El Padre Joaquín Cardoso, S.J., quien durante muchos
años investigó cuanto pudo lo referente a nuestros nuevos Macabeos, que escribieron
con su propia sangre la Epopeya Cristera, con motivo de la persecución religiosa
de Plutarco Elías Calles, nos habla de la proeza homérica de este niño. La
información la obtuvo de un Sacerdote del Santuario de la Virgen Nuestra Señora
de San Juan de los Lagos, Jalisco. La transcribimos de las páginas 31 y 32 de
su libro: El Martirologio Católico de Nuestros días – Los Mártires Mexicanos.
No precisa comentarios. La copia es textual. “Un venerable sacerdote de San Juan de los Lagos, de
Jalisco, conservaba en un estuche, no hace muchos años, una humilde y sencilla
canica de vidrio, como una reliquia; y al que se la mostraba le refería la
siguiente historia.”(el citado libro se publicó en 1953)
“En los primero días del “Conflicto Religioso”
(1926-1929), que ensangrentó el suelo de nuestra Patria, aquí en San Juan, se
organizó una numerosa manifestación de protesta pacífica, pero ardiente y
dolorosa, contra los desmanes de los perseguidores de la Iglesia Mexicana.
Hombres y Mujeres, precedidos de sendos carteles, en que se escribía la
protesta, desfilaron por nuestras calles; y todos llevaban en el sombrero o en
el pecho unas tiras impresas con el grito de los católicos mexicanos: VIVA
CRISTO REY! Un humilde muchachito del pueblo, de unos siete años de edad, José
Natividad Herrera y Delgado, se agenció uno de estos letreros, y ufano y
valiente, lo pegó en su sombrero de petate.
“Pasada la Manifestación, que el niño había contemplado
con todo el amor de su corazón católico, volvió a sus juegos con otros
chicuelos de la calle. Horas después, una partida de gente armada, que no había
atrevido a oponerse a la manifestación, pasó por esa misma calle, y sus
hombres, entre avergonzados y despechados, se fijaron en el grupito de niños
que jugaba a las canicas en el arroyo, y en especial, en el sombrerito de
petate, con su sagrado lema. El Padre de aquel niño está cerca, contemplando el
juego. Y aquellos soldados, que habían tenido miedo a la manifestación,
encontraron la ocasión de manifestar sus malvados sentimientos, acercándose al
chico y con voz estentórea, que quería dar muestras de un valor que no tenían,
le dijeron:
“ – Quítate ese letrero, chamaco!
“ - Que me lo
quite? Jamás!! VIVA CRISTO REY!!!
“– Si no te lo quitas, te vamos a fusilar – lo amenazó
el oficialillo de la tropa.
“El Padre del chico se acercó rápidamente y preguntó
de qué se trataba, y al saberlo, y comprender que los esbirros no bromeaban, y
que podía pasarlo mal su hijito, le dijo confuso:
“– Hijo quítatelo, porque lo manda la autoridad.
“Irguióse el muchachito lleno de asombro, porque nunca
había conocido en su Padre una debilidad como aquella.
“- Cómo Papá?... que me lo quite? No te acuerdas que
mamá delante de ti, me dijo que no me lo debía dejar quitar de nadie? No!...no
me lo quito!!
Y el valentón del soldado se echó el arma al hombro y
disparó su carga sobre el niño de siete años, dejándolo muerto a la vista de su
aturdido padre. “Levantólo éste, lloroso, del suelo, para llevárselo a
su casa. Del pecho del niño iba corriendo la sangre y en su manita cerrada
conservaba aún esta canica que aquí ve usted, y que luego pude adquirir para guardarla
como una reliquia de aquel angelito, que murió por Cristo Rey”.
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Durante todo el Conflicto Religioso de 1926 a 1929 el
grito ¡VIVA CRISTO REY! Pronunciado y también impreso era – para los callistas –
motivo suficiente para herir, asesinar y torturar a cuantos lo emitían, de
palabra o por escrito. Era como echarse una soga al cuello y autosenteciarse a
muerte. De la palabra Cristo se derivó el vocablo “Cristero” que se dio despectivamente
a cuantos con este grito luchaban en los campos de batalla contra el gobierno
callista perseguidor de la Religión Católica y protector de la masonería, del
cisma y de las sectas protestantes.
VIVA CRISTO REY!!!
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