El jeque Tamin ben Hamad al-Thani, emir de Qatar.
La
crisis diplomática alrededor de Qatar ha congelado varios conflictos regionales
y disimulado varios intentos de arreglos vinculados a otros. Nadie sabe cuándo
se levantará el telón, pero lo que sí es seguro es que cuando eso suceda
veremos una región profundamente transformada.
1– El
conflicto palestino
Desde
que la mayoría de los palestinos fueron expulsados de su tierra –el 15 de mayo
de 1948, en lo que hoy se designa como la Nakba– y que los pueblos árabes
rechazaron aquella limpieza étnica, lo único que había modificado parcialmente
la distribución del juego era la paz separada israelo-egipcia pactada en los
acuerdos de Camp David (en 1978) y la promesa de resolver la cuestión palestina
mediante la creación de dos Estados, surgida de los acuerdos de Oslo (en 1993).
Sin
embargo, cuando la existencia de negociaciones secretas entre Irán y Estados
Unidos se dio a conocer, Arabia Saudita e Israel decidieron conversar entre sí.
Al cabo de 17 meses de encuentros secretos, se concluyó un acuerdo entre el
Guardián de las Dos Mezquitas y el Estado judío [1]. Este acuerdo se concretó a
través de la participación del ejército de Israel en la agresión contra Yemen
[2] y de la entrega de bombas atómicas tácticas israelíes al reino de los Saud
[3].
Recordemos
que ese acuerdo también preveía hacer que Arabia Saudita evolucionara de forma
tal que su sociedad siguiera siendo salafista y sus instituciones pasaran a ser
laicas. Estipulaba además la independencia del Kurdistán iraquí –donde se
realizará un referéndum en septiembre– y la explotación simultánea de los
yacimientos de gas del desierto de Rub al-Khali (a menudo designado como The
Empty Quarter), en territorios de Arabia Saudita y Yemen –yacimientos que son
la verdadera razón de la actual guerra contra Yemen– y los de la región de
Ogadén –lo cual explica la retirada, esta semana, de las tropas qataríes de la
frontera con Yibuti.
Finalmente,
Egipto cedió a Arabia Saudita las islas de Tiran y Sanafir, cumpliendo así el
compromiso que había contraído hace un año. Al aceptar la posesión de esas
islas, Riad reconoce de facto los acuerdos de Camp David, que estipulan la
libre circulación de los barcos israelíes en las aguas circundantes. Israel
incluso confirmó que ha recibido garantías de Arabia Saudita en ese sentido.
Es
importante observar que lo que llevó a Egipto a ceder las islas no fue la
presión de Arabia Saudita –aunque Riad bloqueó tanto sus entregas de petróleo
al Cairo como un préstamo de 12 000 millones de dólares– sino la crisis
diplomática del Golfo. Los Saud oficializaron su ruptura con la Hermandad
Musulmana, proceso que ya venía avanzando desde que el presidente egipcio
al-Sissi les entregó una serie de documentos que demostraban la existencia de
un proyecto de golpe de Estado en Arabia Saudita en el que estaban implicados
varios miembros de la cofradía. Al principio, Arabia Saudita creyó ser capaz de
separar a los “buenos” de los “malos”, entre los miembros de la Hermandad
Musulmana. El reino ya había acusado a Qatar de aportar respaldo a los
golpistas, pero en aquel momento las cosas se desarrollaron por la vía
pacífica. Actualmente, Riad tiene intenciones de luchar contra toda la
Hermandad Musulmana y eso lo obliga a revisar su posición hacia Siria.
La
cesión de las islas de Tiran y Sanafir, egipcias desde la Convención de Londres
de 1840, no tiene otra razón de ser que permitir que Arabia Saudita reconozca
de forma implícita –al cabo de 39 años– los acuerdos de paz separada firmados
en Camp David entre Egipto e Israel.
Por su
parte, Teherán acogió a la dirección política del Hamas –que se compone
principalmente de miembros de la Hermandad Musulmana–, tanto en nombre de la
solidaridad con la causa palestina como por el hecho que comparte con los
dirigentes del Hamas la misma concepción del islam político.
