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miércoles, 21 de agosto de 2019

PRESENCIA DE SATAN EN EL MUNDO MODERNO



Luego dice, igualmente, sobre el agua que va a bendecir: "Te exorcizo, agua creada en el nombre de Dios, Padre todopoderoso . . ., para que te conviertas en agua exorcizada que aleje toda potencia enemiga; para que también seas capaz de alejar y desarraigar al Enemigo mismo, con sus ángeles apóstatas, por la virtud misma de ese mismo Jesucristo, Nuestro Señor . . ."
Y además:
"Oh Dios, que para salvación del género humano has mezclado la substancia del agua a tus más grandes misterios, atiende en tu misericordia nuestra invocación para que esta criatura que es tuya reciba de la gracia divina el poder de alejar los demonios. .
Por fin, en el día de la bendición de las aguas, en la magnífica liturgia del Sábado Santo, se repite entre otras cosas:
"Ordena, Señor, que todo espíritu impuro se retire de aquí: aleja de este elemento toda la malicia y todos los artificios del demonio.
"Que la potencia enemiga no se mezcle con estas aguas; que no ronde alrededor de ellas y no se deslice en ellas secretamente; para infestarlas y corromperlas. Que esta criatura santa esté a cubierto de todo ataque del Enemigo, purificada por la expulsión de toda malicia. .
¿Quién puede dudar que en estas fórmulas la fe de la Iglesia esté afirmada con ostentación?
Pero dirán, ésas no son más que frases, residuos de antiguas creencias que no constituyen quizás a los ojos de los hombres de nuestra época más que supersticiones. A lo cual contestamos con hechos. En todos los casos de posesión que hemos relatado, todos los testimonios de los exorcistas y los testigos de sus intervenciones son categóricos: no es posible asperjar a un poseso o una posesa con agua bendita sin que el espíritu maligno que está en ellos acuse recibo del ataque que se le está haciendo: "¡Me quemas! ¡Me quemas!", grita. Hay, pues, en el agua bendita una virtud actuante que hace anular las secretas acciones demoníacas. Y esto nos conduce a otro aspecto del satanismo.
El satanismo-magia
Se admite corrientemente que siempre hubo también un satanismo magia, paralelo al satanismo-religión que hemos indicado brevemente.
A decir verdad, no han faltado especialistas de la historia de las religiones y los cultos, que no hayan pensado y enseñado que la magia había, inclusive, precedido a la religión, que había sido la primera forma de ella, que todas las religiones paganas derivaban de la magia. Pero esta opinión parece cada día más descartada y merece serlo. Es muy poco probable que los hombres hayan empezado por la magia para derivar luego hacia la religión propiamente dicha.
¿Qué es, en efecto, la magia, en oposición con la religión? En la religión, el hombre se inclina delante de una potencia superior, la adora, le implora, reconoce su propia debilidad y su impotencia.
Admite su subordinación. En los pueblos actualmente más "primitivos", es decir menos evolucionados, que han seguido, pensamos nosotros, más cerca de los orígenes, tales como los pigmeos, esta actitud hacia la divinidad está todavía en vigor. La religión es hasta más pura que en los pueblos más avanzados.
En la magia el hombre se vanagloria de un poder misterioso.
Lejos de inclinares ante la divinidad, cree poder dominarla, inventa y utiliza fórmulas mediante las cuales estima que puede poner a su servicio las fuerzas superiores a las cuales se dirige. La mentalidad del mago —o del brujo, ese hermano gemelo del mago es más rústico—es muy diferente del hombre religioso. ¿Cómo ha podido llegar un hombre a esa mentalidad? Es para nosotros un misterio.
La ma.eia es mucho más satanista, creemos nosotros, que la idolatría.
En la idolatría, hay un alma de verdad. Se equivocan sobre la naturaleza del objeto que veneran, no sobre la necesidad de una subordinación o de una imploración. ¡No dirigen esos homenajes al verdadero Dios, pero no se equivocan al pensar que esos homenajes son merecidos por Alguien!
En la magia, hay una especie de sacrilegio, un orgullo de poderío verdaderamente satánico. El mago da las órdenes. Sabe que, a los dioses les llegará su turno, que harán pagar caro su sumisión pasajera, pero está orgulloso de obligarlos, de hacerse obedecer por lo menos un día, de tener, mientras las cosas vuelven a lo justo, un poder que lo hace temible ante sus semejantes y le otorga ventajas inmediatas.
La magia, sin duda, procede del mismo realismo grosero que la idolatría. Se ha adorado a las divinidades inferiores, es decir a los falsos dioses, en detrimento del único Dios reconocido por los "primitivos", porque esas divinidades estaban más cerca, eran más útiles de invocar y de conciliar, pero algunos han llevado aún más lejos este realismo, han pasado de la religión a la magia, de la sumisión a una especie de pacto implícito que les daba el derecho de dar órdenes a la misma divinidad. El paso de la religión a la magia es una deformación, pero es más natural que el paso de la magia a la religión.
Si los hombres hubieran empezado por la magia, no vemos cómo hubieran ido para atrás, en cierto modo, hacia la religión, al implorar a los representantes de fuerzas que creían sometidas a su poder.
He ahí pues dos clases de satanismo bien definidas: el satanismo religión y el satanismo-magia. En el primero, Satán es el "Príncipe de este mundo", porque el mundo entero se Inclina ante sus altares y le ofrece sacrificios; en el segundo, Satán parece consentir en obedecer a ciertos hombres, cuando emplean ciertas fórmulas o realizan ciertos ritos, pero no pierde nada con ello porque sabe que la magia o la brujería es un pagaré contra los que la practican, de suerte que su dominación sobre ellos será finalmente todavía más completa y absoluta que sobre cualquiera de sus otros adoradores.
El satanismo de nuestros días ¿Qué queda en nuestra época de este satanismo secular? Todo el mundo comprenderá que es imposible contestar esta pregunta.
El satanismo-religión, tal cual lo hemos definido, está en vías de desaparecer rápidamente. Los altares de los falsos dioses son cada día menos numerosos en el mundo. Esto no significa que la posesión de Satán se extienda menos, puesto que lo hemos mostrado activo en inmensos imperios. Pero ha cambiado de táctica. Ha debido adaptarse a la evolución general de la humanidad, de la cual no es el amo absoluto, por más que desempeña en ella un importantísimo papel.
La forma más reciente del satanismo es el marxismo ateo. Es satánico por cuanto niega a Dios y al Diablo, por cuanto niega el alma, por cuanto sólo conoce la materia como asimismo la vida presente, y porque mutila al hombre segándolo ele su destino de inmortalidad.
Satán no tiene qué hacer con el amor de los hombres y de los mismos demonios. El es el odio. Su triunfo es la expansión del odio. Hoy en día la forma cíe odio más eficaz, más  generalizada, es el marxismo ateo. Odio de clase, odio entre razas, entre los pueblos, odio por todas partes, bajo el disfraz de una preocupación por el proletariado que es totalmente material, así es el marxismo. El satanismo religión, de este modo, logra extenderse mucho más, es mucho más activo, mucho más pernicioso de lo que ha sido jamás. Sus mentiras son más enormes, sus negaciones más radicales, sus excitaciones más homicidas de cómo se las ha conocido hasta ahora.
Todo el mundo está de acuerdo en que el marxismo es verdaderamente una religión, en el sentido que moviliza en el corazón de todos sus adherentes la totalidad de las fuerzas de celo, abnegación, sacrificio, que se encuentran en las efusiones religiosas.


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