AURELIO ACEVEDO, GENERAL CRISTERO EN VALPARAISO ZACATECASA
LOS CRISTERO
Mons. Antonio Guízar
Valencia, Arzobispo de Chihuahua, impidió uno de los más importantes y mejor
organizados levantamientos armados. Con un celo digno de mejor causa, recorrió
su diócesis predicando la paz, ordenando disolver los grupos armados y terminar
con todos los preparativos de levantamientos paramilitares.
Siendo Chihuahua región
fronteriza con los Estados Unidos hubiese sido un estimulo para los
levantamientos en las vecinas regiones también fronterizas, y quizá mayores
posibilidades de obtener algunos pertrechos de guerra a través de tan extensa
frontera.
Además, estando Chihuahua
muy alejada del principal teatro de operaciones de Jalisco, Colima, Michoacán,
Guanajuato y Querétaro, hubiera obligado a la tiranía a una gran división y
dispersión de sus fuerzas.
"El obispo de Chihuahua, Antonio Guízar y
Valencia, fue más lejos al condenar abiertamente a los cristeros. Estaba
preparado un levantamiento en el estado, uno de los mejor organizados por la
Liga, que había obtenido en él resultados espectaculares, haciendo retroceder
al gobierno local... Antiguos soldados de Pancho Villa estaban dispuestos a
tomar de nuevo las armas, pero Mons. Guízar, en enero de 1927, prohibió formalmente
el levantamiento, blandiendo incluso la amenaza de excomunión.
"Mons. Guízar ganó con ello la estimación del
gobierno y desempeñó así un papel muy importante en el Vaticano... Mons. Guízar
saludaba en Portes Gil a un nuevo Constantino. Junto con Mons. Corona, Banegas
y Fulcheri, había felicitado al presidente Portes Gil por haber escapado a un
atentado cristero en febrero de 1929. Había invitado también a los sacerdotes a
suscribirse ante las autoridades, y con fecha del 21 de marzo, 5 obispos Y
1,662 sacerdotes habían seguido su consejo.
"Mons. Plasencia,
obispo de Zacatecas, no fue tan lejos como su colega, pero amonestó severamente
a los sacerdotes de Huejuquilla el Alto (Jalisco), que habían tenido la audacia
de escribirle tomando la defensa de los cristeros...
"En Coahuila y en
San Luis Potosí, todos los sacerdotes trataron de impedir los levantamientos...
En Michoacán, Gorostieta se lamentaba de la fatídica labor de algunos malos
sacerdotes. En este estado, la influencia pacifista del arzobispo de Morelia,
Mons. Ruíz, y del obispo de Zamora, Mons. Fulcheri estimuló a los adversarios
de los cristeros y disminuyó el número de sus partidarios... "En el Sur,
Guerrero, Puebla y Oaxaca, la situación no era diferente ... Fue el clero el
que apaciguó el levantamiento de Chilapa en agosto de 1926, y el que en Oaxaca
y Puebla logró durante cerca de dos años, gracias a la cooperación local de
autoridades opuestas a la persecución, impedir que la insurrección se
propagara. Una semitolerancia que permitía la celebración de la misa convino al
gobierno, al evitar levantamientos, y no pocos sacerdotes, en aquellas regiones
aisladas, resultaron cismáticos sin saberlo, desde el momento en que no
respetaban la suspensión de los cultos.
"En Oaxaca, Mons.
Othón Núñez y Zárate había impedido en 1926 al antiguo general federal González
que se sublevara en Juchitlan, y después, juzgando la guerra inútil y
perjudicial, combatió por todos los medios a los cristeros. Sus sacerdotes, con
excepción de dos o tres, compartieron esta hostilidad, mientras que algunos
jóvenes seminaristas preferían abandonar el seminario antes de dejar de ayudar
a los combatientes.
