Los
controvertidos resultados de las recientes acciones bélicas de EEUU, así como
las características propias del sistema político y económico del país
norteamericano, empujan al presidente Donald Trump a valorar un nuevo objetivo
para un ataque militar. ¿Pero cuál?
Por un
lado, el súbito ataque de EEUU contra el aeródromo sirio de Shairat, tras las
acusaciones contra Damasco de haber perpetrado un supuesto ataque químico,
fomentó la imagen de Trump como un político que no se cierra al uso de la
fuerza y la presión mediática para solucionar los conflictos internacionales,
opina Iván Danílov, economista ruso y autor de un popular blog sobre
geopolítica en un artículo para Sputnik.
Por
otro lado, el fracaso probado de este mismo enfoque en el caso de Corea del
Norte —que llevó a cabo pruebas de misiles balísticos bajo las amenazas de
acciones militares por parte de EEUU—, perjudicó esta misma imagen, y la
Administración Trump podría estar ahora pensando en repararla.
"Siempre
vale la pena analizar los riesgos fríamente. Actualmente, hay un riesgo
considerable de que los siguientes Tomahawk norteamericanos vuelen hacia
Irán", advierte Danílov.
Los
motivos internos
La
industria militar estadounidense posee una enorme influencia en la economía del
país y, por consiguiente, en la vida política de EEUU. Por ello, seguir los
intereses de este sector es crucial para cualquier presidente, especialmente
cuando "este presidente carece del apoyo de las élites estadounidenses,
como Trump", afirma el economista.
"La
popular broma política sobre que 'cada mandatario de EEUU debe tener su propia
guerra a gran escala' no habla de la sed de sangre de los líderes
norteamericanos, sino que supone una cruda confirmación de la influencia del
'lobby' armamentístico en el país", añade.
Pero,
llegados a este punto, surgen una serie de problemas o, mejor dicho,
restricciones. Un conflicto realmente grande perjudicaría a la economía del
propio EEUU al acabar con las redes logísticas internacionales necesarias para
la prosperidad de las corporaciones globales, muchas con sede en la nación
norteamericana. Además, el mismo Trump prometió acabar con "las guerras
sin mucho sentido" en el extranjero.
Esa
fue la razón, según Danílov, que explicaría que finalmente no se desataran
guerras en Siria y en la península de Corea, a pesar de las fuertes
declaraciones y demostraciones de fuerza.
En
Siria, el riesgo de enfrentarse directamente con las tropas rusas —y el
correspondiente riesgo de que se produjera una escalada global— eclipsó
cualquier posible ventaja relacionada con un ataque.
En
Corea del Norte, la amenaza de un serio incidente nuclear o de una sangrienta
guerra regional, también disuadió a Washignton, que no quiso poner en riesgo a
sus aliados: Seúl y Tokio. Además del fuerte descontento que generaba en Pekín
y Moscú una posible agresión, opina el experto.
Más
aquí: ¡No abran la Caja de Pandora! Seis sólidas razones para no bombardear
Corea del Norte
Entonces,
¿dónde puede EEUU mostrar su poderío sin correr estos riesgos? La respuesta, según
el experto, es sencilla: Irán.
La
'tormenta perfecta' para Teherán
Danílov
enumera una serie de factores que hacen que la acción militar contra Teherán
sea casi "buscada" por EEUU.
Al
atacar Irán, Trump se impondría sobre el 'débil' Barack Obama, que firmó con el
país persa "el peor acuerdo de la historia", según las palabras del
propio presidente. Además, prometió durante su campaña electoral mantener una
postura dura con el país persa.
Vea
más: Trump: "Irán está jugando con fuego"
Una
guerra contra un rival tan fuerte como Irán necesitaría de enormes inversiones
en Defensa y justificaría cualquier aumento del presupuesto militar. Por eso
sería 'elogiada' por la industria armamentista de EEUU.
Los
aliados más cercanos de Washington en la región, Israel y Arabia Saudí,
consideran a Irán como su rival principal, así que cualquier acción militar
sería apoyada políticamente o militarmente por ellos. Israel tiene su propio y
potente Ejército, mientras que Arabia Saudí está entre los mayores compradores
de armas estadounidenses.
Lea
también: Los detalles del plan antiiraní de Israel
Un
conflicto a gran escala en Oriente Próximo dispararía los precios del petróleo,
lo que beneficiaría tanto a la industria petrolera de EEUU como a la saudí.
Entre
las 'consecuencias favorables' del colapso de Irán para EEUU también figuran
los problemas que ocasionaría en China, dado que Teherán es un importante
proveedor de crudo del gigante asiático.
Además,
el vacío de poder dejado por el colapso del país sería rápidamente llenado por
grupos radicales que amenazarían a los países cercanos, entre ellos Rusia.
Finalmente,
la caída de Teherán perjudicaría enormemente al proyecto geopolítico más
ambicioso de China —'La franja económica de la Nueva ruta de la seda"—,
que da una gran importancia a Irán y sus vecinos.
Teniendo
en cuenta todos estos factores, un ataque contra el país persa "resulta
casi 'lógico' para EEUU", afirma el experto.
Entre
los riesgos y las desventajas de esta operación militar, sin embargo, se puede
destacar el rearme de Teherán, sobre todo por la presencia de los sistemas
antiaéreos rusos en el país. Además, los aliados europeos de EEUU parecen estar
en contra de suspender el acuerdo nuclear, ya que las empresas de la UE gozan
ahora de acceso a los vastos recursos de Irán y a su mercado interior.
