Pues la muerte de Jesucristo, dispuesta por el
Padre, aceptada por el Hijo desde el principio, pedida por los judíos,
ejecutada por los romanos y soportada por el Salvador en conformidad con la
voluntad del Padre, es un verdadero sacrificio, el único acepto a Dios Padre, y
en atención al cual tenían valor los sacrificios antiguos de la ley como
figuras suyas. En la Epístola a los Hebreos el Apóstol nos habla extensa mente
del sacerdocio de Cristo, del sacrificio que hizo de sí mismo y de los frutos
de ese sacrificio (Hebr. 7,27'; 29,11s; ro, 4-I.14), y escribiendo a los
romanos dice San Pablo que Dios ha puesto a Cristo Jesús como sacrificio de
propiciación, mediante la fe en su sangre, para manifestación de su justicia,
por tolerancia de los pecados (3,25S) y
a los efesios señala como una prueba del amor de Cristo hacia nosotros en que
se entrego por nosotros en oblación y sacrificio a Dios en olor suave (5,9) y
San Juan nos declara que el amor de Dios se muestra en que envió a su Hijo,
víctima expiatoria de nuestros pecados (1 lo. 4,1O).
IV. De la
redención de Cristo (a.4)
En la antigüedad era el hambre objeto de tráfico. Y
no sólo el individuo, también en las Escrituras lo es el pueblo en masa. Los
vencidos eran, por derecho en todas partes recibido, esclavos del vencedor, que
los podía vender como una par te del botín de guerra. En el Deuteronomio
(28.68) amenazando a Israel con el castigo de sus prevaricaciones, se dice:
Acabará Yavé por haceros volver en naves a Egipto por el camino de que te había
dicho; N o volverás más por él. A él seréis ofrecidos a vuestros enemigos en
venta, como esclavos y esclavas, y no habrá quien os compre. El esclavo no
podía jurídicamente recobrar su libertad sino pagando el debido rescate a su
dueño. Los profetas .se valen de esta imagen para explicar la conducta de Dios
con 1srael. Isaías hace hablar a Yavé en esta forma: O ¿cuál es aquel de mis
acreedores a quien os haya vendido yo? Por nuestros crímenes fuisteis vendidos
(50,15). y el salmista se queja al Señor diciendo; Has vendido de balde a tu
pueblo; no subiste mucho su precio (44,13) y en el cántico del Deuteronomio;
¿Cómo puede uno soto perseguir a mil, y dos poner en fuga a diez mil, sino
porque su Roca los vendió y Yavé los ha entregado (32,30). En oposición a esto, Isaías habla,
en la segunda parte de su libro, del Redentor de Israel, que dice; Por vosotros
mandé yo contra Babilonia y rompí los cerrojos de vuestra cárcel, y los caldeas
fueron atados con cuerdas (43,14). Antes había hablado con más respeto de los
derechos de los caldeas sobre su pueblo, diciendo; Yo di el Egipto por rescate
tuyo, doy por ti la •Etiopía y Saba. Porque eres a mis ojos de muy gran estima,
de gran precio, .y te amo, y entrego por ti reinos y pueblos a cambio de tu
vida (43,3S). Es la interpretación providencialista de la conquista de Egipto
por Nabucodonosor hacia el fin de su reinado.
La redención o el rescate supone, naturalmente, la
servidumbre del rescatado. Esta será la servidumbre del pecado (Tit, 2,13) o la
esclavitud del diablo. Los apóstoles hablan con frecuencia de Cristo, que ha
venido a sernos, de parte de Dios, sabiduría, justicia, santificación y
redención, para que, según está escrito, el que se gloría gloríese en el Señor
(1 Cor. 1,30S). Y más adelante; Habéis sitio comprados a precio; no os hagáis
siervos de los hombres (7,23). Ese precio que por nosotros se dio, no es otro
que Cristo, que se entregó a sí mismo para redención de todos (1 Ti.m, 2,6). Y
concretando más, es la sangre, es decir, la vida de Cristo, la que nos rescató,
o en El tenemos la redención por la virtud de Su sangre (Eph. 1,7; Hebr. 9, 12,
I5). No con oro ni plata, que son corruptibles, dice San Pedro, habéis sido
rescatados, sino Con la sangre preciosa de Cristo (I Petr. 1,18s•). Y San Juan
dice que el Cordero degollado fue quien compro con su sangre para Dios hombres
de toda tribu, lengua, pueblo y nación, y nos hizo para nuestro Dios reino y
sacerdotes (Apoc, 9S). San Pablo, que había sentido, en su vida de fariseo,
todo el peso de la ley y que estimaba en tanto el hallarse libre, de ella, dice
a los gálatas: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose por
nosotros maldición, pues está escrito, Maldito todo el que cuelga de un madero
(3,13.44S).
V. Eficiencia de la pasión de Cristo (a.5-6)
El articulo postrero sirve para proponer otra nueva
cuestión sobre el modo de obrar Cristo la salud de los hombres, Distinguen los
filósofos cuatro causas, dos internas a las cosas, porque entran en la
constitución de ellas, que son la material y la formal; otros dos externas a.
las cosas, que son la final, que obra como atracción hada sí, y la eficiente,
que obra como impeliendo, la máquina que empuja o arrastra el tren, es causa
eficiente de su movimiento. A esta causa eficiente física se reduce le causa
moral, el consejo, el mandato, el ejemplo.
¿Cómo se realiza esto en la pasión de Cristo?
Volviendo al principio antes indicado, hay que ver en Jesús la divinidad y la
humanidad, La primera es la causa principal de la salud humana; la humanidad,
la instrumental; las dos eficientes, pero subordinadas, puesto que el
instrumento no obra si no es movido por la causa principal, la pluma por la
mano del escribiente, Pero la principal, todo cuanto hace, lo hace valiéndose
del instrumento. De otro modo no sería causa principal, sino causa única, La
aplicación de esta doctrina a estas cosas divinas suele tener su dificultad,
puesto que sólo por analogía se pueden aplicar las doctrinas humanas a la declaración
de los misterios divinos. Por eso no los extraño que no concuerden las
sentencias de los teólogos en explicar esta cuestión que aquí propone el
Aquinatense. Veamos de hacerlo apoyándonos en sus palabras. Hay en Cristo dos
naturalezas, la divina y la humana, siendo la humana el instrumento de la
divina; aquélla obra, sufre y muere por la salud del mundo; pero sus obras,
sufrimientos y muerte reciben la virtud de obrar la salud humana de la
naturaleza divina, La flaqueza humana se hace fuerte por la virtud de la divinidad,
Cuando el alma fiel movida ¡por Dios, se une en la pasión y muerte de Cristo mediante
la fe, la divinidad obra comunicando ole ¡os frutos de la pasión y muerte de
Cristo, que son frutos de salvación.
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