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sábado, 11 de febrero de 2023

OTROS MILAGROS NO MENOS ASOMBROSOS REALIZADOS POR LA SMA. VIRGEN DE GUADALUPE.


Milagros y devoción

de la Virgen de Guadalupe mexicana

Es verdad que los milagros son muchas veces respuesta a nuestra fe. Pero esas grandes devociones a una imagen o aparición de la Virgen, a un santo, se deben siempre a los milagros obtenidos por su intercesión. Cronológicamente no es primero lugar de numerosas peregrinaciones un santuario, por ejemplo, y por eso en él se reciben gracias prodigiosas, sino al revés, porque allí se han recibido gracias especiales, acuden las multitudes. El que empieza siempre es Dios: «Él nos ama el primero».

Y si Dios comienza a santificar con tales gracias un lugar, ello ordinariamente será prueba de la autenticidad de la aparición que se venere, como los milagros obtenidos por la intercesión de una persona muerta en olor de santidad, son argumentos para su beatificación.

Parece poco acorde con un concepto profundo de la Providencia paternal y sapiente de Dios: que eligiese un lugar históricamente apócrifo (Tepeyac, el Pilar, Santiago de Compostela...) para convertirlo en centro de peregrinaciones; lo cual al menos originaría en muchos el error de creer su origen auténtico. Como decimos: Si Cristo no hubiera querido conferir el primado a Pedro, no hubiera empleado tales palabras. «Apacienta mis ovejas», etc., sabiendo que de hecho muchos de buena fe las iban a interpretar en ese sentido).

El milagro físico más extraordinario de la Virgen de Guadalupe es la prodigiosa estampación y conservación de su imagen en una tilma india. Pero no menos extraordinario y, en su orden, superior, fue el milagro moral de la conversión de los pueblos mexicanos: el mayor éxito misional de la historia: en siete años se hicieron cristianos cinco millones de indios (otros dicen ocho millones, pero parece no era tanta la población) dejando la poligamia, sus ídolos y prácticas paganas, para abrazar libremente la religión de sus conquistadores. Cuentan los historiadores que hubo día que se convirtieron 15.000. Y diez millones al año es hoy el número de peregrinos que van a venerarla, siendo el segundo lugar religioso más visitado, después de Roma, sobrepasando a Fátima y a Lourdes.

Esta inundación de gracias fue posible por la acertada reacción de la Jerarquía. Fray Juan de Zumárraga, una vez convencido de la aparición de la Virgen (no la creyó sin más, pero tampoco se negó a indagar y a escuchar al indio, que le decían era un embaucador), la llevó inmediatamente a su oratorio privado. En dos semanas se construyó una ermita provisional, de paja y adobe, en el lugar que pidió la Sma. Virgen: junto al lado de Texcoco (ahora desecado) al pie del Tepeyac, donde se había aparecido la última vez a Juan Diego. Y el mismo diciembre, día 26, una solemne procesión, con el obispo y todas las autoridades, trasladaba la sagrada imagen a su nuevo santuario.

En 1532 el obispo de Zumárraga tuvo que viajar a España. Mientras, la imagen estuvo expuesta sobre la puerta mayor de la catedral. Cuando volvió en 1534, salió con Hernán Cortés a pedir limosna para construir el primer templo de Guadalupe, junto al cual estuvo la habitación donde fue a vivir Juan Diego, y lo recuerda hoy una inscripción del siglo XVII.

El sucesor de Zumárraga amplió la ermita en 1555. En 1609 se puso la primera piedra de un nuevo templo terminado en 1622; de bastante capacidad, con dos torres. En 1666 se construyó la capilla llamada de Cerrito, en el alto donde se apareció la Virgen al principio. Todavía les pareció poco y en 1694 se trasladó la imagen a la primera ermita llamada de los indios, para derribar el templo y hacer otro mejor, acabado en 1709, y que con sucesivas ampliaciones todavía subsiste, pero la imagen fue trasladada el 12 de octubre de 1976 a la nueva basílica construida en la misma plaza con una capacidad para 10.000 personas.

