Francia es el primer país occidental en colaborar con Rusia en
Siria. El envío de ayuda humanitaria francesa, en coordinación con Moscú,
supone mucho más que una simple operación filantrópica.
Emmanuel
Macron parece haber sellado la vía del realismo en su diplomacia hacia Siria. A
la sombra del escándalo protagonizado por su guardaespaldas, la noticia del
envío de casi 50 toneladas de ayuda humanitaria a Siria, desde un aeropuerto
francés y en un Antonov 124 ruso, ha pasado casi inadvertida para los medios
franceses.
La
noche del 20 al 21 de julio marcará el giro de la diplomacia francesa en la
crisis siria. En primer lugar, confirma que París acepta ya sin más reparos el
papel de Moscú como vencedor diplomático y militar en un conflicto que ha
dejado a la política medioriental francesa en una situación delicada.
Hace
unos años, el entonces presidente François Hollande llamó al ataque contra
Bashar Asad, convencido de participar junto a Barack Obama y David Cameron en
una guerra que justificaba por razones morales. Empujado por diplomáticos más
'atlantistas' que 'gaulistas', Hollande se veía ya de comandante en jefe,
inspirado por un 'obamismo' beato. Pero su aliado transatlántico se echo atrás
y el entonces jefe del Estado francés ordenó apagar los motores de los Mirage.
Frustrado
en su ardor guerrero, Hollande ordenó romper relaciones con el gobierno de
Damasco, en un arrebato que le privaba no solo de canales de contacto directo,
sino de información de inteligencia en una zona históricamente bajo influencia
francesa.
Esa
"diplomacia moral" francesa, representada por exministros de
Exteriores como Bernard Kouchner o Laurent Fabious, servía para decretar qué
guerras eran justas, según los parámetros de París. Una política que no todos
los profesionales de la diplomacia francesa compartían, como tampoco el bando
más pro-Washington acepta ahora el viraje de Macron.
El
transporte de medicinas y material sanitario francés hacia la principal base
militar rusa en Siria ha provocado reacciones furibundas de politólogos, como
Jean-Pierre Filiu, que escribe en su blog: "Francia ha decidido abdicar de
su autonomía de acción en provecho de Rusia".
Otro
especialista, Fabrice Balanche, opinó en la cadena de televisión France 24 que
"Francia intenta volver al juego diplomático en Siria por la pequeña
puerta humanitaria". Balanche, por un lado, afirma que se trata de
"una inflexión de la política francesa, pero más tarde añade que se trata
de una una "política de pequeños pasos que no cambiará gran cosa sobre el
fondo". Minimizar el asunto parece más bien una forma de contener el
descontento.
Francia,
bajo el mando de Macron, participó en los bombardeos sobre bases sirias por la
supuesta utilización de armas químicas. París decidió retirar al presidente
sirio la condecoración de la Legión de Honor concedida en 2001 por Jacques
Chirac. (Asad se adelantó y la devolvió). Francia vive en una disyuntiva
diplomática: por un lado debe formar parte del "frente duro" hacia
Damasco, representado por Estados Unidos, la Unión Europea y Arabia Saudí,
entro otros, e intentar recolocarse en el futuro tablero sirio.
AYUDA HUMANITARIA DE FRANCIA A SIRIA
Con el
fin del conflicto más cerca por la derrota de las fuerzas yihadistas y el
Estado Islámico, la batalla de la reconstrucción se vislumbra ya al horizonte.
Y cuando se huelen los beneficios que las empresas occidentales pueden obtener
en el futuro de Siria, conviene presentar las credenciales menos deterioradas
por actitudes políticas del reciente pasado.
Por
supuesto, de cara a la opinión pública interna e internacional, Francia sigue
expresando una postura diferente. El embajador francés en la ONU, François
Delattre aseguró hace pocos días que su país "no participará en la
reconstrucción de Siria sin que se ponga en marcha una transición política
efectiva, con un proceso constitucional y electoral sincero".
Bellas
palabras para mantener el tipo "moral". El jefe de Delattre, Emmanuel
Macron intenta desde hace meses que su país no se quede descolgado del futuro
sirio, consciente de que el empeño de algunos de los inquilinos del Quai
D'Orsay, de ver a Bashar Asad fuera del poder, es una quimera.
Macron
prefirió aprovechar la "diplomacia del fútbol" con Vladímir Putin.
Antes de manifestar su alegría al mundo en el estadio Luzhnikí, en la final del
Mundial, Macron había perfilado los flecos de la operación humanitaria francesa
en Siria, una acción que ya se había estudiado en sus reunión de San
Petersburgo, en mayo pasado.
París
se esfuerza desde hace meses en acercar las dos iniciativas diplomáticas para
el futuro político de Siria, la de Astaná —con Rusia, Irán y Turquía como pesos
pesados— y la del llamado "Small Group", compuesta por Francia, Reino
Unido, Estados Unidos, Arabia Saudí y Jordania.
Bashar
Asad asegura que Rusia seguirá ligada a Siria en el futuro, como lo estuvo en
las últimas cuatro décadas. Los kurdos de Siria, por su parte, hacen saber que
quieren negociar con Damasco, después de haber sido ayudados militarmente por
Estados Unidos. Una de los portavoces de las Fuerzas Democráticas Sirias, Ilham
Ahmed, lo tiene claro: "hay que abrir cauces de diálogo con el gobierno de
Bashar Asad. El régimen no va a desaparecer".
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Siria
Emmanuel
Macron no puede dejar a Francia fuera del futuro tablero de Oriente Próximo,
que tendrá mucho que ver con la evolución de la situación en Siria. París
reconoce que la hora de la "realpolitik" ha llegado.
LA
OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE UT FIDELES INVENIATUR
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