DÍA
PRIMERO
Considera
cuán grandes e incomparables son los prodigios del Ser Omnipotente,
manifestando los tesoros de su Misericordia en favor de sus redimidos.
Pues, si admiramos
los excesos de
su bondad en la multitud
de beneficios con que nos ha
enriquecido, con mayor
razón debemos asombrarnos y llenarnos de la gratitud por el beneficio
más demostrativo de su
diestra mano, con
que nos ha
engrandecido, dándonos a una
excelentísima y privilegiada
Criatura, como María, para
nuestro consuelo, principalmente para
los que le
sirven y aman de corazón, inspirando a los padres e
hijos de la Iglesia, diversos títulos y
advocaciones con que
la honrasen, diesen
cultos, y recibiesen
los mayores favores de
su amparo y
protección; como lo han
experimentado muchas veces los verdaderos devotos de la Madre de Dios;
especialmente por medio de la portentosísima Imagen del Buen Suceso, existente
en el Templo del Hospital Real de la Villa de Madrid, que es
tan prodigiosa, desde
el especial con
que fue hallada repentinamente en
un yermo, sin
ser buscado ese
Tesoro; pudiendo decirse lo que
del mismo Dios expresa el profeta Isaías:
“Déjeme hallar de quien no venía en mi busca y destíneme al bien de los
que no habían hecho opinión de
mi bondad ni
formado crédito de mi
largueza.” Por este prodigioso
principio, parece que el Altísimo
hizo patente su Voluntad de que fuese honrada y venerada su Santísima Madre en la advocación
del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Señor
de infinita bondad!
que con la
milagrosa invención de esta imagen de María Santísima nos habéis
dado un recurso poderoso para
acudir con toda
confianza a su amable protección
en nuestras necesidades, concédenos
los auxilios con
que encontremos fervor
y confianza para saber honrar y
servir a esta vuestra Criatura predilecta; para
que por su
intercesión alcancemos
nuestra santificación y después el Cielo, Amén.
ACCION
DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN
(Para
todos los días)
¡Oh
Virgen bendita entre todas las mujeres!
nos faltan voces para daros
gracias por los
innumerables beneficios que
de vuestra mano recibimos. El día que nacisteis al mundo
puede llamarse día de gracia, de salud y de consuelo. Vos sois el honor del
género humano, la alegría del
Paraíso, la prenda
amada de Dios
y la salud
de nuestro pueblo. ¿Qué méritos tenemos, Virgen Santísima
del Buen Suceso, para que os deis a conocer
por Madre nuestra?
¡Sea infinitamente bendito
aquel Dios que así lo quiso! Sé Vos igualmente bendita, Virgen María
pues, a pesar de nuestras ingratitudes
os mostráis a nuestro favor tan propicia. Haced, pues,
Madre clementísima que vuestra
Imagen sea nuestro consuelo en
la tierra, siendo
nuestro refugio, nuestro
auxilio, y protección, así en las
necesidades públicas como privadas. Haced que se aparten de nosotros las
guerras; la peste, el hambre, los rayos, los terremotos y
todos los azotes
que por nuestras
culpas merecemos. Rogad por la
Santa Iglesia y pos su cabeza visible. Oíd las súplicas de los que os
invocan, acordaos que
sois nuestra Abogada,
nuestra Madre; pues como a tal
ponemos en Vos nuestra confianza. A vos
recurrimos, y esperamos que
nos alcanzaréis de
vuestro Hijo, el
perdón de nuestras culpas y
perseverancia en la gracia hasta la muerte. Amén.
(Aquí
elevando cada uno su corazón a Dios,
pida por intercesión
de
María Santísima del Buen Suceso, lo que desea alcanzar.)
GOZOS
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
María
Virgen Madre
Cuya
preeminencia
Tiene
siempre absorta
A toda
la tierra.
Respóndase:
Ampáranos
pía,
Pues
eres Madre nuestra.
