19 de julio
San Vicente de Paúl, confesor y fundador.
(† 1659)
Misa – JUSTUS
Epístola – I Cor; IV, 9-14
Evangelio – San Lucas; X, 1-9
El amorosísimo padre de los
pobres San Vicente de Paúl, parece que fué de nación español, aunque varios
autores de su vida dicen que nació en el lugar de Ranquines de la parroquia de
Puy, en Francia. Habíanle puesto sus padres, que eran unos pobres labradores, a
guardar el ganado; mas como le viesen hábil para las letras, le enviaron a una
escuela de los padres franciscanos que estaban en la ciudad de Acqs. Habiéndose
graduado de bachiller en la universidad de Tolosa, y ordenádose de sacerdote,
enseñó por algún tiempo la sagrada teología. Mas el Seqor, que le había
escogido para que ilustrase al mundo con el resplandor de sus virtudes y
señaladamente de su caridad, le puso en el crisol de la tribulación. Porque
haciéndose a la vela para ir desde Marsella a Narbona, en el golfo de León fué
asaltada la nave por unos corsarios moros, los cuales mataron bárbaramente al
patrón y a otros que iban con él, e hirieron con flechas a casi todos los
demás, y entre ellos a nuestro Vicente, y cargándoles'de cadenas los llevaron a
Túnez. Aquí, despojado el santo de sus vestidos, encadenado, y mal cubierto con
un pobre sayal, com vil esclavo, fué llevado por las calles y vendido a un
pescador. Fué comprado después por un viejo médico químico, el cual lo entregó
a un sobrino, bárbaro de secta y de costumbres, y paró finalmente en poder de un
renegado. No se pueden decir los grandes trabajos que pasó el santo todo el tiempo
de su esclavitud, que fué como el noviciado de su vida santísima. Convirtió al
renegado, el cual fué con san Vicente a Roma, y entró en el austero convento de
unos religiosos llamados Faíe ben Fratelli que servían en los
hospitales bajo la regla de san Juan de Dios. Encaminóse luego el santo a
París, donde se consagró al servicio de los pobres enfermos del hospital de la
Caridad, y pasando después a los condenados a galeras fundó para socorrer a
aquellos infelices la Casa Misión de Marsella, donde por librar a uno de los
galeotes en extremo afligido, se ofreció a ocupar su lugar y llevar sus
hierros, de lo cual le quedó en los pies una hinchazón que le duró todo el
resto de la vida. Fundó la Congregación, llamada de la Misión, de clérigos
seculares y fervorosísimos misioneros; instituyó la Cofradía de hombres para
asistir a los enfermos, la Hermandad de las Hijas de Caridad para los enfermos
de cada parroquia la llamada de la Caridad para los grandes hospitales, y la de
las Damas de la Cruz para la educación de las niñas. Promovió las fundaciones
de los grandes hospicios de París para los niños expósitos; socorrió con
gruesas limosnas a los pobres de las provincias de Lorena y de muchas
poblaciones asoladas por la guerra y el hambre, y asistió al rey Luis XIII, que
puesto en el último trance murió consolado en los brazos del santo. Finalmente,
lleno de días y de méritos, a los ochenta y cinco años de su edad, dio su
espíritu al Señor.
Reflexión: Apenas se derramó en París la triste nueva
del fallecimiento de San Vicente de Paúl, no se oía en toda la ciudad más que
esta sola voz: «Ha muerto el santo». Lloráronle los huérfanos, lloráronle las
viudas y todos los pobres exclamaron con lágrimas: «¡Ha muerto nuestro padre!».
Sacerdotes y prelados, caballeros y damas, senadores y príncipes hicieron gran
sentimiento por su muerte y comenzaron a venerar su sepulcro, glorificado por
el Señor con grandes prodigios, y con la perfecta incorrupción del sagrado cadáver.
Oración: Oh
Dios, que revestiste de apostólica fortaleza al bienaventurado Vicente para que
evangelizase a los pobres y promoviese el decoro del Orden eclesiástico, rogárnoste
nos concedas seamos instruidos con los ejemplos de sus virtude. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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