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jueves, 12 de marzo de 2020

TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPIRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO.

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SAN PEDRO Y JESUCRISTO

3. No se temen lo suficiente los funestos efectos de esta desconfianza, de estas turbaciones, de esta tristeza y de estas agitaciones, que pueden con rapidísimos progreso causar grandes destrozos. En pocos días se adelanta mucho y, desgraciadamente, varios años son necesarios para remediarlo lo que puede desencadenar en una verdadera desesperación y persuadirnos de que estamos abandonados y desechados por Dios para siempre y los consejos de los más hábiles directores no pueden remediarlo.
X. Esta tentación es más peligrosa al fin de nuestras vidas.
   1. Esta tentación de un temor y desconfianza excesiva se hace más fuerte y violenta al fin de la vida: porque, en ese momento, todas las circunstancias la fortifican y el demonio sabiendo que le quedan pocos instantes y el tiempo urge, no deja de aprovecharlos y redoblar sus esfuerzos. Se aprovecha ventajosamente del desaliento ordinario en que esta el alma y el cuerpo en aquella hora, para atiborrar la imaginación de tristes ideas, y cubrir el entendimiento de espesas nubes. Representa con viveza, que es cosa horrible caer en las manos de un Dios vivo, presentarse dentro de unos instantes en el tribunal de un supremo juez de vivos y muertos. Les pone delante de sus ojos la espantosa imagen de una eternidad abrasadora, el abuso de las gracias de Dios, la memoria de tantos pecados, por los cuales se ha merecido el ser precipitado a aquellos estanques de fuego y de azufre, para ser atormentado en ellos por los siglos de los siglos.
   2. Es fácil comprender cuan terrible y peligroso es semejante tentación en aquellos últimos instantes, para las personas que toda la vida han estado gobernadas por un temor y desconfianza excesiva. ¿Y cómo pueden despojarse de esta tentación temible estas almas, cuando tantas veces se experimenta que aquellas mismas que no estuvieron sujetas durante sus vidas a esta timidez, se ven algunas veces trastornadas al acercarse la muerte no obstante de ver en ellos, hasta entonces, tanta virtud, confianza y amor?
   3. El mismo demonio hace que sea motivo de escándalo ordinariamente contra la virtud esto mismo, persuadiendo a los malos cristianos, que para morir bien no es tan importante, como se dice, vivir practicando fiel y constantemente todas las virtudes; pues los mismos que vivieron practicándolas con fidelidad no adquieren con su devoción y todas sus virtudes más fortaleza para alejar de ellos los espantos de una muerte próxima, en la que también se les ve tan turbados como los demás. El demonio también les hace mirar, como puras ideas faltas de solidez, aquellas grandes máximas de la religión cristiana: que la muerte es para los justos el fin de la miseria, de su destierro y el principio de su bienaventuranza; que ellos han recibido ya las primicias del Espíritu Santo, para suspirar por el cumplimiento de la adopción de los hijos de Dios y verse libres de su cuerpo: deseando y como adelantando el advenimiento glorioso del gran Dios nuestro Salvador Jesucristo: deseando y como adelantando con su anhelo el advenimiento del día del Señor; estando siempre prontos para salirle al encuentro cuando Él venga a las bodas y abrirle luego que llame a la puerta ; mirando con gozo la cercanía del último día, persuadidos que su perfecta redención se aproxima. Así es como los miedos que manifiestan algunas personas devotas en sus enfermedades son perjudiciales a la misma devoción y dan al demonio ocasión para desacreditarla, y disminuir su estimación y aprecio en el concepto de muchos cristianos.
XI. El espíritu de pusilanimidad y desconfianza es injurioso a Dios, que nos lo ha prohibido expresamente.
   1. Nuca se podrá advertir lo suficiente a las almas devotas sobre el peligro y la importancia para estar alerta contra el espíritu de pusilanimidad, no abandonándose a la desconfianza y a la tristeza, sino conservando en todo tiempo y todas las circunstancias una viva confianza en la bondad de Dios, una paz y un gozo santo. No sin razón el Espíritu Santo sobre esto nos ha advertido como cien veces en las Sagradas Escrituras, para obligarlas a que en esto pongan una atención muy particular. A Dios no se le honra con la desconfianza, la turbación y el decaimiento del espíritu: todo esto ofende e injuria su bondad, nos aleja de Él y aleja de nosotros sus auxilios. Por estos temores y desconfianzas Dios permite que caigamos en aquellos males que tememos y no sería así teniendo una entera confianza en su misericordia.
2. S. Pedro camino con seguridad sobre las olas del mar agitado por una gran tempestad, mientras considero la bondad y el poder de Jesucristo a quien quería llegar; y comenzó a hundirse en el agua, sino cuando, aterrado por la violencia de los vientos, empezó a temblar y a faltarle la confianza. Oh hombre de poca fe y confianza, ¿por qué has dudado? Desgraciados a aquellos a quienes les falta el ánimo, que no se fían de Dios y por tanto no les protege. Luego nuestra principal obligación es desterrar esta pusilanimidad y esta desconfianza, pues son la causa de nuestras caídas y nuestras desgracias: porque también son la causa que Dios nos deje de proteger, y afirmarnos cada vez más en la esperanza, manantial de la paz y el gozo del corazón y de todo género de bienes. Vosotros los que teméis al Señor, esperad en Él, y os hará misericordia y su misericordia será vuestro gozo. El que adora y sirve a Dios con gozo, será bien recibido de Él y su oración subirá hasta las nubes. Regosijaos en el Señor, y Él os dará todo lo que vuestro corazón pidiere. La paz y el gozo del corazón es la vida del hombre y un tesoro inagotable de santidad.
Al contrario, la tristeza del corazón es una llaga universal: porque derrama el tedio y la amargura sobre todas las acciones, cubre el entendimiento de pensamientos e imágenes oscuras, se opone a la confianza y amor de Dios, a la ternura, a la compasión y al sufrimiento del prójimo: ella excita la cólera, la impaciencia, el odio, la envidia destruye hasta la misma salud del cuerpo y, finalmente es una llaga universal, como se dijo más arriba. No abandones, pues, tu alma a la tristeza, y no te aflijas a ti mismo con la agitación de tus pensamientos.

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