Sí,
dice San Agustín: "La
carne de Jesucristo es la carne de María" (28). ¿Qué se sigue de aquí?
Escuchad: he aquí maravillosas consecuencias: Si la carne de Jesús es la carne
de María, ¿quién puede negar que la herida de la lanza que hirió el sagrado
costado del Divino Corazón de Jesús, a fin de sacar de él hasta la última gota
de su sangre para rescatarnos y para manifestarnos los excesos de su amor, no
será la herida del Corazón de María? Si la carne de Jesús es carne de María,
¿quién podrá negar que todas las llagas de que está llena esta santa carne,
desde la cabeza hasta los pies, todos los dolores que sufrió, toda la sangre
que derramó, y la muerte cruelísima que padeció, no serán las llagas, los
dolores, la sangre y la muerte de María? ¿Y quién podrá dudar que esta divina
María que no forma más que un solo Corazón y una voluntad con su Hijo Jesús, no
habrá ofrecido con El todas estas cosas a Dios, por el mismo fin que El las
ofreció, es decir, por nuestra redención, y que así, de este modo, no haya Ella
cooperado con El de una manera muy excelente a la obra de nuestra salvación? Es
verdad que los méritos infinitos de las lágrimas, de las acciones, de las
llagas, de los dolores, de la sangre, y de la muerte del Salvador, por los
cuales satisfizo a Dios en rigor de justicia por nuestros pecados, y por los
cuales nos adquirió la felicidad eterna, tienen su precio y su valor por la
unión hipostática de su carne divina con su Persona adorable; mas también es
verdad, que la Bienaventurada Virgen, no solamente nos ha dado esta Santísima
Carne, formada de su substancia virginal, sino que también según varios grandes
teólogos cooperó con las Tres Divinas Personas en la unión íntima que se
realizó entre esta misma carne con la Persona del Verbo en el momento de la Encarnación
(29).
Después
de todo esto, no os extrañéis si la Santa Iglesia hace resonar por todo el
Universo aquellas palabras que dice a Dios en una oración que le dirige después
del Nacimiento del Salvador: "Oh Dios, que por la fecunda virginidad de la
Bienaventurada María, habéis dado al género humano las glorias y alegrías de la
salud eterna".
No os
extrañéis tampoco de que yo atribuya principalmente al amabilísimo Corazón de
esta Madre admirable su cooperación al comienzo, desarrollo y a la consumación
de la obra más importante de la salvación eterna, porque ella ha hecho todas
las cosas susodichas con un Corazón tan lleno de amor hacia Dios y tan lleno de
caridad hacia nosotros, que no ha habido ni habrá jamás nada semejante en todos
los corazones humanos y angélicos.
¡Oh
-Corazón incomparable de Nuestra Divina Madre! ¿Quién podrá sospechar las
obligaciones inenarrables que nosotros tenemos para con vuestra ardentísima
caridad? ¿Qué lengua será capaz de agradecéroslo dignamente? ¿Qué corazón será
capaz de amaros y honraros según lo piden nuestras obligaciones? Esto es algo que no puede ser
hecho perfectamente más que por el espíritu, por la lengua y por el corazón de
un Dios. i Que el espíritu, pues, que la lengua y que el corazón del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, os alaben, os bendigan y os amen tanto como Vos
merecéis; y que os hagan ser alabado, bendecido, y honrado y amado
continuamente y eternamente por todas las criaturas del universo!
§ 5. QUE EL CORAZÓN SAGRADO DE LA BIEN
AVENTURADA VIRGEN ES EL CENTRO DEL MUNDO CRISTIANO
Quien
dice en medio de la tierra, dice el centro de la tierra. Por esto, estando
simbolizada por esta tierra, la Bienaventurada Virgen, según se ha dicho, y
siendo verdaderamente la tierra santa del mundo santo, quiero decir: el mundo
cristiano, el mundo del hombre nuevo, el inundo del divino amor, y de la santa
caridad, ¿no podrá acaso decirse, que por medio de esta preciosa tierra que es
su Corazón, es el centro de este nuevo mundo? Sin duda ninguna por tres
razones: Primeramente, ¿no es verdad que, pues cada cosa mira a su centro como
al lugar de su salvación, si es preciso decirlo de su conservación, y de su
reposo; y que la salvación de los hombres ha sido obrada en el Corazón de
María: todos los cristianos la deben mirar como la fuente de su vida después de
Dios, como la causa de su alegría y centro de su felicidad? Esto es conforme al
lenguaje de los Santos Padres.