Los tambores
de guerra
Los
controvertidos resultados de las recientes acciones bélicas de EEUU, así como
las características propias del sistema político y económico del país
norteamericano, empujan al presidente Donald Trump a valorar un nuevo objetivo
para un ataque militar. ¿Pero cuál?
Por un
lado, el súbito ataque de EEUU contra el aeródromo sirio de Shairat, tras las
acusaciones contra Damasco de haber perpetrado un supuesto ataque químico,
fomentó la imagen de Trump como un político que no se cierra al uso de la
fuerza y la presión mediática para solucionar los conflictos internacionales,
opina Iván Danílov, economista ruso y autor de un popular blog sobre
geopolítica en un artículo para Sputnik.
Por
otro lado, el fracaso probado de este mismo enfoque en el caso de Corea del
Norte —que llevó a cabo pruebas de misiles balísticos bajo las amenazas de
acciones militares por parte de EEUU—, perjudicó esta misma imagen, y la
Administración Trump podría estar ahora pensando en repararla.
"Siempre
vale la pena analizar los riesgos fríamente. Actualmente, hay un riesgo
considerable de que los siguientes Tomahawk norteamericanos vuelen hacia
Irán", advierte Danílov.
Los
motivos internos
La
industria militar estadounidense posee una enorme influencia en la economía del
país y, por consiguiente, en la vida política de EEUU. Por ello, seguir los
intereses de este sector es crucial para cualquier presidente, especialmente
cuando "este presidente carece del apoyo de las élites estadounidenses,
como Trump", afirma el economista.
"La
popular broma política sobre que 'cada mandatario de EEUU debe tener su propia
guerra a gran escala' no habla de la sed de sangre de los líderes
norteamericanos, sino que supone una cruda confirmación de la influencia del
'lobby' armamentístico en el país", añade.
Pero,
llegados a este punto, surgen una serie de problemas o, mejor dicho,
restricciones. Un conflicto realmente grande perjudicaría a la economía del
propio EEUU al acabar con las redes logísticas internacionales necesarias para
la prosperidad de las corporaciones globales, muchas con sede en la nación
norteamericana. Además, el mismo Trump prometió acabar con "las guerras
sin mucho sentido" en el extranjero.
Esa
fue la razón, según Danílov, que explicaría que finalmente no se desataran
guerras en Siria y en la península de Corea, a pesar de las fuertes
declaraciones y demostraciones de fuerza.
En
Siria, el riesgo de enfrentarse directamente con las tropas rusas —y el
correspondiente riesgo de que se produjera una escalada global— eclipsó
cualquier posible ventaja relacionada con un ataque.
En
Corea del Norte, la amenaza de un serio incidente nuclear o de una sangrienta
guerra regional, también disuadió a Washignton, que no quiso poner en riesgo a
sus aliados: Seúl y Tokio. Además del fuerte descontento que generaba en Pekín
y Moscú una posible agresión, opina el experto.
Más
aquí: ¡No abran la Caja de Pandora! Seis sólidas razones para no bombardear
Corea del Norte
Entonces,
¿dónde puede EEUU mostrar su poderío sin correr estos riesgos? La respuesta, según
el experto, es sencilla: Irán.
La
'tormenta perfecta' para Teherán
Danílov
enumera una serie de factores que hacen que la acción militar contra Teherán
sea casi "buscada" por EEUU.
Al
atacar Irán, Trump se impondría sobre el 'débil' Barack Obama, que firmó con el
país persa "el peor acuerdo de la historia", según las palabras del
propio presidente. Además, prometió durante su campaña electoral mantener una
postura dura con el país persa.
Vea
más: Trump: "Irán está jugando con fuego"
Una
guerra contra un rival tan fuerte como Irán necesitaría de enormes inversiones
en Defensa y justificaría cualquier aumento del presupuesto militar. Por eso
sería 'elogiada' por la industria armamentista de EEUU.
Los
aliados más cercanos de Washington en la región, Israel y Arabia Saudí,
consideran a Irán como su rival principal, así que cualquier acción militar
sería apoyada políticamente o militarmente por ellos. Israel tiene su propio y
potente Ejército, mientras que Arabia Saudí está entre los mayores compradores
de armas estadounidenses.
Lea
también: Los detalles del plan antiiraní de Israel
Un
conflicto a gran escala en Oriente Próximo dispararía los precios del petróleo,
lo que beneficiaría tanto a la industria petrolera de EEUU como a la saudí.
Entre
las 'consecuencias favorables' del colapso de Irán para EEUU también figuran
los problemas que ocasionaría en China, dado que Teherán es un importante
proveedor de crudo del gigante asiático.
Además,
el vacío de poder dejado por el colapso del país sería rápidamente llenado por
grupos radicales que amenazarían a los países cercanos, entre ellos Rusia.
Finalmente,
la caída de Teherán perjudicaría enormemente al proyecto geopolítico más
ambicioso de China —'La franja económica de la Nueva ruta de la seda"—,
que da una gran importancia a Irán y sus vecinos.
Teniendo
en cuenta todos estos factores, un ataque contra el país persa "resulta
casi 'lógico' para EEUU", afirma el experto.
Entre
los riesgos y las desventajas de esta operación militar, sin embargo, se puede
destacar el rearme de Teherán, sobre todo por la presencia de los sistemas
antiaéreos rusos en el país. Además, los aliados europeos de EEUU parecen estar
en contra de suspender el acuerdo nuclear, ya que las empresas de la UE gozan
ahora de acceso a los vastos recursos de Irán y a su mercado interior.
LA OPINION DEL AUTOR NO NECESARIAMENTE
CONCUERDA CON EL BLOG
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