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lunes, 2 de noviembre de 2015

EL PRINCIPIO DEL FIN DE LA OBRA DE MONS, MARCEL LEFEBVRE.(Continuación...)



II.  La Situación Antes del Preámbulo del 15 de Abril de 2012. 


Siguiendo la publicación del Motu Proprio Summorum Pontificum de 2007, y el levantamiento de las “excomuniones” de los cuatro obispos de la Sociedad en el 2009, y a pesar del hecho de que estos dos actos de Benedicto XVI fueron insuficientes y envenenados, Monseñor Fellay se apresuró a agradecer al Papa por estos “actos generosos” y eligió a hacer las reuniones doctrinales con Roma. Las reuniones entre los teólogos de Roma y los teólogos de la Sociedad tuvieron lugar del 27 de Octubre del 2009 al 11 de Abril del 2011. Estas discusiones doctrinales con Roma conciliar serían necesarias siempre que sirvieran para hacer que las autoridades comprendieran la gravedad de sus errores y así convencerlos de regresar a la Tradición. Las discusiones doctrinales, mismas que fueron justificadas por tratar de convertir a Roma, empezaron con una mala base: con un compromiso de los principios. La negativa de Roma para darnos adecuadamente las precondiciones establecidas por Monseñor Fellay en el 2007 y 2009 fueron la primera señal de que no deberíamos continuar.
¿Cuál fue la conclusión de estas reuniones? ¡No se sorprenda! Fue imposible llegar a una comprensión a nivel doctrinal.

Monseñor de Galarreta, presidente de la comisión teológica de la Sociedad, ha establecido claramente que estas discusiones han mostrado que las autoridades Romanas “no están listas para renunciar al Concilio Vaticano II”, que ellos quieren “traernos de vuelta a él”, y que quieren que regresemos para que la Sociedad pueda ser “útil” y solamente “para apoyar la renovación de la reforma en la continuidad”. (Albano, 7 Octubre 2011). El mismo Monseñor Fellay declaró públicamente lo mismo, “las discusiones manifestaron un profundo desacuerdo en casi todos los puntos que fueron abordados.” Así que, si al final de las discusiones doctrinales del 2011, Roma rehusó adherirse a las encíclicas que condenaron los errores modernos, condición esencial  exigida por Monseñor Lefebvre para cualquier acuerdo, ¿qué bien había en continuar? Pero, a pesar de este punto muerto, cinco meses después, el Cardenal Levada, Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, invitó a Monseñor Fellay y a sus dos asistentes a una reunión el 14 de Septiembre del 2011 para “hacer una evaluación sobre estas entrevistas” y  “para ver la perspectiva futura”. (CorUnum, no. 103).
El Cardenal  les envió una carta junto con:

1)  Una propuesta para un Preámbulo Doctrinal (PD) con  la Profesión de Fe y el  Juramento de Fidelidad de 1989; y

2) el proyecto para una posible regularización canónica de la Sociedad San Pío X. El Cardenal les dio un mes para “revelar la posición oficial de la Sociedad con respecto a esta documentación”. Les dijo que estaba  listo “para tomar en consideración todas las peticiones de  precisión o sugerencias destinadas a mejorar la calidad de los textos, excepto su sustancia”.  En otras palabras,  a pesar de cambios eventuales de detalles que se habían hecho, la Sociedad debe siempre aceptar lo esencial del Preámbulo propuesto por Roma el 14 de Septiembre de 2011. Debemos preguntarnos esto: Si Roma no deja “margen de maniobra” para modificar sustancialmente el texto del Preámbulo, ¿qué bien hay en continuar? Debemos también señalar que el Cardenal quiere ir más allá de las meras discusiones doctrinales y quiere seguir adelante y empezar a trabajar en un acuerdo práctico, es por eso la inclusión de algunos elementos para una regularización canónica de la Sociedad, elementos que, de paso, los miembros de la Sociedad nunca han visto.   En otras palabras, si la Sociedad acepta el “examen doctrinal”,  frente a frente con las autoridades Romanas, entonces tendrá derecho a una regularización canónica.  Para la Sociedad, en este momento, llegar a un acuerdo para continuar los diálogos con Roma cambiaría totalmente la situación entre los dos partidos:
-  Las discusiones doctrinales del 2009-2011, aunque las condiciones preliminares no se hayan cumplido debidamente, han establecido un pie entre la Sociedad y Roma, porque han estado discutiendo los puntos como entre  teólogos, “cara a cara”.

