El Obispo Anglicano James Roque y Mons.Fellay
A CUARENTA AÑOS DE LA DECLARACION DE MONS. LEFEVBRE
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Ante los sucesos acaecidos
en San Pablo Brasil entre la Fraternidad San Pio X y un obispo “tradicional”
anglicano es bueno traer a la memoria las palabras de Monseñor Lefebvre dichas
hace cuarenta años con el fin unirnos espiritual y formalmente a esta
declaración de fe y de adhesión a esta declaración católica par que, con ella
manifestar nuestro malestar ante la actitud ecumenista de Mons. Fellay. Las
palabras de Mons. Lefebvre si bien son cortas sin embargo son de una
profundidad teológica fruto de una fe solida que reinaba en su alma sacerdotal
y es el esta fe la que debe reinar en nuestros corazones artos de tanto
modernismo cada vez mas descarado y de una Fraternidad cada vez mas vacilante ,
por un lado, y por otro mas conforme con la mentalidad modernista que impera en
la Roma modernista. Antes de recibir la ordenación sacerdotal se nos hacia
decir en el cual se nos pedia rechazar al modernismo y servir a la fe católica
de siempre recordemos que este juramento fue introducido por San Pio decimo
cuando tuvo ese sueño sobre el modernismo. al hacer este acto de fe nosotros
desagraviamos a la Iglesia católica de este acto llevado acabo por uno de sus
miembros que debería defenderla y no insultarla Si bien la declaración de
Mons., Lefebvre no tiene este carácter si encierra, en cierta manera, algo de
solemnidad porque implica el compromiso formal nuestro de rechazar al
modernismo actual con todas sus consecuencias nefastas. Además es una
declaración de fe que, a base de repetirla, se va reafirmando en nuestras almas
tan ávidas de esta fe católica
Cuarenta años! Desde hace
varios meses que se habla ya de esto porque celebrar un aniversario, se
prepara, es cierto. Cada vez más se habla de este aniversario porque hemos
decidido festejarlo en Roma, lo que no es sencillo por diferentes razones. Pero
cuarenta años… es verdaderamente un período largo de historia… nuestras alumnas
no habían nacido todavía y gran parte de sus padres tampoco o en todo caso no
estaban en edad de interesarse en la “crisis de la Iglesia!” y sin embargo,
esta crisis no está por terminar pronto, aunque unos lo piensen, y hay
decisiones que tomar en conocimiento de causa, hay un combate que tenemos que llevar
todavía y que no parece tampoco estar cerca su fin, aún si, durante todos estos
años que han pasado, escuelas, capillas, seminarios, conventos, noviciados han
sido construidos y han crecido en número- a pesar de oposiciones continuas- aún
si es posible de asistir sin problema a la misa tradicional. Todo lo que
permite guardar y transmitir la Fe tenemos que utilizarla, defenderla y
desarrollarla.
El enemigo pudo creer en
un cierto momento que iba a ganar la batalla, pero a pesar de sus maniobras y
astucias, la misa continuó viva y a dar vida y el sacerdocio sin el cual ella
no existiría. En efecto, un año antes Monseñor Lefèbvre hacía la declaración
memorable que acaba de cumplir también cuarenta años.
<<Nos adherimos de
todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la Fe
católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa Fe, a la Roma
eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
Por el contrario, nos
negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neomodernista
y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y
después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron.
Todas esas reformas, en efecto, contribuyeron
y contribuyen todavía a la demolición de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio,
al aniquilamiento del Sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la
vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las
universidades, los seminarios, la catequesis, enseñanza nacida del liberalismo
y del protestantismo, condenada repetidas veces por el Magisterio solemne de la
Iglesia.
Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en
la jerarquía, puede constreñirnos a abandonar o a disminuir nuestra Fe católica
claramente expresada y profesada por el Magisterio de la Iglesia desde hace
diecinueve siglos.
Es por ello que sin ninguna rebelión, ninguna
amargura, ningún resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación
sacerdotal bajo la estrella del Magisterio de siempre, persuadidos de que no
podemos prestar un servicio más grande a la Santa Iglesia Católica, al Soberano
Pontífice y a las generaciones futuras. <<”Si llegara a suceder, dice San
Pablo en su epístola a los Gálatas, que nosotros mismos- no solamente un ángel
venido del cielo- estas palabras son conocidas pero se olvida algunas veces esa
pequeña palabra, nosotros mismos o un ángel del cielo: si nos aut ángelus de
caelo- << si nosotros mismos o un ángel venido del cielo os enseñara otra
cosa distinta de lo que yo os he enseñado, que sea anatema” (Gál. 1, 8).
>> San Pablo se hace anatema el mismo si él enseña algo que no ha
enseñado en el pasado. ¿No es lo que nos repite o debe repetirnos el Santo
Padre hoy? Y si una cierta contradicción se manifestara en sus palabras y en sus
actos así como en los actos de los dicasterios, entonces elegimos lo que
siempre ha sido enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de
la Iglesia. No es posible modificar profundamente la “lex orandi” sin modificar
la “lex credendi”.
A la misa nueva corresponde
catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas,
Iglesia carismática, pentecostal, todas cosas opuestas a la ortodoxia y al
magisterio de siempre. Habiendo esta Reforma nacido del liberalismo, del
modernismo, está totalmente envenenada; sale de la herejía y desemboca en la
herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos. Es pues
imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta Reforma y someterse a
ella de cualquier manera que sea. La única actitud de fidelidad a la Iglesia y
a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico a
aceptar la Reforma.
Es por ello que nos
atenemos firmemente a todo lo que ha sido creído y practicado respecto a la Fe,
las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del
sacerdocio, la institución de la Iglesia, hasta 1962, antes de la influencia
nefasta del Concilio Vaticano II. Y haciendo esto, con la gracia de Dios, el
auxilio de la Virgen María, de San José, de San Pío X, estamos convencidos de
mantenernos fieles a la Iglesia Católica y Romana, a todos los sucesores de
Pedro, y de ser los “fideles dispensatores mysteriorum Domini Nostri Jesu
Christi in Spiritu Sancto”. Amén.>>
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