“Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón… Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz…El Santo Padre Me consagrará Rusia que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”
Impedimentos
en el seno
de la
Iglesia misma.
Algunos de estos reflexionan la oposición que
nace dentro de la Iglesia misma. Vamos a hablar de dos que vienen a la memoria,
los cuatro y quinto temores potenciales. Ya mencioné el posible temor de que
María no fuese a cumplir, y por qué razón esa preocupación puede ser
definitivamente puesto al lado. Otra posible fuente de oposición sería de los
que están dentro de la Iglesia y que, al contrario, teman que esa Consagración
haría demasiado en vez de menos. Es cierto que, durante el siglo que nos separa
de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, hubo, sin duda, personajes de
la Iglesia que se opusieron a un “exceso de énfasis” sobre Fátima, y que podría
temer que intentando una Consagración de Rusia – aun, o hasta específicamente,
una que diese resultados dramáticos – enviaría un mensaje teológico equivocado
o elevaría, en su perspectiva, las facciones equivocadas en la Iglesia.
Aquellos que quieren que la Iglesia minimice la piedad, el misticismo, la
devoción mariana, el miedo del infierno, la reparación y el sacrificio, la
conversión de los pecadores – en resumen, todo el programa de María – se sentiría naturalmente
amenazada por Nuestra Señora de Fátima.* Esos son los obstruccionistas
de Fátima a que nos podríamos legítimamente referir como siendo “enemigos de
Nuestra Señora”, y no Sus hijos que vacilan meramente por ignorancia,
incomprensión o timidez. (*Considero
que esta es la verdadera razón pues ya se ha visto como Nuestra Señora fue
duramente atacada en el Concilio Vaticano II, lo vemos también en las “nuevas
devociones” que han surgido en el mundo católico en detrimento de las
tradicionales principalmente en contra de la Virgen María, un tema para
tratarse largamente en otro artículo que cierre esta serie de artículos
publicados sobre el caso Fátima.)
No creo que el Santo Padre, (Por desgracia no soy de la misma
opinión, no se puede excluir al Papa de este tema cuando el mismo con sus
acciones secunda esta campaña anti mariana en el modernismo. La “ingenuidad” no
es excusa a su favor.) pasado o
presente, esté entre esas personas, pero no tengo dudas de que existen algunas
dentro de la burocracia del Vaticano y entre los Obispos. Se parte del
principio de que nadie que se diga católico, aun si promueve una agenda
contraría, llegaría al punto de negar deliberadamente la paz al mundo; pero es
claro que no creerían, de cualquier modo, que Nuestra Señora fuese capaz de
traer la paz por los medios que Ella describió.
Pero además de estos que dudan de Nuestra
Señora, sabemos también que ciertos cargos administrativos y pastorales en la
Iglesia son ocupados, en verdad, por no-creyentes cien por ciento, ya sean
agentes allí plantados por enemigos de la Iglesia, o simplemente hijos errantes
que han perdido la Fe. Es posible que estos lobos en piel de oveja estén en
cargos que les permitan argumentar contra la Consagración de Rusia y
obstruirla. Sólo podemos tener esperanza y rezar para que sean pocos y de
influencia que esté disminuyendo. * (*Por desgracia ya es la mayoría y es una falsa ilusión
que son minoría quienes apoyan el secreto de Nuestra Señora de Fátima)
El hecho de que podrá ser necesario más que
simplemente el deseo del Santo Padre para consagra a Rusia nos lleva al quinto
temor potencial: ¿Y si no es objetivamente posible cumplir la condición de
Nuestra Señora que todos los Obispos católicos del mundo participen en la
Consagración? En la actualidad esto ya no es posible el tiempo ya paso. Los
tiempos de Dios no son los tiempos del hombre. ¿Y si fuese programada una
Consagración mencionando a Rusia por su nombre, siendo todos los Obispos
católicos dirigidos de participar, pero algunos de ellos se niegan? Esta
realidad es, por desgracia cierta no porque “algunos” se nieguen, sino que,
todos en blog se negarían. Sor Lucía indicó que era posible alguna libertad de
acción para los Obispos que se viesen impedidos de participar por un Gobierno
hostil o cualquier otro problema, pero es evidente que un boicot deliberado
podría viciar toda la iniciativa, el fantasma del boicot ya se realizó desde
1960. Si, de hecho, el Vaticano cree que tendría que pagar un precio en las áreas
geopolítica o ecuménica si decidiese consagrar a Rusia por su nombre, mucho
menos estaría dispuesto a correr este risco si, de cualquier manera, no
consiguiese cumplir lo que María Santísima había pedido.
