COMBATE CERRADO ENTRE LOS CARDENALES EN LA OCTAVO CAPITULO SOBRE LAS PRERROGATIVAS DE LA VIRGEN SANTISIMA
Mons.
Philips insistía en abandonar los títulos Madre de la Iglesia y Mediadora, pero
la Comisión Teológica decidido incluir Mediadora, convencida de que, si el texto no
incluía alguno de los dos, no conseguiría la deseada aprobación unánime de los
Padres conciliares.
Treinta
y tres Padres conciliares tomaron la palabra para discutir el capítulo. El
Card. Ruffini, de Palermo, dijo que el esquema “casi ocultaba” la cooperación de María en la
obra de la Redención, (Corredentora) que había sido querida por Dios. Y
puesto que el texto afirmaba también, sin más explicación, que el titulo Mediadora era propio de la Santísima
Virgen, era necesario dilucidar claramente que significaba ese título, de modo
que “los no católicos comprendan que su uso no implica menoscabar la dignidad
de Cristo, que es el único Mediador absolutamente necesario”. (de Condigno es
la Santísima Virgen María CORREDENTORA como ya lo expliqué en otro artículo)
El Card. Stefan Wyszynski, de Varsovia (Polonia), en nombre de setenta obispos polacos, se remitió a la encíclica Ecclesiam suam del Papa Pablo, publicada apenas seis semanas antes. En dicha encíclica, dijo el cardenal, el Papa llamaba la atención sobre la importancia fundamental de la Santísima Virgen en la vida de la Iglesia. Basándose en esa afirmación, los obispos polacos habían enviado un memorándum al Papa Pablo, pidiendo que proclamase a la Santísima Virgen “Madre de la Iglesia”.
El Card. Wyszynski tambien solicitaba, en
nombre de los mismos obispos polacos, que el capítulo sobre la Santísima Virgen
ocupase en el esquema el segundo lugar, en vez del ultimo, pues así cubriría más
atención e ilustraría mejor el papel de la Santísima Virgen en relación a
Cristo y a su Iglesia.
El Card.
Leger, de Montreal, dijo que era necesario “renovar la doctrina y el culto marianos”. (Aquí comienza
el modernismo a actuar en contra de la Virgen María) Esta renovación o
reforma ya había comenzado entre los teólogos, dijo, “pero también
debe alcanzar a los pastores y a los fieles, y este capítulo final de la Constitución
sobre la Iglesia ofrece la mejor oportunidad de favorecerla”. La
deseada renovación “consiste en utilizar palabras exactas y precisas y términos
sobrios para expresar el papel de María”. A este respecto, cuestiono el uso de
los títulos otorgados a María en el esquema: “Madre
de los hombres”, “Sierva del Redentor”, “Compañera Generosa” y “Mediadora”. (Son los
nuevos títulos otorgados actualmente a Nuestra Señora que
contradicen a los títulos dogmáticos y teológicos que la Iglesia de siempre a
dado a la Santísima Virgen
El
origen y significado de todos estos títulos, dijo, debía estudiarse
cuidadosamente a la luz de la mejor investigación teológica, antes de que su
uso fuese respaldado por un texto conciliar. (¿Investigación teológica de
quién? ¿De los modernistas o de la teología tradicional o escolástica? Sin duda
de la modernista)
El Card. Dopfner hablo después en nombre de noventa obispos de lengua alemana y escandinavos, repitiendo lo que se había decidido en la conferencia de Innsbruck. Dijo que el capítulo contenía doctrina solida sobre la Santísima Virgen, sin entrar en cuestiones disputadas, y pensaba que sería mejor no añadir nada más a lo que ya decía el texto sobre el papel de María como Mediadora. (Quedaban “descartados” las palabras o nuevos títulos tales como: madre de los hombres, Sierva del redentor y compañera generosa. Nombres tan utilizados hoy por hoy por el actual Papa y sus predecesores hasta antes de Pío XII)
El Card. Bea, presidente del Secretariado para la Unidad de los Cristianos, se opuso también al título de Mediadora. (su título original es: MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS) Un texto conciliar, dijo, no podía ser un manual para la devoción personal. Lo que los Padres conciliares tenían que decidir era si todas y cada una de las afirmaciones del texto estaban lo suficientemente meditadas y teológicamente justificadas como para que el Concilio las respaldase como máxima autoridad de la Iglesia. Puesto que los teólogos todavía discutían el papel de María como Mediadora, no debería ser incluido en el texto.
El
arzobispo Corrado Mingo, de Monreale (Italia), criticó severamente el texto.
Contrariamente a cuanto se había prometido en el aula conciliar, el texto había
sido “absoluta y radicalmente mutilado"
durante
el proceso de transformación en capítulo del esquema sobre la Iglesia. El
titulo Madre de la Iglesia había
sido suprimido sin justificación alguna, contrariamente al deseo expresado por
el Papa Pablo en sus discursos del 11 de octubre de 1963, en la Basílica de
Santa María la Mayor, y del 4 de diciembre de 1963, en la clausura de la
segunda sesión del Concilio. No solo debía ser conservado en el texto el titulo
Mediadora, dijo, sino también
ser ampliado a Mediadora de todas las gracias.
