INTRODUCCION
Tomado
del Manuscrito del Purgatorio
Este Manuscrito ha sido revisado por varios
sabios Teólogos como no conteniendo nada contrario a las enseñanzas o a los
dogmas de la Doctrina Católica. Le publicamos por demás como un documento
puramente histórico y con todas las reservas prescritas por la Santa Iglesia,
según el Derecho Urbano.
Autenticidad
del Manuscrito
La autenticidad no deja duda. Resulta, en
efecto, de testimonios ciertos y acordes debidamente comprobados que una
Religiosa de un convento de V. Hermanas D. J. C., fallecida en el 11-V-1891,
oyó de pronto cerca de sí prolongados gemidos. Espantada, exclamó:
—¡Oh! ¿Quién sois, pues? Me dais miedo, sobre
todo no os aparezcáis a mí. Pero decidme quién sois.
A estas palabras nadie respondió, pero los
lamentos y gemidos continuaron cada vez más cerca. En vano la pobre Hermana
multiplicaba oraciones, comuniones, Viacrucis y rosarios; los gemidos no
cesaban y permanecían siempre tan misteriosos. Al fin, el domingo, 15 de
febrero de 1874, una voz bien conocida se dejó oír: «No tengáis miedo, no me
veréis en mis sufrimientos. Soy la Hermana M. G., joven religiosa fallecida a
los 36 años, el 22-XII-1871, víctima de su abnegación». Y el alma en pena hizo
saber a su antigua compañera, de la que había con demasiada frecuencia
despreciado en otro tiempo los consejos, que la multiplicaría sus visitas para
ayudarla a santificarse porque entraba en los designios de Dios que fuese ella,
Hermana D. J. C., quien por la santidad de su vida debía aliviar y finalmente
libertar a la que en otro tiempo había ejercitado tanto su paciencia.
La respuesta estaba dada, pero no tuvo por
efecto calmar a la que la había recibido. La Hermana M. D. J. C. suplicó a su
visitadora que desapareciera y no volviese más. Pero inútil; le fue respondido
que debía sufrir todo el tiempo querido por Dios lo que tanto temía.
Y así fue que durante varios años se
establecieron entre el alma de Hermana M. G. y la Hermana M. D. J. C. las
misteriosas relaciones que esta última dejó relatadas desde 1874 en el precioso
manuscrito que tratamos de publicar.
Valor del
Manuscrito
Su valor se funda o proviene de:
Primero, de la misma persona Hermana M. D. J.
C. Todos los que la conocieron atestiguan unánimes, sin que haya una nota
discordante, que esta Hermana no cesó jamás de practicar las virtudes
cristianas y religiosas hasta el heroísmo.
Directora de pensionado, ejerció sobre sus
educadoras tal influencia sobrenatural que todas las vigilantes, que son aún
numerosas, la calificaban de Santa, confesando sencillamente que con sus
palabras y acciones las impresionaba mucho más de lo que hubiera podido hacerlo
y viven todavía de su recuerdo. Apresurémonos a añadir que todos los testigos
de su vida reconocen con unanimidad conmovedora que estaba dotada del juicio
más recto; en ella se reflejaba el entendimiento más vivo y cultivado, el más
perfecto equilibrio y el mejor criterio.
En calidad jamás deseó los caminos
extraordinarios; antes, al contrario, hizo todo lo posible por evitarlos. El
manuscrito da fe de ello hasta el fin. La hermana, puesta en todo lo que se
veía obligada a oír, alegaba que era diabólico, declarando que la contrariaba
mucho salir de la vida común, ella que tanto deseaba ser como todo el mundo y
pasar desapercibida. En fin, aunque protestando contra las visitas que recibía,
Hermana M. D. J. C. aprovechó ampliamente para su adelanto espiritual. Sus
notas de retiro son una segura garantía de ello, y sobre todo el testimonio
unánime de todos aquellos que la conocieron y la han visto vivir y obrar.
