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sábado, 14 de noviembre de 2015

NOVENA A LA GLORIOSA SEÑORA SANTA ANA Madre de la Santísima Virgen y Abuela de Nuestro Señor




ADORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Adórote,  bendígote  y  alábote,  Santísima  e  Individua  Trinidad,  Padre,  Hijo  y  Espíritu  Santo,  tres  personas  distintas  y  un  solo  Dios verdadero, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas, a quien adoro, venero y reverencio, con toda mi alma, potencias y sentidos, vida y corazón. Me pesa una y mil veces  haber ofendido a mi Dios. Confiado en tu divina bondad,  espero alcanzar de tu  misericordia el perdón de mis pecados,  y  la gracia de la perseverancia  final, para que después de esta vida mortal,  merezca mi alma gozar  eternamente  de ti en la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA   PRIMERO

PRIMER GOZO: SER ESCOGIDA PARA SER MADRE DE “LA MADRE DE DIOS”
Considera, alma mía,  cuán grande sería el gozo que tuvo Santa Ana, cuando después de tan larga  esterilidad, tuvo celestial revelación de que sus oraciones eran oídas, y que por tanto sería madre de la mejor hija que hubo en el mundo. ¿Has visto un campo,  después de un largo y triste invierno, reverdecer en la primavera  tan vistoso que parece estarse riendo y recibiendo alegría? ¿Pues cual no sería el gozo de aquella dama, cuando, en el invierno de su edad, conoció que ella reverdecería fecunda a pesar de su esterilidad envejecida?¡Cómo alabaría al Altísimo!  ¡Cómo le ofrecería ya desde entonces el fruto de su vientre!  ¡Cómo se olvidaría ya de su oprobio,  que el cielo remediaba con tal fruto de bendición y santidad! Sería la madre de la Santísima Virgen María, ¡Ella sería su hija! Admitid, santa gloriosa, mi alegría por vuestro gozo. Hacedme participante de él, alcanzando fecundidad también a mi alma,  fecundidad en buenas obras y en el servicio a Dios Nuestro Señor.

PRIMERA VIRTUD: FE ADMIRABLE

Pondera cuán firme y segura la Fe de la gloriosa Santa Ana. No sólo creyó todos los misterios divinos revelados a  su pueblo, sino también la revelación del ángel que, de parte de Dios, le anunció la hija que de sus entrañas -hasta entonces estériles- había de nacer. La experiencia de tantos años hacía parecer imposible la promesa y perder la esperanza de verla cumplida. Pero esta hija de Adán creyó, y con Fe viva, nada dudó. Esta Fe sí que fue como el grano de mostaza; por eso de ella nació el más hermoso árbol: María Santísima, en cuyos ramos y brazos no descansaron sólo los ángeles del cielo, sino el mismo Dios de los ángeles cuando se hizo hombre. Aviva, alma mía, tu Fe, y júntale buenas obras para que no sea una Fe muerta. Si es poca, ayudad, Santa gloriosa, mi Fe, para que sea tal que mueva montañas.

ORACIONES Y POEMA DE LOS GOZOS PARA TODAS LOS DÍAS

-Rezar: Credo, Padre Nuestro y Ave María
-Luego decir 3 veces: “Santa Ana, socorred a los miserables”

-Luego:

ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENER

Gloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a  vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la “Madre de Misericordia”. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma  y  de  cuerpo,  devoción  cordial  a  vuestra  santísima  hija:  la  Virgen  María  Señora  Nuestra,  deseo  eficaz  de  servir  a  Dios,  dolor  muy verdadero  de  haberle  ofendido  y  propósito  de  enmienda.  Haced  que  este  propósito  me  acompañe  hasta  la  hora  de mi  muerte,  y  en  ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena.[Pedir aquí la gracia que se desea] Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No  atendáis a lo poco que yo merezco,  sino  a  lo  mucho  que  vos  podéis.  Favorecedme  con  aquella  misma  instancia  con  que  pedíais  al  Señor  el  remedio  de  vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración  oída,  oíd ahora  mis  oraciones. Por aquella  confianza  y autoridad de madre  de  la  que  lo  había  de  ser  del  mismo  Dios,  interceded  ante  vuestra  hija  santísima.  ¿Qué  le  podéis  vos  pedir  que  no  tenga  buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir?¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues para qué os hizo Dios tan poderosa sino  para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo.  Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para  honra  de  vuestra  Hija  y  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  vuestro  Nieto.  Valedme  para  que  vuestro  nombre  sea  cada  más  conocido  y acudan  a  vos  todos  aquellos  que  tanto  necesitan  de  vuestro  amparo.  Bien  sé  que  no  merezco  vuestro  valimiento,  pero  será  ilustre misericordia vuestra  atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y  espero,  que luego de ayudado por  vuestra  intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.

GOZOS PARA SANTA ANA

Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.



La Suprema Trinidad,
La llena de bendiciones.
Benditas las oraciones,
Que alaban la gran bondad.
Su amor encanta, enamora,
Al que en su piedad confía…
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.

Vuestra hija muy amada,
En el templo presentaste.
Con ella a Dios aplacaste,
Y su justicia enojada.
Tú serás mi bienhechora,
Mi dulce bien y mi guía…
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.

Con sólo este don precioso,
Ofrecisteis más a Dios,
Su padre Joaquín y vos,
Que todo justo glorioso.
Más que todos atesora,
Gracia y santidad María…
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.

Santa Ana, por vuestro amor,
Conseguidnos en la muerte,
Gracia, paz y buena suerte,
Por María, vos y el Señor.
Pues sois la consoladora,
En la última agonía…
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.

Tenedme siempre en memoria,
En la celestial morada.
Mi alma está enamorada,
De vos que estáis en la gloria.
Mi amor que suspira y llora,
Quiere haceros compañía…
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.

O R A C I Ó N  F I N A L

Omnipotente y misericordioso Dios, que proporcionando siempre a los hombres los medios de salvación y de consuelo, llenasteis de tanta gracia, dulzura y suavidad los nombres de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, a favor de los que, por reverencia a  tan soberanos nombres, Los  pidiesen  el  remedio  de  sus  necesidades  y  consuelo  en  sus  aflicciones:  Os  suplicamos  rendidos  que  a  todos  los  que  con  Fe,  amor  y devoción, invocaren tan augustos nombres, les concedáis en esta vida los dulces consuelos de tu divina gracia,  y en la otra reciban el Cielo como el premio. Por Cristo Señor Nuestro. Amén. 


DÍA   SEGUNDO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

SEGUNDO GOZO: CONCEBIR A LA VIRGEN SANTÍSIMA

Considera, alma mía, cuál sería el gozo de Santa Ana en aquella dichosa hora en que, en su vientre, a un tierno cuerpecito de niña se unió la santísima alma de la  “Señora concebida sin pecado original”.  ¡Cómo llenaría Dios de júbilo y de gozo a Santa Ana en aquel punto,  en  el cual la hizo concha de tan preciosa perla, y sagrario de tan venerable y santa reliquia! ¡Con qué inefable consolación bañaría el Cielo a Santa Ana, cuando empezó a rayar la aurora del “Sol de Justicia”!¡Oh, qué secretos y qué misterios en el vientre de Ana! Tesoro guardado por los ángeles y admirado por los más soberanos espíritus. ¡Y cómo es posible que tan altos misterios, dejasen de redundar grandes afectos en la santa, y que con tan gran tesoro, dejase ella de participar de esas riquezas! Alégrome, Santa gloriosa, de vuestra gran ventura. Vos sois aquélla a quien el Artífice Soberano escogió para vaso  de honra excelsa, pues encerráis la más pura criatura entre las humanas, únicamente Ella preservada de la mancha del pecado. Alcanzadme gracia del Señor, y que alegre de servirle, huya de adquirir en mi alma cualquier género de culpa.

