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viernes, 20 de marzo de 2020

Después de Siria, ¿quién será el nuevo objetivo?‎



El objetivo de las guerras de Estados Unidos no es vencer sino prolongar el estado de ‎guerra, mantener la «guerra sin fin» anunciada por George W. Bush. 

Los acontecimientos que se han desarrollado en el «Medio Oriente ampliado» desde ‎el año 2001 corresponden a una lógica implacable. La cuestión actual es saber si ha ‎llegado el momento de desatar una nueva guerra en Turquía o en Arabia Saudita. ‎La respuesta depende sobre todo de la reactivación de las hostilidades en Libia. Es en ‎ese contexto que debe interpretarse el Protocolo Adicional que los presidentes Erdogan ‎y Putin acaban de negociar para resolver la crisis de Idlib. ‎
19 años de «guerra sin fin»
‎Como explicó el coronel Ralph Peters, el 13 de septiembre de 2001, en Parameters, la ‎publicación del US Army –el ejército terrestre de Estados Unidos–, el presidente estadounidense ‎George W. Bush decidió transformar radicalmente las misiones asignadas al Pentágono. ‎El entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, asignó al almirante Arthur Cebrowski ‎la tarea de formar a los futuros oficiales. El almirante Cebrowski pasó 3 años recorriendo las ‎universidades militares del país y, hoy en día, todos los oficiales de alta graduación han seguido sus cursos en algún momento. Las ideas de Cebrowski fueron divulgadas públicamente por ‎su ayudante, Thomas Barnett.‎
Las zonas afectadas por las guerras estadounidenses serán mantenidas en situación de caos. ‎El concepto mismo de “caos” no tiene en este caso nada que ver con la interpretación bíblica ‎que habla de una destrucción total previa al surgimiento de un nuevo orden. En el caso que ‎nos ocupa el concepto de “caos” debe interpretarse en el sentido descrito, en 1651, por el ‎filósofo inglés Thomas Hobbes, o sea como la ausencia de estructuras políticas capaces de ‎proteger a los ciudadanos de la violencia que ellos mismos pudieran ser capaces de perpetrar, ‎siguiendo el principio según el cual «Homo homini lupus» (“el hombre es el lobo del hombre”). ‎
Esta guerra es una adaptación de la misión de las fuerzas armadas de Estados Unidos a la era de ‎la globalización, una adaptación al paso del capitalismo productivo al capitalismo financiero. ‎‎«War is a racket», o sea (“La guerra es una forma de extorsión”) decía, antes de la Segunda ‎Guerra Mundial, el general estadounidense Smedley Butler, el más condecorado en ‎Estados Unidos [1]. ‎En lo adelante, no habrá diferencia entre amigos y enemigos, la guerra permitirá simplificar el ‎acceso a los recursos naturales. ‎
Esta forma de guerra implica perpetrar numerosos crímenes contra la humanidad –principalmente ‎‎«limpiezas étnicas»– que las fuerzas armadas de Estados Unidos evitan cometer por sí mismas. ‎Para eso están los ejércitos privados –como Blackwater–, contratados por el Pentágono desde la ‎época del secretario de Defensa Donald, y las organizaciones terroristas que el propio Rumsfeld ‎desarrolló mientras fingía combatirlas. ‎
Las administraciones del republicano George W. Bush y del demócrata Barack Obama siguieron ‎esta estrategia: destruir las estructuras de los Estados en los países de regiones enteras del ‎planeta. El objetivo de las guerras de Estados Unidos no es vencer sino prolongar el estado de ‎guerra, mantener la «guerra sin fin» anunciada por George W. Bush. El presidente Donald ‎Trump y su primer consejero para la Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, cuestionaron ‎esa política pero sin lograr modificarla. Hoy en día, los partidarios de la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski persiguen los mismos objetivos, pero ya no tanto a través del Pentágono ‎sino utilizando la OTAN. ‎
Después de que el presidente Bush hijo iniciara la «guerra sin fin», invadiendo Afganistán e Irak ‎‎–en 2001 y en 2003–, surgió entre las élites políticas de Washington un fuerte cuestionamiento de ‎los argumentos utilizados para justificar la invasión de Irak y grandes críticas sobre el caos ‎reinante en el país ya ocupado. Se creó entonces la Comisión Baker-Hamilton (2006). ‎Sin embargo, la guerra nunca cesó, ni en Afganistán ni en Irak, aunque sí hubo que esperar ‎‎5 años antes de que el presidente demócrata Barack Obama se decidiera a abrir nuevos teatros ‎de operaciones: Libia, en 2011; Siria, en 2012 y Yemen, en 2015. ‎