He
aquí las palabras de San Bernardo que se refieren ciertamente a la persona de
la Santa Virgen, pero que pueden ser aplicadas verdaderamente a su corazón:
"Con mucha razón
es
llamada María, el medio de la tierra; pues todos los habitantes del cielo, y
los que están en el infierno, y los que nos han precedido, y los que vivimos
ahora, y los que nos sigan, y los hijos de sus hijos y toda su posteridad la
miran como aquella que después de su Hijo, al ser mediadora entre Dios y los
hombres, entre la cabeza y los miembros, entre el Padre y los hijos, entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento, entre el cielo y la tierra, entre la justicia y
la misericordia, es como el medio y el centro del mundo. La contemplan como
arca de Dios, arca de alianza y de paz entre Dios y su pueblo, como causa de
las cosas buenas, y como la obra y el negocio de todos los siglos pasados, y
por venir.
Los
que están en el cielo, es decir, los Ángeles la contemplan como aquella por
quien deben ser reparadas las ruinas que entre ellos causó el pecado; los que
están en el infierno, es decir, en el purgatorio, como aquella por cuyo
intermedio ellos deben ser rescatados; los que nos han precedido la ven como
aquella en quien deben realizarse las antiguas profecías; los que vengan
después de nosotros la considerarán como aquélla por cuyo medio podrán ser un
día coronados de gloria inmortal" (30).
No
solamente pueden estas palabras de San Bernardo ser aplicadas al Corazón de la
Madre de Dios, sino que le convienen todavía mejor a su persona: porque la
causa es más noble que sus efectos, y su Corazón lleno de humildad es, como
veremos en seguida, la causa y el origen de todas las cualidades susodichas de
que ella está adornada, y que la hacen digna de ser el objeto, el refugio y como
el centro de todas las criaturas que han existido, existen y existirán en el
universo. Por lo cual concluyo, primeramente, que este maravilloso Corazón es
el medio y el centro del mundo del hombre nuevo.
En
segundo lugar, digo que es el centro de este inundo nuevo que es el mundo del
Divino Amor y de la santa caridad, mundo todo de corazón y de dilección, que no
tiene más ley que la ley de la caridad: porque todos los santos moran y todas
las divinas caridades que hay en los corazones de los Ángeles y de los hombres,
que aman a Dios por si mismo, y que aman al prójimo en Dios y por Dios, se encuentran
reunidos en el Corazón de la Madre del Amor Hermoso como en su centro, como si
todos los rayos del sol viniesen a reunirse en el fondo de un bello espejo que
fuese suficientemente grande para reunirlos a todos.
En
tercer lugar, os ruego que recordéis lo dicho en el principio de este libro,
que la humildísima y purísima Virgen arrebatando y atrayendo a si el Corazón
adorable del Padre Eterno, que es su Hijo, ha llegado a ser el Corazón de su
Corazón; de tal forma que Jesús es el verdadero Corazón de María. Ahora bien,
este amabilísimo Jesús ¿no es el amor y las delicias, el centro y la alegría
del cielo y de la tierra? Y en consecuencia ¿no es natural que Jesús, que es el
verdadero Corazón de María, sea el centro de todos los corazones de los hombres
y de los Ángeles, hacia quien siempre deben estar dirigidos para contemplarle,
para continuamente aspirarle y tender a él incesantemente; porque es el lugar
de su perfecto reposo y de su soberana felicidad, fuera de la cual no hay para
ellos más que confusión, inquietud, angustia, muerte e infierno? ¡Oh Jesús,
verdadero Corazón de María, atraed, llevad, arrebatad nuestros corazones a vos.