Han sido sugeridas
varias soluciones para este problema potencial. Por ejemplo, el Santo Padre
puede anunciar anticipadamente que cualquier Obispo diocesano que se niegue a
participar debe presentar ipso facto su dimisión, que sería aceptada,
dejando su Sede vacante. Esta opción está prontamente disponible, pero
cualquier Papa la consideraría con graves objeciones, especialmente si no
supiese la extensión de la desobediencia potencial. Aún en 1987, el Cardenal
Stickler dijo que la Consagración no había sido hecha, y que la razón para tal
había sido la incertidumbre sobre cómo asegurar la participación de todos los
Obispos. Se sabe también que el Papa Juan Pablo II tuvo algunas preocupaciones
sobre esto.
Este temor no es despreciable, si consideramos
que, desafortunadamente, algunos Obispos están incluidos, casi con certeza,
entre los lobos en piel de oveja ya mencionados. Pero si el Santo Padre
estuviese determinado en hacer una Consagración de Rusia de acuerdo con Fátima,
y los Obispos recalcitrantes fuesen el único impedimento, estoy cierto de que
los peritos de Derecho Canónico en la Iglesia podrían llegar a una solución
técnica apropiada. El hecho de esta cuestión no es factible siendo poco
discutida indica una falta de urgencia en solucionar el problema. Es lo que se
esperaría, mientras los temores de consecuencias externas continúan bloqueando,
de cualquier manera, la Consagración de Rusia por su nombre.
El Desafío de Fátima
Desde hace mucho tiempo sigo de cerca este
tema tan candente y no he encontrado, a mi modesto punto de visa, una respuesta
convincente y tajante para soslayar el tema definitivamente y, por fin, dejar a
la providencia divina este problema porque los “tiempos del hombre” ya se
agotaron y solo queda el tiempo de Dios expresado en aquellas palabras de la
Santísima virgen de Fátima: “…El
Santo Padre Me consagrará Rusia que se convertirá y será concedido al mundo
algún tiempo de paz”
Esta pausa en las apariciones de Nuestra
Señora de la Sallette se traduce en 25 años de paz.
1960 era el tiempo de Dios, pero no de los
hombres como hemos visto. Podríamos preguntarnos, ¿Por qué Dios eligió esa
fecha y no otra? Creo que la respuesta es evidente, porque en ella iniciaba el
Concilio Vaticano II y, hasta ahora, es el que más obispos ha reunido en la
historia de los concilios, requisito primordial y motivo especial para
consagrar Rusia al Inmaculado Corazón y revelar al mundo entero el tercer
secreto. Las consecuencias de esta consagración como revelación del tercer
secreto por muy “desastrosas que hayan sido” estaban bajo el control de la
Providencia Divina ella encausaría todo al plan divino trazado por ella, sin
ningún problema.
Impero como vimos la “prudencia humana”, pero,
¿Es solo la prudencia humana o hay otros intereses más escondidos en este caso?
Lamentablemente si y pueden ser varios.
Comencemos por los que tanto se nombran en
todos los escritos relacionados a este tema:
1) ¿Cómo iban a consagrar a Rusia al
Inmaculado corazón si allí se encontraban como invitados especiales los
cismáticos ortodoxos rusos? Hacer eso sería como un insulto y una ofensa que
provocaría la retirada inmediata de esta delegación y un mal empiezo del
Concilio, increíble, pero cierto se prefirió seguir una política “diplomática”
contraria a la Voluntad Divina. Error fatal.
2) Si esta acción se realizaba, ¿Qué pensarían
las otras delegaciones de protestantes que fueron también invitadas al
Concilio, como los anglicanos, luteranos y, sobre todo los judíos? Inaudita
acción digna de ser condenada.
