CAPITULO TERCERO.
PERO LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS NO DEBE INTENTARSE,
ADULTERANDO O NEGANDO, LA DIVINA REVELACION.
No podemos tratar los siguientes temas sin antes
poner en claro la posición de la Santa Iglesia en asunto tan espinoso como lo
es la herejía Monofisita, la doctrina de la Iglesia es la siguiente:
…Es propiamente y según verdad, que la Virgen Maria
es madre de Dios según la humanidad; reconocido como un solo y mismo Cristo
HIJO Señor unigénito en dos naturalezas sin confusión.
sin conmutación, inseparablemente, sin división, pues no se suprimió en modo
alguno la diferencia de las dos naturalezas por causa de la unión, sino
conservando más bien cada naturaleza su propiedad y concurriendo
en una sola persona y en una sola hipóstasis,
no partido o distribuido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo
unigénito, Verbo de Dios, Señor Jesucristo, como de antiguo enseñaron sobre Él
los profetas, y el mismo Jesucristo nos lo enseñó de sí mismo y el Símbolo de
los Santos Padres nos lo ha trasmitido [Conc, Calc. v, 148].
Y predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o quereres y dos operaciones
naturales, sin división, sin conmutación sin separación sin confusión,
según la enseñanza de los Santos Padres; y dos
voluntades, no contrarias iDios nos
libre! como dijeron los impíos herejes, sino que
su voluntad humana sigue a su voluntad divina y omnipotente, sin oponérsele ni
combatida antes bien, enteramente sometida a ella. Era, en efecto,
menester que la voluntad de la carne se moviera, pero tenía que estar sujeta a
la voluntad divina del mismo, según el sapientísimo Atanasio, Porque a la
manera que su carne se dice y es carne de Dios Verbo, así la voluntad natural
de su carne se dice y es propia de Dios Verbo, como Él mismo dice: Porque he bajado del
cielo, no para hacer mi Voluntad, sino la Voluntad del Padre, que me ha enviado
[Ioh, 6, 38), llamando suya la voluntad de la carne, puesto que la
carne fue también suya. Porque a la manera que su carne animada santísima e
inmaculada, no por estar divinizada quedó suprimida, sino que permaneció en su
propio término y razón, así tampoco su voluntad quedó suprimida por estar
divinizada, como dice Gregorio el Teólogo: Porque el
querer de Él, del Salvador decimos, no es contrario a Dios, como quiera que
todo Él está divinizados.
Glorificamos también dos
operaciones naturales sin división, sin conmutación, sin separación, sin
confusión, en el mismo Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios,
esto es, una operación divina y otra operación humana, según con toda claridad dice el predicador
divino León: “Obra, en efecto, una y otra forma con
comunicación de la otra lo que es propio de ella: es decir, que el Verbo obra
lo que pertenece al Verbo y la carne ejecuta lo que toca a la carne»
[~r. 144). Porque no vamos ciertamente a admitir una misma operación natural de
Dios y de la criatura, para no levantar lo creado hasta la divina sustancia ni
rebajar tampoco la excelencia de la divina naturaleza al puesto que conviene a
las criaturas. Porque de uno solo y mismo reconocemos que son tanto los
milagros como los sufrimientos, según lo uno y lo otro de las naturalezas de
que consta y en las que tiene el ser, como dijo el admirable Cirilo. Guardando
desde luego la inconfusión y la indivisión, con breve palabra lo anunciamos
todo: Creyendo que es uno de la santa Trinidad, aun después de la encarnación,
nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero Dios, decimos que sus dos
naturalezas resplandecen en su única hipóstasis, en la que mostró tanto sus
milagros como sus padecimientos, durante toda su vida redentora, no en
apariencia, sino realmente; puesto que en una sola hipóstasis se reconoce la
natural diferencia por querer y obrar, con comunicación de la otra, cada
naturaleza lo suyo propio; y según esta razón, glorificamos también dos
voluntades y operaciones naturales que mutuamente concurren para la salvación
del género humano.
