PAPA HONORIO 1
Nota. Los párrafos serrados entre corchetes son de autor de este escrito, por un lado, son aclaratorios y, por otro, dan a conocer la gravedad de los “acuerdos” que con el enemigo se hacen y, como siempre, terminan mal en esta materia y hacen referencia directa a la Neo Fraternidad. También podemos incluir en el mismo rango a la Fraternidad San Pedro, a la congregación de Sn Juan María Vianey de Campos Brasil entre otras. Donde queda comprobado la inutilidad de estas acciones y el mal tan grande que acarrea a la cristiandad. Renunciar a seguir a Nuestro Señor Jesucristo es recibir aquella lapidaria sentencia: “El que no está conmigo esta contra mí, y el que no amontona conmigo desparrama” regla suprema de discernimiento para tener en cuenta. Sellan estas reglas de discernimiento aquellas memorables palabras del Príncipe de los Apóstoles cuando los sacerdotes fariseos les prohibieron predicar en el nombre de Jesús, San Pedro dijo: “Es preciso obedecer a Dios antes que, a los hombres, sirvan estas advertencias para que comprendáis la posición de San Sofronio Obispo valiente que, en su tiempo, se enfrentó al Papa Honorio I.
A) INTERVENCION
DIVINA EN LA CRISIS DE LA IGLESIA (C. 1)
Nuestro Señor en el
pasado suscitó verdaderos defensores del catolicismo siempre que la esposa
virginal de Nuestro Salvador, la Iglesia por Él fundada, se vio en peligros muy
serios para defenderla de sus agresores físicos y morales. Sin embargo, lo
sucedido el 27 de abril del presente año muchos podrán decir que no tiene
parangón dentro de la Iglesia de siempre. Afortunadamente no es así, siempre la
Providencia Divina tiene un as bajo la manga y lo muestra en su momento
oportuno no antes ni después porque para Ella no existe el tiempo, según lo
define Santo Tomas; “El tiempo es según un antes y un después” (quien esto
acota es el autor o cuando menos el porta voz de los variados artículos que, sobre
la pasión del Señor, hizo llegar para vuestra meditación en esta pasada semana
Santa). Como dije más arriba hablando sobre las “canonizaciones” de estos dos
portentos del liberalismo y modernismo actual dentro de la Iglesia ocupada,
cuenta con un antecedente en el Papa Honorio de triste memoria que en el año
del Señor 650 apoyó la herejía Monofisita arrastrando consigo a una parte
considerable de la cristiandad de aquellos tiempos. ¿Cómo sucedió eso?, he aquí
la historia estimado lector.
1) Grandes méritos y cualidades del Papa Honorio
Vamos a referirnos
al serio conflicto ocurrido en los tiempos del Papa Honorio siendo de capital
importancia, sobre todo en este mes de abril de 2014, que todos los, clérigos y
laicos tengan conocimiento de los medios extraordinarios que Nuestro Señor Jesucristo
ha utilizado, para salvar a su Iglesia de sus peores crisis, incluso cuando
todo parecía ya humanamente perdido. Este ejemplo fortalecerá a nuestros
lectores en estos tiempos aciagos donde la herejía modernista, “madre y cloaca de todas las
herejías”, como en su momento lo dijo San Pío X y les mostrara cuales
han sido, en crisis tan graves como la actual que la venimos padeciendo desde
1960, los medios de salvación señalados por Dios.
El Papa Honorio fue
elegido por el clero y el pueblo de la ciudad de Roma, pues como es sabido en
la elección del Papa ha habido en la Iglesia a través de su historia, distintos
sistemas, todos los cuales han sido legítimos. Su Santidad el Papa Honorio
I fue tan hábil político como Paulo VI y fue también magnífico administrador de
los asuntos de la Iglesia, desplegó gran celo en la conversión de los
habitantes de las islas Británicas continuando la obra de San Agustín, liquidó
el cisma provocado por el Patriarca Fortunato que siguió los pasos del surgido
en tiempos del Papa Virgilio, deponiendo de su cargo al mencionado jerarca
cismático, y como lo han hecho la mayoría de los Papas, combatió las
conspiraciones de los israelitas contra la Iglesia de Cristo, dirigiendo una
carta al concilio de Toledo, muy elocuente a este respecto, y siendo también su
epitafio que contenía las siguientes frases: “Judaicae gentis sub te est perfidia victa Sic unum Domini redis ovile
nium”.