-  Por otro lado, en la nueva situación, es Roma quien tiene la sartén por el mango, quien ofrece los documentos para ser firmados, y sobre todo, quien decide, en el análisis final, si la Sociedad está ¡correcta o equivocada! En ese punto Monseñor Fellay tenía el deber de dar otra mirada a un segundo signo fuerte en las inaceptables demandas de Roma del 14 de Septiembre del 2011 y parar todas las negociaciones de ese tiempo, en lugar de eso, cometió dos errores serios de juicio, que más tarde serían fatales para él:  

 -A pesar del hecho que las discusiones doctrinales del 2009-2011 habían llegado a la conclusión de que la Sociedad no podía acordar con la Roma modernista, se fue a tratar de alcanzar una apariencia de un acuerdo doctrinal, un acuerdo destinado fatalmente a ser ambiguo, pues Roma había pedido que la sustancia del inaceptable texto del 14 de Septiembre 2011 debería permanecer sin alteración.
- Y desde ese momento aceptó entrar al dominio práctico con la perspectiva de una regularización canónica, sin un acuerdo doctrinal claro y sobre la base de un texto que él mismo había declarado malo. Como prueba de su ceguera, Monseñor Fellay aceptó las nuevas proposiciones de Roma y decidió ignorar el consejo de 1) Monseñor Lefebvre, 2) el Capítulo General de 2006, 3) los otros 3 obispos de la Sociedad, y 4) para rematar, contradecir sus propias declaraciones anteriores.

1)      Monseñor Fellay empezó por ignorar lo que Monseñor Lefebvre siempre había mantenido. El Arzobispo dijo después de las Consagraciones Episcopales de 1988: No aceptaré estar en la posición donde me pusieron durante el diálogo (de 1988).No más. Yo colocaré la discusión al nivel doctrinal: “¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que los precedieron? ¿Están de acuerdo con Quanta Curade Pío IX, Immortale Dei y Libertas de Leo XIII, Pascendide Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están en completa comunión con estos Papas y con sus enseñanzas? ¿Aceptan el Juramento Antimodernista completo? ¿Están a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Si ustedes no aceptan la doctrina de sus predecesores, ¡es inútil hablar! Mientras que ustedes no acepten la corrección del Concilio, en consideración a la doctrina de estos Papas, sus predecesores, no es posible ningún diálogo. Es inútil.(Entrevista al Arzobispo Lefebvre, Fideliter, no. 66, Nov.-Dic. 1988.)  ¿Cuál es la “posición” durante los diálogos de 1988 en la cual el Arzobispo Lefebvre  no quería encontrarse a sí mismo? ¿Por qué,  de ahí en adelante él habló de exigirle a Roma un “plan doctrinal”, cuando el acuerdo de  1988 contenía una “declaración doctrinal”? Significa que en 1988 el Arzobispo Lefebvre fijó el siguiente principio: “cuando nos pidan adherirnos, al menos implícitamente, a los errores y reformas conciliares, depende de nosotros examinar la fidelidad doctrinal de las  autoridades de Roma, no al revés”.  Por lo tanto, sin una clara y genuina aceptación de las encíclicas mencionadas por Monseñor Lefebvre,  de parte de la Roma actual, “ningún diálogo es posible. ¡Es inútil!”  La razón principal es que, si el Arzobispo Lefebvre, después de haber tratado de llegar a un acuerdo práctico en 1988 sin haber resuelto el problema doctrinal, decidió parar todo, puesto que las diferencias con  Roma son sobre todo de una naturaleza doctrinal, así también, nosotros no debemos cometer un acuerdo práctico si el problema doctrinal no ha sido resuelto. Ahora, es evidente, que las autoridades romanas actuales no aceptan estas encíclicas que condenan los errores modernos. Y todavía peor, ¡los promueven y se jactan de ellos!

