Vengamos ahora a los fines de
la Misa.
1) El último fin. Es el de un Sacrificio
de alabanza la Santísima Trinidad, según la declaración explícita de
Cristo, en el primordial propósito de su misma Encarnación: "Al venir al mundo,
dijo: Hostiam et oblationem noluisti, corpus autem aptasti mihi, no te agradaron
la hostia y las oblaciones, por eso me diste un cuerpo" (Ps. XXXIX, 7-9,
Heb. X, 5)
2) El fin ordinario. Es el del Sacrificio propiciatorio.
Este fin también ha sido velado, porque en vez de hacer hincapié en la
remisión de los pecados de los vivos y muertos, pone el énfasis en el alimento
y santificación de los que están presentes (N" 54.) "Ahora es cuando tiene lugar el centro y
culmen de toda la celebración, cuando se llega a la plegaria eucarística, que
es una plegaria de acción de gracias y santificación...(5) “Cristo
ciertamente instituyó el Sacrificio y Sacramento Eucarístico, en la Ultima
Cena, poniéndose a sí mismo en estado de Víctima, para que nosotros podamos
estar unidos a Él en ese estado, pero su propia inmolación precede a poder
nosotros comer la Víctima y tiene un pleno valor redentor antecedente (la aplicación
de la inmolación sangrienta. Esto está confirmado por el hecho que los fieles
presentes al Santo Sacrificio no están obligados a comulgar sacramentalmente (6). El fin inmanente. Cualquiera que sea la
naturaleza del Sacrificio, es
absolutamente necesario que sea agradable y acepto a Dios. Después de
la caída del primer hombre, ningún sacrificio podía pretender ser acepto, por
sí mismo y sin tener en cuenta el Sacrificio de Cristo. El "Novus
Ordo" cambia la naturaleza del ofertorio, convirtiendo a éste en una
especie de intercambio de dones entre el hombre y Dios: el hombre da el pan, (fruto de la tierra y del
trabajo del hombre) y Dios lo convierte en "el pan de la vida" el
hombre ofrece el vino (fruto de la vid y de su propio trabajo) y Dios hace que
ese vino se convierta en una "bebida espiritual "Bendito seas, Señor,
Dios del Universo, por este pan (o vino) fruto de la tierra (o de la vid) y del
trabajo del hombre...El será para nosotros "pan de vida" (o
espiritual bebida" (7) No es necesario comentar las manifiestas
indeterminaciones de estas fórmulas "pan de vida" y "bebida espiritual",
que pueden significar cualquier cosa. El mismo intolerable equívoco, que
señalamos en la definición de la Misa, se repite aquí. En la definición
comentada, Cristo está presente tan sólo de una manera espiritual entre los
suyos; aquí, el pan y el vino son cambiados únicamente de una manera
espiritual, no substancial mucho menos sacramentalmente. (Lenguaje propio de
los modernistas y señalado por su Santidad San Pio X en su Enciclica
En la preparación del ofrecimiento, -encontramos un equívoco semejante,
como consecuencia de la supresión de las dos grandes oraciones. Lo que, en el
antiguo Misal decía: "Deus qui humanae substantiae dignitatem mirabiliter
considisti et mirabilius reformasti" que era una referencia al estado de
la justicia original en que Dios creó al hombre y a la obra redentora, que con
la Sangre de Cristo, vino a restaurar superabundantemente lo que por el pecado
había perecido: una magnífica recapitulación. De toda la economía del
Sacrificio, desde Adán hasta el presente momento. El ofrecimiento final y
propiciatorio del Cáliz del antiguo Misal decía: "te ofrecemos, Señor,
este Cáliz de salud, implorando tu clemencia, para que, ante el acatamiento de
tu Divina Majestad, suba cum odore suavitatis, para salud nuestra y de todo el
mundo". Esta oración reafirmaba admirablemente el plan divino. Con la
supresión de esta continua referencia a Dios en las oraciones eucarísticas, ya
no existe una clara distinción entre lo Divino y lo humano en el Sacrificio.
Después de remover la piedra angular, los reformadores tenían que poner un
andamiaje al suprimir los fines reales, tienen que sustituir con fines
ficticios, por ellos escogidos, empezando con gestos que acentúan la unión del
sacerdote y de los fieles, y la unión de los fieles entre sí. De allí la nueva
rúbrica: "Es
conveniente que los fieles manifiesten su participación en la oblación,
llevando el pan o el vino para la celebración eucarística, u otros dones con
que se socorran las necesidades de la Iglesia o de los pobres".
