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lunes, 16 de marzo de 2020

TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPIRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO

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 Jesucristo y los Apóstoles

Nota este articulo es muy importante para quienes son presa del pesimismo, miedo y panico que han invadido y oprimido sus corazones y han amontonado mas cosas materiales que espirituales, espero aprovechen este escrito. No basta leerlo superficialmente sino de rumiarlo en vuestros corazones para que otengais los frutos de el.

Al contrario, la tristeza del corazón es una llaga universal: porque derrama el tedio y la amargura sobre todas las acciones, cubre el entendimiento de pensamientos e imágenes oscuras, se opone a la confianza y amor de Dios, a la ternura, a la compasión y al sufrimiento del prójimo: ella excita la cólera, la impaciencia, el odio, la envidia destruye hasta la misma salud del cuerpo y, finalmente es una llaga universal, como se dijo más arriba. No abandones, pues, tu alma a la tristeza, y no te aflijas a ti mismo con la agitación de tus pensamientos. Ten compasión de tu alma haciéndote agradable a Dios, reúne tu corazón en la santidad de Dios arroja lejos de ti la tristeza, porque ella ha causado la muerte de muchas personas, y para nada es útil.

XII Jesucristo y sus apóstoles han tenido un cuidado muy particular para advertirnos sobre la desconfianza, la turbación y del temor excesivo y nos recomiendan la confianza, la paz y el gozo en los mayores males. (Actualmente el famoso coronavirus)

1. Debemos tener muy en cuenta que Jesucristo empleo sus últimos momentos en enseñar a sus discípulos, y el ellos a todos nosotros,
estas importantes verdades; en el sermón de la última cena les dejo como herencia su gozo y su paz como por testamento; les mando expresamente que desterraran de su corazón la turbación y el espanto y se las remarco para que pusieran en ello más atención. Vuestro corazón no se turbe; vosotros creéis en Dios, creed también en mí. (A raíz de este fantasma de la pandemia del PANICO Nuestro Señor Jesucristo se da cuenta de la poca y pobre confianza de los católicos en ÊL. Esto es una “tristeza para ÈL y una perdición para el alma) Realmente nos es suficiente para calmar todas las turbaciones, creer que tenemos a Dios por Padre y a su Unigénito hijo por mediador. Yo os dejo la paz, yo os doy mi paz: yo no os la doy como el mundo la da. Vuestro corazón no se turbe y no se deje abatir del temor (Lapidarias palabras son estas como para poner toda nuestra confianza en Dios en medio del desbande  que el enemigo y sus esbirros de la natura humana han puesto en el mundo actual. Que buen tés para ellos al darse cuenta de la poca fe de los que nos llamamos católicos). Os he dicho todas estas cosas para que mi gozo permanezca en vosotros. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea lleno. Os he dicho estas cosas para que tengáis la paz en mí. Estaréis oprimidos en el mundo; pero tened confianza, yo he vencido al mundo. Hablando después con su Padre le dijo: Padre mío ahora vengo a ti: y digo esto estando aun en el mundo, para que tengan en sí mismos la plenitud de mi gozo. Los apóstoles, que recibieron tales instrucciones de Jesucristo, no se había cansado de inculcarlas a los fieles y todas sus epístolas están llenas de todas estas instrucciones.
   2. No obstante esto, los primeros cristianos a quienes los apóstoles recomendaron incesantemente la paz y el gozo, estaban expuestos a trabajos y tentaciones mucho más grandes que las nuestras (1856); porque las persecuciones eran mucho más horribles (hoy 2003 las persecuciones morales también son terribles y más angustiantes causando una muerte lenta y dolorosísima); las amenazas de la muerte y de una muerte cruel y sangrienta casi continuas. Mas no por esto se debe creer que aquellos fieles todos eran perfectos y poseían fortaleza heroica; pues vemos por las mismas epístolas de los apóstoles, que también había muchos débiles e imperfectos que veían, con frecuencia, en peligro de perder la fe y la salvación eterna, a no ser que Dios les concediera la gracia del martirio, gracia que se concede aún a los más fuertes y perfectos. Además de lo dicho estaban expuestos a terribles tentaciones y los apóstoles les prohibían la turbación y la agitación mandándoles arrojar en el seno de Dios todas sus inquietudes, que creyesen con firmeza sobre el cuidado de Dios sobre nuestras almas, que jamás permitiría fuésemos tentados más allá de nuestras fuerzas, que se fortalecieran en su virtud omnipotente; que afianzarán su corazón en la gracia, que puede hacer en nosotros más de lo que pedimos, y todo lo que no pensamos; y que se regocijan en todo tiempo en el Señor. Con aquella confianza que los había llamado a la compañía de su Hijo y a su eterna gloria, los afirmaría y fortificaría y que habiendo comenzado por sí mismo la obra de la salvación, la perfeccionaría hasta la venida del Señor.

XIII Las almas piadosas no se deben dejar llevar por la turbación y desconfianza, aunque no experimenten en sí esta paz y este gozo.

   1. Aunque este gozo y esta paz en el Espíritu Santo estén tan unidas tan unidas con la justicia cristiana, es preciso, para los que viven piadosamente no dejarse abatir y desanimar con el pretexto que no sienten en sí esta paz y este gozo, sino al contrario se ven muchas veces turbados y agitados; ni se dejen persuadir, por el demonio, que no participan de la justicia cristiana. En aquel pasmoso sermón de la última cena en cual Jesucristo recomendó repetidas veces el gozo y la paz, como legados preciosos que quería dejar a todos sus verdaderos discípulos. Conforme a esto Jesucristo expreso contundentemente: Vuestro corazón no se turbe, y no de deje abatir por el temor. Solo prohíbe aquella turbación que proviene de la poca confianza en su poder y en su bondad: pero no aquella turbación que procede de los sentidos y la imaginación de los cuales el alma no es siempre dueña; porque mientras la parte inferior del alma está agitada, la superior puede y debe conservarse en paz.

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