Segundo, de la autoridad de los testimonios
recibidos. En primer lugar, debemos declarar que la hermana M. D. J. C„ lo
sabemos con certeza, tenía felizmente a su director, el R. P. Prisel, de los
PP. de Pontigue, estando el Superior General de su congregación al corriente de
todo cuanto la concernía. El señor Canónigo don Eloy, Superior del gran
seminario de Bayona y promotor de la fe en los procesos canónicos para la
Beatificación y Canonización de Santa Teresita del Niño Jesús; el señor
Canónigo Santiez, censor oficial de libros en el Pontifical Reglamento de vida
sacerdotal. Un eminente profesor de teología mística, cuyo anónimo debemos
respetar por razones completamente independientes del asunto que nos ocupa,
pero de quien podemos bien decir que sus hermosas obras merecieron estos
elogios de Su Santidad Pío X. Los hombres ¡lustrados rinden impuesto homenaje a
nuestra ciencia y a nuestra experiencia de 1908. Después de un maduro examen
del Manuscrito, estos señores no han titubeado en declarar que no contenía nada
contrario a la fe, nada que no estuviera perfectamente de acuerdo con los
principios de la vida espiritual, en fin, que no fuera edificante.
Texto del
Manuscrito
Madre Superiora está en el Cielo desde el día
de su muerte porque sufrió bien y era muy caritativa. Si fueseis perfecta como
Dios lo quiere, ¡cuántas gracias os concedería! Dios os quiere más santa que
muchas otras.
El señor Cura L; está en el Purgatorio porque
le gustaba demasiado dar ejercicios y predicar en todas partes... Eso estaba
bien, pero descuidaba su Parroquia.
Dios recibirá lo que hagáis por todas las
almas del Purgatorio como si lo hicieseis por una sola, con tal de qué dirijáis
vuestra intención. El Vía Crucis es el mejor sufragio después de la Sarita
Misa.
El silencio mayor bien guardado, porque yo con
frecuencia he faltado a él.
No puedo dar ninguna señal exterior. Dios no
lo permitiría, he sido demasiado culpable. Porque os hice sufrir D¡os quiere
que seáis vos quien roguéis por mí. Podéis también decirlo a Hermano X, a quien
también hice sufrir, y a Madre Superiora, a la que también hice sufrir... Si
pudiera hacer decirme algunas Misas, algunos rosarios por mí... Vuestras
meditaciones bien hechas, porque yo no hacía nada en ellas.
Vuestro oficio bien rezado, porque yo no lo
hacía bien: Un gran recogimiento en todas partes, porque yo siempre llevaba la
vista levantada para ver todo lo que no debía. Aspiraciones y una gran sumisión
a Madre Superiora, a quien tanto hice sufrir. ¡Pobre Madre Superiora!
(repitiendo estas últimas palabras diez o quince veces). ¡Ah, sí supierais lo
que sufro! Rogad mucho por mí, os lo suplico, porque sufro extremadamente por
todas partes. ¡Oh, Dios mío, ¡qué misericordioso sois! ¡Ay, no se figuran lo
que es el Purgatorio!
Es preciso ser buena y tener compasión de las
almas. ¡Es tan hermoso el Cielo! ¡Y tanta distancia del Purgatorio al Cielo! ¡Algunas
veces nos llega como un eco los goces que gustan los bienaventurados en el
Cielo! Pero es casi un castigo, porque nos procura una grande ansia de ver a
Dios. En el Cielo la luz pura; en el Purgatorio, las profundas tinieblas.
Dios os ama más que a muchas otras. ¿No os ha
dado pruebas de ello?
Madre E. está en el Cielo. Era una persona
culta y muy interior. ¡Pero yo no soy el diablo! Soy Hermana G. Os molestaré
hasta que esté en el Cielo. Después, a mi vez, rogaré por vos. Si bien ya puedo
rogar desde ahora y lo haré todos los días. Veréis si las almas del Purgatorio
son ingratas.