Sola
sin ejemplo
Diste
complacencia
Al
Verbo del Padre,
Que en
tu honor se esmera.
Ampáranos
pía…
Eres
el más digno
Templo
de la Excelsa
Trinidad
augusta,
En
quien te embelesas.
Ampáranos
pia…
En ti
tiene asiento
La
misma pureza,
Los
Ángeles gozo,
Los
tristes clemencia.
Ampáranos
pia…
El
orbe cristiano
Te
clama por Reina;
El Rey
de los reyes
Te
tiene a su diestra.
Ampáranos
pia…
¡Oh
Madre de Gracia!
¡Oh
esperanza nuestra!
De
náufragos puerto
Y del
mar estrella.
Ampáranos
pia…
Puerta
del Empíreo
Patente
y perpetua,
Salud
del enfermo,
Luz en
las tinieblas.
Amparános
pia…
Por
ti, pues, logremos
Ver a
Dios en esa
Corte
de los Santos,
Donde
vive y reina.
Ampáranos
pia…
Guía
nuestros pasos
Y
asístenos tierna,
¡Oh
dulce María!
En la
hora postrera.
Ampáranos
pia…
Admite
alabanza
De
afectuosa lengua,
Que
expresar no puede
Tus
raras grandezas.
Ampáranos
pia…
Oh!
Madre de gracias!
Antífona
Santa María,
socorred a los
miserables, ayudad a
los débiles, esforzad a
los afligidos, rogad
por el pueblo,
interceded por el
clero, pedid por los devotos. Sientan Señora, vuestro favor y amparo, todos los que celebran
vuestra memoria santísima.
V. Rogad por nosotros ¡Oh Virgen del Buen Suceso!
R. Para que
seamos dignos de
alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
FINAL
Os
rogamos, Dios y Señor Nuestro, que nos
concedáis la salud del alma y del
cuerpo por la
intercesión de la gloriosa
Virgen María; por cuyos méritos y los de su soberano Hijo
Jesús, esperamos ser libres de los males presentes, y alcanzar los bienes
eternos. Amén.
DÍA
SEGUNDO
Considera
en la alta providencia del Altísimo como quiso favorecer a los
mortales, manifestándoles un
tesoro escondido en
la preciosa imagen su Santísima
Madre, bajo la advocación del Buen Suceso, con prodigiosa suerte. Porque
habiendo muerto el hermano Bernardino de Obregón, fundador
de la Hermandad
de los Mínimos
para el servicio de enfermos; fue elegido para remplazarle
Gabriel de Fontaned y éste con
Guillermo Rigosa fueron
a impetrar del
Sumo Pontífice la aprobación
del Instituto y del
hábito y cruz
morada que le
distingue. Luego que ellos
llegaron a los
confines del Principado
de Cataluña, pasando por el
pueblo de Traigueras de la jurisdicción de Tortosa, les sobrevino una espantosa
tempestad, de agua y
granizo, acompañada de truenos
y relámpagos cuyos
estruendos herían sus
pechos con horror y espanto. En
tales conflictos acudieron a Dios suplicándole que les deparara
algún albergue, a donde pudiesen
refugiarse para disponerse a bien
morir, porque la porfía y rigor de la tempestad, les persuadía ser inevitable
un fracaso. Mas, como la Divina Misericordia premia la
resignación y la paciencia,
dispuso que aquel
trabajo fuese presagio de una
feliz aventura; porque
a la medrosa claridad
de un relámpago, divisaron unas
peñas algo desviadas del camino, y hallaron en
ella una espaciosa
concavidad tan bien
labrada y dispuesta
que parecía obra de pulido artífice y en lo alto y cóncavo de
aquellas peñas vieron un
resplandor admirable y sintieron
juntamente una fragancia suavísima y
unos aromas celestiales,
que excedían en mucho a los olores
terrenos. Bañóseles el alma de una alegría tan grande mezclada con afecto de
admiración y reverencia, que sintieron al mismo tiempo un impulso interior de
conocer las causas de aquellas maravillas.