Los Sumos Pontífices le han ido concediendo una serie de privilegios, como los de la Santa Casa de Loreto. La imagen fue coronada canónicamente con toda solemnidad el 12 de octubre de 1895. Pío X el 24 de agosto de 1910 la declaró Patrona de toda América Latina; y Pío XII el 12 de octubre de 1945 Patrona de toda América. En 1752 comisionaron al P. Juan Francisco López, S.J., quien como procurador de la provincia jesuítica debía ir a Roma, para que obtuviese de la S. Congregación de Ritos lo que desde 1663 deseaban todos: oficio y misa propios; lo cual consiguió dicho padre en 1754, fijándose el 12 de diciembre como fiesta de Ntra. Sra. de Guadalupe. Años más tarde Benedicto XIV, a petición de Fernando VI, extendió la concesión anterior a todos los reinos y dominios de España.

Está la imagen dentro de tres marcos, el primero de oro de 13 cms., de ancho, el segundo del mismo ancho, de plata, y el más exterior de bronce de 35 cms. Sobre el marco de oro hay una copia de la corona de oro, sostenida por ángeles; la original, con que se coronó, está llena de piedras preciosas, fue labrada en París y es una de las joyas más valiosas del mundo.

Por los testimonios que nos quedan, desde el principio fue enorme, y siempre creciente, la devoción a Ntra. Sra. de Guadalupe en México. Los mismos virreyes antes de tomar posesión solían pernoctar allí. El P. Florencia, S.J., escribía en 1686 lo que ha seguido ocurriendo desde entonces: «No hay casa en México que no tenga con especial adorno una imagen de Guadalupe; no se encontrará un templo, con tantos como hay, en que no haya imagen o altar dedicado a esta Señora». En el siglo XVIII la aceptaron como Patrona todas las ciudades del virreinato de Nueva España, con aprobación de Benedicto XIV el 25.V.1754.

La devoción a la Virgen de Guadalupe mexicana se ha extendido por todo el mundo. Ya en Lepanto (7.X. 1571) Andrea Doria llevaba una copia de su imagen; ante ella S. Pío V, antes de la batalla, añadió al Avemaría: «ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Cirilo IX, Patriarca de Antioquía consagró a la Virgen de Guadalupe el Oriente Cristiano.

Esta devoción, nacida de la aparición de la Virgen y de la conversión del pueblo indio, fue avivada, según los cronistas, por los numerosos milagros realizados a lo largo de su historia. Expusimos el milagro de la conservación de la imagen, aun contra las bombas, y del contenido de sus ojos. Narraremos otros, para alabanza de su maternal solicitud y nuestra mayor confianza en Ella. (Ya decimos al final de EL ESCA-PULARIO DEL CARMEN, y en otras apariciones de esta colección, que, según la Sagrada Escritura y la tradición, deben ser narrados a gloria de Dios sus milagros, quien sin duda hace muchos más de los que se publican, a veces con exámenes tan rigurosos como los de Lourdes o los admitidos para las beatificaciones y canonizaciones).

He aquí algunos milagros de los muchos que se han obtenido por su poderosa intercesión ya que nos es imposible ponerlos todos en este artículo.

• CUANDO POR primera vez la llevaron al Tepeyac, luego que se concluyó su templo aconteció el primero de todos los milagros que ha hecho. Hubo entonces una gran procesión, en que la llevaron absolutamente todos los eclesiásticos que había y varios de los españoles en cuyo poder estaba la ciudad, así como también los señores y nobles mexicanos y demás gente de todas partes. Se dispuso y adornó todo muy bien en la calzada que sale de México hasta llegar al templo. A poco que se mostró la Señora a Juan Diego y muy prodigiosamente se apareció su preciosa imagen, hizo muchos milagros. Según se dice, también entonces se abrió la fuentecita, que está a espaldas del templo de la Señora del Cielo, hacia el oriente; en el punto donde salió al encuentro de Juan Diego, cuando éste dio vuelta al cerrillo, para que no le viera la Señora del Cielo. El agua que allí mana, aunque se levanta, porque burbujea, no por eso rebosa, y no camina mucho sino muy poquito: es muy limpia y olorosa, pero no agradable; es algo ácida y apropiada a todas las enfermedades de quienes la beben de buen grado o con ella se bañan. Por eso son incontables los milagros que con ella ha hecho la Purísima Señora del Cielo nuestra preciosa Madre Santa María de Guadalupe.

