemente
advertidos. Que los acostumbren sobre todo a trabajar con los jefes de los
catequistas, con los catequistas y con los fieles responsables, con caridad y
respeto hacia estos preciosos auxiliares. Los acontecimientos de Guinea nos
conmueven por varios motivos: por ser una cristiandad vecina de la que bien conocemos sus pastores
y sacerdotes, por ser una familia de la Iglesia que sufre persecución.
Su
Excelencia Mons. de Milleville era a menudo huésped de Dakar. Compartimos íntimamente
su dolor. Rezaremos y haremos rezarle a Nuestro Señor a fin de que su reino se extienda
de nuevo libremente en ese país tan querido por nosotros. Que Nuestra Señora de
Popouguine nos guarde y nos ayude a seguir nuestro apostolado en la caridad y
la paz de Jesucristo.
Mons.
Marcel Lefebvre
Carta
circular a los sacerdotes nº 72, Dakar, en la fiesta de San Pío X,
3 de septiembre de 1961.
No hay comentarios:
Publicar un comentario