Algunos
luciferianos o
abogados de Lucifer.
Boullan y los
Maviavitas En el presente capítulo, desearíamos dar algunos ejemplos recientes de
lucifenanismo. El primero será el del abate Boullan. Jean-Antoine Boullan nació
el 18 de febrero de 1824, en Saint Porchaire (Charente-Maritime), y murió en
Lyon el 4 de enero de 1893. Sabemos poca cosa de su carrera, aparte de que se
hizo sacerdote en 1848. Frecuentó a escritores ocultistas, vivió en un medio
que él mismo definió, en su "Confesión", como de mujeres "locas
y demoníacas, según el juicio que uno puede formarse". Una de estas mujeres
es, además, epiléptica. Ahora bien, en esa misma "Confesión" reconoce
que "no tenía aptitudes" para dirigir a las mujeres.
Parece mucho más
probable que fuese "dirigido" por ellas. Es, no obstante,
inteligente. Pero está trabajando por una curiosidad malsana a la vez que por
inclinaciones sensuales que llegan hasta la obsesión. Explica él mismo sus
faltas en la forma siguiente: "Mis pecados — escribe — tienen una triple
fuente, origen y principio: en primer lugar, la debilidad y la fragilidad de mi
naturaleza corrompida; las ilusiones del demonio propias a engañarme y
extraviar mi espíritu; por fin, mi modo de entender las cosas, que me arrastra a
varias cosas dignas de censura y reprensión." Seguimos de cerca aquí las
páginas que le son dedicadas en Satán de los Estudios carmelitanos,
completándolas con algunos datos extraídos de la Enciclopedia católica. Semejante
confesión presenta las marcas de la sinceridad. El abate Boullan reconoce
entonces sus errores y sus faltas. Existe en él una mezcla de buenas
intenciones, mediante las cuales se ciega, y de acciones culpables sobre las
cuales intenta ilusionarse. Pretende haber querido sanar a posesos. Para ello
ha tratado de estudiar los efectos del pecado y los límites de la acción del
diablo en el transcurso de sus "experiencias" con mujeres perversas.
Se deja
—podemos
creerlo
—
convertir por Satán al punto de considerarse "Juan Bautista vuelto a descender
sobre la tierra". Se hace sucesor del herético Vintras, quien "se
consideraba una reencarnación del profeta Elías".
Sabemos que en el
Evangelio, Juan Bautista está presentado como un nuevo Elías. Un sucesor de
Vintras no podía ser, pues, sino Juan Bautista. Desde el momento que es esto,
tiene una misión. Ha nacido reformador. Necesita agrupar a su alrededor
discípulos para levantar el "poder de Dios" contra la Iglesia Romana.
Según él, la Iglesia Romana está librada a Satán. Los sacerdotes católicos son,
de acuerdo con su expresión, "los demonios del sacerdocio".
La cuestión dinero
le preocupa en grado sumo. Su "Confesión" nos lo muestra
"ganando mucha plata" en París, antes de fundar su obra. No dice de
dónde viene este dinero. Pero se le va a la cabeza. Compra un castillo y gasta
en él sumas considerables. En su espíritu el bien y el mal se han convertido en
algo tan confuso que comete una estafa en 1861 y, después de ser enjuiciado,
pasa tres años en la cárcel (1861-1864). La investigación judicial establece
que utilizaba sus seudoconocimientos sobrenaturales para explotar a las almas
crédulas y substraerles dinero. Este dinero, por otra parte, no lo guardaba.
Tenía el placer
extraño de recibirlo de unos para repartirlo entre otros. En su
"Confesión", pronuncia anatemas incendiarias contra los "demonios
del sacerdocio" que lo han denunciado a Roma para hacerlo condenar junto
con su amiga la ex religiosa Adéle Chevalier, quien fué objeto de un milagro en
La Salette y que después cayó en el vicio, arrastrando al abate Boullan junto
con ella era su caída.
Será llevado ante
los tribunales eclesiásticos romanos y encarcelado en las prisiones del Santo
Oficio, de donde lo liberará la invasión de los piamonteses en 1870. A todos
los que lo persiguieron, el abate Boullan les prometía las penas del infierno,
eternas o temporales, como asimismo la prisión en la torre de Babel, o el
castigo de pagarle todas sus deudas. Sus extravagancias son tales que los
mismos discípulos de Vintras lo excluyen de su círculo. La historia de este
sacerdote extraviado, que fue víctima del ocultismo y el erotismo, sería
sencillamente lamentable y común si no hubiera pertenecido a una cadena y
dejado una continuación. Perteneció a una cadena y su caso nos da una vislumbre
afligente de todo un mundo de manifestaciones y de intrigas tenebrosas.
LOS LUCIFERIANOS:
BOULLAN Y LOS MARIAVITAS
Ocultismo de
Eliphas Lévi, el ilusionismo de Vintras, ésta reencarnación de Elías, la
teosofía de Madame Blavatsky, las creaciones de Guaita, luego de csár Péladan,
bajo el título de Rosa-Cruz, y quizá también, en un plano más amplio todavía,
los ritos misteriosos de la francmasonería "iniciática" — condenando
el ateísmo del Gran Oriente de Francia — no son más que una cantidad determinada
de estas doctrinas esotéricas que se agitan en las profundidades de nuestras sociedades
modernas. Y en todo esto no es indudablemente justo ver formas del satanismo
actual. Pero el abate Boullan ha dejado también una descendencia: el cisma de
los Mariavitas.