Oración.
¡Oh Dios
admirable en todas
vuestras obras! que
convertisteis siempre los más
azarosos sucesos de
la vida en
pruebas de vuestras misericordias, y que en los
conflictos más desesperados disponéis los preludios de vuestros prodigios en
favor nuestro como hicisteis con los hermanos
Mínimos por medio de esa
horrorosa tempestad. Concedednos
por intercesión de esa Reina del Buen
Suceso, la virtud de la paciencia,
para sufrir con
ánimo resignado los
trabajos que os enviare vuestra Divina Voluntad: porque
Vos mismo los convertiréis en consuelos de esta vida y después nos daréis el
premio eterno, donde cantaremos
para siempre vuestras
alabanzas y de María Santísima. Amén.
DÍA TERCERO
Considera como los viajeros impulsados por la gracia y atraídos por la curiosidad de examinar tan sorprendentes maravillas, se encaminaron al sitio en donde divisaron su refugio. Descalzáronse y trepando, con grandes dificultades y con mutua ayuda, por enris cados peñascos y abruptos despeñaderos, llegaron a la concavidad divisada a la claridad del relámpago. ¡Y cuál su sorpresa de gozos y admiración! al contemplar en esa cueva primorosamente trabajada por la naturaleza como espacioso templo, una hermosísima Imagen de la SantísimaVirgen con su bello Hijo en el brazo izquierdo, un cetro en la mano derecha y ceñida la frente con preciosísima corona. Su traje a la antigua, pero aseado, y a un lado otro de la misma tela y hechura. Adornan el sitio muchas y variadas flores que alfombraban el pavimento y trepando por las paredes embalsamaban con exquisita fragancia la dichosa estancia de la Reina del Cielo. Mas era de singular reparo una lámpara incrustada en la roca con habilísimo artificio, que encendida despedía el fulgor de muchas luces. ¡Cuánta belleza y encanto propios para honrar a tan admirable Señora! ¡Cuánta sorpresa y admiración para los absortos viajeros! quienes extasiados contemplaban un trozo de Cielo y desahogaban su corazón convulso y anhelante en presencia de su Madre que por modo tan casual, y después de tan horrorosa tormenta, se les presentaba radiante de hermosura y afabilísimo rostro para servirles de refugio y de consuelo en tan desesperado trance.Desahoga, pues alma mía, tus penas ante la imagen de María, siempre que los pesares de la vida y los peligros más inminentes quieren hacerte desesperar. Acude a Ella con tranquilidad y confianza, agradeciendo a Dios, porque ha ostentado su Omnipotencia, haciendo encontrar en tan escondido paraje esa portentosa imagen, para honra de la Inmaculada Virgen, y para que todos la venerásemos bajo tan preciosa advocación del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Dios de Misericordia! que jamás abandonas en la desolación a quien te sirve fiel y fervoroso en medio de los azares y peligros del tiempo, y que para nuestro refugio en las adversidades nos mandas acudir a vuestra Madre y abogada de los atribulados concédenos un corazón tierno y fervoroso para buscar a María y hallarla amante y protectora siempre que la sirvamos de verdad, para merecer, por su intercesión una vida cristiana y después el Cielo. Amén.
DÍA
CUARTO
Considera
cuál sería el gozo inefable que se apoderó de los buenos Hermanos al contemplar
tantos primores que circundaban estancia tan magnífica, en donde sobresalía
como astro esplendoroso la Imagen de su Madre
querida, ante quien se postraron reverentes para bendecirle y agradecerle
un don tan
singular y de una dicha
tan extraordinaria, levantando sus
pensamientos y afectos
a consideraciones celestiales, creyéndose
favorecidos por una aspiración sobrenatural;
porque todo lo que veían y sentían no era, en ese paraje de tan
inaccesible roca, y tan lejos de todo caserío, previsión de manos humanas.