SEGUNDA VIRTUD: ESPERANZA FIRME

Pondera, cuán segura e invencible fue la esperanza de esta gloriosa santa. Los años iban pasando como las olas, más todas quebraban en el risco firme de su esperanza  en Dios, nunca vacilante. Por eso vio  tan bien logrado el fruto de esta  confianza, porque la tuvo en Dios tan segura. Esperaba fruto de su vientre, y tuvo tal fruto cual no lo esperaba. Como  la  flor  de  su  esperanza,  ni  con  las  tempestades  del  tiempo,  ni  con  los  imposibles  humanos,  llegó  a  caer,  por  eso  fructificó admirablemente. ¿Quién dijera que la despreciada,  estéril e infecunda, había de tener fecundidad tan bien lograda?  Lo cierto es que puede mucho ante Dios la esperanza firme en su bondad y misericordia. En  Vos,  Señor,  únicamente  confío,  por  más  que  el  mundo  y  el  demonio  eternamente  se  opongan.  Sois  Dios  y  Padre,  habéis  de  tener misericordia. Os lo pido por los merecimientos e intercesión de la gloriosísima Santa Ana.


-Todo lo demás como el día primero. 


DÍA   TERCERO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

TERCER GOZO: SU FELIZ PARTO

Considera, alma mía,  el inefable gozo que tendría la señora Santa Ana en su feliz parto, en el cual dio el mundo, no a Isaac: sonrisa de su madre Sara, sino a la Virgen María,  alegría del mundo  entero. Si en el nacimiento del Bautista se alegraron muchos,  según la promesa del ángel, ¡cuántos  más se alegrarían  en el nacimiento de la Santísima Virgen,  y cómo  este gozo cubriría a  la  felicísima madre,  Santa Ana! Ella fue sin duda el monte que destiló dulzura, porque de ella salió la dulcísima Virgen María, a quien la Iglesia llama “dulzura nuestra” .Si todas las madres, como  dice Cristo, se  olvidan de sus dolores  luego del  nacimiento de sus hijos,  y  se  alegran  “porque  ha  nacido  un hombre”, cuál no sería el gozo de esta madre admirable, viendo nacer de sus entrañas a aquella niña, de la cual había de nacer en el mundo el Hombre Dios. Sea para bien, dichosa madre, Santa Ana,  el suceso felicísimo de  vuestro parto. Para bien nuestro y de todo el mundo, pues estamos  en obligación de honraros, gracias a vos tenemos a María. A honra de tan célebre y deseado nacimiento de  “la Emperatriz de cielo y tierra”, hacedme la merced de que sea participante de vuestro gozo, loando al Altísimo en agradecimiento por haberos otorgado las peticiones que os tengo encomendadas.

TERCERA VIRTUD: CARIDAD ARDIENTE PARA CON DIOS

Pondera, cuán ardiente fue la Caridad y el amor de nuestra santa. Veíase tan obligada con los  favores celestiales, que no podía su espíritu dejar de amar al autor de ellos. Veíase madre de la que  había de serlo  del “Amor Perfecto”, y no podía dejar de emplear en el  amor  a Dios todos sus afectos. Por eso su gozo y toda su alegría venían a parar  en loores al Altísimo, en darle honra y gloria por todo,  y en engrandecer su  Santo  Nombre.  ¡Oh,  cómo  es  cierto  que  sólo  en  Dios  hay  verdadera  alegría,  y  sólo  los  que  aman  a  Dios  de  todo  corazón  viven consolados!  Las alegrías del mundo vienen siempre llenas  de pesares,  porque en el mundo no hay alegría verdadera. Sólo quien ama a Dios de todo corazón, lo tiene lleno de alegría, porque Dios es su fuente y su perenne manantial. ¡Os amo, Dios mío, de todo corazón! Y si aún no os amo de todo corazón, Vos, por la intercesión de Santa Ana, concededme vuestro amor, un amor grande, fervoroso y ardiente, un amor que me posea, que me inflame y me consuele. Amén.