Los dones a la Iglesia y a los pobres están antepuestos o equiparados a la
Hostia Divina, que debe ser inmolada. Hay el peligro de que la singularidad de
este ofertorio sea tan confusa, que la participación en la inmolación de la
Víctima se convierta en algo así como una reunión filantrópica o un banquete de
caridad.
(5)
Debería añadirse la Ascensión, si
queremos recordar (Unde et memores), que no asocia, sino clara y terminantemente
distingue... tam beatae pasionis, nec non et ab inferis Resurrectionis, sed et
in caelum gloriasae Ascensionis".
(Recordando, pues, -25-Señor, así tu Santa Pasión, como tu Resurrección...,
como tu gloriosa ascensión al cielo). Este
fin último ha desaparecido en el Ofertorio, el desaparecer la oración
"Suscipe, Sancta Trinitas", y del fin de la Misa, al quitar la
oración '''Placeat tibi, Sancta Trinitas", y del Prefacio, que en los
domingos no será ya el Prefacio de la Santísima Trinidad, y así, en el futuro,
solamente será dicho una vez al año.
(6)
Este ardid se descubre también en la eliminación sorprendente, en los nuevos Canones,
del Memento (o conmemoración) de los difuntos y de cualquier mención de las
almas que sufren en el Purgatorio, a las que se aplicaba antiguamente el Sacrificio
propiciatorio.
(7) Cf.Mysterium Fidei de
Paulo VI. “El Papa San Pio V condena el error del
simbolismo, juntamente con las nuevas teorías de la "transignificación"
y la "transfinalización”... "Ni es correcto el estar tan preocupados
en la consideración de la naturaleza del signo sacramental, que la impresión es
repetida que el simbolismo -y nadie niega su existencia en la Santísima
Eucaristía expresa y agota todo el significado de la presencia de Cristo en
este sacramento. Ni es tampoco correcto tratar del misterio de la transubstanciación,
sin mencionar el maravilloso cambio de toda la substancia del pan en el Cuerpo de
Cristo, y de toda la substancia del vino en Su Sangre, de la cual habla el
Concilio de Trento, y con este lenguaje hacer que esos cambios consistan
solamente en una "transignificación" o 'transfinalización", para
usar sus propios términos. Lo mismo dice Santo Tomas sobre el simbolismo cuando
trata el tema en la suma Teológica y se queda con el de transubstanciación.
(8)
El introducir nuevas fórmulas o expresiones, que, como ocurre en los textos de
los Santos Padres y Concilios y del mismo Magisterio de la Iglesia, debe
hacerse en un sentido univoco, subordinado a la substancia de la doctrina, con
la cual forman esas fórmulas o expresiones un todo inseparable (por ejemplo, 'banquete
espiritual", "alimento espiritual", "bebida
espiritual", etc., etc.). En su Encíclica Mysterium Fidei, Paulo VI
afirma: "Cuando la integridad de la fe ha sido preservada, también debe
salvarse una apropiada manera de expresión. De lo contrario el uso cotidiano o
nuestro impreciso lenguaje pueden, aunque esperamos que no suceda, dar ocasión
a falsas opiniones en la fe, en muy hondas materias... “y citando a San
Agustín, añade: "Hay una exigencia en nosotros a hablar según una regla
fija, para que las palabras no bien seleccionadas y fijas no hagan surgir
también una comprensión errónea de los asuntos que expresamos". Y continua
el Papa: "Esta regla de lenguaje ha sido introducida por la Iglesia en el
largo trabajo de siglos, con la protección del Espíritu Santo. Ella la ha
confirmado con la autoridad de los Concilios. Ha sido más de una vez la prueba
de garantía de la fe ortodoxa. Debe observarse religiosamente. Nadie debe presumir alterarlo a su capricho o
con el pretexto de un nuevo conocimiento... -Es igualmente intolerable que
cualquiera, por propia iniciativa, se atreva a modificar las formulas con las
que el Concilio de Trento ha propuesto la doctrina eucarística de la fe".
R.P. Arturo Vargas Meza
CONTINUARA...
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