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viernes, 28 de mayo de 2021

Fátima y la visión del infierno

 

Presentación:

En Fátima, Nuestra Señora recordó a los hombres sus postrimerías:

El Cielo: "Soy del Cielo (...) Vas al Cielo y Jacinta y Francisco también. Cuando recéis el Rosario, diréis después de cada misterio: ¡Oh Jesús (...) lleva todas las almas al Cielo!

El purgatorio: "Amelia estará en el purgatorio hasta el fin del mundo".

El infierno: la Santísima Virgen, con un rostro grave, pidió cinco veces a los pastorcitos oraciones y sacrificios por la conversión de los pecadores: "Después de cada misterio, diréis: ¡Oh Jesús, (...) líbranos del fuego del infierno!' Más aún, por la primera vez en la historia de sus apariciones, Nuestra Señora MOSTRÓ EL INFIERNO A LOS TRES NIÑOS.

Esta visión es para nuestra época es una gran gracia; pues en el espíritu del "hombre moderno", la idea de poder ser condenado a un fuego eterno ha desaparecido progresivamente. Incluso se burla de eso. ¿Y cuál fue el instrumento principal de esta terrible anestesia? El silencio de los predicadores.

¿Cuántos gritan: "¡FUEGO!", "¡FUEGO ETERNO!"? San Alfonso, doctor de la Iglesia, decía que se consideraría culpable de un pecado mortal si no hubiese predicado sobre el infierno por lo menos una vez al año. Añadamos, como "instrumento", la generación de los que no transmitieron a sus hijos las convicciones que habían recibido en la misma edad.

"Lo que vieron los pastorcitos..." Miles de almas se levantarán el día del juicio final: "Ustedes, que lo sabían, ¿por qué no nos avisaron? ¿Por qué nos tranquilizaron? Ustedes, que sabían en qué estado estábamos, ¿por qué no se preocuparon por nuestra conversión? ¿Por qué, por lo menos, no rezaron por nosotros? La mejor de las Madres ha avisado a sus hijos.

De hecho, la evocación de esta visión del infierno ha producido ya muchas veces efectos saludables en las almas, sobre todo con el apoyo de la oración y de la penitencia. Todavía produce y seguirá produciendo estos efectos.

La Santísima Virgen vino expresamente y usó este medio para impedir que otros hijos suyos cayeran en el abismo eterno de fuego y de desesperación.

Hay personas que se extrañan de que Nuestra Señora haya revelado a unos niños un espectáculo tan espantoso y asqueroso. En general, para no decir casi siempre ¡estas personas necesitaban escuchar este relato para empezar a entender después que ellas mismas debían convertirse!

Y comprenden entonces la pedagogía de Nuestra Señora, ejemplo de las madres: Las almas de los pastorcitos no se quedaron traumatizadas, "estresadas", sino llenas de una lucidez sobrenatural, de fervor en la oración y de caridad apostólica por la conversión de los pobres pecadores.

En el mes siguiente, el día 19 de agosto, Nuestra Señora pronunció un pequeño pues" que nos debe hacer pensar: "Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, PUES muchas almas van al infierno POR NO TENER QUIEN SE SACRIFIQUE Y PIDA POR ELLAS". Hay una relación de causa a efecto entre el celo de un cristiano y la salvación de otra alma, o entre la falta de generosidad de un cristiano y la condenación de esta alma.

―No los trastornó tanto el horror de la visión como la tristeza de María y el destino de los condenados al infierno‖.

Una enfermedad con llagas repulsivas provoca en el buen médico, no un invencible asco, sino el deseo de hacer todo para curarla.

Del mismo modo, estos santos niños harán todo lo posible para que se salven las almas en peligro de condenarse

1) Pidamos a Dios Nuestro Señor, la gracia del arrepentimiento. Nos humillemos ante su presencia.

2) Imagínate que estas solo con la Santísima Virgen maría, ella extiende sus manos y ves un agujero en el suelo, lleno de fuego, demonios angélicos y demonios humanos. Oyes sus gritos desgarradores y te descompone el olor a carne podrida y quemada.

3) Considera que es verdaderísimo que estas entre el cielo y el infierno, y que la elección que se haga del uno o del otro durara eternamente….

Relato:

Una Visión del Infierno

El viernes 13 de julio de 1917, Nuestra Señora se apareció en Fátima y les habló a los tres pequeños videntes. Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía sonreír, si en ese día les iba a dar a los niños la visión del Infierno? Ella dijo: "Oren, oren mucho porque muchas almas se van al Infierno".

Nuestra Señora extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese agujero, decía Lucía, era como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, hombres y mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando desconsoladamente. Lucía decía que los demonios tenían un aspecto horrible como de animales desconocidos. Los niños estaban tan horrorizados que Lucía gritó. Ella estaba tan atemorizada que pensó que moriría.

María dijo a los niños: "Ustedes han visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se arrepienten".

"Al decir estas palabras, abrió de nuevo las manos como en los dos meses anteriores. El reflejo (de luz que ellas irradiaban) parecía penetrar en la tierra y vimos un como mar de fuego y, sumergidos en ese fuego, a los demonios y las almas como si fueran brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban - en el incendio llevadas por las llamas que salían de ellas mismas juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados - semejante a la caída de pavesas en los grandes incendios - pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa”

Nuestra Señora de Fátima dijo a los Pastorcitos:

–Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: ― ¡Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!

–Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará, pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas.

Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza el tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decíselo.

Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: ―Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Conclusión y suplicas:

"La contemplación del Inmaculado Corazón de María y la visión del infierno fueron las causas de la santificación de Jacinta. Ella decía con frecuencia: ¡Oh infierno ¡Oh infierno! ¡Qué pena tengo de las almas que van para el infierno ¡Y las personas que, estando allí vivas, arden como la leña en el fuego! ¡Tanta gente que va al infierno! ¡Tanta gente en el infierno!" Y la pastorcita advertía a los padres: "¡No dejen cometer pecados a sus hijos, que pueden ir a parar al infierno"!

Si eran personas mayores: "Díganles que no hagan eso, que ofenden a Dios Nuestro Señor, ¡y después pueden condenarse"!

¡Oh Misericordiosísimo Jesús! sos mi esperanza. Desesperaría yo del perdón de mis culpas y de alcanzar mi eterna salvación si no te mirara como fuente de gracia y de misericordia, por medio de la cual Dios derramó toda su Sangre para lavar mi alma de tantos pecados como ha cometido.

Te amo, Señor, y quiero amarte siempre. Dame la perseverancia que sin la cual no podre permanecer sin caer nuevamente. ¡Oh María, ¡Madre amorosa, guíame hacia Dios, ¡y haced que yo sea suyo por completo antes que muera!

 

 

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