Nuestra Señora de Vladimir |
Del monje Cirilo de Beloozero (s. 1827), se dice que encontró la
soledad deseada para la vida eremítica, por intervención de la Madre de Dios.
La iglesia que edificará más tarde cerca de su celda, estará dedicada a la
Dormición. Abraham de Gorodeck (†1375), ve durante la plegaria la imagen
resplandeciente de María con el Niño, y levanta en el mismo sitio una iglesia y
un monasterio, también con el nombre die la Dormición. Más recientemente, el monje Partehnios de Kiev
que murió en 1855, el día de la Anunciación, que ese año coincidió con el
Viernes Santo, tuvo, según se dice, frecuentes visiones de la Virgen, a la que
llamaba Abadesa del monasterio de las Grutas, idea que, por otra parte, la
encontramos en el monte Athos, y en otros ambientes monásticos del Oriente, Una
costumbre generalizada, es que en los refectorios monásticos, un ícono de la
Virgen presida las comidas de los monjes. Después de la colación de la noche,
se dice: "Vuestro seno se convirtió en la santa mesa que llevaba el Pan
Celestial, Cristo Nuestro Dios; quienquiera coma de él no morirá, como lo ha
dicho, oh Madre de Dios, Aquel que alimenta a todos". Parthenios vivió durante largos años en una estrecha celda, cuya
pequeña ventana estaba tapada con un ícono de Marta, delante del cual ardía
siempre una lámpara de aceite. Decra el monje: "¿Para qué la luz visible? La Purísima es la luz de mis ojos y de mi alma".
De él también son estas palabras que expresan toda su
devoción y todo su amor hacia la Madre: "¡Ah!, Hija bienaventurada de Dios
Padre, Madre sin mancha del Emmanuel, Esposa del Paráclito, pura como un
cristal, oh Paloma de la voz santa, Arca inmaculada del Creador, Nido sublime
de Águila celestial, Luz siempre ardiente del mundo. Con las palabras del
arcángel Gabriel, os digo: Salve". Bastan estos ejemplos para
mostrar el lugar que ocupa María en la vida de los monjes. En las fiestas de
María, la liturgia bizantina lee el evangelio de Marta y María, en el que
Cristo habla de lo único necesario. Esos hombres de Dios, llamados a dejar todo, para buscarlo, encuentran
en María su modelo, su protección y su guía.
Veneración de los íconos de María
El calendario litúrgico del Patriarcado de Moscú, del año 1954, traía
una lista alfabética de 260 íconos marianos milagrosos. El ícono de Vladimir es
un tipo de ícono bastante autóctono, que no 'corresponde enteramente al modo
bizantino, más austero. El ícono mariano bizantino conoce tres tipos
principales. El más antiguo es el de La Orante, en -el que la Virgen está representada
con las manos levantadas hacia el cielo, mientras que, sobre el pecho, en un
círculo o en un óvalo, aparece el Emmanuel. María es aquí la figura de la
Iglesia orante sobre la tierra. El ícono de Novgorod es de ese tipo. El segundo
tipo de íconos, representa más directamente a la Santísima Madre del Salvador;
en ellos, la Virgen sostiene en sus dos manos al Hijo divino delante de su
pecho. Panagia Odigitria, es el nombre del tercer tipo, es decir, la Toda Santa
Conductora en el camino, como dijimos al principio de esta exposición. La
Virgen lleva en el brazo izquierdo al Niño Jesús bendiciendo, al que muestra
con el brazo derecho. Aquí se expresa la mediación de María. Este es el ícono
más expandido, y su origen se atribuye al evangelista San Juan .. Este se
encuentra en los íconos muy populares de Tichrin y de Smolensko. Este último
fue el protector del ejército del general Kutusov, en su campaña contra
Napoleón.
El Gran Duque Gabriel Constantinovich (t 1955), describe en sus
memorias, cómo en la celebración del centenario de la batalla de Borodino (25
de agosto de 1912), el mismo ícono fue llevado en procesión, en presencia del
Zar y su familia, y los soldados se turnaban, porque era muy pesado. León
Tolstoi, en La Guerra y la Paz, describe la ceremonia con este ícono, antes de
la famosa batalla, y la brillante victoria sobre "los franceses y los
veinte pueblos venidos con ellos".
El ícono de Nuestra Señora de Vladimir es del mismo tipo, pero sus
rasgos son menos rígidos que en los estrictamente bizantinos, y expresan una
gran ternura, sin por ello perder el carácter trascendente tan propio de la
iconografía de la tradición bizantina. El Niño apoya su cabeza contra la de su
Madre. La mirada grave de Esta, vuelta hacia los espectadores, da al conjunto
una gran distinción y profundidad, un verdadero reflejo de la filantropía
divina. Se comprende fácilmente que, delante de semejante imagen, numerosas
generaciones hayan orado con amor y fervor.
Nuestra señora
de Iberia
Este ícono fue llevado desde el monte Athos a Moscú en el siglo XVII, y
se veneraba en una pequeña capilla, no lejos de has murallas del Kremlin. Desde
el alba hasta la tarde, la gente iba a orar allí. Obreros y hombres de negocio
comenzaban allí sus tareas diarias, los estudiantes encomendaban sus exámenes. El Gran Duque Gabriel, arriba citado, narra que, en 1913, con ocasión
de las festividades jubilares de la casa de los Romanov, el emperador descendió
de su caballo para venerar este ícono, cuando el cortejo imperial pasó por
delante de la capilla. Este santuario no se cerraba nunca, hasta que, en 1929, las autoridades
bolcheviques lo alejaron. El ícono se encuentra ahora en la catedral de la
Resurrección, donde sigue siendo objeto de veneración. Día y noche arden
pequeños cirios ante él. El filósofo Iván Kireevski (1806-1856), cuenta la especie de conversión
que se obró en él, un día que se encontraba cerca de la Virgen de Iberia:
"Yo estaba de pie delante de la capilla, mirando el ícono milagroso de la
Madre de Dios, y reflexionando sobre la fe ingenua de la gente que oraba ahí.
Algunas mujeres, enfermos, y también ancianos, estaban de rodillas, haciendo
signos de la Cruz y profunda inclinación". Después sentí que los rasgos de
la Virgen parecían reanimarse: "Ella envolvía a esas gentes simples con
una mirada llena de compasión y amor... Caí de rodillas y oré, con el corazón
contrito... ".
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