Repitieron con fervor sus oraciones
de agradecimiento y solicitando luz
y gracia del Cielo para resolver lo que deberían hacer y determinaron averiguar el origen
de ese santuario y de la Imagen, y de las piadosas personas o comunidad que
cuidaban tan prodigiosamente de este culto, y aunque les parecía
imposible que tanta
magnificencia fuera obra
de los hombres en lugar tan
retirado e inaccesible, sin embargo, la prudencia y la
piedad les aconsejaban
hacer primero cuidadosas
inquisiciones sobre el caso; y andando por los caseríos menos retirados
de la cueva, que estaban
más de tres
leguas de distancia,
no hallaron quien
les diera la más leve noticia de la Imagen, aun cuando entre las
personas a quienes preguntaron habían
ancianos de ochenta
y de cien
años, quienes jamás habían
oído hablar de
la existencia y
culto de imagen alguna
en esos solicitados
peñascos ni en
otro lugar vecino
a la comarca. Pondera, ahora,
alma mía, el
estupor y santo
gozo de los Hermanos, dueños ya de un hallazgo
extraordinario; cómo se postraron
de nuevo ante
la Santa Imagen,
le dieron efusivas
gracias, con ósculos y
abrazos de entusiasmos,
eligiéndola por especial
patrona y medianera con el título
muy significativo de la Madre del Buen Suceso. Arranca de tu corazón sanos
afectos de gratitud piadosa, derrama tus sentimientos de admiración por un prodigio tan señalado en
favor de esos dos Santos Hermanos. Únete a ellos en las caricias a María, ámala
y obséquiala con
resoluciones generosas, porque tú también la has
encontrado misericordiosamente en
el camino peligroso
de la vida entre el horror de la tempestad de las
pasiones.
Oración.
¡Oh
Dios de infinita caridad! que nos habéis dado en vuestra Madre una prenda
preciosa de consuelo, hallándola en el camino de azarosa vida para tenerla como
escudo de defensa en las persecuciones y peligros, como
Madre del Buen Suceso; para
que siendo agradecidos
a vuestra bondad, os
correspondamos con virtudes
y con una
tierna y constante devoción
a María Santísima;
para que por
su intercesión merezcamos hallar
el Cielo. Amén.
DÍA
QUINTO
Considera como
ya convencidos los santos
viajeros de que su
precioso hallazgo les
pertenecía, encerraron a
la hermosa Imagen
en una cestilla, y con tan amable y poderosa compañía continuaron fácil
y alegremente el viaje
hasta Roma; en donde recibidos
benignamente por el Santo
Padre Pablo V,
varón castísimo y
piadoso, fueron agasajados por
él, quien informado
del hallazgo de
la imagen de la Virgen y
viéndola tan preciosa
y radiante de sobrenatural aspecto, postró se ante
Ella, colgó su
precioso pectoral de
oro y esmalte en el cuello de
la estatua, concediendo
gracias e indulgencias
a todos los que
la venerasen, y
encargando a los religiosos afortunados
que la habían encontrado
de manera tan
prodigiosa, que la
honrasen con devoción y
celo propagando su
culto en todas
partes. A todo
esto y aun con el nombre de
Nuestra Señora del Buen Suceso, que le dio el Papa, sin
saberlo, vieron todos
especiales muestras de
ser este hallazgo sobrenatural;
difundiéndose este don
prodigioso en inagotable fuente
de gracias y
portentos, que experimentó
la ciudad de Valencia
a donde le trajeron
los religiosos Mínimos,
trasladándola después con solemne pompa al suntuoso templo de Madrid, capital
de España, en donde
siguió siendo portentosísima la
venerada Imagen, extendiéndose su
culto y su valimiento por toda Europa y aun hasta las más lejanas regiones de nuestra
América. Anímate, alma mía, en presencia de María, que te sale al encuentro en los
más duros trances de la vida y
te muestra su
rostro risueño y encantador para consolarte. Mira, al Padre
de los fieles postrado en su presencia,
ofrendándote sus mejores
preseas y encargándote