-Todo lo demás como el día primero. 

DÍA   CUARTO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

CUARTO GOZO: EN LA RECREACION O TRATO CON SU HIJA

Considera, alma mía,  el inefable  gozo que tuvo Santa Ana en la  recreación  con María, en pasar momentos con su santísima hija. ¡Qué alivio  y  alegría  en  el  trato  con  aquella  niña,  cuya  conversación  buscaban  los  mismos  ángeles,  suspensos  y  admirados!  ¡Qué  ventura  tan hermosa, el recibir obsequios de madre, de parte de la niña que es servida por los celestiales espíritus como su señora! ¡Oh, dichosa familia, y bienaventurada Santa Ana! Las otras santas  son conocidas,  o por las espadas,  o por  los instrumentos de  sus martirios: A  Santa Ana  se le conoce por tener en sus brazos y llevar de  la mano a María Santísima. ¡Oh  cuánto me alegro, santa gloriosa, de que sea tan digno de honor  “el báculo de vuestra vejez”, y tan sublime “el cetro de vuestro poder”, ya que tenéis de vuestra mano a la “Señora del Universo”!Pídele que Ella me tenga de su mano, y que juntamente con vos, interceda en mi favor delante del Altísimo.

CUARTA VIRTUD: CARIDAD COMPASIVA CON EL PRÓJIMO

Pondera,  cómo  no  sólo  a  su  benditísima  hija  sustentó  la  gloriosa  Santa  Ana  de  su  propia  sustancia,  sino  también  a  los  pobres  y necesitados, con los cuales gastaba la tercera parte de su hacienda. Ella fue la mujer que abrió libremente  las manos a los mendigos, y dio a los pobres el mismo cuidado que a los domésticos, porque las larguezas de sus limosnas convertían en domésticos a los extraños. Tuvo tantas veces en su regazo,  y llevaba a su pecho,  a la que había de ser  “Madre de misericordia”,  que no podía dejar de pegarse a su corazón el fuego de la Caridad y ser caritativa. Había recibido tan abundantes gracias y dones del Señor, que no era mucho que agradeciese a Dios los beneficios, en haciendo el bien a los pobres. También yo, gloriosa Santa Ana, soy pobre, y necesito de vuestro patrocinio. Vos ahora sois más poderosa aun y comprensiva. Por limosna os pido que remediéis y despachéis la comisión, la gracia que os tengo encomendada.

-Todo lo demás como el día primero. 

DÍA   QUINTO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

QUINTO GOZO: EN LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

Considera, alma mía,  cuál  no  sería el gozo de Santa Ana cuando presentó en el templo a su santísima hija  a la edad de tres años. Si  no fuera tal madre, muy excesiva pena sentiría al quitar de sí una hija de tanto agrado, y tan dotada de bienes de gracia y de naturaleza. Mas no fue así con nuestra santa, pues si bien sentía el apartamiento de criatura e hija tan amable, con todo, mayor era el gusto de dedicarla a Dios, como lo había prometido.  Sabía que Dios estima lo que se le da, no con tristeza y necesidad, sino con alegría,  y mucho alegrábase de tener don tan excelente para ofrecer a Dios. Cuál sería,  pues, el júbilo de su corazón,  cuando veía  con qué  gracia y ligereza  subía  su bendita hija los escalones, las quince gradas  del Templo, con  la admiración del sacerdote. Cuál su consolación, viendo cómo aquella pequeña y casta tórtola, escogía ya desde entonces para sí un nido junto a los altares del Señor. Más tarde, vendría Ella misma a ofrecer, el día de su purificación, a su preciosísimo Hijo, Jesucristo. Las prendas que ya  desde entonces  campeaban  en aquella niña la admiración del sacerdote y  de los  ministros, el agrado que con  tal don era recibido por  el Altísimo, y los sublimes misterios que en aquella ocasión tenían  principio, eran eficaces motivos para un superior júbilo en el corazón de Santa Ana. Y tú,  alma mía, ya que no tienes don tan excelente  para ofrecer a Dios, aprende a dedicarte con todas tus potencias a su  servicio, como quien sirve a buen Señor.

QUINTA VIRTUD: ORACIÓN CONTINUA Y FERVOROSA

Pondera,  cómo,  la gloriosa Santa Ana,  fue continua y fervorosa en el santo ejercicio de la oración,  como ni  lo fue  esa  otra madre,  la  de Samuel, por más que su fervor fuese notado  por  el Sumo Sacerdote. Baste decir,  que  por oraciones continuas alcanzó del Señor el remedio de su esterilidad,  en una hija tal como la Virgen María. Por eso la dedicó luego al Templo, en donde  la niña  se diese toda a la oración y a las alabanzas divinas. Quiso, con la oración de su hija, suplir y ayudar a la suya, para que fuese mejor aceptada. Ella, entretanto, habiendo antes hecho un templo de su casa, consideraba frecuentemente los misterios que en ella se obraban, ordenados a  la  Redención  del  género  humano,  pues  en  aquella  sagrada  casa  nació  la  que  debía  ser  “Madre  del  Redentor  del  mundo”.  Oh,  cómo  la consideración de ciertos secretos, que es creíble le fuesen revelados,  elevaría su espíritu a alabar a Dios, porque  la  hizo participante, y tan próximamente llegar a tan altos misterios. Oh  tú,  alma  mía:  ¿Qué  haces  que  ya  no  das  frutos,  y  crees  y  veneras  todos  estos  pasados  misterios?  Considéralos  y  medítalos frecuentemente, o con la Santísima Virgen en el templo de Dios, o con Santa Ana en tu casa. Concluye tu oración pidiendo a la santa que en la suya, se acuerde de la necesidad que padeces y que le tienes recomendada.

-Todo lo demás como el día primero.  

DÍA   SEXTO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

SEXTO GOZO: MORIR EN LOS BRAZOS DE SU HIJA

Considera, alma mía,  cuan excesivo sería el gozo de Santa Ana, quien según  graves  autores afirman, murió  en los brazos de su santísima hija. No  es creíble que tan buena hija faltase a su madre en aquella hora, ni que Dios negase a tan buena madre la consolación de morir en los brazos de su hija. ¿Cómo huirían lejos de aquella  casa  los demonios, estando allí  la Virgen,  Nuestra Señora? De lejos, y de bien lejos,  verían los hechos,  por ser apartados por la virtud divina. Veis  aquí la ventura  de Santa Ana: Ser asistida en los brazos de la Santísima Virgen en aquella hora.  Santa  Ana tenía derecho a este  favor por ser la madre de María. Por eso, santa mía, vos sois abogada para la buena muerte, porque vos, felicísima, ya tuvisteis  esa dicha. Vuestra alma se vio primero en “el cielo del seno de María”, antes de  bajar al  “seno de Abraham”,  y esperar que se abriesen los Cielos  luego de la muerte de Cristo. Oh, si yo pudiera morir con la misma muerte de esta santa matrona. Ojalá mis novísimos fuesen semejantes a los suyos.