Dos actores externos interfirieron el plan de Estados Unidos:
- En 2010-2011, el Reino Unido inició la «primavera árabe», operación concebida según ‎el modelo de la «Rebelión Árabe» de 1915, mediante la cual Lawrence de Arabia puso a los ‎wahabitas en el poder en la Península Arábiga. Pero esta vez se trataba de poner el poder ‎en manos de la Hermandad Musulmana, no con ayuda del Pentágono sino del Departamento ‎de Estado y la OTAN.
- En 2014, Rusia intervino en Siria, país cuyo Estado no se había derrumbado y que Moscú ayudó ‎a resistir la embestida. A partir de ese momento, tuvieron que retirarse de Siria los británicos –‎que habían tratado de lograr allí un «cambio de régimen», desde 2011 hasta principios de 2012– ‎y después los estadounidenses –que no trataban de derrocar el gobierno sino de destruir ‎el Estado sirio, desde mediados de 2012 hasta este el momento actual. Rusia, que trata de ‎concretar el sueño de la emperatriz Catalina II (Catalina la Grande), lucha hoy en la región contra ‎el caos y por la estabilidad –o sea por la preservación de los Estados del Medio Oriente y el ‎respeto de las fronteras. ‎
Después de haber revelado en 2001 la nueva estrategia del Pentágono, el coronel Ralph Peters ‎publicó en 2006 el mapa que mostraba los objetivos del almirante Cebrowski. En ese mapa podía ‎verse que sólo quedarían intactos Israel y Jordania. Todos los demás países del «Medio Oriente ‎ampliado» –o sea, desde Marruecos hasta Pakistán– verían sus Estados destruidos y todos los ‎países de gran extensión territorial –como Arabia Saudita y Turquía– serían desmembrados. ‎
Habiendo comprobado que Estados Unidos, su “mejor aliado”, planeaba dividirla en dos para ‎crear un «Kurdistán libre», Turquía trató inútilmente de acercarse a China y adoptó después ‎el principio del profesor Ahmet Davutoglu: «Cero problema con los vecinos.» A pesar del ‎diferendo territorial turco-sirio sobre la región de Hatay, Turquía creó un mercado común con Siria. ‎Sin embargo, en 2011, cuando Libia ya se encontraba aislada, Francia convenció a Turquía ‎de que podía librarse del desmembramiento uniéndose a los designios de la OTAN. El presidente ‎turco Recep Tayyip Erdogan, político islamista proveniente de la organización Milli Gorus, se hizo ‎miembro de la Hermandad Musulmana con la esperanza de beneficiarse con los resultados de la ‎‎«primavera árabe». Turquía se volvió entonces en contra uno de sus principales clientes –Libia– ‎y después contra uno de sus principales socios –Siria. ‎
En 2013, el Pentágono adaptó la «guerra sin fin» a las realidades que había encontrado en el ‎terreno. La periodista estadounidense Robin Wright publicó en el New York Times 2 mapas que ‎rectificaban el que el coronel Ralph Peteres había publicado antes. El primero de los mapas ‎publicados por Robin Wright mostraba la división de Libia y el segundo la creación de un ‎‎«Kurdistán», sólo en territorios de Siria y de Irak, y sin tocar la mitad oriental de Turquía ni ‎los territorios de Irán. También anunciaba la creación de un «Sunnistán» que abarcaría ‎territorios de Siria e Irak, el desmembramiento de Arabia Saudita en 5 países y la división de ‎Yemen en dos. Esta última operación comenzó en 2015. ‎
Entusiasmado ante esta rectificación, el estado mayor turco comenzó a prepararse para los ‎acontecimientos. Concluyó acuerdos con Qatar, en 2017; con Kuwait, en 2018, y con Sudán, ‎en 2017, para instalar bases militares en esos países, cercando así el reino saudita. Este ‎respondió financiando en 2019 una campaña internacional de prensa contra el «sultán» ‎Erdogan y un golpe de Estado en Sudán. Por su parte, Turquía respaldó el nuevo proyecto de ‎creación de un «Kurdistán»… que no afectara el territorio turco y participó en la creación del ‎‎«Sunnistán», proclamado por el Emirato Islámico (Daesh) bajo la apelación de «Califato». Pero ‎las intervenciones de Rusia en Siria y de Irán en Irak echaron por tierra ese proyecto. ‎
CONTINUARA...

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