La Misa de Cranmer
LA ORACiÓN DE LA OBLACION.
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La oración de la oblación, que se dice inmediatamente después de la comunión
del pueblo, en la liturgia de Cranmer, dice así: "Oh Señor y Padre
Celestial, nosotros, vuestros humildes siervos, de corazón deseamos que Vuestra
paternal bondad acepte misericordiosamente este nuevo humilde sacrificio de alabanza
y de acción de gracias. Y, con uno gran humildad os pedimos nos concedáis que,
por los méritos y la muerte de Vuestro Hijo, Jesucristo, y por la fe en su
sangre, nosotros y todos los miembros de la Iglesia universal podamos obtener
la remisión de nuestros pecados. Y todos los otros beneficios de su pasión. Y
aquí nos ofrecemos a vos, oh Señor; nuestras almas y nuestros cuerpos, como
razonable, santo y viviente sacrificio a vuestra gloria.
Humildemente también pedimos que todos nosotros, los que hemos
participado en esta santa comunión, seamos llenos de Vuestra gracia y de
Vuestras celestiales bendiciones. Y, aunque seamos indignos, por nuestros múltiples
pecados, de ofreceros ningún sacrificio, sin embargo, os pedimos aceptéis este
nuestro deber cumplido y nuestro servicio, no en consideración a nuestros
méritos, sino perdonando nuestros ofensas, por Jesucristo nuestro Señor, por
quien y con quien, en unidad del Espíritu Santo, os sea dado todo honor y toda
gloria, en un mundo sin fin, oh Padre Todopoderoso. Amén" (se suprimieron las oraciones de las abluciones y purificación
que siguen después de la comunión de los fieles, oraciones que el sacerdote
reza en silencio mientras realiza esta sublime acción poniendo en su lugar la
“oración que acaban de leer. Para tener una idea de estas oraciones se las dejo
aquí tal y como se rezan en la Misa tridentina o de San Pio V: HAZ, Señor, que recibamos con un corazón puro lo que con la boca
acabamos de tomar, y que este don temporal se traduzca para nosotros en remedio
sempiterno. TU cuerpo, Señor, que he sumido, y tu
sangre, que he bebido, adhiéranse a mi corazón, y haz que no quede mancha de
maldad en mí, a quien han alimentado estos puros y santos sacramentos. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. (Lamentablemente también han sido suprimidas en la
nueva misa y, con qué autoridad? Cada uno busque la respuesta lo que sí puedo
decir que aquí la autoridad divina quedo relegada. ¡Cuánta semejanza guarda el
nuevo “rito” de la misa nueva con la “Misa” de Cranmer!)
Podemos observar que Cranmer establece aquí; sin duda, su nueva
interpretación del rito, y las tres menciones de la palabra
"sacrificio" sólo sirven para aumentar la confusión, de los que
oyendo esta oración, en la lengua vernácula, están así inclinados, a admitir
que la nueva Misa es una continuidad de la vieja. El concepto católico era que
Cristo se ofreció a si, mismo, en perfecta oblación, a su Eterno Padre y que la
Iglesia militante sobre la tierra, como su Cuerpo místico, participa por la
Eucaristía en este acto eternamente sacerdotal de Cristo. Cranmer sustituyó
deliberadamente esta verdad católica con la idea de que somos nosotros los que
nos ofrecemos a Dios, en cuerpo y alma. (Y,
acaso no se nota lo mismo en la misa nueva? Ya no es Cristo quien se ofrece
sino el pueblo quien lo ofrece y, donde quedo en mediador entre Dios y el
hombre o sea el sacerdote? Quién sabe.)
También las palabras: "por quien y con quien, en la unidad del
Espíritu Santo Os sea dado todo honor y gloria, oh Padre Omnipotente, en un
mundo sin fin. Amén.” Están dichas para dar la impresión de la doxología más
grande en la liturgia, pero totalmente diferente, en su significado, en la liturgia
de Cranmer: "Per ipsum et cum ipso et in
ipso,est tibi, Deo Patri Omnipo tenti, in unitate Spiritus Sancti, omnis honor
et gloria, per omnia saecula saecolorum". Aquí, las cinco señales
de la Cruz, que el sacerdote hacía, seguidas de la elevación del pan y del vino
consagrados, todo con un gesto y sentido de ofrecimiento una reminiscencia de
la antigua ceremonia en la cual el celebrante levantaba el pan consagrado y el
diácono el gran cáliz y tocaban uno con otro era la señal externa y visible del
ofrecimiento del Sacrificio acepto a Dios. Esa elevación, en esta parte de la
Misa de San Pío V, con las palabras en honor et gloria, hace que el simbolismo
del lenguaje y de le acción se fusionen en uno, para convertirse en una
litúrgica lección sobre el significado de la Misa.
Cranmer prohibió esas cruces y la elevación, pero conservó una
aproximación en las palabras, que ahora significan algo muy diferente; para dar
la impresión de la continuidad. Así, el nuevo rito fue elaborado para dar
cuerpo a la creencia de la justificación por la fe sola, una creencia, en la
que los sacramentos no podían ya ser admitidos en el sentido que siempre habían
tenido." (No es de extrañar que haya
sido cambiado su ritual propio de cada sacramento según el rito antiguo y hayan
introducido otras palabras que se alejan impresionantemente de su verdadero
significado comprometiendo la VALIDEZ de dichos sacramentos, cuando menos con
esta acción malévola la duda sobre su valides es evidente y clara. Duda que
corre el riesgo de convertir los sacramentos en un instrumento de sus planes
que van en contra de LO VERDADERO Y LO SANTO de estos sacramentos. Y digo
cuando menos porque en muchas almas fluctúa la idea cada vez más fuerte de su INVALIDEZ total, lo cual es lamentable y crea una verdadera y solida
desconfianza)
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