Además, en su carta al Papa Juan Pablo II, Monseñor Lefebvre dejó la misma condición: Las conversaciones y reuniones… nos persuadieron que el momento, para una franca y eficaz colaboración entre ambos, no ha llegado… Dada la negativa de considerar nuestras peticiones y, siendo evidente que el propósito de esta reconciliación no es en absoluto el mismo en los ojos de la Santa Sede que en los nuestros, creemos que es mejor esperar por tiempos más propicios para el regreso de Roma a la Tradición… Debemos continuar rezando para que la Roma moderna, infestada de modernismo, vuelva a ser Roma Católica y para que redescubra su bi-milenaria Tradición. Luego el problema de nuestra reconciliación ya no tendrá razón alguna para existir y la Iglesia experimentará una nueva juventud. (Carta de Monseñor Lefebvre al Papa Juan Pablo II; 2 de Junio de 1988) Antes de visualizar la “franca y eficaz colaboración” con Roma, debemos esperar por el “regreso de Roma a la Tradición.” Roma Modernista debe “ser otra vez” Católica adhiriéndose a los dos mil años de tradición de la Iglesia.  Ahora, si uno examina la carta del Cardenal Levada del 14 de Septiembre de 2011, hay dos partes: una doctrinal con Preámbulo para firmar y otra práctica con la regularización canónica. Así, Monseñor Fellay sabía perfectamente que si obtenía éxito en pasar el primer paso tendría que aceptar el otro. Uno (práctico) seguiría al otro (doctrinal). Pero aquí no se trataba de situar las discusiones en un “nivel doctrinal”, de las que habló Monseñor Lefebvre. Por el otro lado, ¡precisamente se trataba sobre omitir la condición doctrinal de la conversión de Roma! Especialmente, cuando Monseñor Fellat tuvo la evidencia de que las conclusiones, de las discusiones doctrinales de 2009-2011, mostraron que Roma no ha cambiado ni un ápice de sus errores doctrinales.  Si Roma continúa negándose a cambiar, a convertirse, ¿debemos continuar? No.
Pero Monseñor Fellay prefiere continuar, comprometiéndose a sí mismo a los prospectos de un acuerdo práctico y decidiendo a considerar las propuestas de la carta del Cardenal Levada. Entonces, ¿no es una seria imprudencia por parte de Monseñor Fellay no tener en consideración las advertencias de Monseñor Lefebvre? Monseñor Fellay actúa contrario a la virtud de la prudencia, que demanda el seguir siempre los consejos de hombres prudentes. Desafortunadamente, esta no será la única vez que Monseñor Fellay decida ignorar consejos prudentes.

2)      Después, Monseñor Fellay decide ignorar lo que el Capítulo General del 2006 claramente había decidido.

El Capítulo del 2006 aconsejó en contra de cualquier acuerdo práctico con Roma sin haber resuelto primero el problema doctrinal: El contacto hecho de vez en cuando con las autoridades en Roma no tienen otro propósito más que el de ayudarlos a abrazar otra vez la Tradición que la Iglesia no puede repudiar sin perder su identidad. El propósito no es para beneficiar a la Sociedad, ni para llegar a un acuerdo meramente imposible. Cuando la Tradición regrese en sí misma, “la reconciliación no será más un problema, y la Iglesia retornará a la vida.” (Declaración del Capítulo General de la FSSPX del 2006).
En esa declaración, el Capítulo 2006 sólo estaba siguiendo lo que Mons. Lefebvre había recomendado, lo que citaron con el mismo texto que mencionamos arriba. En una conferencia dada a sacerdotes del Distrito de Sudamérica en Octubre de 2012, Mons. Fellay rechazó desdeñosamente esta condición del Capítulo describiéndola como “impráctica”. Dijo que no había esperanza de resolver los problemas doctrinales del lado de Roma y que lo que podríamos esperar de ellos sólo sería el “poder de criticar las reformas.” Él afirmó que su posición es más “concreta” y “fácil de verificar” y que, al final, es “la misma” que la que tuvo en el Capítulo de 2006. 

