Pero
es obvio él es más bien optimista:
“Cuando el Buen Señor lo quiera, ese momento
vendrá. Pero no podemos descartar la posibilidad de que se alcanzará una
resolución rápida, porque el Papa parece estar poniendo todo su peso en este
asunto.”Nótese
que cuando Mons. Fellay habla de tener “una
nueva posición en relación con la Iglesia oficial,” ¿qué es lo que él
quiere decir sino que está listo para cambiar la posición de la
Sociedad?
Él
está satisfecho con sólo pedir dos condiciones para asegurar nuestra “supervivencia,”
no más: (1) ninguna concesión doctrinal de nuestra parte, y (2) la libertad de
vivir y crecer. Uno se pregunta qué pasó con nuestra crítica de los
errores conciliares. Posteriormente,
veremos que incluso esas dos condiciones no pueden ser satisfechas, porque
Mons. Fellay, en su Declaración Doctrinal, hará concesiones doctrinales
mayores, y que “la libertad de acción” de la que soñó sería seriamente
comprometida por la aceptación del nuevo Código.
Después,
él repite que las “condiciones favorables” serán dadas a fin de responderle
favorablemente a Roma:
“Si hubo un cambio en la situación de la
Iglesia con respecto a la Tradición, entonces se necesitará una modificación
correspondiente de la conclusión (buscar un acuerdo), sin algún cambio, en absoluto, de nuestros
principios… Ahora no hay duda que desde el 2006 hemos presenciado un progreso
en la Iglesia, un importante y extremadamente interesante progreso,
aunque todavía no es muy visible.” La
frase “si hubo un cambio,” es
ambigua… porque podría significar ya sea que este cambio aún es esperado o ya
ha sucedido. Pero
después de haber visto la enumeración, de Mons. Fellay, de los “cambios
positivos” que han ocurrido, uno no puede evitar concluir que, para él, el
“cambio” esperado de Roma ya ha sucedido.
¿Cuál
es este “cambio”? Para Mons. Fellay, es sólo un cambio en la actitud que
tiene Roma hacia nosotros; y no un cambio de Roma en sí.
Ciertamente,
la Roma actual puede tener un cambio de “actitud” hacia la Sociedad, pero este
cambio es puramente político y diplomático, no doctrinal, y su objetivo
sigue siendo el llevarnos a aceptar las reformas conciliares. Mons.
Fellay no puede mencionar de cualquier cambio doctrinal importante en Roma
porque nadie le creería. Aquí yace la diferencia fundamental entre Mons. Fellay
y el Capítulo General de 2006: ¿qué tipo de cambio tenemos que esperar
de Roma antes de trabajar en un acuerdo práctico: un cambio de actitud hacia
nosotros, o un cambio doctrinal de Roma? Entonces
está claro que para Mons. Fellay el cambio doctrinal esperado de Roma no puede
esperarse ahora y debe ser puesto de lado; quizá resuelto luego… pero
ciertamente sólo después de un acuerdo práctico.
a. El
dilema de hacer una buena elección. Mons.
Fellay ahora se encuentra frente al dilema de tener que escoger entre, por un
lado, de mantener su rechazo al Preámbulo de Roma, y por el otro, de la
opción sobre continuar con las negociaciones, y presentar un nuevo
documento doctrinal a Roma, pero el Cardenal Levada le pidió mantener la
sustancia de las ideas contenidas en el Preámbulo Romano del 14 de Septiembre
de 2011. A
este punto, el romper con las negociaciones requeriría de Mons. Fellay
nada menos que un acto heroico, tal vez difícil de hacer, pero todavía
posible.[1]
Uno
pensaría que si Mons. Fellay nos pidió rezar para la protección de un “grave
peligro,” fue porque él estaba listo de rechazar el Preámbulo Doctrinal Romano
y consecuentemente juzgo que la Sociedad podría exponerse a posibles sanciones.
Al menos, esa es la impresión que uno tendría en ese momento.Entonces,
¿qué es lo que podía hacer Mons. Fellay?
Él
tiene dos opciones:
-
Si confirma su rechazo del Preámbulo
Doctrinal Romano, él podría ser confrontado con posibles “sanciones” de Roma
modernista, como el Cardenal Levada amenazó.
- Si él “revisara su copia,” al presentar un
documento nuevo y suficientemente ambiguo, que podría agradar a Roma y a su
propia gente al mismo tiempo, entonces el reconocimiento canónico estaría a
sólo un paso de distancia.
Pero
una cosa era cierta, la decisión final de Mons. Fellay dependería de sus más
profundas motivaciones.
(a) La opción de rechazar.
Si
elige la primera opción, a saber la de rechazar el Preámbulo
presentado por Roma, sería porque él consideraba que cualquier concesión
doctrinal es imposible. Después
de todo, actuar de esta manera sólo confirmaría las serias críticas que expresó
contra el Preámbulo Romano en su segunda carta, del 12 de Enero de 2012, donde
él expuso, punto por punto, los serios problemas doctrinales del documento.
Actuar de otra manera sería contradecirse a sí mismo. Así, no haría cualquier
compromiso doctrinal y salvaría la unidad de la Sociedad y de la Tradición.
Verdaderamente,
esta negativa expondría a la Sociedad a nuevas “excomuniones” y a ser declarada
“cismática”… Pero Mons. Fellay no debería preocuparse sobre nuevas
“condenaciones” por Roma modernista, puesto que sólo serían aparentes por su
invalidez. Aquí
está lo que Mons. Lefebvre pensó sobre las “sanciones” que venían de Roma
modernista, al expresarse en la conferencia de prensa antes de las
consagraciones de 1988:
“El Osservatore Romano publicará la excomunión, evidentemente una
declaración de “cisma.” ¿Qué significa todo esto? ¿Excomunión por quién? Por
Roma modernista, por una Roma que sin duda ya no tiene la fe Católica. (…) Entonces estamos (vamos a ser) excomulgados por Modernistas, por
personas que han sido condenados por papas anteriores. Entonces, ¿qué es lo que
pueden hacer realmente? Somos condenados por hombres que están condenados, y
que serán públicamente condenados. Eso nos deja indiferentes.
Evidentemente, eso no tiene valor. Una declaración de cisma; ¿cisma con
qué? ¿Con el Papa que es sucesor de Pedro? No; cisma con el Papa modernista,
sí, cisma con las ideas que el Papa esparce, sobre todo, con las ideas
Revolucionarias, las ideas modernas, sí. Estamos en cisma con ellas.”
(Monseñor Lefebvre, Conferencia de prensa, Ecône, 15 de Junio de 1988)
[1] Recordamos que en este momento crucial, Mons. Fellay pidió a la
Sociedad rezar para ser protegidos de un “grave peligro.”
CONTINUA...
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