Presentación:
En Fátima, Nuestra Señora recordó a
los hombres sus postrimerías:
El Cielo: "Soy del Cielo (...)
Vas al Cielo y Jacinta y Francisco también. Cuando recéis el Rosario, diréis
después de cada misterio: ¡Oh Jesús (...) lleva todas las almas al Cielo!
El purgatorio: "Amelia estará en
el purgatorio hasta el fin del mundo".
El infierno: la Santísima Virgen, con
un rostro grave, pidió cinco veces a los pastorcitos oraciones y sacrificios
por la conversión de los pecadores: "Después de cada misterio, diréis: ¡Oh
Jesús, (...) líbranos del fuego del infierno!' Más aún, por la primera vez en
la historia de sus apariciones, Nuestra Señora MOSTRÓ EL INFIERNO A
LOS TRES NIÑOS.
Esta visión es para nuestra época es
una gran gracia; pues en el espíritu del "hombre
moderno", la idea de poder ser condenado a un fuego eterno ha desaparecido
progresivamente. Incluso se burla de eso. ¿Y cuál fue el instrumento principal
de esta terrible anestesia? El silencio de los predicadores.
¿Cuántos gritan: "¡FUEGO!",
"¡FUEGO ETERNO!"? San Alfonso, doctor de la Iglesia, decía que se
consideraría culpable de un pecado mortal si no hubiese predicado sobre el
infierno por lo menos una vez al año. Añadamos, como "instrumento",
la generación de los que no transmitieron a sus hijos las convicciones que
habían recibido en la misma edad.
"Lo que vieron los
pastorcitos..." Miles de almas se levantarán el día del juicio final:
"Ustedes, que lo sabían, ¿por qué no nos avisaron? ¿Por qué nos
tranquilizaron? Ustedes, que sabían en qué estado estábamos, ¿por qué no se
preocuparon por nuestra conversión? ¿Por qué, por lo menos, no rezaron por
nosotros? La mejor de las Madres ha avisado a sus hijos.
De hecho, la evocación de esta visión
del infierno ha producido ya muchas veces efectos saludables en las almas,
sobre todo con el apoyo de la oración y de la penitencia. Todavía produce y
seguirá produciendo estos efectos.
La Santísima Virgen vino expresamente
y usó este medio para impedir que otros hijos suyos cayeran en el abismo eterno
de fuego y de desesperación.
Hay personas que se extrañan de que
Nuestra Señora haya revelado a unos niños un espectáculo tan espantoso y
asqueroso. En general, para no decir casi siempre ¡estas personas necesitaban
escuchar este relato para empezar a entender después que ellas mismas debían
convertirse!
Y comprenden entonces la pedagogía de
Nuestra Señora, ejemplo de las madres: Las almas de los pastorcitos no se
quedaron traumatizadas, "estresadas", sino llenas de una lucidez sobrenatural,
de fervor en la oración y de caridad apostólica por la conversión de los pobres
pecadores.
En el mes siguiente, el día 19 de
agosto, Nuestra Señora pronunció un pequeño pues" que nos debe hacer
pensar: "Rezad,
rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, PUES muchas almas van al
infierno POR NO TENER QUIEN SE SACRIFIQUE Y PIDA POR ELLAS". Hay una
relación de causa a efecto entre el celo de un cristiano y la salvación de otra
alma, o entre la falta de generosidad de un cristiano y la condenación de esta
alma.
―No los trastornó tanto el horror de
la visión como la tristeza de María y el destino de los condenados al
infierno‖.
Una enfermedad con llagas repulsivas
provoca en el buen médico, no un invencible asco, sino el deseo de hacer todo
para curarla.
Del mismo modo, estos santos niños
harán todo lo posible para que se salven las almas en peligro de condenarse
1) Pidamos a Dios Nuestro Señor, la
gracia del arrepentimiento. Nos humillemos ante su presencia.
2) Imagínate que estas solo con la Santísima
Virgen maría, ella extiende sus manos y ves un agujero en el suelo, lleno de
fuego, demonios angélicos y demonios humanos. Oyes sus gritos desgarradores y
te descompone el olor a carne podrida y quemada.
3) Considera que es verdaderísimo que
estas entre el cielo y el infierno, y que la elección que se haga del uno o del
otro durara eternamente….
Relato:
Una Visión del
Infierno
El viernes 13 de julio de 1917,
Nuestra Señora se apareció en Fátima y les habló a los tres pequeños videntes.
Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía sonreír, si en ese día les iba a dar a
los niños la visión del Infierno? Ella dijo: "Oren, oren mucho
porque muchas almas se van al Infierno".
Nuestra Señora extendió sus manos y de
repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese agujero, decía Lucía, era
como un mar de fuego en el que se veían almas con forma humana, hombres y
mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando desconsoladamente.
Lucía decía que los demonios tenían un aspecto horrible como de animales desconocidos.
Los niños estaban tan horrorizados que Lucía gritó. Ella estaba tan atemorizada
que pensó que moriría.
María dijo a los niños: "Ustedes han
visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se arrepienten".
"Al decir estas palabras, abrió de
nuevo las manos como en los dos meses anteriores. El reflejo (de luz que ellas
irradiaban) parecía penetrar en la tierra y vimos un como mar de fuego y,
sumergidos en ese fuego, a los demonios y las almas como si fueran brasas
transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban - en el
incendio llevadas por las llamas que salían de ellas mismas juntamente con
nubes de humo, cayendo hacia todos los lados - semejante a la caída de pavesas
en los grandes incendios - pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos
de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los
demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales
espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa”
Nuestra Señora de Fátima dijo a los
Pastorcitos:
–Sacrificaos por los pecadores y
decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: ― ¡Oh, Jesús,
es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los
pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!
–Habéis visto el infierno, donde van
las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se
salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará, pero si no dejan de
ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una
noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os
da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del
hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré
a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión
reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis
deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el
mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán
martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán
aniquiladas.
Por fin, mi Inmaculado Corazón
triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será
concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se
conservará siempre, etc. (Aquí comienza el tercer parte del secreto, escrita por
Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo
digáis a nadie. A Francisco sí podéis decíselo.
Cuando recéis el rosario, decid
después de cada misterio: ―Jesús mío, perdona nuestras culpas,
líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente
las más necesitadas de tu misericordia.
Conclusión y
suplicas:
"La contemplación del Inmaculado
Corazón de María y la visión del infierno fueron las causas de la santificación
de Jacinta. Ella decía con frecuencia: ¡Oh infierno ¡Oh infierno! ¡Qué pena
tengo de las almas que van para el infierno ¡Y las personas que, estando allí
vivas, arden como la leña en el fuego! ¡Tanta gente que va al infierno! ¡Tanta
gente en el infierno!" Y la pastorcita advertía a los padres: "¡No
dejen cometer pecados a sus hijos, que pueden ir a parar al infierno"!
Si eran personas mayores:
"Díganles que no hagan eso, que ofenden a Dios Nuestro Señor, ¡y después
pueden condenarse"!
¡Oh Misericordiosísimo Jesús! sos mi
esperanza. Desesperaría yo del perdón de mis culpas y de alcanzar mi eterna
salvación si no te mirara como fuente de gracia y de misericordia, por medio de
la cual Dios derramó toda su Sangre para lavar mi alma de tantos pecados como
ha cometido.
Te amo, Señor, y quiero amarte
siempre. Dame la perseverancia que sin la cual no podre permanecer sin caer
nuevamente. ¡Oh María, ¡Madre amorosa, guíame hacia Dios, ¡y haced que yo sea
suyo por completo antes que muera!
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