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martes, 27 de julio de 2021

Fátima: Un asunto pendiente. (Tercera parte)

 




Consagrar a Rusia

COMO LA VIRGEN LO ORDENO

Hoy, sin embargo, me gustaría centrarme más directamente en la Consagración de Rusia. Esto es un acto a que están específicamente ligadas bendiciones casi inimaginables si se llega a realizar, y graves consecuencias si no se consagra Rusia. Al contrario del Secreto, su contenido integral ya es conocido. No hay que temer sobre la información estratégica del secreto que pueda caer en las manos erradas, o sea los comunistas, ni de revelaciones avergonzadas sobre la apostasía o la inmoralidad en la Iglesia, eso ya lo palpamos actualmente, el secreto de la Salette ya se hizo realidad sobre la corrupción del clero que pudiésemos temer más escándalos en esta materia.

Parece un pedido tan simple, un pedido tan modesto e inocente de parte de Nuestra Madre, es decir, efectuar una ceremonia feliz en que Ella es honrada de manera especial, consagrando a Su Inmaculado Corazón un país por el cual la Señora muchas veces mostró Su afecto maternal a lo largo de la historia, y donde Ella ha sido, desde tiempos inmemoriales, honrada en esta materia, en la piedad popular y en la vida litúrgica de la Iglesia católica y también de la Iglesia ortodoxa.

Se debe preguntar, aun si ya hubiese sido más o menos hecho, o hecho en efecto, o que no fuese absolutamente necesario, o que podemos estar ciertos de que nuestra Madre Santísima está dispuesta a aceptar otras condiciones mínimas que estén conformes a su pedido real.

¿Por qué no lo hacen, sea lo que sea?

¿Cuál es el problema? ¿Qué mal hay en esto? ¿Por qué no lo han hecho en estos 70 años después de Concilio Vaticano II, como si fuese algo absolutamente fuera de la cuestión? ¿Cómo si fuese algo sobre el cual ni se debe hablar, o aun un caso impensable? ¿Por qué?

Este asunto me parece ser importante para investigar, no para ver de quien es la culpa – sino para intentar identificar cuáles serán estos impedimentos misteriosos, para removerlos y actuar en consecuencia.

En este contexto, pienso que también es importante tener presente el escenario que ya describí sobre el miedo de divulgar el Secreto. ¿Si hay enemigos globales en cuyas manos el Secreto de Fátima pudiese ser usado para desencadenar grandes males sobre la humanidad, no estarían las mismas fuerzas en posición para amenazar al Vaticano si se hiciese la Consagración de Rusia? No les pido que acepten este escenario como si fuese realidad, sino sólo que lo tengan presente como una posibilidad. Mientras tanto, veamos algunas otras razones que puedan explicar el rechazo de los Papas en consagrar a Rusia por su nombre, como Nuestra Señora había pedido.

Una teoría se refiere a la veracidad del testimonio de Sor Lucía

-En cuanto a lo que Nuestra Señora pidió originalmente y la respuesta específica requerida. Si las fuentes del Vaticano dudasen de la credibilidad de Sor Lucía en transmitir el pedido de Nuestra Señora, eso perjudicaría la credibilidad de la necesidad y certeza de consagrar Rusia con urgencia. Y si dudasen de su credibilidad en la transmisión de las promesas de Nuestra Señora, tal vez temiesen una pérdida de credibilidad potencial para la Iglesia si los Pontífices siguiesen la fórmula de Fátima y no se diese la conversión de Rusia o un tiempo de paz.

Que pudiese surgir tales preocupaciones en el caso de revelaciones particulares o aun semi-públicas es un requisito importante. Es precisamente para evitar exponerse a ese tipo de escándalo que la Iglesia no acostumbra dar apoyo a las apariciones reportadas antes que ellas hayan acabado, o a profecías de místicos antes de ser validadas por la Iglesia, o a la santidad de las personas santas mientras aún están vivas. Esto tal vez pudiese explicar por qué es que el Secreto fue enterrado en 1960 y modificado retroactivamente en el 2000.

Tales estimaciones se pueden dar en relación a las apariciones reportadas después de ellas o a profesáis “místicas” o a la santidad de las personas videntes.

Pero esta explicación – la preocupación sobre la credibilidad – no es convincente en el caso de Fátima. Porque el argumento de credibilidad fue el espectacular milagro del sol. Además, la su predicción sobre la primera guerra mundial y sobre la segunda guerra mundial y la famosa guerra fría. Esto llevo a numerosos Papas a una adhesión mucho más pública a Fátima que normalmente permitía la regla de prudencia. Sin embargo, a pesar de los milagros, el Vaticano no cumplió con el pedido de la Santísima, ¿Entonces por qué la consagración de Rusia crearía cualquier risco nuevo a este respecto?

