INTRODUCCION AL
LIBRO TITULADO “EL PEREGRINO RUSO”
(R. Padre Arturo
Vargas Meza)
Empezaremos una
serie de escritos extraídos del PEREGRINO RUSO, con el fin de esclarecer,
advertir y recalcar las palabras de Nuestra Señora en Fátima en tu corazón
amable lector, sobre la CONSAGRACION DE RUSIA A SU INMACULADO CORAZON. Si mas
de alguna vez te has preguntado, ¿Por qué Rusia y no otra nación? Conviene
también tengas en cuenta el estudio serio e inconcluso que, sobre el tema, se
ha hecho por el R. Padre Arturo Vargas Meza, cuyo título es; “Los
acontecimientos mundiales a la luz de la Salette y Fátima”. Este incumplimiento
de la Voluntad divina manifestada por medio de Nuestra Señora de Fátima por
quienes deben hacerlo, es una grave injuria a Dios Nuestro señor.
Con este propósito
y con el fin de hacer conciencia en los católicos de todo el mundo es necesario
retomar este tema, valiéndonos de otras autoridades eclesiásticas que nos
advierten sobre el peligro que se cierne sobre la humanidad. Quizá pocos lo
adviertan y la mayoría lo ignore ¡Ojala fuera al revés! Pero las palabras de
Nuestro señor son muy claras y no dejan lugar a duda: “El cielo y la tierra
pasaran, pero mis palabras no pasaran” quizá me digas: “Las palabras del
Evangelio pertenecen al depósito de la fe y no deben aplicarse a las
revelaciones privadas” Si así fuera amable lector, ¿Por qué la Iglesia aprobó
estas revelaciones privadas de la Salette y Fátima? ¿Crees tú que Dios Nuestro
Señor Jesucristo permitiría que su Madre fuese deshonrada por los hombres
tratándola de mentirosa? Piensa y medita esto en tu corazón.
Hablamos de autoridades
eclesiásticas que se han pronunciado sobre lo antes dicho, he aquí lo que Mons.
Cristiani dice: “En Rusia, el Demonio está presente en la conducción, en la
política, en la enseñanza, en los designios de futuro de los dirigentes. Pero
lo que durante tanto tiempo se ha llamado "la
santa Rusia" permanece intacta, en una gran parte. La fe vive, la plegaria
actúa. Los embustes del Demonio no han alterado la fe intensa
del pueblo ruso. Las infestaciones son violentas y pérfidas, pero ineficaces en
lo concerniente al alma profunda de la nación. Todo lo que sabemos o creemos
saber sobre Rusia nos hace llegar a la conclusión de la dualidad esencial entre
el partido diabólico que ejerce el poder y las masas populares que siguen
siendo cristianas. Por su paciencia, por su fidelidad, por su apego a las viejas
tradiciones nacionales, Rusia no sólo resiste a los ataques del Demonio, sino
que se prepara, tal vez, por gracia de la Virgen María, la Panagia, Toda-Santa,
a una resurrección que asombrará al universo. En todo caso, en un
conflicto que abarcara al universo todo, no es seguro que avanzara con los enemigos
de Dios y de su Cristo, ¡que obedeciera a la voz de orden de Satán! Si llegamos
a algún conflicto gigantesco análogo al que antes de la creación del hombre,
opuso a Miguel contra Lucifer, es decir los ángeles fieles a los ángeles
rebeldes, es probable que los dos campos enfrentados no desatarán, como se cree
comúnmente, un conflicto puramente político entre dos bloques, entre el este y
el oeste, sino un conflicto altamente religioso entre Cristo y Satán, entre el
amor y el odio, entre la fe y la incredulidad”. ¿Has notado lo que dice? Temo y
tiemblo al tomar conciencia de este análisis profundo sobre Rusia y rogaría a
Dios que no fuera cierto, pero no es así. El Cardenal Tisseran después del
congreso de Ottawa Canadá, hablaba de Rusia con las siguientes palabras: “Tenemos
toda razón para creer que nuestra amada Madre es abogada del pueblo ruso. El
pueblo de Rusia esta entregado al culto de la Madre de Dios de una forma
especial, culto que se ha mantenido inalterable durante 30 años de ateísmo en
Rusia. El icono de la Santísima Virgen María ha conservado su lugar de honor.”
Es una respuesta correcta que sintetiza la elección de Nuestra Señora, pero si
aun no estás convencido/a escucha lo que un patriarca ruso. Después de dicha
peregrinación, el arcipreste Alejandro Rehbinder, rector de las parroquias
ortodoxas rusas de Biarritz y de Pau, y decano de las del sudoeste de Francia,
escribe una carta a Mons. Théas, obispo de Tarbes y de Lourdes de la que
extractamos el siguiente párrafo: “El recuerdo de ese lugar embalsamado por la
presencia, invisible para nuestros ojos, pero cuán sensible para nuestras
almas. De la Santísima Madre de Dios, en esos minutos en los que hemos podido
orar allí, no solo personalmente, sino representando la santa y desdichada
Iglesia de Rusia, e incluso de toda la Santísima Iglesia ortodoxa católica de
Oriente, permanecerá entre los recuerdos más caros de nuestra vida. En la gran
cuestión que todos tenemos en el corazón, la de la reunión de las Iglesias,
vuestra graciosa autorización ha tenido, monseñor, un cierto alcance
indiscutible. Al menos en nuestros corazones, el tabique interior que nos
separa de la Iglesia Romana, ha perdido una gran parte de su fuerza de
contención. Desde el presente, estamos unidos en nuestra común veneración por
la Santísima Madre de Dios, cuya presencia muy especial en vuestra santa
ciudad, lo creo, lo confieso y lo siento. En el fondo aspiramos a lo mismo: la
unidad de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, tal como Él mismo, el Señor
Soberano la entiende”
Amable lector
espero que te agrade la lectura de estos capítulos y, a la vez, te hagan
conocer el verdadero espíritu de la que en otrora fue llamada “la santa Rusia”.