SEXTA VIRTUD: CASTIDAD CONYUGAL

Pondera, cómo fue perfecta la castidad conyugal de Santa Ana, matrona ejemplarísima. Ella fue, aquella en quien descansaba  confiado el corazón de su esposo. Así fue conveniente para que  “la Virgen de las Vírgenes”, María,  tuviese por madre una  persona  no  menos casta  que Ella. Por eso  Santa Ana  mereció ser la tierra del  cultivo,  de la más cándida azucena de pureza  que se dio en nuestra tierra. Por eso también mereció al morir  y salir de este mundo, ser confortada con el virginal olor de este lirio que tuvo a su lado. Santa  Ana  nunca  deseó  fecundidad  con  otro  fin  que  el  de  la  mayor  gloria  del  Altísimo. Nunca,  ni  entre  los  oprobios  de  la esterilidad, hubo algo que manchase en lo más mínimo la pureza de su proceder. Cuál no sería aun mayor su pureza luego, al nacerle su benditísima hija, cuando los rayos de la pureza de María reverberaban en el cristal de su alma. ¡Oh virtud de la  pureza, cómo agradas al Altísimo!  ¡Oh,  castidad  matrimonial bien guardada, cómo te  asemejas a una virginal pureza! Alcanzadme, gloriosa Santa  Ana, esta delicadísima virtud, ya que sois  la  madre de “la Reina de las vírgenes”. Pegad a mi alma el olor de esta virtud,  para que  yo,  en vuestra casa, donde nació la Virgen más pura, pueda al menos ser  un esclavo deseoso de seguirla y de imitarla, para que merezca la dicha de ver a esta soberana Señora después de muerte, ya que no puedo antes de ella.

-Todo lo demás como el día primero. 

DÍA   SÉPTIMO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

SÉPTIMO GOZO: VER POR PRIMERA VEZ A SU NIETO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Considera, alma mía,  cuán incomparable sería el gozo de Santa  Ana cuando por primera vez vio a su nieto benditísimo, fuese aún en vida (como lo sientan graves autores), fuere después de su muerte cuando Nuestro Señor bajó al seno de Abraham. Dice  Aristóteles  que  entre  abuelos  y  nietos  acostumbra  naturalmente  ser  más  excesivo  el  amor.  Yo  no  puedo  decir  que  Nuestro  Señor amara más a Santa Ana que a su Madre, o que  Cristo haya sido más amado por su  abuela,  Santa Ana, que de su Madre Santísima. Pero  de cualquier manera,  bien se ve  el  grandísimo amor  de Santa Ana hacia Jesús.  ¡Llamar  “nieto”  al mismo Dios, y oír de su boca el amoroso nombre de “abuela”! ¡Oh ternura, oh consolación! Suponiendo que Santa Ana haya visto a su nieto luego de la Cruz, cómo parecería ya un Cielo abierto, aquella subterránea cárcel del Limbo de Abraham con la visita del alma del Redentor. Cuando en el día de la Resurrección, con la confianza de abuela, ella tocase las llagas de sus pies y de sus manos, y bebiese en la dulzura de su costado, ¡cómo daría entonces por bien empleado el tiempo del oprobio de su esterilidad, y la aflicción de su esperanza dilatada!Era Cristo el ardiente deseo,  o el deseado incesante, no sólo  de  los collados eternos, sino de todas las gentes,  y por eso fue necesario que Él, ¡hasta de su abuela,  Santa Ana!,  fuese deseado como una prolongada esperanza. Más  por  fin, llegó el día,  y la esperanza se convirtió  en realidad, la pena en júbilo y la aflicción en gozo: El nacimiento del Redentor.Mil parabienes os doy, matrona santa, por vuestra buena fortuna. Y ya que estáis tan favorecida, como próxima a vuestro Nieto santísimo, acordaos de los que a vos recurren, y emplead vuestro poder en amparar a vuestros devotos.