      A UN MORADOR de esta ciudad de México, le dolían fuertemente la cabeza y las orejas, que parecían que iban a reventar; nada le hacía bien y ya no podía sufrirlo. Mandó que le llevasen a la bendita casa de la Purísima, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Luego que llegó a su presencia, le rogó con todo el corazón que le favoreciera y le sanara; e hizo voto de que, si le sanaba le haría la ofrenda de una cabeza de plata. Y acababa de llegar cuando sanó. Casi nueve días permaneció en la casa de la Señora del Cielo; y se volvió a la suya contento; ya nada le dolía.

      UNA JOVEN, llamada Catalina, estaba hidrópica. Viendo que nada le hacía bien; que estaba muy grave y que los médicos decían que no se había de levantar, sino que moriría, suplicó que la llevasen al templo de la Señora del Cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Así quejándose la llevaron, le rogó con todo el corazón que le diera la salud; fueron luego a cogerla y la sacaron dos hombres; ella puso todo su empeño en llegar a donde está la fuente; con toda confianza bebió el agua que allí mana, y quedó sana al punto. Parecía que por todas partes le salía el aire, mayormente por la boca, en cuanto bebió el agua. Ya estaba sana, no le dolía nada cuando visitó el templo de la Señora.

      UN FRAILE descalzo de San Francisco, llamado fray Pedro de Valderrama, tenía muy malo el dedo de un pie: nada le podía ya remediar, si no se lo cortaban, porque tenía cáncer pestífero. Apresuradamente le llevaron a la bendita casa de la celestial Señora de Guadalupe; y así que llegó a su presencia, desató el trapo con que estaba envuelto el dedo de su pie, que mostró a la Señora del Cielo, rogándole con todo el corazón que le sanara. Al momento sanó, y a pie se volvió gozoso a Pachuca.

La voz de Miliza Korjus

Detengámonos algo más en uno de los milagros atribuidos a la Virgen de Guadalupe en México:

La célebre cantante vienesa Miliza Korjus, en la cumbre de su apogeo iba a perder, según el diagnóstico de los mejores especialistas, la mitad de su vida: su voz. Esa voz que le había dado tantos triunfos, y que ya sólo quedaría en las cintas cinematográficas como «El Gran Vals».

La gira iniciada por México en 1946 quedaría interrumpida, así como tantos otros contratos pendientes. ¿Qué hacer en aquellas circunstancias? Humanamente todo estaba perdido.

Entonces fue cuando empezó a cobrar nuevo valor en su mente agitada el recuerdo turístico de los 15.000 peregrinos que pasaban cada día por la Basílica del Tepeyac. Ella misma, protestante, había presenciado en sus visitas aquel espectáculo, pero admirándolo sólo con ojos turísticos, y como motivo típico. Ahora el fervor mariano de aquel abigarrado pueblo la hizo invocar confiadamente a la Virgen de Guadalupe, pidiendo que la curase. Llegó el día fijado para la ineludible operación. Antes de practicarla, los médicos hicieron rutinariamente el examen previo. La admiración se dibujó en sus rostros. Miraron otra vez y confirmaron atónitos que era verdad.

—Pero, ¿qué ha hecho usted?

—Tomé las medicinas que me indicaron para prepararme a la operación.

—No, no. ¿Qué ha hecho usted para curarse?

—Le pedí a la Virgen de Guadalupe que me sanara.

—¿Y ha probado ya su voz?

—Ustedes me prohibieron que cantara.

—Pues vea si puede cantar.

La voz de la artista resonó limpia y armoniosa. La examinaron cuidadosamente y la declararon completamente sana.

Al día siguiente una peregrina más se sumaba al río de gente que iba a arrodillarse a los pies de la Virgen de Guadalupe.

Otra placa de mármol blanco aparecía, días después, a la entrada de la sacristía de la Basílica. Decía solamente: «Gracias, Madre mía - Miliza Korjus».

La víspera de su vuelta a Europa declaró a un periodista: «Vine protestante y vuelvo católica, porque todo lo que he pedido a la Virgen de Guadalupe me lo ha concedido».

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