¿Es verdad?

Es evidente que eso no es lo que se habló en el Capítulo 2006, porque ¡ambas maneras se oponen! Mons. Fellay está verdaderamente ridiculizando el Capítulo que explícitamente dijo que el “único objetivo” de los contactos con Roma era el de “ayudarlos a abrazar la Tradición”, eso es, ayudarlos a unirse a la Tradición. Actualmente, hay otro objetivo: Mons. Fellay habla de sólo obtener el “derecho de criticar” las reformas, nada más.  Esta nueva posición representa un considerable paso atrás, porque el sujeto de la petición ha cambiado totalmente: para el Capítulo 2006 es Roma quien debe cambiar; para Mons. Fellay en 2012, ya no es necesario el cambio para Roma (al menos, aún no… debe esperar por nuevas discusiones como para que Roma cambie).

Hoy en día, Mons. Fellay ruega a Roma el permiso para que la Sociedad critique los errores. Así, la Sociedad está en una posición inferior con Roma, cuando anteriormente la única cosa que el Capítulo 2006 demandaba era la conversión de Roma. Por lo tanto, el Capítulo 2006 y Mons. Fellay ya no hablan de la misma cosa.  Y aun suponiendo que Roma Liberal nos diera este “derecho de criticar”, debemos recordar que, desde 1988, ninguna comunidad Ecclesia Dei adflictaha podido poner en práctica el “derecho de criticar”, aun cuando ese derecho les ha sido prometido por Roma, a veces, en sus documentos de fundación.  Así que es claro: Mons. Fellay ignora totalmente esta condición expresada por el Capítulo de 2006, al cual él le debe obediencia pues está superior a él. Vemos en él, una vez más, desobediencia y una seria imprudencia.

3)      La carta de los tres Obispos de la Sociedad, Monseñores Williamson, Tissier de Mallerais y de Galarreta. Ellos escribieron una carta en común, advirtiendo a Mons. Fellay y a sus dos Asistentes sobre el mismo peligro: “Las discusiones doctrinales de 2009-2011 nos han probado que un acuerdo doctrinal con la Roma de hoy en día es imposible.” Los Obispos manifiestan “su formal oposición a cualquier tipo de acuerdo [práctico].” (Carta de los Tres Obispos a Mons. Fellay, 7 de Abril de 2012)
Está claro que sus tres hermanos en el Episcopado, sin querer imponer sobre Mons. Fellay una decisión, intentaron con toda caridad advertirle de las serias consecuencias de un acuerdo práctico con Roma, porque las pláticas doctrinales probaron que un acuerdo con Roma es imposible.
¿Cuál fue la respuesta de Mons. Fellay y los Padres N. Pfluger y A.M. Nély? En su carta hacen estas declaraciones horribles: “Nosotros no buscamos un acuerdo práctico. Eso es falso. Todo lo que hemos hecho es no rechazar a priori, como ustedes piden que hagamos, considerando el ofrecimiento del Papa. Por el bien común de la Sociedad, preferiríamos, por mucho, la presente solución del intermediario status quo, pero está claro que Roma ya no lo tolera más.”

Y luego: “No es realista exigir que todo esté resuelto antes de llegar a lo que ustedes llaman un acuerdo práctico.” (Respuesta de Mons. Fellay a los tres Obispos. 14 de Abril de 2012).
Aquí, Mons. Fellay no sólo rechaza las advertencias de los tres Obispos, sino  también las del Arzobispo Lefebvre, hechas en 1988; y las del Capítulo 2006, porque estas advertencias siguen la misma práctica y prudente línea.
En el primer párrafo, Mons. Fellay claramente sacrifica el bien común de la Sociedad para seguir las órdenes de Roma. El hecho de que “Roma ya no lo tolera más” no es un argumento válido, porque no estamos obligados a obedecer las órdenes del Papa, las cuales podrían dañar a la Sociedad, mientras él no se haya convertido.

