DIFERENCIACIoN DE LOS ANGELES
ENTRE SI (a.iv)
Además del orden del universo, al cual todas las cosas concurren, hay
en todos y cada uno de los grados de seres creados por Dios un orden admirable,
que no puede faltar en los seres más perfectos, en esa multitud grande, aunque
indeterminada, de ángeles de que hablan los libros sagrados, y que exige alguna
diferencia entre ellos mismos.
Pero las Escrituras no dicen en qué consista esa diferencia, aunque
hablen de ciertos grados superiores e inferiores entre ellos, ni el magisterio
de la Iglesia es más explícito, aun admitida la ordenación de los ángeles en
jerarquías y coros. De ahí que la razón humana ha de buscar esa diferenciación
en la naturaleza intrínseca de los ángeles, que es lo que Santo Tomás se
propone en este artículo 4.° Nótese, ante todo, con el Santo (1 . q. 47, a.2),
que hay en las cosas que conocemos directamente dos clases de distinción, una
material y otra formal. La primera es causa de la distinción y multiplicación
de los individuos dentro de la misma especie, constituyendo la distinción
numérica; la segunda causa la distinción específica. ¿Cuál de ellas habrá de
ponerse en los ángeles? Esta cuestión fue muy discutida en todos los tiempos, y
en la cual, ante el silencio de la divina revelación, los Santos Padres nada
determinaron tampoco. He aquí cómo se expresa a este propósito San Agustín:
"Creo con fe firme que existen los ángeles y no dudo que difieran, pero
ignoro en qué difieren... Así, pues, firmísimamente creo y tengo fe firme de
que difieren algo entre sí. Pero, aunque me desprecies a mí, a quien tienes por
gran doctor, ignoro qué sean: y en qué se diferencien entre sí" (Ad Oros.
contr. Priscil.., cap. 11 y 14: ML 47, 678). "Digan los que puedan en qué
difieren los ángeles, si pueden probar lo que afirman; yo confieso mi
ignorancia en esto" (Enquir., cap. 58: ML 40, 259).
Son los teólogos los que han tratado de buscar una solución, basados en
principios de puro orden racional, dando origen a varias sentencias, que Santo
Tomás enumera, rechazándolas, al principio del artículo, y que en cierto modo
incluyen otras que surgieron después. La
primera opinión, que menciona también en otros lugares (cf. Cont. Gent., lib. 1,
cap. 95, etc.), atribuyéndola a Orígenes (De principiis l, cap. 8: MG 11, 176,
y III, cap. 9: MG 11, 229), afirmaba que todas las substancias espirituales
incluso las almas humanas, eran de una misma especie.
Tal doctrina fue condenada por el papa Virgilio (640-555) en el canon
1.° contra los origenistas (Denz, 203) Otros, a quienes se refiere la segunda,
opinión aquí mencionada, distinguiendo específicamente las almas de Ios
ángeles, ponían a éstos todos de la misma especie. A esta sentencia se inclinó
San Alberto Magno, O. P., aunque vacilando (Summa Theol.; p 2.", tr. 2, q.
8, ed. Vives, vol. 32, p. 137; In Il Sent., disto 9, a. 7, ed.cit., vol. 27, p.
204, Y dist. 25, a. 5, p. 430). Decididamente la defiende San Buenaventura, O.
F. M. (In II Sent. Dist. 3, p. 1.", a. 2, q. 1, Y dist. 9, q. 1, a. únic.,
ed. Quaracchi, tomo 1, pp. 103 Y 242), Y posteriormente Enrique de Gante
(Quodlib. II, qq. 8 y 11, q. 1), Escoto, O. F. M. (II Sent., dist. 3, q. 7) ;
Durando (II Sent., dist. 3, q.3) y otros.