que le seas devota y confiad en el
valimiento de María. Alégrate del estado en que
te ha puesto
Dios, junto a
María que te
sirve de compañía
y de protectora. Alábale,
bendícele y obséquiale también el
pectoral de tu amor, colocando a
sus pies tu
pasión dominante; ofreciéndole
el trabajar con empeño
y constancia en vencerte para
obtener los singulares favores
que tantas personas piadosas
han conseguido de esta Santa Imagen del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Dios
soberano! que habéis
deparado en vuestro
Supremo Consejo darnos de compañera en nuestra peregrinación a la
Santísima Virgen del Buen Suceso que nos sirva de guía, de guarda y protectora en
los conflictos, y que en Ella vayamos llenos de confianza y facilidad en el
viaje hacia la
morada de nuestro
Padre Eterno, en
donde recibiremos todo lo que pedimos. Concédenos un corazón abrasado en
amor a
la Virgen Santísima
del Buen Suceso
para ofrecérselo a esta
Divina Madre, con
don de gratitud,
un amor firme
y constante y el vencimiento de
nuestras pasiones, por los inmensos
beneficios que hemos recibido
de sus manos
compasivas y para
tenerla siempre propicia en
la vida, y después dulce amparo
en la muerte,
para merecer la salvación eterna. Amén.
DÍA
SEXTO
Considera
como la
ciudad de Quito, y su más antiguo Monasterio, el de Conceptas,
experimentó también el
favor más especial
de la gloriosa Madre del Buen Suceso,
apareciéndose prodigiosamente a la Madre
Mariana de Jesús
Torres, española, una
de las fundadoras
de este Monasterio y estando ella en ese entonces de Abadesa, el año de mil
seiscientos diez; esto es, a los treinta y tres años de fundado este Monasterio.
La afortunada y piadosa religiosa que con tierna devoción oraba sola, y
derramaba su corazón implorando el socorro de María en la advocación del Buen
Suceso, por las necesidades de su alma, de sus hermanas de clausura y toda la
sociedad, estaba absorta en el fervor de
su plegaria dirigida con tan profunda fe y confianza, con tan vivos deseos de ver e interesar a María
en sus peticiones, que alzaba los ojos anhelantes al
Cielo, como llamando
a su Madre
para que venga
a socorrerla y concederle
cuánto le pedía humildemente
y con sincero interés del bien de su convento, y de
toda la Iglesia Católica.Y he
aquí que una
refulgente luz inunda
el templo, y
la buena monja se queda estática
y admirada de tanto resplandor, ocupando su mente un estupor repentino y su
corazón un gozo inexplicable. Crece su fe y se aumenta su devoción mientras
la luz va difundiéndose ante sus miradas
atónitas y deslumbradas por una claridad nunca vista. Un gozo singular
embarga su corazón
sorprendido por el
suave calor de afectos
sobrehumanos, redobla sus
plegarias en éxtasis
de confianza ilimitada. Ahí
dichosa alma, que dejando la mezquina tierra, mira al Cielo con los ojos de una
fe vivísima y penetrante; abre con ella un conducto a la luz
de divinas claridades
y se inunda
en los resplandores
de la divinidad... “El justo vive de la fe,” el
justo hace su Cielo el mezquino suelo atrayendo
con la fe las luces
que no despiden
ninguno de los
astros matinales. Avivemos, alma mía, la fe en los misterios revelados;
veamos con ojos de inteligencia ilustrada por las verdades religiosas todos los
actos de nuestra vida, abstrayendo todo
pensamiento de los rastreros usos de
la vida material
y fijando con
esfuerzos de fe,
nuestro entendimiento en el
gobierno de la Providencia Divina
que dirige nuestros corazones. Y
principalmente en la oración dejemos la tierra, y trasladémonos con el
pensamiento a lo más alto
del Cielo, en
donde Dios Omnipotente y
María Hija, Madre
y Esposa moran,
esperan nuestra humilde actitud
de peregrinos que
postrados a sus
pies, imploramos las gracias que necesitamos.