¿Qué son los
Mariavitas? Los Mariavitas son una secta seudomística fundada en Polonia, en
1906, por un sacerdote excomulgado, Jan Kowalski, y por una visionaria,
Francisca Kozlowska (1862-1922). Ahora bien, los fundadores se inculaban
estrechamente con el abate Boullan. Habían pertenecido a sus obras, participado
en su actuación, compartido su ilusionismo. Kowalski y su colega Procnievski eran
ambos franciscanos. María Francisca Kozlowska era una religiosa franciscana.
Habían pertenecido a la clientela del abate Boullan y de su profetiza, la ex
religiosa Adéle Chevalier, la que fué objeto de un milagro en La Salette. Se
los encuentra en este medio sospechoso entre 1888 y 1893. En esta fecha el
abate Boullan muere. Los polacos regresan, entonces, a su país. En 1894,
empiezan los vaticinios de María Felicitas, a quien pronto llamarán la Matouchka:
la madre.
El nuevo movimiento
profesa una devoción particular por la Virgen María. No hablan, muy
piadosamente, sino de "imitar la vida de la Virgen María" —Mariae
vitam imitari—. De ahí el nombre de Mariavitas. María Francisca Kozlowska no
teme atribuirse a sí misma la "inhabitación de la Virgen". En 1903,
el santo papa Pío X los condenan. Lejos de someterse, los Mariavitas se separan
en masa de la Iglesia. Se ha calculado en casi un millón el número de sus
adherentes, y en trescientos el de los sacerdotes y religiosas que los dirigen
o fanatizan, en la época de la fundación oficial del cisma, en 1906. Kowalski
se convierte en patriarca de la secta. Obtiene, para él y algunos colegas, la
consagración episcopal — válida — por parte del episcopado viejo-católico y
jansenista de Utrecht, en 1909.
En diciembre de
1910, la condenación con la cual el papa Pío X los ha marcado es confirmada y
publicada en el Acta Sanctae Sedis. Pero pronto estalla el escándalo. En la
secta se tiene la presunción de autorizar la práctica de los "casamientos
místicos" y jactarse de ello, plagiado, como el resto, del abate Boullan.
Estos casamientos están destinados, se asegura, a obtener "la procreación
sin concupiscencia de hijos que, en esta forma, no tendrán el pecado original".
Del "casamiento místico" se pasa muy rápido a la "poligamia mística"
o "poligamia espiritual". Los viejo católico, entonces, protestan y
se enfadan. En el Congreso Internacional de su secta, en 1924, en Berna,
excomulgan a toda la Iglesia Mariavita, que cuenta aún en esa fecha con
seiscientos mil fieles. Desde esa época el patriarca y varios de sus obispos
han tenido que responder, en su país, por graves acusaciones sobre cuestiones
de costumbre, y la Corte de Justicia los ha sentenciado a condenas ruidosas.
Según la Enciclopedia Católica, en el vocablo Mariaviti, tomo VIII, de 1952, su
número no pasaba entonces de los cincuenta mil, con un arzobispo, tres obispos,
treinta sacerdotes y quinientas hermanas. Los Mariavitas viven, según ellos, de
acuerdo con las Reglas de San Francisco: los sacerdotes obedecen a la primera
Regla, las religiosas a la segunda y los fieles a la de la Tercera Orden de
nuevo ahí el satanismo se limita a "parodiar" las organizaciones ortodoxas.
¡Ensucia al franciscanismo, por falta de poder hacer mejor!
El caso inquietante
de Léon Bloy ¿Habrá que aproximar al caso del ex abate Boullan y los exaltados del
mariavitismo, el del célebre escritor Léon Bloy? Plantear la cuestión, hace aún
poco tiempo, hubiera parecido una especie de sacrilegio; en todo caso una
actitud insoportable. Pero ocurrió que en 1957 apareció una obra sorprendente
firmada por R. Barbeau, y que llevaba este título algo ruidoso: Un profeta
luciferiano, Léon Bloy (París, Ediciones Montaigne, Aubier). Justo es dejar la
palabra a su autor para que nos diga sus intenciones y nos participe sus
descubrimientos. Durante más de tres años — dice — formó parte de un
"Círculo Léon Bloy", dirigido en Montreal por el R. P. Guy Courteau,
S. J., que veía en Bloy al hombre más capaz de sacar de la apatía a los "burgueses"
y abrir a los intelectuales los senderos de la Iglesia. Sabemos, en efecto, que
la influencia de Léon Bloy fué considerable al principio de este siglo; que
hombres como Maritain (y su mujer), Pierre von der Meer de Walcheren, Léopold
Levaux, etc., proclamaron a toda voz que le debían su conversión ai
catolicismo. Tuvo por amigos — muy generosos — a Pierre Termier, René Martineau,
Jacques Debout y otros más. Sus admiradores son hombres como Hubert Colleye,
que escribió, en 1930, El alma de Léon Bloy; M. J. Lory, El pensamiento
religioso de Léon Bloy, 1951; Stanislas Fumet, Misión de Léon Bloy, 1935;
Albert Béguin, Bloy, místico del dolor, 1948, etc.
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