(Comienzo desde el capítulo primero aunque ya se haya subido este capítulo sin
la introducción, disculpen y ténganme paciencia)
R. Padre Arturo Vargas Meza.
CAPÍTULO PRIMERO
Por la gracia de
Dios soy hombre y soy cristiano; por mis actos, gran pecador; por estado,
peregrino de la más baja condición, andando siempre errante de un lugar a otro.
Mis bienes son: a la espalda, una alforja con pan duro, la santa Biblia en el
bolsillo y basta de contar. El domingo vigésimo cuarto después de la Trinidad
entré en la Iglesia para orar durante el oficio; estaban leyendo la epístola de
San Pablo a los Tesalonicenses, en el pasaje primero en que está escrito: “Orad sin cesar”. Estas palabras
penetraron profundamente en mi espíritu, y me pregunté cómo es posible orar sin
cesar, siendo así que todos debemos ocuparnos en diversos trabajos a fin de
proveer a la propia subsistencia. Busqué en la Biblia y leí con mis propios
ojos exactamente lo mismo que había oído: Orad sin cesar; orad en todo momento
en espíritu; orad en todo lugar levantando unas manos puras. Inútil
reflexionar; yo no sabía qué partido tomar.
¿Qué hacer?, pensé.
¿Dónde encontrar una persona capaz de explicarme estas palabras? Iré por las
iglesias donde predican oradores famosos y acaso en ellas encontraré lo que
busco. Y sin más, me puse en camino. Escuché muchos y excelentes sermones sobre
la oración, pero todos eran instrucciones sobre la oración en general: qué es
la oración, por qué se hade orar, cuáles son los frutos de la oración. Pero
cómo llegar a orar de verdad, de esto nadie hablaba. Oí un sermón sobre la
oración de espíritu y sobre la oración continua; pero nada dijo el predicador
del modo de alcanzar esta oración. De manera que la asistencia a los sermones
no me había resuelto lo que yo buscaba. Por eso dejé de asistir a ellos, y
determiné buscar con la ayuda de Dios un hombre sabio y experimentado que me
explicara este misterio, ya que tan atraído me sentía hacia él.
Así anduve mucho
tiempo; leía la Biblia y me preguntaba si no habría en alguna parte un maestro
del espíritu o un guía sabio y lleno de experiencia. Una vez me dijeron que en
un pueblecito vivía hacía mucho tiempo un señor que sólo se ocupaba de su
salvación: tiene en su casa una capilla, nunca sale fuera y siempre está
rezando o leyendo libros espirituales. Al oír estas palabras, me puse sin
tardar en camino hacia aquel pueblo; llegué y me dirigí a mi hombre. -¿Qué es
lo que buscas en mi casa? -me preguntó: -Me han contado que sois un hombre
piadoso y prudente; por eso os pido en nombre de Dios que me expliquéis qué
quiere decir esta frase del Apóstol: Orad sin cesar, y cómo es posible orar de
esta manera.
Esto es lo que
deseo comprender sin poderlo conseguir. El hombre permaneció un rato en
silencio, me miró con atención y dijo: -La oración interior continua es el
esfuerzo incesante del espíritu humano por alcanzar a Dios. Para conseguir este
saludable ejercicio, hay que pedirá menudo al Señor que nos enseñe a orar sin
cesar. Ora más y con más celo y fervor, y la oración te hará comprender por sí misma
cómo puede llegar a ser continua; pero para esto hace falta mucho tiempo. Dichas
estas palabras, me dio de comer, me puso algunas cosas para el camino y se
retiró. Pero no me había explicado nada. Me puse en marcha. Mientras caminaba,
iba yo pensando, leía, reflexionaba como podía en lo que me había dicho aquel hombre,
pero no podía comprender nada; pero eran tales mis deseos de llegar a interpretarle
que pasaba las noches sin conciliar el sueño. Después de haber recorrido
doscientas verstas, llegué a una ciudad cabeza de partido. En ella vi un monasterio.
En la posada me dijeron que en él vivía un superior piadoso, caritativo y hospitalario.
Me presenté a él, y me recibió con bondad, me hizo tomar asiento y me invitó a
comer.
-Santísimo
Padre -le dije-, yo no tengo necesidad de comida, sino que quisiera que me dieseis
una lección espiritual: ¿Cómo he de obtener la salvación?
-¿Que
cómo has de obtener la salvación? Vive según los mandamientos, ruega a Dios y
serás salvo.
-Me
han enseñado que hay que orar sin cesar, pero no sé cómo hacerlo, y ni siquiera
puedo comprender qué significa oración continua. Os ruego, Padre, que me
queráis explicar estas cosas.
-No
sé, hermano mío, de qué manera explicártelo mejor. Pero espera: aquí tengo un
librito que trata de esta cuestión. -Y sacó la instrucción espiritual del hombre
interior de San Demetrio-. Toma, lee en esta página.
Y comencé a leer lo
que sigue: «Estas palabras del Apóstol: Orad sin cesar, se aplican a la oración
hecha por la inteligencia; la inteligencia puede, en efecto, estar siempre
sumergida en Dios y orar a Él sin cesar.» -Explicadme
cómo puede la inteligencia estar siempre sumergida en Dios sin distracciones y
orar siempre a Él.
CONTINUA...
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