Oración.
¡Oh luz
inaccesible de verdad
sobrenatural! que ilumináis
con vuestros resplandores celestiales
nuestra senda que
nos lleva a Vos teniendo por
guía y protección
a vuestra predilecta
criatura María Santísima, ilustrad
nuestras inteligencias con esa
luz de la
Fe viva y firme con que la Madre del Buen Suceso
resplandeció a los ojos de la afortunada
religiosa de este
Monasterio, haciéndola contemplar absorta las bellezas de la gloriosa Virgen, para que ansiosas de gozar de los bienes
sobrenaturales no ambicionemos otra cosa en tierra que la protección
de María Santísima
y una constante
y segura fe
en los misterios revelados, que
nos hagan vivir contemplando los fulgores de nuestra dicha
futura y anhelando
gozar de vuestra
vista y de
la de María Santísima por toda la
eternidad. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
Considera
como la afortunada religiosa, en el fervor de su plegaria e ilustrada por esa
vivísima luz en que se vio inundada, fijó sus ojos en el foco de esos
resplandores, encontrando ante sí una bellísima Señora de extraordinaria
hermosura y suavidad en el semblante, que risueña y amable despedía de sí
resplandecientes fulgores, teniendo en su brazo izquierdo un Niño que lucía
también como el lucero matutino, lleno de Gracia y simpatía, de dulzura y de
candoroso afecto en su semblante. Hermoso
cetro de reluciente oro y pedrería,
empuñaba con su mano derecha la preciosa visión, y ceñía sus sienes con
magnífica corona de deslumbrantes brillos. Llevaba también su traje en todo
semejante al de la Imagen
de María del
Buen Suceso, cuyo
prodigioso hallazgo hemos
considerado en los días anteriores, y a quien se encomendaba entonces la
piadosa Concepta que obtuvo el favor de esta visión. Absorta se
quedó la buena
religiosa y confundida
al verse así visitada
por su Madre
Celestial, se enardeció
su alma en
gratitud sin límites y se inundó
su corazón en santos afectos y entre sus coloquios exuberantes de
viva Fe y
valiente amor y
confianza, le preguntó: “Quién sois, y qué queréis?”... Y
¡Oh prodigio de bondad!... Con suave y dulce voz le contestó la visión: “Soy María del Buen
Suceso a quien con tan tierno afecto has invocado. Tu oración me ha sido muy
grata, tu fe me ha traído, tu amor me ha invitado a visitarte.”Pondera, alma
mía, el singular
privilegio de esta
afortunada religiosa, que mereció
por su fe, su atención
y fervor en
la oración, atraer a María
Santísima a su presencia y contemplarla tan bella, tan pura y
tan hermosa, solazarse
con sus resplandores,
gozar de sus cariños
y escuchar su
amabilísima voz. ¡Ah,
dichosa criatura!, ¡cuán enamorada quedarías
de tu Madre
Celestial!, ¡cuán vehemente
sería tu inclinación a
obsequiarla y bendecirla!,
¡cuánto la querrías
en adelante!... ¡Cómo sería tu oración continua, atenta y devotísima!...Aliéntanos
también a nosotros la bondad de María para invocarla con penetrante
fe en su
advocación del Buen
Suceso, para orar siempre con atención y confianza,
considerando que sólo la fe viva y el cuidado
en fervorizar nuestro
corazón con vigilante
atención y piadosos afectos, han
de merecernos ser escuchados y favorecidos por la Virgen
Santísima, sino con
visiones privilegiadas, a lo
menos con otros dones de gracia y
de triunfo sobre nuestras pasiones y sobre los enemigos de la religión.
Oración.