SÉPTIMA VIRTUD: PACIENCIA INVICTA

Pondera, la invicta paciencia de Santa Ana, no sólo en los trabajos ordinarios, que es fuerza acompañen a una madre de familia, sino muy particularmente en las angustias de su esterilidad.  esterilidad era en  aquel pueblo el mayor oprobio. Porque como  se  esperaba que de aquella nación  nacería  el Hijo de Dios, si alguna casada era infecunda,  se  la  tenía por reprobada  por  Dios, pues  ella era  entonces  excluida  de las que podían dar a luz al  Mesías. Por eso, elmismo  Sumo  Sacerdote,  después  de  advertir  la  infecundidad  de  nuestros  santos  casados,  no  quiso  admitir  sus  ofrendas,  por  ser provenientes de personas a quienes parecía que Dios reprobaba. Mirad los juicios de  los hombres cómo son falsos y falaces.  Los hombres desprecian a Ana como reprobada de Dios,  y ella es la escogida por  el  mismo  Dios.  Ahora  padeced,  matrona  santa,  que  ya  vendrá  el  día  en  que  los  hombres  que  ahora  os  desprecian,  esos  mismos admirarán vuestra ventura, y conocerán que por vuestra paciencia habéis merecido gloria tan excesiva. Ayudadme, santa mía, a padecer con conformidad, y a sujetar mi juicio y mi voluntad a las disposiciones divinas, que por caminos que parecen muy diversos, nos llevan derecho a los fines que intentan.

-Todo lo demás como el día primero. 

DÍA   OCTAVO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

OCTAVO GOZO: SUBIR AL CIELO CON CRISTO 

Considera,  alma  mía,  cuán  grande  sería  el  gozo  y  la  alegría  de  la  Señora  Santa Ana,  y  cuán  su  gloria  sin  medida,  cuando  su  alma bienaventurada subía al Cielo en compañía de su santísimo Nieto. En el día de la Ascensión,  llevó Cristo consigo, como  fruto  de sus victorias,  a  los cautivos que del seno de Abraham había rescatado. Los más seguirían su triunfal carroza como siervos, pero quién duda que haría el Señor especial honra a su abuela felicísima en aquel día.José  era  virrey  en  Egipto,  y  Jacob un  pobre  pastor.  Quiso  José  que  sus  hijos,  nietos  de  Jacob,  venerasen  con respeto al  santo  y  viejoabuelo. ¡Y cómo es posible, y creíble, que Cristo Redentor, se olvidase de las atenciones que Él encomienda a hijos y nietos, y se olvidase de darlas a su abuela! Por eso,  los Cantares preguntan quién es la venturosa alma que sube de este mundo, recostada sobre su amado. O como reza  una  leyenda  sobre  su  nieto:  Quién ha  de  ser  sino  el  alma  de  nuestra  gloriosa  santa,  la  que  reclinada  en  su amoroso  Nieto,  sube triunfante al Empíreo.Bienaventurada  santa,  que  subís  con tanta  gloria,  dadme  licencia  para  que  celebre  vuestra   alegría,  y  con  vivas aclamaciones,  siga  enespíritu vuestro triunfo. Y ya que con él, dice la Escritura, repartió vuestro Nieto santísimo dones a los hombres, encaminad para mí los que yo necesito, especialmente los que os tengo recomendados.

OCTAVA VIRTUD: HUMILDAD PROFUNDA

Pondera, alma mía,  cuán profunda fue la humildad de nuestra santa.  Era descendiente de la casa  real  de David,  y se trataba  a sí misma como  persona muy  común. Tenía dones  muy especiales de Dios Nuestro Señor, y  soportaba,  con conocimiento profundo de su vileza,  la opinión que corría en el pueblo de que era reprobada del mismo Dios.¿Veis  aquí por qué el Señor la levantó a tan alta gloria,  y cómo abatió a los soberbios?Por eso, Dios  se allegó tan cerca de nuestra santa,que se hizo no sólo pariente suyo, sino su mismo Nieto. Bien se cumplió en ella, aquello de que los humildes son ensalzados, porque, por su humildad, nuestra santa fue exaltada y elevada al Cielo junto al mismo Cristo. Oh, poder grande de la humildad, que atraéis a Dios  hacia el humilde, siendo Dios tan alto. Y  levantáis al humilde hasta Dios, siendo el hombre tan bajo. Y tú, alma mía, ¿de qué te ensoberbeces a vista de  tanta humildad? Si un monte tan elevado como Santa Ana,  se abate tanto delante de Dios y de los hombres, el polvillo rastrero de la tierra que eres tú, ¿cómo presume subir y levantarse? Ayudad, santa humildísima, éste mi propio conocimiento, el de mi nada, para que de allí pase a mis acciones, y no venga yo a perder por la soberbia vuestro favor y patrocinio, y menos aun el de Dios.

