COMENTADOS
POR EL PADRE ALONSO DE ANDRADE
43.- Muy malo haces contigo, si otro te tratara con
el desprecio con que tú te tratas. Si no fuera tu alma tuya sino ajena, no me
espantara que la trataras tan mal; pero siendo tuya, mucho admira que la trates
tan mal; y que estimando en tanto el
cuerpo, y cuidando tanto de él, estimes tan poco y te descuides tanto de tu
alma.
44.- El cuerpo ha de ir brevemente a la sepultura, a
ser manjar de gusanos, y un hediondo muladar; y el alma ha de vivir para
siempre y ser presentada en el acatamiento de DIOS. A la esclava estimas y
regalas, y ¿la Reina desprecias y maltratas?
45.- No puede hallarse más perverso gobierno que
mandar la esclava, y ser esclava la señora, regalar tu carne que nació para
esclava de tu alma, y que la que nació para señora sea esclava suya, arrinconada
y olvidada. Pues una cosa te hago saber, y es que, si desprecias tu alma,
perderás también el cuerpo, pero, si honras por ella, los ganarás a ambos. No
me creas a mí sino a S. Crisóstomo, que así lo dice: “si despreciamos el alma, no podremos salvarla,
ni tampoco el cuerpo, porque no fue criada el alma por el cuerpo, sino el
cuerpo por el alma. Si el alma se pierde todo se pierde, y si el alma se gana
todo se gana”.
46.- Porque un hombre no es más que su alma; para
ella crió
DIOS todo lo visible, y sin ella todo cesa, y no es
de provecho ni de honra. . .
47.- Y, si no lo crees o lo dudas, vamos a la
experiencia, y mira
¿Que aprovechan todas las cosas visibles: honras, riquezas, deleites,
dignidades y grandezas, a los que no tienen alma, a los cuerpos muertos, y a
los cadáveres secos que la tuvieron? Lo mismo les aprovecha que a las piedras, que nunca fueron
animadas; con la ausencia del alma espiró todo para ellos, con ella lo poseen,
con ella les sirve, y sin ella ni les sirve, ni lo gozan, ni poseen.
Mira, pues por tu alma, si quieres salvar tu cuerpo y lograr lo que DIOS te ha dado.
48.- Con razón se espanta S. Isidoro de los hombres que, olvidados de su
alma, cuidan de las estrellas, y estudian las filosofías, y escudriñan
los metales más escondidos en las entrañas de la tierra y en lo profundo del
mar: iOh hombre
dice, que contemplas el curso de las estrellas, y las propiedades de las
plantas, vuelve los ojos a ti mismo y penetra, si puedes, el abismo de
grandeza, y la profundidad de valor de tu propia alma!
49.- ¿Es posible que, teniéndola tan cerca, te
olvides tanto de ella, y que no te acuerdes de mirarla siquiera de cuándo en
cuándo? Si la hubieras encomendado al vecino, y la tratara como tú la tratas, ¿qué dijeras? ¿Qué
hicieras y con qué voces te quejaras? Pues cosa recia es que hagas
tú contigo lo que no quisieras hiciera tu vecino, y que te tratas tú peor que
te tratara ninguno, y que, siendo el alma tuya, te descuides tanto de ella, y que sea necesario
acordarte que es tuya, y que la trates de manera que entren los vecinos a
rogarte la trates bien y que mires por ella, siendo tú el interesado.
50.- Escribe Rabisio Testor que convidó a un filósofo
otro amigo suyo, bien desemejante a él en las costumbres, y apercibió su casa,
como para tal huésped, sacando a plaza cuantas riquezas tenía, entapizó las paredes
de ricas. colgaduras, cubrió el suelo de vistosas alfombras, vistió las mesas
de labrados tapetes, adornó el estrado de telas de oro y seda, enriqueció los
aparadores de costosas vajillas, bordó las sillas y doró los techos, sin dejar
cosa alguna que no adornase; sólo de sí mismo se olvido; porque tenía el rostro
tiznado y el vestido mal compuesto.
51.- Lo cual como advirtiese el Filósofo, teniendo necesidad
de escupir, arrancó una flema y escupiósela en la cara, diciéndole,
perdonad, que no he hallado otro lugar más despreciable en que poder escupir;
pues, siendo el primero de vuestra casa, ha sido el que más olvidasteis, y fue
justo castigo, aunque
acedo, de quien se olvidó de su cara, acordándose de adornar los
rincones de su casa.
52.- Verdaderamente hay hombres tan descuidados de su alma, cuanto
cuidadosos de las menores alhajas y rincones de su casa, que, si
hubieran de escupir en el lugar más despreciado, no se hallara otro más que su
alma, porque cuidando, de todo sólo se descuidan de ella.
53.- Del caballo, y del jumento, del perro y del pájaro, de la
viña y de la huerta, del vestido y de la silla, y de las posesiones más
humildes, cuidan solícitos, y procuran que sean buenas y bien tratadas;
sólo de su alma se descuidan y no se acuerdan más que si no la tuvieran o no
fuese suya. . .
54.- Todas las posesiones tuyas quieres que sean buenas,
dice S. Agustín, y
sola tu alma no se te da nada que sea mala. Grande engaño es y digno
de lágrimas que precies tanto el cuerpo, y tan poco el alma; que gastes tantas
horas en peinar tu cabeza, y en afeitar tu rostro, y en ajustar el vestido,
y que tengas
tantos criados ocupados en mirar por tu hacienda, y que no gastes un rato en
hermosear tu alma, y en limpiarla siquiera de los vicios que se le pegan del
cuerpo; ni tengas una persona que cuide de ella y te ayude a
granjear las riquezas espirituales y verdaderas.
…salva tu alma
No hay comentarios:
Publicar un comentario