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martes, 2 de octubre de 2018

LA VIDA DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE



6. Un mayor número de obreros evangélicos

Una extraordinaria abundancia.

Dado que no había muchos misioneros y las vocaciones se volvían cada vez más escasas -explicaba el Obispo-, tomé la iniciativa de llamar a nuevas congregaciones. Me pareció que no había razón para reservar tal diócesis a tal congregación [por ejemplo, Dakar encomendada a los espirítanos], sino que teníamos que aprovechar las atribuciones dadas por la Congregación de Propaganda Fide. Si queríamos desarrollar el apostolado, era indispensable buscar un mayor número de misioneros.
Después de los maristas, que llegaron para dirigir su Colegio de Hann, Monseñor Lefebvre recibió, en 1954-1955, a los dominicos, que abrieron un centro cultural. En 1955 llegaron los Misioneros del Sagrado Corazón de Issoudun, encargados del Distrito de Kaolack.
Los Hermanos de San Gabriel, que había ido a buscar a Vendée en 1954, dirigieron algunas escuelas primarias y la escuela normal de profesores. Los Hermanos del Sagrado Corazón, venidos del Canadá, tomaron a su cargo en 1959 la escuela primaria de la catedral, y después la escuela de Saint-Michel, ampliada y extendida al primer ciclo de secundaria; desde entonces, Senegal se convirtió en su provincia más hermosa, porque lograron contar en ella con muchas vocaciones y gracias a sus colegios ejercieron una influencia considerable: muchos de sus exalumnos ocuparon puestos importantes en el país.
En cuanto a los catequistas, gracias a la ayuda de Monseñor Adrien Bressolles, Director General de la Obra de la Santa Infancia, Monseñor Lefebvre pudo garantizar su formación y su peculio, y multiplicar su número, que pasó de ciento cuarenta y siete a cerca de cuatrocientos.
Respecto a las religiosas, en 1947 había encontrado las 5 casas de las Hermanas senegalesas, las 3 de las Hermanas de Cluny y las 4 de las de Castres. Durante su episcopado, estas Congregaciones abrieron nuevas casas: 12 para las senegalesas, 1 para Cluny (el gran orfanato de Medina en 1950) y 2 para Castres. Consiguió que no menos de 21 nuevas Congregaciones femeninas vinieran a establecerse en Senegal, fundando 40 casas.
Mencionemos entre ellas a las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, llegadas en 1948, que fueron destinadas a dos hospitales y fundaron una escuela de labores domésticas, una escuela de asistentes sociales y una clínica modelo de pediatría. A Monseñor Lefebvre le gustaba particularmente su sencillez y su entrega. Citemos también, como encargadas de escuelas y dispensarios, a las Hermanas de Santo Tomás de Villeneuve (1952), de San Carlos de Angers, de Nuestra Señora de los Apóstoles (1956) ya las Hermanas Misioneras del Espíritu Santo (escuela de Ouakam en 1957).
Las Hermanas de San Pablo de Friburgo llegaron en 1955 para ocuparse de la imprenta.
Las estadísticas hablan por sí mismas: bajo el episcopado de Monseñor Lefebvre, el número de sacerdotes pasó de 42 (tres de ellos africanos) a 110 (diez de ellos africanos); el de hermanos, de 14 (siete de ellos indígenas) a 33 (dieciocho de ellos indígenas); y el de hermanas, de 120 (cuarenta de ellas indígenas) a 250 (sesenta de ellas indígenas).
Todo eso -decía Monseñor Lefebvre- creó una animación magnífica en el país y una provechosa emulación en las demás diócesis: «¿Por qué nosotros no haríamos lo rnismo?», se decían los Obispos que llegaban a Dakar para las reuniones episcopales. El Obispo tuvo que vencer a veces la susceptibilidad de Congregaciones «antiguas» que decían: «¡Vaya! Tratan mejor a las nuevas».
Los últimos en llegar fueron los benedictinos de Solesmes.
Desde comienzos de los años cincuenta, Monseñor Lefebvre le había pedido al Padre Abad, Dom Cozien, que estableciese un monasterio en Senegal. Fue su sucesor, Dom Jean Prou, quien realizó la fundación: fue en viaje de inspección en febrero de 1961, y otra vez en noviembre para supervisar los primeros trabajos de construcción cerca de Sebikhotane, en la aldea de Keur Moussa (casa de Moisés», en wolof), que dio su nombre al futuro monasterio'",