3) El pueblo católico no estaba preparado para
escuchar el contenido del tercer secreto y, quizá, se asustaría o se llenaría
de temor ante el contenido “terrible del tercer secreto mejor es dejarlo para
otro tiempo…hasta ahora ese tiempo no ha llegado. Además, no debemos satisfacer
esa vana curiosidad que puede traer consecuencias nefastas. ¿Nefastas para
quién? Lógico sería un tropiezo serio en la inauguración de este Concilio
nefasto por lo que se ve hasta ahora.
Así podríamos seguir enumerando más y más inconvenientes
para justificar la no consagración de Rusia, como la revelación del tercer
secreto.
4) Pero la verdadera razón, que considero de
un enorme peso, por lo cual no se obedeció a lo mandado por el cielo no es otro
que la infiltración de la masonería seguida de sus jefes los judíos. Ya habían
fracasado en 1903 cuando fue vetado el Cardenal Rampolla jurado masón y no
estaban dispuestos a volver a perder. Además ¿Cómo iban a fracasar sus planes
de destruir a la Iglesia desde dentro con su “doctrina aberrante del modernismo
tan largamente preparada en su conjunto como en sus detalles? Ya lo declaraba
San Pío X en su momento: “Pero es preciso reconocer que
en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos
de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de
perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y
hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo.
(Enc. Pascendi Gregis) Este era el momento de las tinieblas, este era el golpe
maestro de satanás y por eso se hizo caso omiso a las advertencias de Fátima.
Este era el momento tan largamente acariciado por las mentes malévolas de estos
hombres ya cardenales, obispos como teólogos liberales hasta la medula.
Modestamente
hablando no encuentro otro argumento más pesado que este para desobedecer el
deseo divino y dejar, de nuevo, en el cajón más profundo tanto el asunto de la
consagración de Rusia como la revelación del tercer secreto. Triste y
lamentable realidad.
5) Hoy más que
nunca estamos muy lejos de dicha consagración de Rusia. El argumento es fácil
de redactar, pero difícil de digerir y complicado de entender para quienes no
estén familiarizados con esta manera de obrar de los Pontífices desde Juan XXIII
hasta el actual.
Cuando Nuestra
Señora de Fátima fijo la fecha la Iglesia todavía gozaba con sus cuatro notas
distintivas: Una, Santa, Católica y apostólica, después del Concilio, ¿Sigue
conservando estas notas propias? La respuesta es NO. Ya no es más Una, Santa,
Católica y Apostólica, es más ya no es más la misma religión nos la han
cambiado, podrá ser todo menos Católica.
Hipotéticamente
hablando si se diese la consagración bajo los estándares de esta Nueva Iglesia,
¿Rusia dejaría de ser cismática y se convertiría? Y ¿a cuál Iglesia se
convertiría a la Iglesia Oficial ya de por si modernista y hereje O LA VISIBLE,
de la cual queda una pusillus grex “una pequeña grey? Dios no lo permita bajo
ningún concepto. Bien podríamos aplicar las palabras de Santo Tomas sobre esta
cuestión:
“Los malos no pueden obrar milagros
para fundamentar sus doctrinas erróneas, según dice Santo Tomas, y, entran en
este apartado; los herejes de todos los tiempos, cismáticos etc. (estudio
doctrinal sobre el milagro. Santo tomas de Aquino) imaginemos si Dios
permitiera esta consagración, imposible. Dios estaría confirmando el error y
desacreditándose a sí mismo como VERDAD absoluta, no existe contubernio entre
la luz y la oscuridad, entre el error y la VERDAD. Como podemos apreciar y
confirmar el tiempo de Dios ya paso y el tiempo de los hombres esta por
agotarse y no han conseguido nada solo han logrado despertar la ira divina que
esta lista para castigarnos. El cómo, cuando, donde y de qué manera solo la
Trinidad lo conoce solo nos queda rezar para que tenga misericordia de algunas
almas pues, según Nuestra Señora de la Salette, las tres cuartas partes de la
humanidad perecerán en este gran castigo.
Para muchos de mis lectores les será difícil
entender este lenguaje, para otros parecerá extremadamente exagerado y,
finalmente, pocos me darán la razón, aunque admito que ellos tengan más
argumentos para engrosar la breve reseña que hago sobre este tema tan
largamente debatido, pero, sin lugar a dudas, sienta un antecedente muy
contrario a lo que hemos venido oyendo desde años.
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