SAN MIGUEL ARCANGEL
Cuanto lamento no haber honrado como se merece
a estos inseparables amigos nuestros en este valle de lágrimas. El 2 de octubre
la Santa Madre Iglesia celebro la fiesta de los Ángeles custodios, por razones
que ellos conocen no puede subir un articulo muy interesante sobre ellos, pero
no quiero dejar la ocasión de poner a vuestro alcance unas líneas sobre ellos a
quienes tanto les debe mi pobre alma atribulada por los acotamientos mundiales
muy propicios para hacernos perder la fe, disculpen mi tardanza y sea esta
lectura un bálsamo para vuestro corazón como lo fue, es y será para mi corazón.
Vamos a establecer la doctrina católica sobre los ángeles custodios en una serie escalonada de conclusiones.
Conclusión l." Algunos ángeles son
destinados por Dios para guarda y custodia de los hombres. (Completamente
cierta según la fe.)
410. La Iglesia no ha definido expresamente
esta doctrina, pero se deduce con toda seguridad y certeza de los datos que nos
proporciona la Sagrada Escritura. Se trata, pues, de una conclusión
completamente cierta según la fe. He aquí las pruebas:
“He aquí que enviaré mi ángel que vaya delante
de ti y te guarde» (Ex 23,20).
«Te encomendaré a sus ángeles para que te
guarden en todos tus caminos, y ellos te llevarán en sus manos para que no
tropieces en las piedras» (Ps 90, 11-12).
«Mirad que no despreciéis a uno de estos
pequeñuelos, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el
cielo la faz de mi Padre celestial> (Mt 18,10).
¿No son todos ellos espíritus administradores,
enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salud?» (Hebr
1,14).
b) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Ya hemos dicho
que no lo ha definido expresamente, pero lo enseña oficialmente con su
magisterio ordinario a través de su liturgia. Como es sabido, el día 2 de
octubre se celebra en toda la Iglesia la fiesta de los Santos Ángeles
Custodios.
e) LA RAZÓN TEOLÓGICA descubre sin esfuerzo la
alta conveniencia de la custodia angélica sobre los hombres. He aquí algunos
argumentos muy claros y sencillos:
1.0 Como quiera que Dios instituyó el orden en
el mundo de suerte que los seres inferiores sean gobernados por los superiores
(v.gr., el hombre gobierna y domina a los animales), es muy razonable y
conveniente que los hombres sean ayudados por los ángeles 1.
2.° Es muy razonable y natural que los
ángeles, que están ya en la patria bienaventurada, ayuden a los hombres en su
camino hacia ella, puesto que habrán de ser sus eternos compañeros ante Dios.
3.° Si los demonios tientan a los hombres-como
veremos en el artículo siguiente-, es muy razonable que los ángeles buenos les
guarden y ayuden a vencer esas sugestiones malignas.
4.° Los ángeles sirvieron a Cristo (Mt 4,Il) y le confortaron en su agonía de Getsemaní (Le 22.43). Parece natural que hagan lo mismo con todos sus redimidos.
Conclusión 2.8 Todos y cada uno de los
hombres, bautizados o no, tienen su correspondiente ángel de la guarda.
(Doctrina probabilísima y común.)
411. Algunos antiguos opinaron que solamente
tenían ángeles de la guarda los hombres predestinados a la gloria, y otros que
sólo los justos; pero la sentencia probabilísima y hoy día común entre los
teólogos es la recogida en la conclusión. He aquí el razonamiento del Doctor
Angélico 2:
El hombre se encuentra en la vida presente
como en un camino por el que ha de marchar hacia su patria. En este camino le
amenazan muchos peligros, así interiores como exteriores, según aquello del
salmo: En la senda por donde voy me han escondido una trampa (Ps 141,4). Y por
eso, así como a los que van por caminos inseguros se les da guardia, asi
también «Así como los réprobos y los fieles, e incluso el anticristo, no están
privados del auxilio interior de la razón natural, así tampoco están privados
del auxilio exterior concedido por Dios a toda la naturaleza humana mediante la
custodia angélica. Y aunque este auxilio. De hecho, no les sirva para conseguir
mediante sus buenas obras la vida eterna les sirve, no obstante, para apartarse
de ciertos males con que podrían perjudicarse a sí mismos y a otros; porque
incluso los mismos demonios son reprimidos por los ángeles buenos para que no
hagan todo el daño que ellos quisieran. e igualmente no será permitido al
anticristo hacer tanto daño como pretenderá') (ad 3).