¡O Dios
bondadoso y padre
amante de vuestras
almas escogidas! que os
dignáis premiar su fe y
anhelantes afectos de
piedad, con las visitas
de María Santísima,
llenándolas de fervor
y de piedad
que les conduce a
la santidad; oíd
también nuestros ruegos
para que la presencia
de esta Imagen
aparecida del Buen
Suceso, ilumine más y más nuestra
fe y nos
aliente en la
confianza de ser
escuchados benignamente por Ella,
y concedednos más y más fe
en su poderoso patrocinio, más confianza de
alcanzar lo que pedimos y más fervor en nuestras oraciones,
para que apoyadas
en el valimiento
de esta nuestra poderosa Patrona
consigamos librarnos de los peligros que nos amenazan, serviros con más empeño
y conseguir la dicha de estar en vuestra compañía y la de María Santísima en el
Cielo. Amén.
DÍA
OCTAVO
Considera que
la Santísima Virgen
al hacer su
aparición a una religiosa, no era para favorecerla a ella
sola con una gracia singular y transitoria,
porque los dones
especiales de Dios
que no se
prodigan sino con providenciales planes
de fomentar la
piedad, excitar el progreso
moral y la
disciplina religiosa en
la generalidad de los
miembros de una Comunidad, de un pueblo o de toda la Iglesia. Y por esto,
María Santísima del Buen Suceso en la aparición a esta religiosa le
dijo que era “Voluntad de Dios que se mandara trabajar una
estatua que representara a
la aparición en
todos sus detalles
para que fuera colocada en el coro donde oran todas
las religiosas y sobre el respaldo de
la silla de la Abadesa, a
fin de que considerasen a
la memorable Imagen de
un prodigio singular,
como la principal
Prelada;” y fuera estímulo de agradecimiento perpetuo, de
atención especial en el rezo, de
perfección en la
obediencia, de firmeza
en la fe,
de confiada esperanza y de ardoroso amor a María Santísima
que así se ofrecía a vivir gobernando ese Monasterio. ¡Ah si
tuviéramos una fe
viva! ¡Con cuánta
veneración y respeto estaríamos delante
de esa Imagen!
¡Cómo recordáramos de su bondadosísima aparición
de sus promesas y favores! ¡Cuán
confiadas no serían nuestras
súplicas, cuán atentos
nuestros rezos, cuán ferviente nuestra oración, cuán
espontánea nuestra obediencia,
cuán regular nuestra observancia de los Mandamientos y de los deberes de
nuestro estado! Aviva, alma mía tu fe y si no la tienes tanta, pídele a Dios y
a María del Buen Suceso,
para que aprovechando
el don especial
y privilegio singular hecho
a este Monasterio
no nos hagamos
responsables de desperdicio y
menosprecio de las
gracias con que
la Providencia ha querido
fomentar nuestra piedad
y ejercitar nuestras
virtudes de fe, confianza, caridad,
obediencia y observancia
de todas nuestras obligaciones.
Oración.
¡Oh Dios!
amante cuidadoso de
las Comunidades piadosas
que a Vos se congregan y que con
prodigios especiales vigiláis por su regular observancia y ostentáis vuestra
poderosa providencia en portentos de marcada protección,
oye ahora nuestros
ruegos acude a
nuestros clamores, enciende vivísima la luz de nuestra fe en vuestra
protección poderosa, para no
temer a nuestros
enemigos; porque si
Vos nos amparáis, nadie nos hará
daño; y dadnos en María Santísima del Buen Suceso una confianza ilimitada y la
gracia de que en la obediencia y en el
cumplimiento de nuestra
regla, para no
despreciar un don
tan singular magnífico de prelada tan Santa y de protectora tan poderosa, a fin
de que seamos
siempre súbditas agradecidas
y sumisas, respetuosas y
observantes; y así podamos un día cantar con gloria sus favores y sus alabanzas
en el Cielo en presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que
privilegiaron a María como Hija, Madre y Esposa de la
Santísima Trinidad, Dios
uno que vives
y reinas por
toda la eternidad. Amén.
