Alfredo
Cardenal Ottaviani
Antonio
Cardenal Bacci
BREVE
EXAMEN CRITICO
DEL
NOVUS ORDO MISSAE
I
Al celebrarse en Roma en el
mes de octubre de 1967 el Sínodo episcopal se le pidió a la misma asamblea de
Padres un juicio sobre la así llamada "Misa normativa", a saber, de
esa "Misa", que había sido excogitada por el Consilium ad exsequendam
Constitutionem de sacra Liturgia. Pero el esbozo de semejante Misa suscitó
perplejidades entre los Padres convocados al Sínodo, de modo tal que, mientras
de los 187 sufragios 43 la rechazaron abiertamente, 62 no la aprobaron sino
juxta modum (con reservas). Tampoco se debe pasar por alto el hecho de que la
prensa y los diarios internacionales anunciaron que aquélla nueva forma de la
Misa había sido sin más rechazada por el Sínodo. En cambio, las publicaciones
de los innovadores prefirieron pasar en silencio el asunto: No obstante, una
revista bastante conocida, destinada a los obispos y que divulga las opiniones
de éstos, describió el nuevo rito sintéticamente con las siguientes palabras:
" Aquí se ordena hacer tabla rasa de toda la teología de la Misa. En pocas
palabras, se acerca a esa teología de los protestantes, que ya abolió y
destruyó totalmente el Sacrificio de la Misa".
Pues bien, en el Novus Ordo
Missae, recientemente publicado por la Constitución Apostólica Missale romanum,
se encuentra desgraciadamente casi la misma "missa normativa".
Tampoco consta que las Conferencias episcopales, difundidas por todo el mundo,
hayan sido entre tanto interrogadas, al menos en cuanto tales.
Efectivamente, en la
Constitución Apostólica se afirma que el antiguo Misal promulgado por San Pío V
el día 13 de julio del año 1570 (pero que en gran parte debe ser atribuido ya a
San Gregorio Magno, y más aún, que se deriva de los primitivos (1) orígenes de
la religión cristiana) en los últimos cuatro siglos fue para los sacerdotes de
rito latino la norma para celebrar el Sacrificio; y no es sorprendente si en
tal y tan grande Misal en todas partes del mundo "innumerables y además
santísimos varones alimentaron con gran copiosidad la piedad de sus almas para
con Dios, sacando de él ya sus lecturas de las Sagradas Escrituras, ya sus
oraciones". Así leemos en el Novus Ordo; y, sin embargo, esta nueva
reforma de la Liturgia, que arranca y extermina de raíz aquel Misal de San Pío
V, es considerada necesaria por el Novus Ordo, "desde el tiempo en que con
más amplitud comenzó a robustecerse y prevalecer en el pueblo cristiano el afán
por fomentar la Liturgia".
Sin embargo, con la debida
reverencia, sea permitido declarar que en este asunto hay un grave equívoco;
pues si alguna vez se manifestó algún deseo del pueblo cristiano, esto
aconteció - estimulándolo principalmente el gran San Pío X cuando el pueblo
mismo comenzó a descubrir los tesoros eternos de su Liturgia. El pueblo
cristiano no pidió nunca una Liturgia cambiada o mutilada para comprenderla
mejor; pidió más bien que se entendiese la Liturgia inmutable, pero nunca que
la misma fuese adulterada.
Además, el Misal Romano,
promulgado por mandato de San Pío V y venerado siempre religiosamente, fue muy
querido para los corazones católicos tanto de los sacerdotes como de los
laicos; de tal manera que nada parece haber en ese Misal que, previa una
Oportuna catequesis, pueda inhibir una más plena participación de los fieles y
un conocimiento más profundo de la sagrada Liturgia; y, por lo tanto, no
aparece suficientemente claro por qué causa se cree que un Misal semejante,
refulgente con tan grandes notas reconocidas además por todos, se haya
convertido en un erial tal que ya no pueda seguir alimentando la piedad
litúrgica del pueblo cristiano.
Sin embargo, la "misa
normativa ", aunque rechazada ya "sustancialmente" por el Sínodo
de los Obispos, hoy es nuevamente propuesta e impuesta como "Novus Ordo
Missae", por más que tal Ordo nunca haya sido sometido al juicio colegial
de las Conferencias. [Episcopales. N. del T.]. Pero si el pueblo cristiano ha
rechazado cualquier reforma de . la Sacrosanta Misa (y esto mucho más en
tierras de misiones), no vemos por qué causa se imponga esta nueva ley, que,
como por lo demás lo reconoce la misma predicha Constitución, subvierte una
tradición inmutable en la Iglesia ya desde los siglos IV y V.
Por lo tanto, como esta
reforma carece objetivamente de fundamento racional, no puede ser defendida con
razones adecuadas, por las cuales no sólo se justifique ella misma si no
también se torne aceptable para el pueblo católico.
Es verdad que los Padres del
Concilio, en el párrafo 50 de la Constitución Sacrosanctum Concilium decretaron
que las diversas partes de la Misa se ordenaran de tal modo, "que
aparezcan con mayor claridad el sentido propio de cada una de las partes como
también su mutua conexión". Pero de inmediato veremos cuán poco el Ordo
recientemente promulgado responde a esos deseos, de los cuales apenas si parece
quedar allí algún recuerdo.
Pues examinando con mayor
atención y pesando de nuevo en la balanza cada uno de los elementos del Novus
Ordo se llegará a esa conclusión de que aquí se han añadido o quitado tantas y
tan grandes cosas que con razón se debe aplicar también aquí idéntico juicio al
de la "Missa normativa". Por consiguiente, no es nada extraño que
tanto este Ordo como la "Missa normativa " agraden en muchos puntos a
aquellos que entre los mismos protestantes son más "modernistas".
CONTINUARA...
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