La tercera opinión, admitiendo la distinción específica entre los
diversas órdenes y jerarquías, pone dentro de cada orden varios o todos los
individuos de la misma especie, diferenciándose únicamente por razón de sus
ministerios y oficios o por los dones sobrenaturales. Así opinaron Alejandro de
Halés, O. F. M. (Summa theol., P. 2.", q. 20, membr. 6, .a, 2, nn, 113 Y
114, ed .. Quaracchi, 2, 153 Y í55) , Gabriel Bíel (H Sent.) disto 3, q. úndc.,
a'2, concl. 3), Dionísío Cartujano (II Sent., dist. 3, q. 3) Y otros
posteriores. Para Santo Tomás, ninguna de estas sentencias es admisible. La
razón es obvia y simple corolario de la doctrina anteriormente expuesta acerca
de la perfecta inmaterialidad de los ángeles. Donde no hay materia no hay
principio de distinción numérica; así que los ángeles habrán de distinguirse
según la forma. Ahora bien, la distinción formal es específica. Luego es
imposible que los ángeles difieran entre sí sólo numéricamente, y es necesario
poner entre cada uno de ellos, con relación a los otros, distinción especifica.
La lógica es así, y Santo Tomás no es de esos espíritus eclécticos,
enfermizos y contemporizadores que se arredran ante las consecuencias a que
conducen los principios que una vez sientan, ni es tampoco de aquellos a
quienes solamente salva la falta de lógica. "Si los ángeles no son
compuestos de materia y forma, siguese que es imposible haya dos de la misma
especie". Y si para combatir esta doctrina se pusiese en los ángeles
alguna materia, aunque fuese espiritual, la distinción habría de ser necesariamente
mayor, pues habría que recurrir para distínguelos a la distinción: de sus
facultades, que necesariamente entrañaría una distinción genérica, no sólo
específica (cf. De spiritualibus creaturis, a 8). Aparte de la confirmación
aducida en la respuesta ad 2, encuentra el Santo una confirmación accesoria de
su doctrina en la incorruptibilidad de los ángeles: "Vemos-dice-que en las
cosas incorruptibles no hay más que un individuo de cada especie; porque la
especie se conserva en ellos suficientemente par Un solo individuo. Mas en las
cosas generables y corruptibles hay muchos individuos en cada especie, para la
conservación de la dicha especie" (1. p., q. 47, a. 2).
Esta actitud resuelta y decidida del Angélico le hizo acreedor a que,
tres años justos después de su muerte, su doctrina en este punto fuese incluida
entre las 219 proposiciones consideradas como de los averroístas y con ellas condenada
por Esteban Tempier el 7 de marzo de 1277 (DENIFLE, O. P., Chartularium.
Univers. Parisiensis, vol. 1, Parisiis 1889, props, 81 y 96, pp. 548 Y 549),
condenación que fue levantada por su sucesor en el obispado de París en 1325,
después de la canonización del Santo.
Hoy, en cambio; su doctrina, aceptada por muchos teólogos, se halla así
compendiada en la tesis 11 de las 24 tesis tomistas de la Sagrada Congregación
de Estudios: "La materia sellada por la cantidad es el principio de la
individuación, o sea de la distinción numérica, imposible en los espíritus
puros entre un individuo y otro dentro de la misma especie" (Acta Apost.
Sedis, 6, 1914, p. 385). Resumimos todo lo anterior con la doctrina del mismo doctor Angélico: Como dice el Filósofo, en los seres
de la misma especie no es posible hallar un primero y un segundo. Pero en los
ángeles, incluso en los del mismo orden, los hay primeros, medios y últimos,
como dice Dionisio. Luego no son de una misma especie. Sin embargo, esto es
imposible. Las cosas que tienen la misma especie y difieren numéricamente,
convienen en la forma y se distinguen por la materia. Si, pues, los ángeles no están, como hemos dicho, compuestos de materia y forma, siguese que es
imposible [13] que existan dos ángeles de la misma especie: tan imposible como decir que hay muchas blancuras separadas o que hay muchas humanidades, puesto que las blancuras no son muchas sino por el hecho de estar en muchas substancias.
Pero es que ni aun en la hipótesis de que los
ángeles tuviesen materia podría haber muchos de la misma especie. En tal caso sería preciso que el principio de su distinción fuese la materia, y no ciertamente por la división de su cantidad, puesto que son incorpóreo s, sino por la diversidad de su potencialidad. Pero sucede que esta diversidad de la materia produce no sólo diversidad de especie, sino también de género.
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