Cuando el esquema titulado Sobre la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, se incorporó como Capitulo VIII al esquema sobre la Iglesia, se cambió su título por Sobre la Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia.
El
obispo Juan Hervas y Benet, de Ciudad Real, dijo que debía recuperarse el
titulo original. También critico severamente el texto, diciendo que no era una adaptación,
sino una versión completamente nueva del texto original, que no correspondía a
los deseos expresados por los Padres conciliares.
El texto
revisado había reducido la doctrina sobre la Virgen María absolutamente al mínimo;
sin embargo, se había afirmado en el aula conciliar en el momento de la votación
que “al insertar
el esquema sobre la Virgen María en el esquema sobre la Iglesia, no se pretendía
ni se llevaría a cabo tal menoscabo”.
El Card. Leo Suenens, de Mechelen (Belgica), también se opuso al texto revisado, porque parecía minimizar la importancia de María, tendencia que hoy constituye un verdadero peligro”. El texto no situaba bajo una luz adecuada la maternidad espiritual “que María continúa ejerciendo hoy en la Iglesia”. También era algo imperfecta su exposición de lo que el magisterio ordinario de la Iglesia ensenaba sobre María, y de lo que los fieles creían sobre la cooperación de la Virgen a la obra de la Redención. Consideraba necesario que el esquema permitiese a los fieles comprender que en su apostolado estaban asociados a la acción maternal de María.
Durante este único y breve momento, el Card. Suenens tuvo el coraje de apartarse de la línea marcada por la alianza europea y hablar en nombre propio. Habría sido realmente extraño que el Cardenal de Bélgica (país tan destacado en la Iglesia Católica por su gran devoción a la Virgen María) hubiese adoptado una postura publica distinta.
El obispo Francisco Rendeiro, de Faro (Portugal), en nombre de ochenta y dos obispos, pidió expresamente que se conservase en el texto el titulo Mediadora. Su omisión produciría escandalo entre los fieles, pues para entonces la opinión publica ya estaba al tanto de que el asunto se había discutido en el aula conciliar.
El obispo Ancel, auxiliar de Lyon (Francia), dijo que la opinión publica estaba recibiendo de la prensa la falsa impresión de que no todos los Padres conciliares tenían la misma veneración por la Virgen.
Para
borrar esa impresión era imprescindible obtener la aprobación unánime del capítulo.
Intento mostrar que era en realidad un texto de compromiso, pues mencionaba el
titulo Mediadora, pero al
mismo tiempo no le daba respaldo alguno, dejando así la puerta abierta a
ulteriores estudios. “Tal vez podría incluirse el título de Mediadora junto con otros, para
evitar la impresión de que es un título especial”. (¿Quizá poner junto con el
titulo de Mediadora sierva del redentor? Ridícula proposición de corte
totalmente modernista)
El arzobispo Rafael Garcia y Garcia de Castro, de Granada, en nombre de ochenta obispos españoles, reprendió a la Comisión Teológica por “remodelar completamente el texto, en vez de adaptarlo, como habían deseado los Padres conciliares”. Opinaba también que debía recuperarse el titulo original (Sobre la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia), tan apegado a los documentos pontificios promulgados por los Papas Benedicto XIV, León XIII, San Pio X, Bene dicto XV, Juan XXIII, y Pablo VI, así como a los escritos de los Podio de la Iglesia, en particular San Ireneo, San Agustín y San León el Grande.
El
arzobispo declaro que cambiar el título y omitir esta doctrina sería una
afrenta a las enseñanzas de los Papas, y minaría la devoción a la Virgen que
manifestaba el pueblo cristiano.
El
arzobispo Jose Gawlina, director del hospicio polaco de Roma, dijo que
evidentemente la devoción a María no era un obstáculo para el ecumenismo,
puesto que Martin Lutero había dicho en 1533 mucho después de su ruptura con
Roma, que “nunca
se alabara bastante a la criatura María”. En 1521, en su disertación sobre el Magnificat, Lutero
había escrito: “¿qué puede agradarle más [a María] que, si así vas a Dios por
medio de ella, y por medio de ella aprendes a creer y esperar en Dios? (...). María
no desea que vayas a ella, sino que por medio de ella llegues a Dios”. Cuatro días después, el arzobispo murió repentinamente
de un ataque al corazón.
¿Castigo
de Dios Hijo celoso defensor de su Madre? Sin duda alguna.
Ya desde
este Conciliábulo se ataco directamente a la Santísima Virgen María con los
infames títulos de madre de los hombres, Sierva del redentor y compañera
generosa. Entonces no nos extrañe que, actualmente, se estén promoviendo desde
el mismo Vaticano estas nuevas palabras entre la Iglesia como una devoción
nueva en detrimento de la antigua que ensalzaba en mucho y la ponía en su
verdadero valor espiritual ante DIO Y los hombres. Esta “nueva” conducta anti
mariana no es nueva, sino que ya viene desde el “Concilio Vaticano II”.
FUENTE:
artículo sacado del libro: El Rin desemboca en el Tiber
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