“Un poro, y ya no me veréis; y
otro poco, y me veréis: porque voy al Padre. Entonces algunos de sus discípulos
se dijeron unos a otros:¡qué es esto que nos dice un poco, y no me veréis, y
otro poco, y me veréis: y porque voy al Padre? Y decían, ¿qué es esto que nos
dice, un poco? No sabemos lo que dice. Y entendió Jesús que le quería
preguntar, y les dijo: Disputáis entre vosotros de esto que dije: un poco, y me
veréis; otro poco, y me veréis. En
verdad, en verdad os digo: Que vosotros,
lloraréis y gemiréis, mas el mundo se gozará; y vosotros estaréis tristes, mas
vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando pare está triste, porque
viene su hora: mas cuando ha parido un niño, ya no se acuerda del apuro por el
gozo, de que ha, nacido un hombre en el mundo. Pues también, vosotros ahora
ciertamente tenéis tristeza, mas otra vez os he de ver, y se gozara vuestro
corazón y ninguno os quitará vuestro gozo. (v. 16-22.)
Estas
palabras del presente Evangelio están entre sacadas del sermón de la ultima
cena, en el cual Nuestro señor Jesucristo se despedía de sus discípulos sin que
ellos se dieran cuenta y estas últimas palabras dichas en el cenáculo son como
su testamento dejado a sus discípulos y, por medio de ellos, trasmitido a
nosotros los de estos tiempos postreros. Al principio los discípulos no lo
entendieron, bien por la tristeza que embargaba sus corazones, o ya sea por la
oscuridad del misterio que las cubría. Y a la verdad la tristeza como una
pasión del alma, actúa del tal manera en nuestro entendimiento que obnubila
nuestro entendimiento haciendo imposible toda comprensión ya en el orden
natural como en el sobrenatural y precisamente es en este ultimo donde
encuentra obstáculos de orden divino para prestar atención cuando menos, a las
palabras de Nuestro Señor que son de carácter divino; ya en cuanto al misterio
mismo encerrado en ellas dado que requerían el desarrollo de los
acontecimientos para desentrañar el misterio y estos acontecimientos aun no se
consumaban. Y si a ello agregamos la poca espiritualidad de las almas en la
actualidad entenderemos la triple dificultad de las mencionadas palabras.
Dado
esta triple dificultad podemos aducir otras dos
no menos importantes: La de aquellas almas verdaderamente unidas a Dios,
a quienes principalmente están dirigidas estas palabras a quienes el Señor
visita esporádicamente y luego las deja por largos lapsos en los cuales parece
“esconderse” para avivar en ellas el deseo de verlo otra vez, ¿Qué lengua podrá
explicar con palabras rastreras lo que se da en el alma de la amada y del amado,
es decir, de Nuestro Señor Jesucristo y nuestra alma? Nadie. Es un lenguaje tan propio del creador y su
criatura, o de un Padre asía su hijo, o, finalmente, del amado asía la amada.
Nuestro
Señor habla de dos tiempos cuando dice: “Un poco, y ya no me veréis; y otro poco, y me volveréis a
ver”. Y como aun no entraba a su pasión, que es la otra causa de no
entenderle, no comprendieron lo que les quería decir y por eso surge la
pregunta entre ellos: ¿“Que es esto que nos dice, un poco?” No entendemos lo que
dice”. No culpemos a los discípulos por ser tardos en
entender porque nosotros puestos en su lugar tendríamos la misma reacción
porque como dije, se necesita la luz del Espíritu Santo. Así como ellos nosotros no entendemos sino
recibimos la luz divina para entender los misterios divinos, pero admiremos la
condescendencia de nuestro divino Maestro al ver nuestro corto conocimiento al
no contestar sino con un ejemplo adaptado a nuestra forma de pensar y como eran
encubiertas estas palabras nos dice en otro lugar “Hasta ahora os he hablado en parábolas; pero
ha llegado la hora en que ya nos hablaré con ellas” acto seguido agrega “La
mujer cuando pare esta triste, porque viene su hora: mas cuando ha parido un
niño ya no se acuerda del apuro por el gozo, de que ha nacido un hombre en el
mundo”. Esto es, vendrá el tiempo en
que sabréis manifiestamente todas las cosas, lo cual podemos entender del
tiempo de su resurrección, pero considero más apropiado la venida del Espíritu
Santo en Pentecostés porque este divino Espíritu infundirá la ciencia infusa en
sus almas por la cual sabrán todo según promesa de Nuestro Señor Jesucristo por
ahora solo queda decir: “Yos manifestare todas las cosas de mi Padre; y en
verdad estuvo reunido con ellos hablándoles del reino de Dios, por espacio de
cuarenta días.
Pero
volvamos a aquellas palabras no
entendidas por los discípulos y veremos que “Salió del Padre porque del Padre
es, y vino al mundo para manifestar al mundo su humanidad tomada de la Virgen.
Pero luego dejo al mundo y subió al
Padre llevando con el su humanidad, pero sin abandonar al mundo de su presencia
y gobernación; porque de tal modo vino al mundo al salir del Padre, que no se
separo de su Padre. Y mirada desde este punto de vista, la tristeza
desaparece para dar paso al gozo lo cual
ilustra muy bien Nuestro Señor cuando dice: Y el gozo es pleno porque quien lo
da es la plenitud de él y en realidad no hay mayor gozo que el que procede de
la trinidad augusta, a cuya imagen hemos sido hechos. De aquí todo lo que se
pide para nuestra alma tiene como fin este gozo. Por el suspira nuestra alma,
por el sobrelleva los trabajos de esta vida, por el ofrece todos sus
sacrificios y por el se agranda nuestra esperanza, (San Agustín) “Que sería de nosotros sin estas palabras de consuelo cuyo
origen no es de un amor cualquiera sino del amor de un Dios”. Por ello
la fe no es defraudada aunque como dice san Pablo: “Ahora vemos esto como en un espejo, pero
llegara día en que lo veremos cara a cara tal como Éi es”. Y ese será el día mas dichoso de
nuestra vida, día sin fin día eterno en donde la luz nos envolverá y nuestras
penas cesaran…en fin será grande nuestro gozo o, si se quiere, nuestro gozo
será pleno con la plenitud propia de Dios
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