El carmelo de Sebikhotane, corazón de la Diócesis

Eran muchos los monasterios contemplativos que querían fundar en país de misión, como los trapenses de Aiguebelle en Obout (Camerún) en 1951, o los benedictinos de la Pierre-qui-Vire en el territorio de Monseñor Fauret en 1957. En 1949 el carmelo de Tourcoing se transfirió (con Sor Marie-Christiane Lefebvre) a Parkes, en Australia.
En la víspera de Navidad de 1936 Monseñor Grimault fue al carmelo de Cholet para pedir una fundación en Senegal. Aunque Cholet ya hubiese hecho una fundación en Bangalore en 1932, en Tokio en 1933 y en Colombo en 1935, la Madre Aimée de Marie, fundadora de Cholet, se sintió inclinada a aceptar en cuanto le fuera posible. En la primera fiesta siguiente de Santa Marta, cada hermana encontró su ración en el comedor en forma de Monte Carmelo, decorada con una banderita orgullosamente plantada, en la que se leía la inscripción: «Defensa contra el Islam-". Fue entonces cuando llegó la guerra ... Monseñor Grimault había informado de su proyecto a su sucesor, que llegó a Cholet el 15 de agosto de 1949; y el 25 de noviembre de 1950 las cinco fundadoras llegaron a Dakar, donde Monseñor fue a darles las gracias, interesarse por su salud, inspeccionar en detalle su instalación provisional y ponerse enseguida a buscarles una máquina de coser.
El 15 de enero de 1951, con motivo de la inauguración de la clausura, explicaba a los fieles: No se extrañen que las carmelitas se encierren. Dios nos ha creado para amarlo. Las Hermanas dan testimonio de la prioridad de este mandamiento. Amando únicamente a Dios, atraen las gracias sobre las almas.
Una semana después invitó a las Hermanas a que visitaran el refugio definitivo que les tenía preparado en Sebikhotane. Al cabo de un año el Seminario se estableció en las proximidades, y también una comunidad de cuatro Hijas del Corazón de María con tres pensionistas menores. Pero el 23 de abril de 1952, cuando el banco negó el préstamo necesario para la construcción del convento, ¿qué podía hacer Monseñor Lefebvre? Rezó y, fiel al «Buscad primero el Reino de Dios» (San Mateo, 6, 33), pospuso la edificación de la Delegación Apostólica para otorgar a las carmelitas los dos millones que destinaba para eso. Al hacerlo, les confesó: Llueve sobre mi cama... ¡pero da igual! ¡Es tan frecuente en
Senegal, y además, se seca tan rápido...!
Finalmente, el 18 de abril de 1953, las carmelitas se establecieron en Sebikhotane. En 1958 Monseñor Lefebvre dio el velo a la primera carmelita senegalesa. El convento había echado raíces en tierras africanas: a lo lejos estaba la sabana, y detrás de una duna se divisaban los techos de las chozas de un poblado de peul musulmanes.
El deseo de los Obispos de Dakar se había realizado: sobre la colina umbrosa, que Monseñor Lefebvre llamaba «el corazón del Vicariato», la Virgen se erguía como «defensa inquebrantable de la Iglesia», interponiéndose como mediadora de todas las gracias de conversión para esos pueblos.

7. Jefe querido y organizador

Locales apropiados. Un Obispo auxiliar

En la «Misión católica» se acumulaban todas las obras y su personal: el nuevo Vicario Apostólico encontró allí a su Vicario Delegado (los Padres Salomon, Alexis Quenet y Catlin sucesivamente), y llevó allí a su secretario particular, el Padre André Duguy, y tres años después llegó también el Obispo Auxiliar. También se encontraba ahí el Padre procurador con los Hermanos de la procura y de la imprenta, el Padre Director de las obras y, por supuesto, el Párroco y sus vicarios.
Monseñor Grimault se había conformado con esa acumulación de seres y cosas'", pero Monseñor Lefebvre quiso poner en eso un poco de orden.
Por pedido del Párroco Bussard, se separó el presbiterio de la procura-obispado en la que Monseñor tenía su habitación y su oficina, esta última tan estrecha que no se atrevía a recibir a nadie en ella. Luego el Obispo hizo construir en un extremo del patio un nuevo inmueble que albergó en su planta baja, desde 1949, la nueva imprenta, espaciosa y moderna".
En 1957 hizo construir un obispado separado cerca de la curia de la catedral, sobre la llanura en que se encontraba la administración colonial; era una hermosa casa de dimensiones modestas, pero funcional. La siguiente en independizarse fue la Central de las Obras, primero encima de la imprenta, en julio de 1949, y luego en un edificio nuevo de la calle Sandiniéry. Entre 1957 y 1958 se construyó igualmente, paralela a la iglesia del Sagrado Corazón, una nueva procura que también albergó la dirección de la enseñanza católica, y que incluía una «hospedería» con una docena de habitaciones destinada a los sacerdotes y religiosos de paso'".
A pesar de la ayuda del Vicario Delegado (Vicario General del Vicario Apostólico), Monseñor Lefebvre no podía hacer frente por sí solo a su doble cargo de Vicario Apostólico y Delegado Apostólico. Por eso pidió a Roma un Obispo Auxiliar, como se había hecho ya en Yaoundé en 1931, cuando Monseñor Vogt consiguió un Auxiliar en la persona de Monseñor Grahin. Accediendo a la petición de Dakar, la Santa Sede designó al Padre Georges Guibert CSSp, que se encontraba en la Procura General de París, después de haber pasado cuatro años en Senegal.
Nombrado Obispo titular de Dices, Monseñor Guibert fue consagrado Obispo el 19 de febrero de 1950 por Monseñor Lefebvre en la pro catedral del Recuerdo Africano, en presencia del Alto Comisario Béchard. La ceremonia impresionó mucho a la población, incluidos los musulmanes.
Monseñor Guibert, que era entonces el Obispo más joven de Francia, había sido elegido por sus cualidades administrativas. Era también muy bueno y abnegado, siempre dispuesto a ayudar a sus misioneros. En 1954 Monseñor Lefebvre diría que, después de cuatro años de estrecha colaboración, estaba muy contento de haberse visto secundado con tanta dedicación y abnegación por Su Excelencia Monseñor Guibert, nuestro amadísimo Auxiliar.
Sobre este último recayeron la administración, las visitas y las giras de confirmaciones. Sin embargo Monseñor Lefebvre, a pesar de sus frecuentes ausencias como Delegado Apostólico, se las arreglaba para hacer una visita anual a sus puestos misionales, determinando objetivos y un programa para sus misioneros. Antes de ausentarse, confiaba a su Auxiliar las tareas que había que cumplir, pero se reservaba todas las decisiones importantes y, aunque estuviese en la isla de Reunión, sus cartas llegaban rápidamente para responder, siempre con una nota cordial, tanto a las cuestiones menores como a las más graves. Continuaba dirigiendo su diócesis y estando «omnipresente» a pesar de la distancia".


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