Si la Santa Sede, durante una sucesión de pontificados, quisiese realmente poner en duda el fenómeno de Fátima, quisiese archivarlo y desanimar el interés de los católicos, etc., tendría muchas maneras de hacerlo. Pero en vez de distanciarse de esta “revelación particular”, los Papas la han aceptado abiertamente con oraciones públicas, concesión de indulgencias, la institución de la Fiesta Litúrgica del Inmaculado Corazón de María y la Fiesta de Nuestra Señora de Fátima el 13 de mayo, visitas al Santuario de Fátima, y correspondencia o visitas con Sor Lucía. Y varios Papas hicieron Consagraciones claramente en respuesta a los pedidos de Nuestra Señora de Fátima.

 

En 1942, Pio XII consagró públicamente el mundo al Inmaculado Corazón de María, haciendo una alusión que podría interpretarse como refiriéndose a Rusia. Y más tarde, en la encíclica Ad Caeli Reginam, instruyó todos los Obispos del mundo para que se asociasen a él en la renovación de aquella Consagración en 1954.

 

En 1952, respondiendo a un pedido de los católicos rusos, Pio XII consagró los pueblos de Rusia al Inmaculado Corazón de María, pero en una carta apostólica, sin ceremonia ni la presencia de los Obispos.

 

Durante el Año Mariano de 1954, habiendo invitado los Obispos a asociarse a él, Pio XII renovó la Consagración de 1942.

 

En la clausura de la sesión de 1964 del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI renovó la Consagración del mundo al Inmaculado Corazón, hecha por Pio XII, y encomendó toda la Iglesia a Su cuidado.

 

El Papa Juan Pablo II, que afirmó públicamente que Nuestra Señora de Fátima le había salvado la vida en la tentativa de asesinato de 1981, consagró el mundo a Su Inmaculado Corazón durante su convalecencia en 1981, y nuevamente en 1982, de forma muy pública, en Fátima.

 

De nuevo en 1984, Juan Pablo II consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María, invitando todos los Obispos a asociarse a él. Algunos Obispos, pero de ningún modo todos, participaron en verdad en celebraciones simultáneas en diversas basílicas del mundo.

 

Finalmente, en octubre del 2000, el Papa Juan Pablo II, una vez más en una ceremonia muy pública, con casi mil y quinientos Obispos presentes, “confió” el “mundo” al Inmaculado Corazón de María. Esto a pesar de la política firme del Vaticano, desde 1989 de insistir que todos, incluyendo Sor Lucía, reconociesen que la consagración de 1984 ya había satisfecho los pedidos de Nuestra Señora. Pero en realidad ninguna de ellas incluyo directamente a Rusia y, por tal razón, no se ha cumplido la petición muy particular de consagrar a Rusia a su Inmaculado Corazón única y exclusivamente sin mención de otra índole o unida a otra petición.

Pero si podemos deducir tres cosas muy importantes: (1) los Papas no vacilaron en aceptar públicamente las apariciones y el Mensaje de Fátima; (2) Los Papas no lo consideraron desconcertante hacer de nuevo la Consagración, sólo por haber sido hecha antes; y (3) los Papas reflexionaron cada vez si realmente hubieron cumplido, en verdad, lo que la Consagración requiere como ya lo dijimos más arriba.

Tal vez el mundo en general, y hasta los seguidores de Fátima, hace mucho hubiesen desistido de algún modo al ver realizada dicha consagración si en ella se vieran los resultados en tres partes (la Consagración de Rusia, la conversión de Rusia y la era de paz en el mundo) si los Papas mismos, en especial Pio XII y Juan Pablo II, no se mostrasen tan interesados en desearla, hasta cuando no consiguieron tomar las medidas necesarias para que sucediese. Si la Consagración de Rusia claramente hubiese sido bien hecha en 1960, ¿Por qué los posteriores Papas intentaron consagrar a Rusia varias veces? Y dos años más tarde, ¿por qué Juan Pablo II se sintió obligado a añadir, después de completar la fórmula de consagración de 1984, una oración extra que no estaba en el texto original: “¡Ilumina especialmente los pueblos cuya Consagración y entrega que Tu estas esperando de nosotros”, – tal como Pio XII había incluido una alusión velada de Rusia no nombrada en su Consagración del mundo en 1942? ¿Por qué Juan Pablo II pensó que debía hacer otra Consagración más en el 2000, después que Vaticano hubiese insistido desde 1989 que la Consagración de 1984 había conseguido hacer todo lo que era necesario? ¿Por qué ambos estos Pontífices enviaron repetidas veces emisarios de alto nivel para cuestionar a Sor Lucía sobre exactamente aquello que Nuestra Señora había pedido? ¿Y por qué Juan Pablo II preguntó repetidas veces a asesores próximos, después de sus Consagraciones del mundo, si ellos pensaron que lo que había sido hecho satisfacería las condiciones de Nuestra Señora para la Consagración de Rusia?

Claro que estos Papas sintieron que era necesario hacer mas, quisieron hacerlo, pero pensaron que no podían. Intentaron hacer tanto cuanto era posible sin mencionar a Rusia por su nombre – una línea invisible que no osaron cruzar. Aparentemente, razones de prudencia lo habían imposibilitado. A la luz de esta historia, el identificar, rever y reexaminar estas razones es más importante que nunca.

 

 

 

 

 

 

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