Esta lamentable
situación hizo ver a todos la necesidad de hacer un esfuerzo supremo a favor de
la unidad de los cristianos y de la Santa Iglesia, UNIDAD DESEADA POR EL MISMO CRISTO Y POR TODOS LOS QUE SOMOS FIELES A SU
DOCTINA, DICHA UNIDAD ERA EN ESOS TRAGICOS MOMENTOS DE MAYOR URGENCIA EN VISTA
QUE LA CRISTIANDAD SE HALLABA EN PELIGRO ANTE LA INVASION AL IMPERIO ROMANO DE
ORIENTE por los persas, dualistas y paganos, que iban conquistando
una tras otra las provincias del este de África cometiendo las atrocidades más
horribles contra los cristianos y destruyendo las iglesias y monasterios.
Ante el avance arrollador de los persas, la
unidad de los cristianos ERA UN
ASUNTO VITAL. Pero desgraciadamente, cuando este objetivo no se
busca por los verdaderos caminos, en vez de obtenerse la anhelada unidad
deseada, se ha provocado una mayor discordia y una desunión todavía mayor que
la que existía cuando se inició el noble intento. Y eso fue lo que
lamentablemente ocurrió en el caso que nos ocupa por traer a la unidad a
ciertos núcleos heréticos, se provocó un cisma y una nueva hernia, que desgarró
a la Santa Iglesia en el curso del siglo VI, y que provocaron MUCHO MAS DESUNION QUE LA QUE SE QUERIA
SUPRIMIR.
Ante los avances
inminentes de los persas, el emperador Heraclio, que acababa de tomar el trono,
se encontraba desmoralizado ante una situación que agravaba, por el hecho de
que los herejes monofisitas en Egipto habían facilitado los triunfos de los
invasores persas. Entonces surgió el Patriarca Sergio de Constantinopla, como
el hombre que trabajó incansablemente por inyectar ánimo al desmoralizado
emperador y empujarlo a una acción eficaz, para defender al cristianísimo
imperio, conduciéndolo un día a una Iglesia, según refiere la tradición, donde
hablándole de Dios, le exigió el juramento de morir por la defensa de la
cristiandad y el imperio; operándose con esto un cambio en Heraclio, que inició
inmediatamente una serie de campañas victoriosas para recuperar los santos
lugares y recobrar de los persas las vastas regiones que habían capturado, pero
al mismo tiempo, movido el combativo Patriarca, por el imprudente celo de
obtener la Unidad de los Cristianos, concibió la idea de que esta solamente
podría conseguirse mediante el dialogo (mediante el cambio de impresiones, negociaciones y
términos que equivalen al dialogo actual de la Neo- Fraternidad empleando este
término que más se adapta a nuestros tiempos), con los herejes y
concesiones que hicieron a estos, mediante una fórmula de transacción llamada
por él formula de conciliación, que parecía justificarse, ante el nuevo peligro
de la invasión musulmana que se gestaba en el sur. (Debemos
acotar que primero fue el Vaticano II quien inicio estos diálogos inter
religiosos con los actuales herejes y cismáticos, recomiendo el libro: “El Rin
desemboca en el Tíber”)
ESO DE CREER QUE LA VERDAD REVELADA, PUEDE SER OBJETO DE DIALOGO, PARA
REALIZAR CON ELLA TRANSACCIONES, como con
cualquier asunto político, lejos de conseguir la unidad tan deseada, ha traído
siempre, por castigo de Dios, nuevas herejías y todo género de males, ya que la
verdad revelada por Dios no puede ser modificada por los hombres ni ser objeto
de componendas. Dios ha castigado siempre estos gestos de debilidad o de
oportunismo de algunos grandes jerarcas eclesiásticos, permitiendo que ocurran
mayores conflictos a la Santa Iglesia, que aquellos que con estos diálogos
y transacciones se querían liquidar, quizá para hacernos ver a todos que la
Divina Revelación no puede ser objeto de componendas humanas ni se puede
negociar como algo humano ignorando tendenciosamente su origen divino, “No hay unión entre la verdad y el error” ni
entre “La luz y las tinieblas”
El patriarca Sergio,
que demostró con hechos su gran celo por defender la Cristiandad, pensó que
podría lograr la adhesión de los herejes monofisitas, a la Iglesia Católica,
mediante el diálogo y concesiones mutuas que hicieron varias partes y la
adopción de la fórmula de compromiso: que consistía en aceptar en Jesucristo
una persona con dos naturalezas; la humana y la divina, pero una sola energía o voluntad (y aquí está el error) es decir, admitía
