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lunes, 23 de enero de 2017

TRATADO DE LOS ANGELES - SANTO TOMAS DE AQUINO

INTRODUCCION CUESTION
LVI

DEL CONOCIMIENTO QUE LOS ANGELES TIENEN DE LAS COSAS INMATERIALES.



I. CONEXION DIE LAS CUESTIONES 56 Y 57

Se ha dicho que los ángeles conocen naturalmente las cosas por especies inteligibles connaturales, infundidas por Dios al crearlos. Mas, sujetos a potencialidad, como compuestos de acto y potencia, poseen una inteligencia limitada, Y es indudable que, por muy potente que sea, no alcanzan a conocer naturalmente todo lo que absolutamente es cognoscible en el, pues esto es propio de Dios, inteligencia infinita. Por otra parte, debe haber necesariamente proporción entre el objeto cognoscible y la facultad cognoscitiva y siendo uno, según enseña la filosofía, el objeto connatural, propio y especificativo de dicha facultad, y otro el objeto común, secundario, mediato o extensivo, deben uno y otro guardar relación con la inteligencia angélica, para que de esta suerte haya la debida proporción y relación armónica entre el objeto y el sujeto. Las cuestiones 56 y ,57, que abarcan el tratado del objeto total y adecuado del conocimiento del ángel, tratan de averiguar dos cosas: 1. qué objetos son los que conocen naturalmente los ángeles y cuáles ignoran, discurriendo- para ella por las dos clases de seres que existen, los inmateriales y los materiales; y 2: en qué medio los conocen: pues, no siendo todas las cosas cognoscibles de la misma manera y estando íntimamente ligadas la cuestión del hecho del conocimiento y la del medio en que se conoce, ha de determinarse en cada clase de objeto si para todos ellos son necesarias esas especies inteligibles de que hemos hablado (cuestión 55) o si para conocer alguno de ellos los ángeles no necesitan tales especies. Las cuestiones, pues, 56 y 57 abarcan el estudio del objeto tanto primario, propio y especificativo como secundario, común y extensivo del conocimiento angélico, y en ellas se examina primero este conocimiento atendiendo al objeto por parte de los seres inmaterial es (q. 56) y luego por parte de los materiales y singulares (q. 57).

II.-RAZON DE SER DE ESTA CUESTION 56
Y ORDEN  DE LOS ARTICULOS.

La inmaterialidad es no sólo la razón de la inteligencia o poder cognoscitivo de un ser, sino también la medida de la inteligibilidad de los objetos. Por eso, así como cuanto una substancia se eleva más y más sobre la naturaleza corpórea, alejándose de las condiciones de la materia, es tanto mayor la fuerza de poder cognoscitivo que posee (1." p., q. 14, a. 1), así también, a proporción que los objetos se hallan más libres y elevados sobre la materia y sus condiciones, son más inteligibles en sí mismos.  Es indudable, pues, que el ángel, substancia perfectamente inmaterial y, por ende, inteligente, ha de conocer de algún modo los seres inmateriales o espirituales. Mas ¿cómo se verifica esto? Tres son las clases de substancias inmateriales: el alma humana, los ángeles y Dios.  Acerca del alma humana no se plantea aquí problema alguno en orden al conocimiento angélico, quizás porque, perteneciendo su estudio al tratado del hombre, del que se ocupa el Angélico Maestro a partir de la cuestión 75 de esta primera parte de la SUMA, se reserva para aquel lugar la consideración de la misma bajo todos sus aspectos, Además, si se considera al alma en cuanto está unida al cuerpo, es su forma, y de la unión de ambos resulta el compuesto humano, que es lo que propiamente cae bajo la consideración del entendimiento; y entonces se trata de él como cosa material en la cuestión siguiente, reservada al conocimiento de las cosas materiales. Y si se considera al alma como substancia espiritual, pero separada, del cuerpo, le conviene cuanto aquí se, diga de cómo un ángel conoce las substancias angélicas.
Respecto a los objetos inmateriales, se trata aquí:

1°, del conocimiento que el ángel tiene de sí mismo (a. 1);
2°, del conocimiento que un ángel tiene de los otros ángeles (a. 2); Y
3°, por último, se Investiga cuál sea el conocimiento que los ángeles pueden tener naturalmente de Dios (a. 3).

Y no se pierda de vista que en los tres artículos de la cuestión se plantea el problema preguntando por el hecho, pero, al mismo tiempo que se afirma éste, se expone el modo.Y el medio de dicho conocimiento.

l. ENSEÑANZA DIE LA DIVINA REVELACION

La doctrina expuesta por Santo Tomás en los tres artículos de esta cuestión no se encuentra expresamente en la revelación divina, pero, limitada solamente la cuestión al hecho, con abstracción del modo y medio, sí se halla de forma equivalente en las sagradas letras. No hay duda que dar uno testimonio de sí mismo y razón de su nombre y oficio supone algún conocimiento de si propio. Y aunque no consta expresamente si este conocimiento que tales testimonios suponen es, natural o sobrenatural, no hay nada que obligue a dudar que cada ángel naturalmente se conoce, siendo, por otro lado, ésta una verdad que la razón corrobora y demuestra suficientemente.

2. Unos ángeles conocen a otros siempre que en los libros sagrados varios ángeles desempeñan juntos algún ministerio, se afirma implícitamente que los ángeles se conocen unos a otros. Así: Tres ángeles se aparecen a Abrahán (Gien.1 8, 2-22) y dos de ellos marchan a Sodoma y se aparecen a Lot (Gen. 19, 1 s.), obrando en todo de común acuerdo, lo que indudablemente supone conocimiento mutuo.

Lo mismo debe decirse de los ángeles que cantan en el nacimiento del Salvador (Lc. 2, 13); de los que sirven a Jesús en el desierto (Mt. 4, 11, Y Mc. 1, 13); de los que estaban sentados uno junto a la cabecera y otro a los pies del sepulcro de Jesús y hablaron a María Magdalena (Jo, 20, 13), así como de los dos ángeles que en forma de varones con hábitos blancos aparecieron a los discípulos el día de la  Ascensión y anunciaron la vuelta del Salvador el día del juicio (Aet, 1, 10). 3. Los ángeles conocen naturalmente a Dios, aunque no ven naturalmente la divina esencia. Dada la superioridad que la Sagrada Escritura atribuye a los ángeles sobre los hombres (Hebr. 2, 7; 2 Petr. 2, 11) y lo que la revelación enseña de la posibilidad para el hombre del conocimiento natural de Dios e imposibilidad de que ningún, entendimiento creado le vea, intuitivamente por sus propias fuerzas, tiene plena aplicación a los ángeles cuanto del hombre en este punto se afirma. (Véanse los textos escríturísticos relativos a esta materia en el vol. 1 de esta edición castellana de la SUMA, prop, 6." y 9:, pp, 381-383).

b) DOCTRINA DE LA IGLESIA. Solamente la tenemos explícita respecto a este tercer punto, al afirmar la necesidad del lumen gloriae en todo entendimiento creado (y, consiguientemente, en el angélico también) para ver claramente a Dios, y de la imposibilidad de que algún entendimiento creado pueda obtener naturalmente la visión intuitiva y beatífica de la divina esencia (Denz., nn. 474,,475, 1021, 1659, 1662, 1786, 1795, 1796 Y 1808).

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