utfidelesinveniatur

jueves, 9 de mayo de 2019

ACUÉRDATE QUE NO TIENES MAS DE UN ALMA . SANTA TERESA DE JESUS



178.- Y tácitamente se excusa de haberse condenado, echando la culpa a los predicadores que no predican estas penas, diciendo: envía quien las predique; como si dijera: que, si yo hubiera tenido quien me las hubiera predicado, nunca hubiera bajado acá. Tales son aquellos tormentos, y tal es su memoria, que los mismos condenados, ajenos de toda razón, no pueden creer que haya hombres que los crean y se condenen, que sepan las penas que les han de dar, si pecan, y que vayan a ellas.
179.- Por tanto, medítalas despacio; porque no seas tan infeliz que, pudiendo ir al cielo, vayas PARA SIEMPRE AL INFIERNO!!!!! QUE ESTA MEDITACION DE LAS PENAS DEL INFIERNO CONVIENE TAMBIEN A LAS PERSONAS ESPIRITUALES.
180.- Ni por ser persona espiritual o aprovechado Religioso, se tenga por excusado de valerse de este medio, para su aprovechamiento. Lo uno porque nuestra Santa les da a sus hijas, que son de las personas más religiosas y aprovechadas de la Iglesia. Lo otro, porque su conciencia le acusa de pecados, por los cuales merece ir al infierno, y no sabe si le son perdonados; y, como cayó en aquellos, puede caer en otros mucho mayores.
181.- Para lo cual necesita de este freno de la memoria del infierno, y para humillarse, viendo el lugar que merece por sus obras, y ser agradecido, reconociendo la merced que DIOS le ha hecho en no haberle echado allá, y enfervorizarse mucho a servir a tan buen Señor, que tantas mercedes le hace, y tener paciencia en sus trabajos, y humildad en los sucesos, reconociéndose por indigno de cualquiera honra, y por digno de mayores penas, que son las del infierno, y conmuta el Señor en las que les da en esta vida.
182.- Diga con S. Agustín: Señor, cortad aquí, quemad, abrasad, y castigadme en esta vida, porque me perdonéis en la eterna. Solía S. Bernardo aconsejar a sus Monjes que meditasen a menudo en las penas del Infierno, ir especialmente cuando se hallaban con alguna tribulación o trabajo, y que entonces se acordasen que, si estuvieran allá, habían de padecer aquel mismo trabajo con otros muchos vehementísimos. No te engañes, que cuanto acá padeces y puedes padecer es nada respecto de las penas que tú mismo padecieras allá, adonde mereces estar por tus pecados. Acuérdate de esto en tus trabajos y todos se te harán leves.
183.- De Santa Catalina de Siena se refiere que habiéndola llevado su madre a unos baños, para cobrar salud, ella se puso al golpe del agua adonde salía abrasando por los caños de azufre, y se estuvo largo tiempo en ellos, padeciendo un ardor y fuego terrible.
Preguntóla su confesor después ¿cómo había podido sufrir tan vehemente tormento? A quien respondió con alegría:
184.- Estaba yo allí meditando la terribilidad del fuego del infierno, y cotejando con el que padecía la tenía por refrigerio, dando al Señor mil gracias porque me había librado de él, y suplicándole me diese aquí muchas penas en lugar de las eternas.
185.- Del Abad Olimpo escribe Sofronio en el Prado Espiritual que hizo su morada en un risco asperísimo, cerca del río Jordán, donde pasaba sin género de abrigo ni defensa.
186 El frío le traspasaba en el invierno, el sol le abrasaba en el verano; los tábanos y mosquitos laceraban sus carnes. En todos tiempos su comida eran hierbas silvestres, su bebida el agua cruda que se despeñaba de los montes, su cama la dureza de la peña y su techo el cielo.
187.- Preguntáronle ¿cómo podía pasar tan rigurosa penitencia? a que respondió con admirable alegría: ni la siento, ni me parece tan áspera, como vosotros juzgáis, antes todo se me hace fácil de llevar, acordándome de las penas del infierno. Alégrome cuando me veo abrasar del Sol, por escapar de aquel fuego abrasador y eterno. Consuélome viéndome morder de los tábanos, por no padecer el remordimiento de la conciencia y aquel gusano insaciable que atormenta a los condenados, y a este paso no tengo dificultad en la penitencia, con la memoria de lo que allí se padece, y yo merezco padecer por mis pecados.
188.- Medita, pues, tú lo mismo y serás bien seguro; que no eres más espiritual que estos Santos ni has aprovechado hasta ahora la mitad que ellos; y, pues, se valían de este medio, para enfervorizarse en el servicio de DIOS, válete tú también de él y medita muchas veces en las penas del infierno.
189.- S. Francisco de Borja gastaba muchos ratos en la meditación de la cual salía tan compungido y humillado, que no se atrevía; parecer delante de los hombres, e iba por, las calles tan encogido que admiraba, juzgando que todos le veían como diciendo: ¡Al del infierno! ¡Al del infierno!, como si hubiera salido de allá donde se consideraba ardiendo por sus pecados.
190.- Si esta materia meditáramos nosotros y trajéramos este pensamiento, sin duda que aprovecháramos más, y fuéramos más humildes y sufridos en las ocasiones, aquella cizaña, que nació entre el buen trigo, mandó el padre de familias que la cogiesen a su vista y la echasen en el fuego, para que los buenos y escogidos, significados en el trigo, la viesen arder, y con su memoria se mejorasen en su servicio.
191.- No desprecie el espiritual la meditación del infierno y la terribilidad de la última sentencia, que no sabe si le cabra. Mire que otros mejores han caído y están ahora ardiendo en el infierno.
Acuérdese de Luzbel y de sus Ángeles, que no sin causa los nombra CRISTO, cuando hace mención del fuego eterno, que esta aparejado para el demonio y sus ángeles, sino para que escarmienten con su ejemplo los que fueren como Ángeles en la vida, y sepan que pueden caer de la perfección de su estado y padecer las penas del infierno. Hombre eres, y menos que angel; hombre frágil y quebradizo. Si los Ángeles cayeron, tú ¿qué presumes? ¿Cómo no tiemblas y te humillas?
192.- Y si esto se dice a los perfectos, los pecadores ¿qué deben hacer sino meditar de día y de noche en las penas que merecen, y apartarse con esfuerzo de lo que les puede suceder?
193.- Dice S. Agustín que guió DIOS a su pueblo, cuando lo saco de Egipto, por una columna de fuego,  porque arranca a los pecadores del Egipto de sus vicios con la vista y consideración del fuego del infierno, y por ella los guía por el desierto de este mundo a la tierra de Promisión del cielo. No pierdas, pues, tú esta guía de vista, no la dejes, ni la olvides, piensa muchas veces en ella y con su meditación caminarás seguro al cielo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario