SAN PÍO X
Ir a
Jesucristo por medio de la Iglesia
De modo
que por la extensión de la Iglesia católica nos santificaremos, honraremos a
Nuestro Se-ñor y su reino vendrá a nosotros. No hay otro medio. Para eso
precisamente luchamos nosotros. Queremos mantener la Iglesia como ha sido
siempre, para transmitir Nuestro Jesucristo a las almas, tal como ha querido darse
siempre, es decir, por la Iglesia, por la fe de la Iglesia y por su gracia.
Sigamos
la lectura:
«Ya
veis, Venerables Hermanos, cuál es el oficio que en definitiva se confía tanto
a Nos como a vosotros: que hagamos volver a la sociedad humana, alejada de la
sabiduría de Cristo, a la doctrina de la Iglesia. Verdaderamente la Iglesia es
de Cristo y Cristo es de Dios».
El orden que Dios quiere
«Ahora
bien, para que el éxito responda a los deseos, es preciso intentar por todos
los medios y con todo esfuerzo arrancar de raíz ese crimen cruel y detestable,
característico de esta época: el afán que el hombre tiene por colocarse en el
lugar de Dios».
¿Cómo no
pensar aquí en las novedades del Concilio Vaticano II? Lo que nos llama la
atención es precisamente el papel del hombre en relación con Dios. Es algo así
como la religión del hombre. La nueva misa destaca sobre todo al hombre; es una
misa democrática. Mientras que la Misa de la Tradición, la que nosotros decimos
todos los días, es una misa jerárquica: Dios, Cristo, la Iglesia, en la persona
del obispo y del sacerdote; luego los fieles, en los cuales también hay una
jerarquía. En otro tiempo se hacía una distinción entre los príncipes y
magistrados —que tienen una autoridad y, por lo tanto, comparten la autoridad
de Nuestro Señor, puesto que toda autoridad viene de Dios—, y el pueblo fiel.
No son
ideas de la edad media, sino simplemente la jerarquía tal como será en el
Cielo: allí estará Dios y después la jerarquía de los ángeles, y lo mismo entre
los santos. Todo esto es normal; Dios ha querido que participemos en mayor o
menor grado de su gloria.
Veamos
en esto una oportunidad para ejercitar la caridad, ya que como algunos tienen
menos dones y otros más, así nacen comunicaciones entre los hombres en este
mundo, como entre los ángeles y santos en el Cielo.
En
cambio, según los errores modernos todos los hombres son iguales. Son una masa
uniforme, y quien da la autoridad es el hombre. El hombre reemplaza a Dios.
Dios ya no existe.
San Pío
X recuerda el orden que Dios quiere para la sociedad:
«Habrá
que devolver su antigua dignidad a los preceptos y consejos evangélicos; habrá
que proclamar con más firmeza las verdades transmitidas por la Iglesia, toda su
doctrina sobre la santidad del matrimonio, la educación doctrinal de los niños,
la propiedad de bienes y su uso, los deberes para y con quienes administran el
Estado; en fin, deberá restablecerse el equilibrio entre los distintos órdenes
de la sociedad, la ley y las costumbres cristianas. Nos, por supuesto,
secundando la voluntad de Dios, nos proponemos intentarlo en nuestro
pontificado y lo seguiremos haciendo en la medida de nuestras fuerzas».
Este es
el programa de San Pío X: instaurar todas las cosas en Cristo, volver a
colocar a Dios en la sociedad por medio de la Iglesia, restablecer el orden en
la sociedad por medio de las instituciones cristianas que la Iglesia ha
defendido y enseñado siempre.
Formar
sacerdotes
Enseguida,
el Papa se dirige a los obispos. ¿Cuál es su oficio? ¿Qué tienen que hacer para
alcanzar este reinado de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué medios conviene emplear
para conseguir un fin tan elevado?
«Ya
apenas es necesario hablar de los medios que nos pueden ayudar en semejante
empresa, puesto que están tomados de la doctrina común. De vuestras
preocupaciones, sea la primera formar a Cristo en aquéllos que por razón de su
oficio están destinados a formar a Cristo en los demás. Pienso en los
sacerdotes, Venerables Hermanos. Que todos aquellos que se han iniciado en las órdenes
sagradas sean conscientes de que, en las gentes con quienes conviven, tienen
asignada la misión que Pablo declaró haber recibido con aquellas palabras
llenas de cariño: Hijitos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto
hasta ver a Cristo formado en vosotros (Gal. 4, 19)».
Así que
es necesario pensar en los seminarios:
«[Al
sacerdote] se le denomina otro Cristo no sólo por la participación de su
potestad, sino por-que imita sus hechos, y de este modo lleva impresa en sí mismo
la imagen de Cristo».
San Pío
X exhorta a los obispos: “¿Cuál tiene que ser vuestra principal ocupación? Los
sacerdotes”. Es algo normal. ¿Qué sería la Iglesia sin sacerdotes, sin
auténticos y santos sacerdotes? Nosotros nos dirigimos hacia esa catástrofe
mucho más que en tiempos de San Pío X… Si él volviese, insistiría aún mucho más
sobre este punto. Ahora los sacerdotes ya no tienen el espíritu del sacerdocio,
ni predican el Evangelio ni el verdadero catecismo, o lo que es peor: se casan.
Casi no hay sesminaristas, o no se los forma bien. ¿Qué puede producir esta
situación?
Multiplicar
los seminarios
Insisto:
la primera preocupación de los obispos tiene que ser la formación de verdaderos
sacerdotes. No hubiéramos podido elegir mejor Patrón para la Fraternidad que
San Pío X. Como la situación actual es peor que cuando vivía este Papa santo, a
mí, que siendo obispo y no teniendo oficial-mente ningún cargo, me pareció que
lo mejor que podía hacer por la Iglesia y para la restauración del reinado de
Nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia y en la sociedad, era formar sacerdotes,
y, por lo tanto, abrir seminarios y preparar formadores de sacerdotes.
Hay que
multiplicar los seminarios. Esta es la primera finalidad de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X. Haría falta un seminario en Canadá, otro en Méjico, en
Colombia, en Australia y en África del Sur; lo mismo en Irlanda, en Inglaterra
y en todas partes… 2 Hacen falta sacerdotes, y no cualesquiera, para
renovar la Iglesia y restaurar el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo.
A veces
se oye decir: “La situación está cambiando y el número de los seminaristas
aumenta; por ejemplo: en el seminario de Paderborn, acaban de entrar 39
seminaristas el año pasado; en Habsburgo, 25; en un seminario nuevo de
Argentina, un obispo ha procurado restablecer un poco la tradición y muchos
jóvenes se sienten atraídos por el uso del latín y por cierta disciplina” …
Sin
embargo, hay que ver de cerca qué tipo de filosofía se les enseña, qué liturgia
se emplea e incluso qué disciplina general tienen. A esos jóvenes seminaristas
no se les enseña la filosofía escolástica, que sigue siendo la verdadera
filosofía de la Iglesia, sino una historia de la filosofía (es decir: todas las
filosofías), pero no se aprenden los verdaderos principios de la filosofía. Lo
mismo su-cede con la teología; se estudia sobre todo apologética y Sagrada
Escritura. De modo que esos sacerdotes no sólo no se forman, sino que se
deforman.
Hace
poco vino a vernos a nuestro seminario de Zaitzkofen un profesor de Paderborn,
y nos dijo: “Es verdad que tenemos seminaristas y que cuando llegan vienen con
muy buenas disposiciones y con deseos de aprender la Verdad, pero al cabo de
uno o dos años se dan cuenta de que se les de-forma completamente y de que no
se les enseña lo que habían venido a aprender; entonces se des-animan, pierden
la noción de la verdad y se van a otras partes”.
Otro
ejemplo: el seminario de Regensburg (Ratisbona) se consideraba hasta hace poco
tiempo como el seminario tradicionalista en Alemania y Mons. Graber era
considerado también como tradicionalista, pues había escrito un librito
“reaccionario” contra algunas posturas del Concilio. Yo lo fui a visitar y ¿qué
me dijo? —“Sí, tengo seminaristas; he ordenado a 18 sacerdotes este año y voy a
tener aún más vocaciones” … —“Entonces —le pregunté yo— ¿está Vd. contento?”
—“No tanto —me dijo— pues muchos seminaristas no asisten a la misa de la mañana
y muchos de ellos llevan el pelo largo hasta los hombros” …
Con
todo, nosotros nos alegraríamos y daríamos gracias a Dios si hubiese seminarios
que empezasen a volver al buen camino, pero no sucede así. Conforme va pasando
el tiempo tardará aún menos profesores que conozcan la filosofía de santo Tomás
o la auténtica teología. Por esto, una buena parte de los seminaristas de la
Fraternidad San Pío X estarán destinados a su vez a ser profesores en nuestros
seminarios. Formar santos sacerdotes es algo absolutamente indispensable.
San Pío
X nos invita encarecidamente:
«En esta
situación, ¡qué cuidado debéis poner, ¡Venerables Hermanos, en la formación del
clero para que sean santos! Es necesario que todas las demás tareas que se os
presentan, sean cuales fueren, cedan ante ésta. Por eso, la parte mejor de
vuestro celo debe emplearse en la organización y el régimen de los seminarios
sagrados, de modo que florezcan por la integridad de su doctrina y por la
santidad de sus costumbres. Cada uno de vosotros guarde para el Seminario las
delicias de su corazón, sin omitir para su buena marcha nada de lo que
estableció con suma prudencia el Concilio de Trento.
Cuando
llegue el momento de tener que iniciar a los candidatos en las órdenes
sagradas, por favor no olvidéis la prescripción de Pablo a Timoteo: A nadie
impongas las manos precipitadamente (1 Tim. 5, 22). Considerad con atención
que de ordinario los fieles serán tal cual sean aquéllos a 2 En
2002, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X ya tiene 6 seminarios:
Nota importante Es necesario
poner bien en claro que Mons., Lefebvre cumplió al pie de la letra con el
pensamiento de san Pío X sobre la formación de verdaderos sacerdotes hasta su muerte
25 de marzo de 1991. Desde su inicio hasta su muerte impuso a los ordenandos el
juramento anti modernista mandado por san pío X, después no se con certeza
hasta que año continuo o lo dejaron las nuevas autoridades de la Neo-
Fraternidad en virtud de sus acuerdos con la Roma modernista y hereje)
-
Seminario San Pío X (Ecône, CH-1908 Riddes, Suiza);
-
Seminario Santo Cura de Ars (Maison Lacordaire, 21150 Flavigny sur-Ozerain,
Francia);
-
Seminario Saint Thomas Aquinas (Route Rurale 1, Box 97, A-1-USA Winona,
Minnesota 55987, U.S.A.);
-
Seminario Nuestra Señora Corredentora (La Reja, c.c. 308, 1744 Moreno,
Argentina);
-
Seminario Holy Cross (P.O. Box 417, Goulburn, N.S.W. 2580, Australia);
-
Seminario Herz Jesu (Zaitzkofen, 8306 Shierling, Alemania).
quienes
destinéis al Sacerdocio. Por tanto, no tengáis la mira puesta en vuestra propia
utilidad; mi-rad únicamente a Dios, a la Iglesia y la felicidad eterna de las
almas, no sea que, como advierte el Apóstol, tengáis
parte en los pecados de otros (id.)».
Desvelo con los jóvenes sacerdotes Tampoco no hay que descuidar a los nuevos sacerdotes
cuando salen del seminario:
«Que los
sacerdotes principiantes y los recién salidos del seminario no echen de menos
vuestros cuidados. A éstos —os lo pedimos con toda el alma—, atraedlos con
frecuencia hasta vuestro corazón, que debe alimentarse del fuego celestial,
encendedlos, inflamadlos de manera que anhelen sólo a Dios y el bien de las
almas. Nos ciertamente, Venerables Hermanos, proveeremos con la mayor
diligencia para que estos hombres sagrados no sean atrapados por las insidias
de esta ciencia nueva y engañosa que no tiene el buen olor de Cristo y que, con
falsos y astutos argumentos, pretende impulsar los errores del racionalismo y el semirracionalismo;
contra esto ya el Apóstol precavía a Timoteo cuando le escribía: Guarda el depósito que
se te ha confiado, evitando las novedades profanas y las contradicciones de la
falsa ciencia que algunos profesan extraviándose de la fe (1 Tim. 6, 20)».
Hay que
cuidar a los sacerdotes recién ordenados:
«Nos tenemos
una gran tristeza y un dolor continuo en el corazón (Rom. 92, 2) al
comprobar que es aplicable a nuestra época aquella lamentación de Jeremías: Los pequeños pidieron pan y no había quien se lo partiera
(Lam. 4, 4). No faltan en el clero quienes, de acuerdo con sus propias
cualidades, se afanan en cosas de una utilidad quizá no muy definida, mientras,
por el contrario, no son tan numerosos los que, a ejemplo de Cristo, aceptan la
voz del Profeta: El Espíritu me ungió, me envió para evangelizar a los pobres, para
sanar a los contritos de corazón, para predicar a los cautivos la libertad y a
los ciegos la recuperación de la vista (Luc. 4, 18-19)»
NOTA. Respecto a estas palabras del
profeta debo contar una triste anécdota que me partió el alma en su momento
cuando era miembro de esta congregación. Misionaba entre las tribus Guaraníes
en el norte de Paraguay, dure cuatro años con ellos.
Al principio fue muy duro establecer
contacto con ellos, después me di cuenta de la situación de pobreza en la que
se encontraban; no tenían herramienta de labranza o herramienta para cultivar
la tierra, no tenía semilla lo suficientemente apta para producir fruto, el maíz
estaba muy viejo lo mismo el arroz y poca mandioca. Mi primer propósito fue el
de abastecer a esta tribu de semilla de buena calidad tanto en el arroz como en
el maíz, comprar azadones, palas, picos y otras herramientas de trabajo, luego la
doctrina. Se llegó a bautizar a cerca de cincuenta niños, se bautizo al cacique o
jefe de tribu y a su esposa, finalmente, se les regularizo en sacramento del
matrimonio…el camino ya estaba abierto. Antes de abandonar la misión por orden
de mis “superiores” debi dejar la mision antes de esto la tribu me asignaro el cuarto sacerdotal y también me señalaron el
lugar donde se construiría la capilla; la misión se llamaba de LAINMACULADA
CONCEPCION. Con gran dolor deje la misión porque presentía en lo mas profundo
de mi alma que los nuevos y “cómodos superiores” dejarían la misión tan solo
porque no sacarían ningún provecho ECONOMICO DE ELLA. Mi conciencia esta
tranquila porque sin nada llegué a ella y sin nada Sali de ella, finalmente, me
enteré que la misión termino en manos de los protestantes, que terrible pena.
Supongo
que el Papa en ese momento, al decir que muchos sacerdotes empleaban su tiempo
en cosas muy ajenas al ejercicio de su ministerio, a la enseñanza del
catecismo, a la administración de los sacramentos, etc., se acordaba de su
diócesis.
¿Qué
podría decirse hoy? ¿Dónde hay una parroquia en que el sacerdote esté en el
confesionario esperando a los penitentes? Hay que ir a la casa parroquial; el
sacerdote ha salido o no tiene tiempo… y los fieles no se atreven a insistir y
no se confiesan.
San Pío
X insistió siempre en que la primera ocupación del sacerdote es la de enseñar
el catecismo. Los sacerdotes de ahora dicen: “No; esa no es mi obligación, sino
la de los padres” … Por su-puesto que los padres tienen que enseñar a sus hijos
los rudimentos del catecismo y está muy bien. Pero el sacerdote es quien tiene
la ciencia para impartir la enseñanza religiosa, no para pronunciar grandes
discursos filosóficos a un grupito de gente selecta, sino para tener las
aptitudes para transmitir la ciencia religiosa a los niños y a las personas
sencillas. Existe el peligro de dejarse absorber por ciencias muy especulativas
y no adaptarse a toda gente. Hay que saber adaptar la ciencia que hemos
recibido a las personas a quienes nos corresponde enseñar.
NOTA En mi año y medio en Santiago de
Chile estuve a cargo de 11 grupos de catecismo, cada fin de semana visitaba a
cada uno de ellos. Hablaba con los catequistas, con los niños y los padres de
familia, una experiencia impagable y reconfortante muy reconfortante. Desde los
primeros días de noviembre comenzaron a desfilar por la capilla todos esos
grupos para hacer su primera comunión hasta el 8 de diciembre día de la
Inmaculada Concepción en que el ultimo grupo hizo su primera comunión, terminando
con una procesión triunfal por las calles aledañas al priorato de Santiago de
Chile.
Por favor no pregunten el nombre del
sacerdote que estuvo en la misión guaraní ni en Santiago de Chile
Buenas tardes. Muchas gracias Padre por iniciarme en dónde estaré cómo cristiana fiel a Nuestro Señor Jesucristo
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