DÍA
NOVENO
Considera cómo
la tímida religiosa
al oír el
mandato de María Santísima, de que se mandara hacer una
estatua del tamaño y figura de la
aparición, se excusó
diciendo que sería
imposible que ningún escultor reprodujera tan rara belleza
ni fijara con precisión la estatura y demás proporciones de la obra. Y la
hermosa visión, con más amable condescendencia, le contestó: “No temas
por ello; trae acá el cordón con que te ciñes y mide la altura.” Y como por natural cobardía no se atreviese
la Religiosa a tocar con sus manos a María, Ella cogió el un extremo de
la cuerda y lo
puso a la
altura de su
cabeza, mientras la dichosa monjita aplicaba a los pies la medida exacta de la
maravillosa visión. “He ahí, le dijo, la
altura de la estatua que mandarás hacer; y las demás proporciones resultarán de
la misma. Coloca esta estatua en el
lugar indicado con un báculo y las llaves de la clausura en mi mano derecha,
porque quiero ser Abogada y Protectora de este Monasterio.”Dicho lo cual
desapareció la visión. Penetra
ahora en el
corazón de la
Religiosa que acaba
de recibir fervor tan
señalado y misión
tan grata de
María Santísima. ¡Cómo quedaría agradecidísima, reconocida y
llena de tantos afectos hacia la Virgen!
¡Qué recuerdos tan
piadosos, qué propósitos
tan firmes, qué anhelos
tan cordiales!... ¡Ah!
Busca, alma mía,
en tu corazón
esos sentimientos, y procura deshacerlo en gratitud para con la Abogada y Protectora de
este Monasterio, y venerar su
Imagen con los
más tiernos agradecimientos y
vehementes deseos de corresponder a tan singulares beneficios
con una santa
vida, obediente y
observante de los más mínimos
conceptos de tus reglas.Pues la buena religiosa favorecida por la visión se
apresuró mandar a trabajar la estatua con el más hábil escultor, y ahí está
para perpetua memoria esa imagen hermosa, llena de dulzura y majestad, que se
venera en el
coro alto de
este monasterio, a
cuyo patrocinio acuden siempre las
religiosas en los
más graves conflictos.
Ella ha sido
el refugio del pueblo
en sus necesidades,
y por su
intercesión se ha obtenido señalados portentos y gracias
especiales para la Comunidad. La
medida está dada
por María también
de su humildad,
de su obediencia, de
su amor de
Dios y del
prójimo: imítala, y
esculpirás también tú una
imagen de la
Virgen Santísima en
tu corazón. Apresúrate como
aquella religiosa a
trabajar la imagen
moral de tu Madre Virgen en tus costumbres y en tus
afectos, en tu porte y en tu trato; en tu fidelidad a la regla y en tu oración,
en tu mansedumbre y en tu candor,
en tu pureza,
en tu desprendimiento de
los bienes terrenos, aspirando
sólo a los bienes celestiales.
Oración.
¡Oh
Dios! Padre cuidadoso de tus criaturas
que de todas maneras muestras esa Providencia
de gobierno paternal
y cariñoso para
con nosotros, dándonos principalmente a María Santísima como Abogada, Protectora
y ejemplar modelo de virtud; infunde a nuestros corazones un constante anhelo
de imitar a esa nuestra Madre Reina, tomando en nuestros pensamientos, deseos y
acciones a la medida de los de María Santísima para asemejarlos a Ella en lo que
permita nuestra naturaleza frágil y auxílianos
con tu Divina
Gracia para vencernos
en nuestras pasiones y alcanzar
los altos merecimientos de nuestra Madre en favor de sus
hijas que le
imploran con tierna
gratitud en sus
necesidades apremiantes a fin
de que teniéndola
siempre por Abogada,
la hallaremos también propicia en el último trance de la vida, y
logremos de su compañía en el Cielo. Amén.
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