Haced
que no amen, no deseen, no busquen, no gusten sino a Vos, que suspiren y
tiendan sin cesar hacia Vos, que no tengan reposo ni complacencia sino en Vos,
que permanezcan perpetuamente en Vos, que sean consumidos en el horno ardiente
de vuestro Divino Corazón, y sean transformados en él para siempre.
Cuarto
cuadro, en el que se representa al Corazón de la Madre de Dios, como fuente y
manantial inagotable de una infinidad
de
bienes El cuarto cuadro del bienaventurado Corazón de la Benditísima Virgen, es
otra maravillosa Fuente que Dios hizo salir de la tierra al principio del
mundo, de la cual se nos habla en estos términos en el capitulo segundo del
Génesis: "Una fuente salía de la tierra que regaba toda la superficie de
la tierra"'(1). Porque San Buenaventura nos dice que esta fuente figuraba
a la Santísima Virgen (2). Mas nosotros podemos también racionalmente decir que
es una figura de su Corazón, el cual es verdaderamente una fuente viva cuyas
aguas celestiales riegan no sólo toda la tierra, sino todas las cosas creadas
que hay en la tierra y en el cielo.
Es la
fuente sellada de la Santa Esposa, que su Divino Esposo llama: Fons signatus;
porque siempre estuvo cerrada, no solamente al mundo, al demonio y a toda clase
de pecado, sino hasta a los mismos Querubines y Serafines, a los que toca el
conocimiento de varios tesoros inestimables y secretos maravillosos que Dios ha
escondido en este Corazón y en esta fuente, y que sólo de El son conocidos.
El
corazón del hombre es malo e inescrutable, dice la divina Palabra; ¿quién le
podrá conocer? (3). Mas hablemos de otra forma del Corazón de la Reina de todos
los Santos, y digamos:
"Santo
e impenetrable es el Corazón de María; ¿quién será capaz de conocerle?; sino
sólo Dios, el cual, habiendo encerrado todos sus tesoros, ha puesto en él su
sello, tanto para que nadie entre en él que no le sea grato, como para
mostrarnos que contiene riquezas tan grandes, que sólo a aquel que le ha creado
pertenece saber su cantidad, su calidad y su precio? "Dios la ha creado
para su divino Espíritu, y sólo Dios es quien la conoce y sabe el número y
medida" de las gracias que ha encerrado en esta fuente sellada, de la cual
podemos decir que es: una fuente de luz; una fuente de agua bendita y santa;
una fuente de agua viva y vivificante; una fuente de leche y de miel; una
fuente de vino; una fuente que es el origen de un caudaloso río, mejor de
cuatro ríos maravillosos; una fuente, en fin, que es el manantial de una
infinidad de bienes.
§ 1. FUENTE DE LUZ Y CONSUELO
1.- Es
una fuente de luz, cuya sombra y figura nos es manifestada en la reina Esther,
que el Espíritu Santo nos pinta, en las Divinas Escrituras, como una pequeña
fuente que se convierte en una grande luz y luego se transforma en un sol (4).
Es ésta la fuente del sol, fons solis, de que se hace mención en el libro de
Josué (5).
Si, el
Corazón de María, lo mismo que su nombre que significa iluminada, iluminadora,
y estrella del amor, es una fuente de luz: pues la Santa Iglesia la contempla y
honra como fuente resplandeciente de la verdadera luz; y la saluda como puerta
por la cual entró la luz divina en el mundo. Sí, el Corazón de María es la
fuente del sol, pues María es la Madre del Sol de justicia, y este divino Sol
es el fruto del Corazón de María como antes se ha dicho.
2.- Es
una fuente de agua, pero de agua bendita, santa Y preciosa. Me refiero al agua
de tantas y tantas lágrimas como han salido de esta sagrada fuente, para unirse
a las lágrimas del Redentor y cooperar de este modo con El a nuestra redención.
¡Oh, cuántos arroyos de lágrimas han brotado de vuestros ojos de paloma, Virgen
Sagrada, de las cuales Vuestro Corazón amoroso devoto y piadoso fue el
manantial¡ Lágrimas de amor, lágrimas de caridad, lágrimas.
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