El conflicto entre el capitalismo financiero transnacional y
el capitalismo productivo nacional entra en una fase paroxística. Por un lado,
los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin negocian la defensa conjunta de
sus intereses nacionales. Del otro lado, el principal diario estadounidense –y
quizás del mundo– acusa al presidente de su país de alta traición mientras que
las fuerzas armadas estadounidenses y las de la OTAN se preparan para la guerra
contra Rusia y China.
«Han atacado ustedes nuestra democracia. No
nos interesan sus negativas de tahúres. Si insisten ustedes en esa actitud, la
consideraremos un acto de guerra.» Eso tendría que haber dicho Trump a Putin en
la cumbre de Helsinki, según la opinión que Thomas Friedman, célebre
editorialista del New York Times, expresa en el diario [italiano] La
Repubblica, acusando al presidente ruso de haber «atacado la OTAN, pilar
fundamental de la seguridad internacional, desestabilizado Europa y bombardeado
a miles de refugiados sirios obligándolos a refugiarse en Europa».
Seguidamente, Thomas Friedman acusa al
presidente de Estados Unidos de «haber incumplido lo que juró sobre la
Constitución» y de ser «miembro de la inteligencia rusa» o de fungir como tal.
Lo que expresa Friedman, en términos
provocadores, es la posición de un poderoso frente interno e internacional –del
que el New York Times es uno de los principales portavoces– que se opone a la
negociación entre Estados Unidos y Rusia, negociación que debería continuar
próximamente con la invitación de Putin a visitar la Casa Blanca.
Pero es importante resaltar lo siguiente.
Mientras que la negociación todavía no se ha traducido en hechos, la oposición
a la negociación está expresándose no sólo en palabras sino principalmente con
hechos.
Torpedeando el clima de distensión de la
cumbre de Helsinki, el sistema guerrerista mundial de Estados Unidos está
intensificando los preparativos de guerra, desde el Atlántico hasta el
Pacífico.
Después del desembarco en Amberes de una
brigada blindada estadounidense, con un centenar de tanques de asalto y un
millar de vehículos militares, llegó a Rotterdam una brigada aérea
estadounidense con 60 helicópteros de ataque. Esas fuerzas y otras más, todas
de Estados Unidos y la OTAN, están desplegándose cerca del territorio ruso en
el marco de la operación Atlantic Resolve, iniciada en 2014 contra la «agresión
rusa». También en abierta actitud anti-rusa, Polonia solicitó la presencia permanente
en su territorio de una unidad blindada estadounidense, proponiendo incluso el
pago de entre 1 500 y 2 000 millones de dólares al año.
Simultáneamente, la OTAN intensifica el
entrenamiento de tropas en Georgia y Ucrania, así como el envío de armamento a
esos dos países, que tienen fronteras con Rusia y aspiran a convertirse en
miembros de la alianza atlántica.
Por su parte, el Congreso estadounidense
recibe con todos los honores a Andriy Parubiy, fundador del Partido
Social-Nacionalista de Ucrania (según el modelo del Partido Nacional-Socialista
de Hitler), jefe de las formaciones paramilitares neonazis utilizadas por la
OTAN en el putsch de la Plaza Maidan.
El mando de la OTAN instalado en la región
italiana de Lago Patria (JFC Naples) –bajo las órdenes del almirante
estadounidense James Foggo, quien tiene también bajo su mando las fuerzas
navales estadounidenses presentes en Europa y en África– está inmerso en la
organización del gran ejercicio Trident Juncture 2018, que contará con la participación
de 40 000 militares, 130 aviones y 70 navíos de más de 30 países, entre los que
se cuentan Suecia y Finlandia, países asociados a la OTAN. Este ejercicio, que
se realizará en octubre en Noruega y sus aguas adyacentes, será un simulacro de
«defensa colectiva», por supuesto, contra la «agresión rusa».
En el Pacífico está desarrollándose, del 27
de junio al 2 de agosto, el gran ejercicio naval Rimpac 2018, organizado y
dirigido por el UsIndoPacom –nuevo mando estadounidense que cubre los océanos
Índico y Pacífico–, con la participación de 25 marinos y miembros del US
Marine-Corps, así como más de 50 navíos y 200 aviones de guerra. Este ejercicio
–que contará también con la participación de Francia, Alemania y Gran Bretaña–
está claramente dirigido contra China, país que el almirante Phil Davidson,
comandante del UsIndoPacom, define como una «gran potencia rival que socava el
orden internacional para limitar el acceso de Estados Unidos a la región y
convertirse en hegemónica».
Cuando Donald Trump se reúna con el
presidente chino Xi Jinping, Friedman lo acusará de complicidad, no sólo con el
enemigo ruso, sino también con el enemigo chino.
Manlio Dinucci
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