En
el siglo XX y mayormente en los últimos años del siglo XXI, el mundo ha sido
testigo del surgimiento de grupos extremistas que están creciendo como una
sombra que presagia muerte y terror en diferentes partes del orbe.
En
este artículo pretendemos estudiar la fuente del terrorismo takfirí, además de
los motivos de la expansión de tal pensamiento radical en el mundo.
En
la era contemporánea, además de los gobiernos, existen otros factores como
individuos, grupos, organizaciones regionales e internacionales, que
constituyen una amenaza para la paz y la seguridad mundial. Personas como Osama
Bin Laden, Abu Bakr al-Bagdadi y grupos como Al-Qaeda y Daesh, son ejemplos de
estos nuevos actores desestabilizadores en la escena internacional.
Si
bien los grupos extremistas como Al-Qaeda y Daesh son bandas que disponen de
diferentes tácticas a la hora de promover el terrorismo, comparten un punto en
común: sus patrocinadores tanto financieros como logísticos. Por ejemplo,
Arabia Saudí es uno de los principales patrocinadores del extremismo takfirí de
Daesh y Al-Qaeda, y opera en diferentes partes del mundo, especialmente en
Oriente Medio. El régimen de Al Saud lo hace a través de organizaciones de
caridad que aparentemente funcionan con buena fe, pero que en el fondo están
ayudando a los grupos terroristas en el mundo.
Arabia
Saudí y el terrorismo
La
historia de la financiación de los grupos terroristas se remonta a 1920, cuando
Hasan Bana fundó el movimiento de los Hermanos Musulmanes. Con el paso del
tiempo, Arabia Saudí se encontró entre los principales países que, en 1978,
acordó la fundación de la primera red de financiación de grupos radicales como
los Hermanos Musulmanes bajo el nombre de “Unión de Musulmanes del Mundo”.
En
este contexto, las cifras filtradas por varias agencias de Inteligencia ponen
de relieve que, entre los años 1975 y 1985, Arabia Saudí ayudó, con unos 48.000
millones de dólares, a las organizaciones de caridad para hacer llegar este
dinero a los grupos extremistas.
No
obstante, el rol de las entidades de caridad saudíes en promover el extremismo
no se limita al siglo XX, sino que esta actividad continúa desarrollándose
hasta el día de hoy. En este sentido, se puede señalar el informe confidencial
de 28 páginas del Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus
siglas en inglés) en 2016 que, explícitamente, menciona el papel jugado por los
saudíes en la tragedia del 11 de septiembre de 2001.
El
documento detalla que, además del uso de Riad de las mezquitas para extender la
ideología wahabí y el lavado de dinero, el régimen de Al Saud recurre a las
fundaciones de caridad, como la de Al-Haramain, con el fin de crear empleos
para los terroristas y financiar a los centros de entrenamiento de los
extremistas. Esta fundación fue creada en Karachi, Paquistán, en 1988, por uno
de los famosos capitalistas saudíes y simpatizante wahabí Aqeel Al-Aqeel, bajo
la cobertura de dar asistencia a personas necesitadas y promover actividades
culturales. El objetivo principal de la creación de Al-Haramain era promover el
wahabismo y financiar organizaciones terroristas. En 1992, la sede de
Al-Haramain se trasladó oficialmente a Riad (capital saudí), donde Salman bin
Abdulaziz, el entonces emir de Riad y el actual rey saudí, asume su presidencia
honorífica. El centro contaba con el apoyo de Salman bin Abdulaziz y Salih bin
Abdulaziz al-Sheikh, el entonces ministro de dotaciones, que era también el
jefe de la Junta Directiva de la misma. Durante el año 2004, fueron
establecidos cientos de centros activos en más de 50 países, como los EE.UU.,
Afganistán, Paquistán, Bangladés, Indonesia, Somalia, Etiopía, Kenia, Tanzania,
Nigeria, los Países Bajos, Albania, Bosnia e Islas Comores, con más de 5.000
empleados. Esta fundación no solo ha recibido cientos de millones de dólares
procedentes de diferentes instituciones y del Gobierno de Arabia Saudí, sino
que ha percibido más de 55 millones de dólares en concepto de donaciones de la
población de este país árabe.
Una
de las principales funciones de Al-Haramain era promover la ideología wahabí a
través de la publicación de millones de copias de libros, revistas y
periódicos, confiriendo o influyendo en los medios digitales y audiovisuales.
En este sentido, el diario saudí Al-Sharq al-Awsat citó, el 31 de enero de
2002, a Al-Aqeel, que afirmó: "Al-Haramain, solo en aquel año, obsequió a
los peregrinos del Haj un millón de copias de libros escritos por Muhammad bin
Abdul-Wahhab, entre otras cosas”.
En
los últimos años y con el surgimiento del grupo terrorista Daesh, se está
destacando aun más el rol de los saudíes en el apoyo al extremismo. De acuerdo
con los informes elaborados por varias agencias de Inteligencia europeas, gran
parte del dinero que recibe Daesh proviene de los centros de caridad apoyados
por Riad.
Al
respecto, los informes filtrados por los servicios de Inteligencia alemán y
británico confirman que Arabia Saudí, a través de centros de caridad, está
impulsando su ideología extremista a lo largo y ancho del planeta,
especialmente en Europa, de ahí, el aumentado de atentados terroristas en el
viejo continente.
En
esta misma línea, el Grupo de Acción Financiera contra el Blanqueo de Capitales
(FATF, por sus siglas en inglés), mediante un informe publicado en febrero de
2015, anunció que el 24 de septiembre de 2014 Daesh recibió dos millones de
dólares de los países ribereños del Golfo Pérsico. Los centros de caridad
apoyados por los saudíes, bajo el alegato de comprar tiendas de campaña y
alimentos, cubren gran parte de la ayuda financiera y logística que percibe
Daesh.
Con
todo lo expuesto, se puede concluir que las autoridades saudíes, aprovechándose
de una doctrina maquiavélica, quieren llegar a su objetivo por todos los medios
posibles. Sus metas principales son extender su ideología wahabí en el mundo y
debilitar a los gobiernos que se le oponen como Irán, Siria e Irak, entre
otros, para proclamarse el padrino de los países musulmanes, pero lo lamentable
es que, pese a los problemas devastadores ocasionados por el wahabismo en el
mundo, sus aliados occidentales no han adoptado ninguna medida seria para
frenar esta fuente de radicalismo takfirí.
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