Me
atrevo a decir, pues, que su dolor era mí dolor, tanto como su Corazón era mi
Corazón. Porque, como Adán
y Eva vendieran al mundo por una manzana, mi amado Hijo ha querido también que
yo haya cooperado con él para rescatarlo con un mismo Corazón" (9).
(Ves,
pues, caro lector, cómo) el Hijo de Dios es el Corazón y la vida de su divina
Madre, pero de una manera la más perfecta que se puede pensar. Porque, si según
el lenguaje del Espíritu Santo hablando por boca de San Pablo, este adorable
Salvador debe de tal modo vivir en todos sus servidores que hasta su vida se
vea manifiestamente en sus cuerpos (1O); ¿quién es capaz de pensar de qué manera y con qué
abundancia y perfección comunica su vida divina a Aquélla de quien ha recibido
una vida humanamente divina y divinamente humana, puesto que ella ha engendrado
y dado a luz un Hombre-Dios? El está viviendo en su alma y en su cuerpo,
y en todas las facultades de su alma y de su cuerpo; y está viviendo todo en
ella, es decir, que todo lo que hay en Jesús está viviendo en María. Su Corazón
está viviendo en su Corazón, su alma en su alma, su espíritu en su espíritu; la
memoria, el entendimiento, la voluntad de Jesús están viviendo en la memoria,
en el entendimiento, en la voluntad de María; sus sentidos interiores y
exteriores, en sus sentidos interiores y exteriores; sus pasiones en sus
pasiones; sus virtudes, sus misterios, sus atributos divinos están viviendo en
su corazón. Pero ¿qué digo viviendo? Todas estas cosas han estado siempre en
El, están y estarán viviendo y reinando soberanamente, operando en El efectos maravillosos
e inconcebibles e imprimiendo en El una imagen viviente de sí mismas.
Así es
como Jesús es principio de vida en su santísima Madre. Así es como es Corazón
de su Corazón y vida de su vida. Así es como nosotros podemos decir
verdaderamente que tiene un Corazón todo divino. (También Santa Brígida le oyó
expresarse así cierto día: "Todas las alabanzas que se tributan a mi
Hijo son mis alabanzas, y el que le deshonra me deshonra; porque yo le he amado tan ardientemente y El me ha amado
tan perfectamente, que El y yo no hemos sido nunca más que un solo Corazón" (11).
CONCLUSIONES DE TODO LO QUE SE HA DICHO...
§ 3. CONCLUSIONES DE TODO LO QUE SE HA DICHO EN ESTE
PRIMER LIBRO
Ves,
caro lector, por todo lo que se ha dicho, aquí arriba, lo que se entiende por
el Corazón de la sacratísima Virgen. Ves que hay tres corazones en ella; su corazón corporal, su corazón,
espiritual y su corazón divino. Ves que estos tres corazones no son más
que uno, porque su corazón espiritual es el alma y el espíritu de su corazón
corporal, y porque su corazón divino es el corazón, el alma y el espíritu de su
corazón corporal y espiritual. Este corazón admirable es el objeto de la
veneración de todos los cristianos. Porque honrar este corazón sagrado, es honrar una
infinidad de cosas santas y divinas, que merecen los honores eternos de los
hombres y de los ángeles.
Es
honrar todas las funciones de la vida corporal y sensible de la Reina del
cielo, cuyo Corazón es el principio de todas ellas: vida que ha sido toda santa
en sí misma y en todas sus actividades.
Es
honrar todo el santo uso que ha hecho de todas las pasiones que tienen su
asiento en el corazón.
Es
honrar el perfectísimo uso que ha hecho de su memoria, de su entendimiento, de
su voluntad y de la parte superior de su espíritu.
Es
honrar una infinidad de cosas grandes e inefables que han sido recibidas en la
parte superior de su alma, en su vida interior y espiritual.
Es
honrar el grandísimo amor y la ardentisima caridad de esta Madre del bello
amor, con respecto a Dios y a los hombres; y todos los efectos que un tal amor
y una tal caridad han producido en sus pensamientos, palabras, oraciones, acciones,
sufrimientos, y en el ejercicio de toda clase de virtudes.
Es
honrar el corazón corporal, el corazón espiritual y el corazón divino de Jesús,
que son también los corazones o más bien el corazón de María.
Es dar
gloria a este mismo Jesús, que es el corazón de su padre celestial, y que ha
querido ser el corazón de su divina Madre.