-Todo lo demás como el día primero.  


DÍA   NOVENO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

NOVENO GOZO: ESTAR EN EL CIELO CON TODA SU FAMILIA

Considera, alma mía, la gloria y el gozo grande que tendría la señora Santa Ana en el Cielo, al verse en él con toda su familia: Allí tiene a su esposo  San  Joaquín,  a  su  hija  la  siempre  Virgen  María  con  su  esposo  San  José,  y  a  su  nieto  Jesucristo.  En  esto,  se  verifica  bien  que  la generación de los rectos y de los justos será bendita. Dichosa casa  de la tierra,  que no era otra cosa sino “la casa de Dios y la puerta del cielo” (“domus Dei et porta caeli”),  por donde salieron tantos que entraron al Cielo. Oh, ¡cómo será la  gloria  de  Santa Ana en el Cielo, dentro de  toda esta Sagrada Familia!  ¡Cómo será de hermosa esta casta generación con la claridad de su  gloria!  ¡Cuánto  querría yo  ver esta celestial y santa constelación de estrellas místicas,  todas juntas,  y todas de  la  mayor magnitud, dentro de  las cuales  está  el mismo “Sol de Justicia”! ¡Qué luces, qué resplandores de gloria y de júbilo, serán los que reverberan de unos hacia otros! También yo quisiera, gloriosa santa, pertenecer de algún modo a vuestra Sagrada Familia, a lo menos bajo el título de siervo. Yo me dedico y  consagro  desde  hoy  a  servir  en  tan  buena  casa.  Recibidme  ya  desde  ahora.  Y  en  la  hora  de  mi  muerte,  introducidme  en  esta  dichosa mansión de la gloria, de la que vos ahora gozáis por toda la eternidad.

NOVENA VIRTUD: MORTIFICAICÓN Y PENITENCIA RELIGIOSA

Pondera, cómo la gloriosa Santa Ana fue rigurosa en su mortificación y penitencia. Cuántas y cuán continuas son las ocasiones en que una madre de familia, en el gobierno de sus cosas domésticas y en el trato con los  extraños,  encuentra motivos  para sentir y para inmutarse. Pues en todas estas cosas, se mortificó de tal modo nuestra santa, que como escriben los Santos Padres, ella fue siempre irreprensible. Y fuera  de esto, dice san Vicente Ferrer  que  sus ayunos eran muy frecuentes, sus vigilias  muy continuas, no pocas sus visitas al Santo Templo de Jerusalén con los pies descalzos desde Nazaret. ¿Qué no tendrá esta vida de atribulada y miserable? Pero lo cierto es que, de este modo y por este camino, consiguió toda esa gloria que hemos ponderado. Tal mortificación y penitencia  fueron el arado que,  abriendo la  tierra  de  su cuerpo,  lo  prepararon para  sembrar en él,  simiente de tan gloriosa  felicidad:  María.  No  se  consigue  premio  grande,  sin  trabajo  grande.  Quien  más  se  mortifica  en  esta  vida,  logra  mayor bienaventuranza en la otra.¡Oh, feliz campo! Yo me acomodo en él. Esto es, ahora he de mortificarme por el breve tiempo de la vida presente, para después descansar en él por los interminables espacios de la eternidad. Vos, santa gloriosa, ayudadme con vuestra intercesión,  para que el amor propio no pueda más que este  propósito  que tengo, y  que me importa más que todo.

-Luego se dirá todo lo demás como el día primero. 

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