Habiendo, pues, nosotros dispuesto esto en todas sus
partes con toda exactitud y diligencia, determinamos
que a nadie sea licito presentar otra fe, o escribirla, o componerla, o bien
sentir o enseñar de otra manera. Pero, los que
se atrevieren a componer otra fe, o presentarla, o enseñarla, o bien
entregar otro símbolo a los que del helenismo, o del judaísmo, o de una herejía cualquiera quieren convertirse al
conocimiento de la verdad; o se atrevieren a introducir novedad de expresión o
invención de lenguaje para trastorno de lo que por nosotros ha sido ahora
definido ; éstos, si son obispos o clérigos, sean privados los obispos
del episcopado y los clérigos de la clerecía; y si son monjes o laicos, sean
anatematizados.
(III CONCILIO DE CONSTANTINOPLA
680-681 IV ECUMENICO CONTRA LOS MONOTELITAS)
Sin duda esta amenaza dio ocasión para promover una
unidad no según el espíritu del Evangelio sino según la herejía en moda y esto
ha provocado el efecto contrario al que se esperaba pues provoco nuevas
discordias y una desunión todavía peor. Esto demuestra el peligro tan grande
para la Iglesia Católica el hecho de atraer a la unidad a ciertos grupos
heréticos cuyo fin no fue otro que fomentar un cisma dentro de la Iglesia,
donde quedo la tan deseada unión? El sueño quimérico se volvió una horrible
pesadilla.
PATRIARCA SERGIO DE CONSTANTINOPLA
Ante los avances arrolladores de los Persas, el
Emperador Heraclio, que acababa de tomar el trono, se encontraba desmoralizado
ante una situación que se agravaba, por el hecho de que los herejes monofisitas
de Egipto habían secundado la acción de los judíos, (No
es nuestra intención formar una opinión anti semita sino citar los pasajes históricos
donde se demuestra la acción socabadora de los judíos. Nadie ignora que la
misma táctica se uso en España con la invasión de los sarracenos) facilitando
en diversas formas, los triunfos de los invasores Persas. Entone surgió el
Patriarca Sergio de Constantinopla, (Lobo con piel
de oveja o salteador más que pastor) como el hombre que trabajó
incansablemente por inyectar ánimo al desmoralizado Emperador y empujarlo a
realizar una acción eficaz, para defender al cristianísimo Imperio,
conduciéndolo un día a una Iglesia, según refiere la tradición, donde
hablándole en nombre de Dios, le exigió juramento de morir por la defensa de la
cristiandad y del Imperio; operándose con ello un cambio en Heraclio, que
inició inmediatamente una serie de campañas victoriosas, para reconquistar los
Santos Lugares y recobrar de los Persas las vastas regiones que habían
capturado. Pero al mismo tiempo, movido el combativo Patriarca, del celo por
obtener la Unidad de los Cristianos, concibió la idea de que ésta solamente
podía conseguirse mediante el Diálogo (palabra tan
decantada en nuestros días, dialogo, dialogo, dialogo y a que nos llevaron dicha táctica del enemigo?
A la perdida de la Fraternidad San Pedro, a la Unión Pía San Juan Maria Vianey,
a los del buen pastor y a la FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PIO X entre otras)
(4) con los herejes y concesiones que se hicieran a éstos, mediante una fórmula
de transacción llamada por él fórmula de conciliación, que parecía
justificarse, ante el nuevo peligro de invasión musulmana que se gestaba en el
sur. ESO DE CREER QUE LA VERDAD REVELADA, PUEDE SER OBJETO DE DIALOGOS, PARA
REALIZAR CON ELLA TRANSACCIONES, como con cualquier asunto político, lejos de
conseguir la unidad cristiana anhelada, ha traído siempre, por castigo de Dios,
nuevas herejías y todo género de males, ya que la verdad revelada por Dios no puede ser
modificada por los hombres, ni ser objeto de componendas. Dios ha castigado
siempre estos gestos de debilidad o de oportunismo de algunos grandes jerarcas
eclesiásticos, permitiendo que ocurran mayores conflictos a la Santa Iglesia,
que aquellos que con esos diálogos y transacciones se querían liquidar, quizá
para hacernos ver a todos que la Divina Revelación no puede ser objeto de
componendas humanas.
4). Las fuentes históricas dicen: mediante
cambio de impresiones, negociaciones y términos que equivalen al
"Diálogo" actual, empleando nosotros este sinónimo, por ser más usado
en nuestros tiempos.
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