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sábado, 1 de julio de 2017

Trump quiere convertir a Siria en el Vietnam del siglo XXI


Las amenazas de EEUU contra Siria acerca de que deberá atenerse a las consecuencias de llegar a realizar el supuesto ataque con armas químicas que Damasco prepara suponen una vuelta de tuerca en el actual escenario de violencia y muerte.
¿Acaso Trump quiere escalar el conflicto y llevarlo más lejos todavía? Hasta ahora ha sido una guerra 'proxy', es decir, ejecutada por terceros utilizados como sustitutos, pero Washington parece dispuesto a comprar el mensaje de los halcones y convertir a Siria en el Vietnam del siglo XXI.
El anuncio fue inusual, inesperado e implacable. En primer lugar porque no procedía del Departamento de Defensa, es decir, del Pentágono, sino de la mismísima Casa Blanca.
"Estados Unidos ha identificado los preparativos potenciales para otro ataque químico por parte del régimen de Asad que probablemente provocaría el asesinato masivo de civiles, incluidos niños inocentes. Las actividades son similares a los preparativos que hizo el régimen antes de su ataque con armas químicas del 4 de abril de 2017. Como hemos declarado previamente, Estados Unidos está en Siria para eliminar al Estado Islámico de Irak y de Siria. Si, no obstante, el señor Asad lleva a cabo otro ataque asesino masivo usando armas químicas, él y sus militares pagarán un alto precio". El mensaje fue leído por el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, pero tenía el ya inconfundible sello de Donald Trump.
Más tarde, el Gobierno estadounidense clarificó algunos detalles del sucinto comunicado y desveló que en el proceso de recogida de información previa habían participado desde el principio "agencias relevantes" como el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, la CIA y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional.
En cualquier caso, la Casa Blanca no concretó qué tipo de reacción desencadenaría ni qué clase de pruebas de inteligencia sugerían que Damasco estaba preparando el despliegue de armas de destrucción masiva. Lo que sí hizo fue pontificar la autoría de lo ocurrido en la localidad siria de Jan Sheijun, donde perdieron la vida al menos 80 civiles por el uso de armas químicas.
A pesar de que no se ha podido realizar una investigación independiente sobre el terreno, las pruebas y testimonios recogidos apuntaron a que los civiles masacrados sufrieron los espeluznantes efectos de agentes neurotóxicos.
Un equipo de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) que ofrece apoyo a la unidad de urgencias del hospital de Bab Al Hawa, localizado a 100 kilómetros al norte, en la provincia siria de Idlib, cerca de la frontera con Turquía, dijo que ocho pacientes que llegaron desde Jan Sheijun mostraban síntomas como pupilas dilatadas, espasmos musculares y defecación involuntaria, síntomas que coinciden con la exposición al gas sarín.
Los profesionales de MSF también visitaron otros centros hospitalarios donde fueron tratados otras víctimas de la nube tóxica y todos ellos olían a lejía, lo que sugiere que fueron rociados con cloro, otro agente químico muy abrasivo.
El ataque a Jan Sheijun desató una firme y casi inmediata respuesta militar en Estados Unidos, que lanzó 59 misiles de crucero Tomahawk contra la base aérea siria de Shairat, siguiendo las órdenes de Trump en calidad de comandante en jefe del Ejército. Esa importante decisión representó una especie de paso del Rubicón pues marcó la primera intervención armada directa de Washington contra las autoridades de Damasco. Y no será desgraciadamente la última.
La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), que suele cooperar con la ONU y tiene su sede en La Haya (Países Bajos), ya determinó que había encontrado pruebas "incontrovertibles" de que se utilizó gas sarín o una sustancia similar en el bombardeo a Jan Sheijun, pero no pudo determinar quién fue el culpable del horrible suceso. Para llegar a esa conclusión debería enviar una misión de inspección al lugar. Pero el órgano de dirección de la OPAQ alegó razones de seguridad para rechazar un plan auspiciado por Rusia para reabrir una investigación y destacar a los expertos de la organización. Ésta dijo que era imposible garantizar la seguridad física de los expertos que tendrían que visitar personalmente el lugar del ataque. Esa reacción despertó el enojo del ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien denunció que Occidente no está interesado en conocer la verdad del incidente, poniendo sólo excusas para que el presidente sirio, Bashar Asad, sea derrocado.
El tono agresivo que destila el comunicado de la Casa Blanca forma parte de la estrategia de acoso que el equipo de Trump está empleando en distintos foros internacionales. Así, la embajadora norteamericana ante la ONU, Nikki Haley, lanzó a través de Twitter una muy seria y dura advertencia a Moscú y Teherán: "Cualquier nuevo ataque lanzado contra la población siria será atribuido a Asad, pero también a Rusia y a Irán que le han ayudado a matar a su propio pueblo".
Desde mayo las acciones son cada vez más abiertas, desafiantes y belicosas. En tres ocasiones las fuerzas estadounidenses atacaron en la región de Al Tanaf, cerca de los límites con Irak y Jordania, a efectivos aliados de Asad que presuntamente amenazaban a los soldados de la coalición liderada por Estados Unidos. Y la misma razón se esgrimió para justificar el derribo de un caza sirio Su-22 que volaba por el este del país.
Todas estas maniobras bélicas se escudan en un lenguaje violento que ignora los tradicionales métodos diplomáticos, proyectando el siniestro espectro de una confrontación directa, sin intermediarios, sin elementos subsidiarios, lo que no sólo deterioraría aún más las relaciones con Rusia e Irán, ya de por sí muy afectadas, sino también la frágil estabilidad en todo Oriente Próximo.
¿Qué busca Trump? ¿Repetir los errores intervencionistas de sus antecesores? ¿Agitar el avispero regional para seguir alimentando las tensiones intermusulmanas y, por consiguiente, los beneficios de la industria armamentística? ¿No se da cuenta de que está haciendo más peligroso e imprevisible al mundo entero?

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