Hay que añadir que a cada hombre custodiado
corresponde un ángel custodio distinto, de suerte que ningún ángel se encarga
de custodiar a dos o más hombres. Aunque, por el contrario, es posible y muy
probable que un mismo hombre tenga dos o más ángeles custodios, a saber, uno
como persona particular y otro u otros por el cargo especialísimo que desempeña
en la Iglesia (v.gr., Sumo Pontífice) o en la sociedad civil (v.gr., jefe del
Estado) 3.
En cuanto a que si al terminar la custodia
sobre un determinado hombre (por haber llegado éste al cielo o al infierno)
vuelve Dios o no a encargar a un mismo ángel que custodie a otro hombre, nada
cierto se puede afirmar. Santo Tomás parece opinar que cada ángel custodia a un
solo hombre, sin que vuelva a encargarse nunca de la custodia de ningún otro 4;
y eso parece ser lo más probable si tenemos en cuenta lo que hemos dicho antes
acerca de nuestro propio ángel correinante con nosotros en el cielo. Eso parece
desprenderse también del número inmenso de ángeles existentes, incomparablemente
mayor que el de los hombres, como vimos más arriba.
Conclusión 3.& La guarda de los ángeles
custodios comienza para cada hombre en el momento de su nacimiento y se
prolongará hasta que llegue a su destino final. (Doctrina más probable y
común.)
412. Algunos teólogos enseñaron que el ángel
de la guarda comienza su función desde el momento del bautismo, pero Santo
Tomás y la mayoría de los teólogos sostienen la doctrina de la conclusión. El
Doctor Angélico la razona diciendo que los beneficios conferidos al hombre en
cuanto son cristianos comienzan desde el momento del bautismo, como el poder
recibir la Eucaristía y otros semejantes; pero los que Dios le otorga en
atención a su naturaleza racional se le confieren desde el momento en que al
nacer recibe la naturaleza. Ahora bien, el beneficio del ángel custodio
pertenece a esta segunda clase como ya hemos dicho, y, por tanto, desde el
momento mismo de su nacimiento tiene el hombre asignado su ángel custodio a
cada uno de los hombres, mientras camina por este mundo, se le da un ángel que
le guarde. Pero, cuando haya llegado al término de este camino, ya no tendrá
ángel custodio, sino que tendrá en el cielo un ángel que con él reine o en el
infierno un demonio que le tortures, Al contestar a la objeción de que es
inútil que se depute un ángel custodio a los que Dios sabe que se han de
condenar (v.gr., el anticristo),
La guarda y compañía del ángel custodio se
prolonga hasta que el alma custodiada llega a su destino eterno, o sea al cielo
o al infierno. En el purgatorio continua todavía-según la opinión más
probable-, no ciertamente para proteger o custodiar al alma -ya no lo
necesita-, sino para consolarla y animarla. La misión del ángel de la guarda en
el purgatorio sería la de iluminarla acerca de los grandes misterios de Dios,
de los goces del paraíso, del amor que le tienen Jesús y María, etc., y
anunciarle su próxima liberación 8. En el cielo, como ya hemos dicho, cesará
propiamente la custodia, pero nuestro ángel seguirá eternamente relacionado con
nosotros en calidad de ángel correinante.
Conclusión 4°. Los ángeles de la guarda no
experimentan ninguna tristeza por los males físicos o morales que puedan
afectar a sus custodiados, ni siquiera por su definitiva condenación eterna.
(Completamente cierta.)
413. Aparte de que la pena o tristeza es
incompatible con la perfecta felicidad de que gozan los ángeles bienaventurados
9, Santo Tomás lo razona del siguiente modo 10: «Los ángeles no sufren ni por
los pecados ni por las penas de los hombres.
Como dice San Agustín, la tristeza y el dolor
no son sino de aquello que sucede contra la propia voluntad. Pero nada sucede en
el mundo contra la voluntad de los ángeles ni de los demás bienaventurados,
porque su voluntad está enteramente conforme al orden de la justicia divina; y
nada se hace en el mundo sino aquello que es hecho o permitido por la justicia
divina. Por eso, hablando en absoluto, nada acontece en el mundo contra la
voluntad de los bienaventurados... Es cierto, sin duda alguna, que los ángeles
no quieren los pecados ni las penas de los hombres mirando esto en absoluto y
en abstracto; pero quieren, no obstante, que se guarde en esto el orden de la
justicia divina, según el cual algunos sufren castigos y se les tolera el
pecar».
Al resolver las dificultades añade el Doctor
Angélico las siguientes precisiones:
l. a Así en la penitencia de los hombres como en el pecado de los mismos queda siempre una razón de gozo para los ángeles, saber: el cumplimiento de los designios divinos (ad 3).