El Arzobispo Lefebvre dijo (Fideliter; no.66) que él se negaría a hablar con Roma mientras ellos no aceptaran las encíclicas que condenan los errores modernos. Por lo tanto, mientras el Papa y la Curia sean de mala voluntad, no estamos obligados a obedecer sus órdenes sobre participar en pláticas y mucho menos a seguir las órdenes para hacer un acuerdo práctico; acuerdo que Mons. Lefebvre hizo dependiente de la conversión de las autoridades Romanas. Esto es particularmente grave por parte de Mons. Fellay, porque su primera obligación, en calidad de Superior General de la Sociedad, es la de preservar y cuidar del bien común de la Sociedad.

En el segundo párrafo, Mons. Fellay y sus Asistentes contradicen abiertamente a Mons. Lefebvre, quien, al contrario, por la falla del acuerdo práctico de 1988, aprendió la lección y no quiso repetir los mismos errores. Acaso, ¿Mons. Fellay piensa que es más realista y sabio que Mons. Lefebvre, el Capítulo General de 2006 y sus hermanos Obispos? ¿Por qué Mons. Fellay no escuchó a estas personas que sólo querían el bien para la Sociedad?
¡Uno no puede dejar de notar el lastimoso estado en el que Mons. Fellay y sus Asistentes han puesto a la Sociedad! Entonces, ¿quién ha pecado siendo “irrealista”, o por “idealismo”, sin mencionar “irresponsabilidad”, sino Mons. Fellay y sus Asistentes?

4) Finalmente, Monseñor Fellay se contradijo a sí mismo.

Justo antes de la junta del Capítulo de 2006, él se oponía a cualquier acuerdo práctico que no resolviera antes el problema doctrinal: En cualquier evento es imposible e inconcebible el pasar a la tercera etapa sin antes haber tenido éxito al exponer y corregir los principios en la raíz de la crisis.  Sin embargo, es obvio que no firmaremos un cualquier acuerdo hasta el momento en que las cosas se resuelvan en el nivel de los principios… no podemos permitir ambigüedades. Así que para resolver el problema, las autoridades Romanas tendrían que manifestar claramente y sin ambigüedades, que todo el mundo las vea, que sólo hay una forma de salir de la crisis, a saber, la de Iglesia redescubriendo plenamente su propia Tradición bi-milenaria. El día en que esta convicción sea clara para las autoridades Romanas, será el tiempo en que los acuerdos podrán fácilmente hacerse. (Entrevista con Mons. Fellay por el R.P. GrégoireCélier, Fideliter, Mayo-Junio de 2006).  Pero, desafortunadamente, “Fellay 2” de 2011 prevaleció sobre “Fellay 1” de 2006. Cinco años después él prefirió seguir la agenda impuesta por el Cardenal Levada.  Mons. Fellay va a pagar un precio alto por esta decisión porque, al final, no va a ganar el caso en el dominio doctrinal ni en el dominio práctico.

En el dominio doctrinal: en lugar de hacer que Roma retorne, fue él el que dio pasos atrás, dando graves concesiones con su vergonzosa Declaración Doctrinal. En el dominio práctico: terminó dividiendo la Sociedad, alienando una gran parte de ella, a las comunidades Tradicionalistas amigas y muchos de los fieles. Es todavía fuente de frustración para Mons. Fellay y sus cohortes el no alcanzar el muy deseado acuerdo práctico; por eso, ahora, él daría cualquier cosa por lograr que las negociaciones vuelvan a la mesa (véase respuesta a las objeciones).
Por lo tanto, este fue el espíritu que prevaleció en la mente de Mons. Fellay cuando recibió la carta del Cardenal Levada con sus nuevas propuestas, el 15 de Septiembre de 2011.
Ahora, vayamos a considerar el Preámbulo del 14 de Septiembre de 2011, presentado por Roma a Mons. Fellay, al cual había acordado no cambiar su sustancia.

CONTINUA... 

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