La
próxima etapa será el establecimiento de relaciones comerciales públicas entre
Riad y Tel Aviv, que ya se mencionan en la edición del 17 de junio del diario
británico The Times –varias empresas israelíes parecen haber sido autorizadas a
operar en Arabia Saudita y la compañía aérea israelí El-Al podría utilizar el
espacio aéreo saudita [4]–, y después vendrían el reconocimiento de la
iniciativa de paz del príncipe saudita Abdala –adoptada por Liga Árabe en 2002–
y el establecimiento de relaciones diplomáticas –el príncipe Walid ben Talal se
convertiría en embajador del reino en Israel [5].
Ese
proyecto podría conducir a la paz en Palestina (reconocimiento de un Estado
palestino e indemnización para los refugiados), en Líbano (retirada israelí de
las Granjas de Shebaa) y en Siria (cese del apoyo a los yihadistas y retirada
israelí del Golán).
El
tema del Golán ha de resultar particularmente difícil ya que el gobierno de
Netanyahu ha reafirmado –en son de provocación– su anexión mientras que Estados
Unidos y Rusia reaccionaron duramente ante la expulsión de la Fuerza de
Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS) y la sustitución de sus
cascos azules por los yihadistas de al-Qaeda [6]. No sería, sin embargo,
imposible que durante la guerra en Siria, Washington o Moscú se hayan
comprometido con Tel Aviv a mantener el statu quo en el Golán.
Ese
proyecto de arreglo general es un reflejo del modus operandi de Donald Trump y
Jared Kushner como hombres de negocios: crear una situación económica que
impone un cambio político. Y encontrará probablemente la oposición de la
Hermandad Musulmana (el Hamas) y del triángulo del islam político conformado
por Irán, Qatar y Turquía.
2– El
conflicto en territorios de Irak y Siria
Todos
los actores regionales están de acuerdo en considerar que Irak y Siria
constituyen en este momento un solo campo de batalla. Pero los occidentales,
que se aferran a las mentiras de la administración de George Bush hijo –incluso
cuando admiten la inexistencia de las armas de destrucción masiva que
supuestamente tenía Saddam Hussein– y a la versión romántica de las «primaveras
árabes» -incluso cuando reconocen que ese movimiento nunca trató de favorecer
la libertad sino, por el contrario, de imponer el islam político– se obstinan
en considerarlos dos escenarios diferentes.
En
este punto, remito a nuestros lectores a mi libro Sous nos yeux en cuanto a
cómo se inició esta guerra [7]. El hecho es que, desde el inicio de la crisis
alrededor de Qatar, la guerra en Irak y en Siria se ha limitado a
(1) la
lucha contra el Emirato Islámico (Daesh), en Mosul y Raqqa, y a (2) la lucha
contra Turquía, en Baachiqa y al-Bab [8].
Lo que
resulta evidente para todos en la región es que, desde la llegada al poder del
presidente chino Xi Jinping con el proyecto de creación de dos “rutas de la
seda”, Washington ha estimulado la creación de un «Sunnistán» en territorios
pertenecientes a Irak y a la República Árabe Siria. Con ese objetivo,
Washington financió, armó y dirigió las fuerzas del Emirato Islámico para que
bloquearan el eje de comunicación terrestre
Beirut-Damasco-Bagdad-Teherán-Pekín.
Desde
hace 4 meses, la administración Trump estudia y negocia de qué manera pudiera
modificar esa política y reemplazar por una asociación con Pekín la actual
situación de enfrentamiento [9].
Mientras
que en el terreno asistimos a una verdadera sucesión de acontecimientos
contradictorios, los ejércitos de Irak y de la República Árabe Siria han
avanzado rápidamente desde el inicio de la crisis alrededor de Qatar. En su
rápido avance hacia la frontera común, ambos ejércitos han liberado del control
del Emirato Islámico sus zonas fronterizas y hoy están a punto de entrar en
contacto –con lo cual restablecerían la ruta de la seda. Ya sólo los separan,
en el punto de confluencia, unos 200 metros de terreno ilegalmente controlado
por fuerzas de Estados Unidos [10].
En
cuanto a los combates en el sur de Siria… han cesado inesperadamente. Damasco
proclamó unilateralmente un alto al fuego en Deraa. En realidad, Moscú y
Washington dieron a Tel Aviv garantías de que Siria sólo permitirá frente a la
frontera israelí el despliegue de fuerzas rusas, excluyendo la presencia allí
de fuerzas iraníes o del Hezbollah libanés.