Es
honrar y glorificar todos los efectos de luz, de gracia y de santidad que este
corazón divino de María, que es Jesús, ha obrado en ella, y todas las funciones
y movimientos de la vida santa y celestial, de los cuales él ha sido el
principio en su alma; como también toda la fidelidad que ella ha aportado de su
parte, para cooperar con él en todas las operaciones divinas que ha obrado continuamente
en su corazón, durante un tan largo número de años.
¡Oh
Dios!, ¡qué lengua podría declarar, qué espíritu podría concebir, qué corazón
podría honrar dignamente tantas cosas grandes y admirables! Ahora bien, si la
Iglesia que es siempre conducida por el Espíritu Santo, honra tanto las menores
cosas que han pertenecido a la Madre de Dios, y si celebra fiesta en honor de
un ceñidor que ha llevado sobre sus hábitos, ¿de qué manera deben ser
celebradas las alabanzas de su dignísimo y amabilísimo Corazón? Como para
conclusión de este primer libro, te diré, mi carísimo hermano, que este mismo Jesús,
que siendo el corazón de su Padre eterno, ha querido ser el corazón y la vida
de su preciosísima Madre, quiere también ser un corazón y tu vida; y que
habiéndote hecho la gracia de ser uno de sus miembros, debe vivir dentro de ti
de tal suerte que puedas decir con su apóstol: Jesucristo está viviendo en mí. Este es su designio, éste
es su ardentísimo deseo. El quiere ser el Corazón de tu corazón y el Espíritu de tu espíritu, El
quiere establecer su vida, no solamente en tu alma, sino también en tu cuerpo.
El quiere que todo lo que hay en él viva en ti, que su alma viva en tu alma, su
corazón en tu corazón, su Espíritu en tu espíritu; que sus pasiones vivan en
tus pasiones, sus sentidos interiores y exteriores en tus sentidos interiores y
exteriores; que su memoria, su entendimiento, Y su voluntad vivan en tu
memoria, en tu entendimiento y en tu voluntad y que en f i n, todas las
facultades de su alma y de su cuerpo estén viviendo y reinando en las
facultades de tu alma y de tu cuerpo.
Pero a
fin de que esto se haga, es necesario que tú cooperes de tu parte. ¿Qué es
necesario hacer para esto? Tres cosas:
La
primera, procurar
mortificar en todas las potencias de tu alma y de tu cuerpo todo lo que es desagradable
a Dios, según las palabras de San Pablo: nosotros llevamos siempre en
nuestro cuerpo la mortificación de Jesús, a fin de que la vida de Jesús sea
manifiesta en nuestro cuerpo.
La segunda, adornar estas mismas
potencias con todas las virtudes cristianas.
La tercera, entregarte frecuentemente
al Hijo de Dios, y pedirle que se digne emplear El mismo la potencia de su
brazo para destruir en ti todo lo que le es contrario, y para establecer en su lugar la vida y el reino de
todas las facultades de su alma divina y de su santo cuerpo.
Contiene
el primer fundamento de la devoción al Corazón admirable de la Santísima Madre
de Dios, que es el Corazón adorable del Padre eterno, el cual nos pone ante la
vista doce representaciones de este Corazón virginal*.
CAPÍTULO 1
Los símbolos marianos
Todo
lo que se ha dicho aquí arriba debería ser más que suficiente para hacer ver
que según Dios no hay nada en todo el Universo que merezca
tanto honor y veneración como el Corazón sagrado de la santísima Madre de Dios; y que la devoción a
este dignísimo Corazón es una * Adviértase cómo aquí las palabras: «corazón
adorable del Padre Eterno», no pueden significar «metafóricamente» más que: «el
amor del Padre Eterno por el Corazón de María nos pone, ante nuestros ojos,
doce imágenes del corazón de María». Sobre la estructura simbólica de la obra
de San Juan Eudes, cfr. nuestra Introducción devoción santísima, agradabilísima
a su divina Majestad, y utilísima a todos los cristianos. Pero a f i n de
aumentar y fortificar más y más esta devoción en los corazones en que ya se
halla arraigada y procurar establecerla en aquéllos que no la tienen todavía,
deseo hacer ver ampliamente que esta devoción no es una cosa sin fundamento y
sin razón; antes que está
establecida sobre unos fundamentos tan firmes y tan fuertes, que todos los
poderes de la tierra y del infierno no son capaces de conmoverlos.
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