2. a Los ángeles son llamados a juicio por los pecados de los hombres, no como reos-pues ninguna culpa tiene ellos de los pecados de sus custodiados-, sino como testigos, para convencer a los hombres de su propia culpa y dejadez (ad 4). No sufren los ángeles de la guarda por los males físicos que afectan a sus custodiados (enfermedades, dolores, persecuciones, etcétera), porque saben que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). Ni siquiera por los pecados, que Dios permite para sacar mayores bienes (por el arrepentimiento y la penitencia posterior). Tampoco sufren, finalmente, por la condenación eterna de sus protegidos, como tampoco sufrirán los bienaventurados al ver en el infierno a alguno de sus familiares o allegados 11. La razón es porque ellos no tienen ninguna culpa de la condenación de aquellas almas-hicieron todo lo que pudieron para evitarla, con sus inspiraciones y buenos consejos, apartándolos de las ocasiones de pecado, defendiéndolos de mil peligros, etc.-, y sólo a la rebeldía y protervia de los pecadores se debe su eterna perdición. Y una vez confirmados en el mal y habida cuenta de su definitiva obstinación en el pecado, los ángeles quieren que se guarde el orden de la divina justicia, que les castiga inexorablemente-aunque menos de lo que merecen, según el Doctor Angélico 12_ y, por lo mismo, ninguna pena o tristeza sienten por su eterna condenación.
414. Es doctrina universalmente aceptada que
hay ciertos ángeles tutelares colectivos, o sea que ejercen su custodia sobre
una determinada colectividad más o menos grande 13. Se funda esta creencia en
ciertas expresiones de la Sagrada Escritura, v.gr., las relativas a los ángeles
de Persia, de Grecia y de Israel (cf, Dan 10, 13-21). La misma Iglesia parece
aludir a esta creencia en la liturgia de Completas, donde hay una oración
especial pidiendo la protección «de los santos ángeles que habitan en este
lugar».
Se cree que el arcángel San Miguel es el ángel
custodio de la Iglesia católica, por su particular excelencia y poder.
Conclusión 6.& Los ángeles de la guarda
derraman sobre sus custodiados innumerables beneficios de orden espiritual y
corporal. (Doctrina cierta y común.)
415. He aquí algunos de esos innumerables
beneficios:
a) Nos libran y defienden constantemente de
multitud de males y peligros, así del alma como del cuerpo.
b) Contienen a los demonios para que no nos
hagan todo el daño que ellos quisieran, sino únicamente el que Dios les permite
para nuestro mayor bien.
e) Excitan con frecuencia en nuestras almas
pensamientos santos y consejos saludables.
d) Ofrecen a Dios nuestras oraciones e
imploran el auxilio divino sobre nosotros.
e) Iluminan nuestro entendimiento, no
infundiéndole nuevas especies, sino proponiéndole las verdades de modo más
fácil a través de la imaginación y de los sentidos internos; en los que pueden
actuar directamente, como ya vimos.
f) Nos asisten de una manera particularísima a
la hora de la muerte, que es cuando más los necesitamos.
g) Nos consuelan en el purgatorio y nos
acompañarán eternamente en el cielo como ángeles correinantes, todo ello debe
excitar nuestra gratitud y mover nuestros corazones a ofrecerles un verdadero
culto de dulía, como hace la Iglesia en su liturgia.
Comentando las palabras del salmo 90 «Mandó a
sus ángeles que te guarden en todos tus caminos», escribe el piadosísimo San
Bernardo 14:
Cuánta reverencia deben infundirte estas
palabras, ¡cuánta devoción deben inspirarte, ¡cuánta confianza deben darte! La
reverencia, por su presencia; la devoción, por su benevolencia; la confianza,
por su custodia.
Anda siempre con toda circunspección, como quien
tiene presentes a los ángeles en todos sus caminos. En cualquier parte, en
cualquier lugar, aun en el más oculto, ten reverencia al ángel de tu guarda. Ni ¿Cómo te atreverías a hacer en su presencia lo que no harías estando yo
delante? ¿Dudas acaso que esté presente porque no le ves? … Si consultas a la
fe, ella te prueba que no te falta la presencia del ángel... Están presentes
para tu bien; no sólo están contigo, sino que están para tu defensa. Están
presentes para protegerte, están presentes para provecho tuyo. ¿Qué volverás al
Señor por todos los bienes que te ha hecho, pues a Él sólo debe referirse el
honor y la gloria? ¿Por qué a Él solo? Porque Él es quien lo mandó, y todo don
precioso no es de otro que de Él».
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