Las más culpables no ven a la Santísima
Virgen. Cuando se libra un alma del Purgatorio, es un gran gozo, aún para el
mismo Dios. Lo que habéis leído en los libros tocante a esto, es muy cierto.
Tendré un poco de alivio el día de Pascua. Si vigiláis cuidadosamente sobre vos
misma, Dios os concederá gracias que no ha concedido todavía a nadie. Podéis
rezar vuestro Salterio por varias a la vez, con tal de que vuestra intención
vaya dirigida como si pudierais rezarlo por cada una en particular y recibirán
como si fuese dicho por cada una de ellas.
Hay en el Purgatorio una penitencia especial
para las religiosas que han hecho sufrir a su Superiora. Para ésas el
Purgatorio es terrible, vendrán conmigo y verán el castigo que sufrirán
también.
1874. 24 de mayo, segundo domingo después de
Pascua.
Id lo más a menudo que podáis mañana delante
del Santísimo Sacramento. Como yo os acompaño, tendré la felicidad de estar
cerca de Nuestro Señor. Sí, eso me alivia (Anunciación). Ahora estoy en el
segundo Purgatorio. Desde mi muerte estaba en el primero, donde se sufre tan
grandes dolores. También se sufre mucho en el segundo, pero mucho menos que en
el primero. Sed siempre un apoyo para vuestra Superiora Mayor.
Estoy en el segundo Purgatorio desde el día de
la Anunciación de la Santísima Virgen. También ese día la vi por la primera
vez, porque en el primero no se la ve. Su visita nos anima, luego esta buena
Madre nos habla del Cielo. Mientras la vemos, parecen disminuir nuestros
sufrimientos. ¡Oh, si tengo deseos de ir al Cielo! ¡Ay!, qué martirio sufrir
desde que conocemos a Dios.
Escuchad bien lo que voy a deciros. Dios tiene
grandes gracias para concederos, quiere salvéis muchas almas. Si por vuestra
conducta ponéis obstáculos a sus designios, tendréis que dar cuenta de todas
esas almas que hubierais podido salvar. Es verdad que no sois digna de ello,
pero puesto que Dios permite todo eso... Él es dueño de conceder sus gracias a
quien quiere.
Hacéis bien en rogar y hacer rogar a San
Miguel. En la hora de la muerte es una dicha haber tenido confianza en algunos
Santos, a fin de que sean nuestros protectores cerca de Dios en aquel terrible
momento. No temáis recordar a todas vuestras hijas las grandes verdades de la
fe, las almas tienen necesidad con frecuencia de ser instruidas, ahora más que
nunca. No viváis más que para Dios. Procurad su gloria en todas partes. ¡Cuánto
bien podéis hacer en las almas! No hagáis nada más que por agradar a Dios.
Antes de cada acción, recogeos un momento dentro de vos misma, para ver si lo
que vais a hacer le será agradable. ¡Todo por vuestro Jesús! ¡Oh! ¡Amadle
mucho! Sí, yo sufro, pero mi mayor tormento es no ver a Dios. Es un martirio
continuo que me hace sufrir más que el fuego del Purgatorio.; Si más adelante
llegáis a amar a Dios como Él quiere, experimentaréis un poco lo que es
languidecer por el deseo de unirse al objeto amado: al buen Jesús. Sí, vemos
algunas veces a San José, pero no con tanta frecuencia como a la Santísima
Virgen.
Es preciso que os hagáis indiferente a todo lo
que no sea Dios. He ahí cómo llegaréis a la cima de la perfección a que Jesús
os llama.
CONTINUARA...
Muchas gracias reverendo Sacerdote, que bien que nos hace este gran favor, de darnos a conocer tan valiosa información. DIOS lo bendice... Que hermosa enseñanza..a obrar bien. Con amor...y caridad.,
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