solo la voluntad divina en detrimento de la voluntad humana cuando en
realidad como Hombre-Dios. Contra este error el Concilio de Letrán declara:
“Las dos voluntades están coherentemente unidas, es decir, la humana y la
divina en virtud de sus dos naturalezas” (Dz 263) o “Si alguno, siguiendo a los
criminales herejes, confiesa una sola voluntad de Cristo Dios nuestro y una
sola operación, destruyendo la confesión de los Santos Padres y rechazando la
economía redentora del mismo SALVADOR, sea condenado (Dz 265) “Si algún,
siguiendo a los criminales herejes, no obstante haberse conservado en Cristo
Dios en la unidad substancialmente las dos voluntades y las dos operaciones, la
divina y la humana, y haber sido así piadosamente predicado por nuestros Santos
Padres, confiesa contra la doctrina de los Padres UNA SOLA VOLUNTAD Y UNA SOLA
OPERACIÓN SEA CONDENADO (Dz 266) La herejía consistió en negar en Cristo Dios
las dos voluntades y las dos operaciones afirmando erróneamente una sola
voluntad y una sola operación. Herejía a la que se denominó monotelita y la monofisita sostenía que la existencia de
Cristo en una sola naturaleza y no dos y en esto consistía la herejía
monofisita, podrían unirse a la ortodoxa, pero se incurrió en una más
grave herejía, que en el fondo era el mismo monofisismo con otro aspecto. Y
ocurrió que la famosa fórmula de transacción, si bien logró atraer a la mayoría
de los monofisitas, fue insuficiente e inaceptable para otros.
El patriarca Sergio
logró que el emperador nombrara a Ciro de Fasis, para ocupar el Patriarcado de
Alejandría, al quedar vacante este, con lo que los partidarios de la nueva
herejía controlaban las sedes más importantes de oriente, tomando proporciones
gigantescas esta nueva herejía, sin haber logrado la tan ansiada anhelada
unidad de los cristianos, sino más bien, acrecentando la discordia y la
división, en forma más aguda y peligrosa.
Desgraciadamente,
como en el caso de la herejía arriana, fueron los obispos los primeros en
claudicar y abrazar la nueva herejía arrastrando en su traición al clero de su
diócesis, además, como en otras crisis de la Iglesia, lo primero que hicieron
los jerarcas herejes fue la promoción de obispos herejes para que ocuparan las
sedes vacantes y demás puestos claves. Clérigos herejes que contribuyeran a
propagar la herejía; sin la menor resistencia de los obispos, faltando con esta
acción, gravemente a sus deberes para con Dios. (¡Que enorme relación, parecido y que actualidad tiene
esta herejía con la herejía modernista de nuestro tiempo actual!) En
medio de esta tormenta, el Papa Honorio I, convencido de la necesidad de lograr
la unidad de los cristianos, había sufrido el impacto de los argumentos del
Patriarca de Constantinopla y se encontraba en actitud vacilante, sin condenar la nueva herejía, que era apoyada por
la gran parte de la jerarquía y el silencio del Papa, iba controlando cada vez
más a la cristiandad. (Silencio,
complicidad, traición y convicción encontramos en los Pontífices con respecto a
esta monstruosa herejía modernista a los Papas desde Juan XXIII hasta el actual
Francisco, no nos engañemos Benedicto es tan hereje y aun mas que Francisco,
como dice el dicho: “tan malo el pinto como el colorado)
En realidad, lo que
provocaba las vacilaciones del Papa, eran motivos de alta política, pero
relacionados íntimamente con la salvación de la cristiandad. Los mismos motivos
que inspiraron al Patriarca Sergio y al emperador Heraclio, o sea, lograr a
toda costa la unidad de los cristianos para impedir que una división interna
facilitara el avance de los musulmanes, que de llevarse a cabo causaría un gran
desastre al catolicismo. No se trata de justificar a un Papa sobre quien recayó
tremenda excomunión de un santo Concilio Ecuménico, ratificada por un Papa
Santo; sino simplemente hacer honor a la verdad histórica, la cual demuestra
que los móviles de ese vicario de Cristo en la tierra fueron bien intencionados,
aunque se hayan desencadenado en una actuación equívoca, que dio motivo
justificado a un terrible anatema post mortem.
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