En
pocas palabras, si el Pentágono sigue las órdenes de la Casa Blanca, debería
producirse un amplio cese del conflicto. Sólo quedaría por resolver entonces la
ocupación turca de territorios en Irak y Siria, según el modelo de la ocupación
turca en Chipre, situación a la que la Unión Europea se ha acomodado en una
evidente muestra de cobardía. En la nueva situación, Estados Unidos y Arabia
Saudita, hasta ahora enemigos de Irak y Siria, se convertirían nuevamente en
sus aliados.
3– El
conflicto en Yemen
Es
posible que los yemenitas salgan perjudicados del actual cambio de situación.
Aunque resulta totalmente evidente que Arabia Saudita entró en guerra para
instalar en Yemen un régimen favorable a la explotación conjunta de los
yacimientos de hidrocarburos del desierto de Rub al-Khali y para dar al
príncipe Mohamed ben Salman la posibilidad de “acumular méritos”, la ayuda que
Irán ha aportado a los Huthis y al ex presidente Saleh desvía las miradas de
los países árabes y de la llamada «comunidad internacional» de los crímenes que
allí se cometen.
En
efecto, cada cual tiene que escoger su bando y casi todos han optado por
ponerse del lado de Arabia Saudita contra Qatar y los aliados turcos e iraníes
del pequeño emirato. Lo que pudiera ser positivo para Palestina, Irak y Siria
resulta negativo para Yemen.
Conclusión
Desde
el 5 de junio de 2017 y la ruptura de relaciones diplomáticas entre Arabia
Saudita y Qatar, las cancillerías se preparan para una posible guerra, aunque
sólo Alemania ha mencionado públicamente esa posibilidad. La situación es
extremadamente sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta que no es Arabia
Saudita sino Qatar quien ostenta el estatus de observador en el seno de la OTAN
[11].
Mientras
tanto, anuncios de dimisiones siguen llegando constantemente de Doha y van
desde la embajadora estadounidense Dana Shell Smith hasta el entrenador
uruguayo de la selección de futbol de Qatar, Jorge Fossati. Y no sólo los
países que se han puesto del lado de Arabia Saudita han cortado sus relaciones
comerciales con Qatar. También lo han hecho, ante el riesgo de guerra,
numerosas empresas sin vínculos particulares con la región del Golfo, como la
China Ocean Shipping Company (COSCO), la mayor compañía naviera de China y una
de las más grandes del mundo.
En
todo caso, aunque sus reclamos –basados en la historia– están realmente
justificados, parece a todas luces imposible que Arabia Saudita anexe Qatar,
teniendo en cuenta que antes se opuso a la anexión de Kuwait por parte del Irak
de Saddam Hussein, basada exactamente en las mismas razones históricas. Una
regla se impuso en el mundo desde los tiempos de la colonización británica:
nadie tiene derecho a modificar las fronteras que Londres impuso con un solo
objetivo, que es precisamente perennizar problemas insolubles para los Estados
nacidos de los procesos de independencia.
De
hecho, así logra Londres que esos Estados sigan dependiendo de su antigua
metrópoli. En el caso que ahora nos ocupa, la próxima llegada de 43 000
soldados pakistaníes y turcos que asumirían la defensa de Qatar debería
fortalecer su posición.
[1]
«Exclusivo: Los planes
secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
22 de junio de 2015.
[2]
«La Fuerza “Árabe” de
Defensa Común», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de
abril de 2015.
[3]
«¡El Medio Oriente está
nuclearizado!», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de
marzo de 2016.
[4] “Saudi trade talks with Israel are
historic first”, Michael Binyon y Gregg Carlstrom, The Times,
17 de junio de 2017.
[5]
«Exclusivo: Arabia
Saudita construye una embajada en Israel», Red Voltaire,
30 de mayo de 2016.
[6]
«El Consejo de
Seguridad de la ONU se dispone a exigir que Israel rompa con al-Qaeda»,
por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 3 de julio de 2016.
[7] Sous
nos Yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, éditions Demi-Lune, 2017.
Este libro está actualmente en proceso de edición para su publicación en
español.
[8]
«Invasión militar turca
en Irak», por Ibrahim Al-Jaafari, Red Voltaire, 19 de
octubre de 2016.
[9]
«Trump: los negocios
contra la guerra», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14
de febrero de 2017.
[10]
«¿Impedirá Estados Unidos
la reapertura de la ruta de la seda?», Red Voltaire, 17 de
junio de 2017.
[11]
«Israel y emires en la
OTAN», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia)
, Red Voltaire, 14 de mayo de 2016.
Cortesía
de Red V.
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