"No deja de ser
interesante referir que el P. Dario Miranda, futuro cardenal y arzobispo de
Méjico, encargado del Secretariado Social, prohibía en aquella época a sus
miembros participar en la Liga y ayudar a los cristeras... "
Cuando L'Osservatore
Romano, que representaba el sentir de la Santa Sede, había públicamente
declarado en editorial: "No queda a las masas que
no quieren someterse a la tiranía más que la rebeldía armada";
cuando el Comité Episcopal había afirmado también públicamente: “... No es un misterio para nadie que conozca la doctrina de
la Iglesia y la autoridad unánime de los grandes doctores, que hay circunstancias
en la vida de los pueblos en que es lícito a los ciudadanos defender por las
armas los derechos legítimos que en vano han procurado poner a salvo por medios
pacíficos"; y cuando como consecuencia de ello el Episcopado se
había comprometido formalmente a no condenar el movimiento armado, que era lo
menos que debía hacer, la
conducta de los prelados antes mencionados fue absolutamente injustificable y
reprobable. Restaba grandes posibilidades a los fines de la defensa
armada, que sin esos obstáculos pudo haber sido aplastante, y fue una muy
eficaz ayuda a la tiranía, con la cual prácticamente se aliaban en perjuicio de
los supremos intereses de Dios, de la Patria y del pueblo. Es evidente que esa
heroica cruzada sólo por la ayuda de Dios pudo extenderse y consolidarse,
teniendo tan poderosos enemigos de distinto signo, a clase dirigente en general,
salvo algunas heroicas y brillantes personalidades eclesiásticas y civiles que
surgieron en el curso del conflicto reaccionando favorablemente, demostraba
poco espíritu y nula capacidad. Daba palos de ciego y cometía grandes errores.
La L.ND.L.R. y la U'P,
habían ido a la zaga de los acontecimientos y se encontraron frente a los
espontáneos levantamientos armados sin un bien definido plan político y
militar. En lo político a lo más que llegó el Comité Directivo de la Liga al
hacerse cargo el General Gorostieta de la Suprema Jefatura Militar, fue:
"Al tomar la Capital de la República y
restablecerse el orden en la Nación, se procedería a la reconstrucción política
de la misma, conforme a los preceptos de la Constitución de 1857, expurgada de
las Leyes de Reforma...
Faltaban los recursos de toda clase para la guerra y
no había un jefe supremo ni personalidades de reconocida capacidad política y
militar. Sin embargo era muy elevada la moral y grande el entusiasmo del
pueblo:
"Para el pueblo, las cosas estaban claras: la
paciencia, la penitencia y las oraciones de cinco meses no habían servido de
nada, porque el corazón de Calles estaba endurecido. No hubo remedio, la
defensa estalló en el mes de enero de 1927. Grupos de católicos de veras
valientes se levantaron en armas contra el gobierno de Calles al grito de Viva
Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe, y madres hubo que lamentaban no tener hijos para mandarlos a la lucha. Otras que contaban con sólo un
hijo con gusto lo despedían.
"A la lentitud poco convincente de la lucha
civil, la población, con los nervios rotos por la suspensión del culto, se
decidió al fin por la guerra...
Anacleto González Flores
no podía esperar de ella sensatez o mesura, cuando los jefes de la U.P. eran
los primeros en desobedecerle. Tuvo que abandonar su sueño de la revolución de
lo eterno y de un pueblo de mártires que muere de rodillas, para seguir a los
suyos que con delirio, exasperación y heroísmo corrían al combate. 11 31 Los
cristeros, que espontáneamente habían comenzado a combatir y a costa de sangre
y generoso esfuerzo arrebataban al adversario armas y municiones, tenían un ideal
y un claro objetivo determinado y concretado en su grito de guerra: ¡Viva
Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, y un fino sentido de la situación y
de la 858realidad política y militar. Su primer paso fue tomar la iniciativa y
atacar al enemigo para hacerse de las armas, las municiones, y todos los recursos
necesarios para vivir y combatir. En los territorios y municipios que
conquistaban y que dominaban, constituían autoridades civiles tendiendo a la
restauración de la legítima autoridad y del Estado Nacional Católico destruido
por la Revolución.
Aurelio Acevedo y Vicente
Viramontes, heroicos jefes cristeros y las autoridades instauradas por ellos
mismos en regiones y municipios de Durango, Zacatecas y Jalisco, declaraban en
diversos lugares y situaciones:
"Nuestro Movimiento Armado es un movimiento
cristiano: luego todo en él debe conservar el mismo carácter. Es decir:
soldados cristianos, oficiales cristianos, Jefes cristianos, Generales
cristianos, procedimientos cristianos. Y en las regiones controladas, autoridades
cristianas. Salirse de esta norma, sería tanto como pretender apagar un
incendio con paja:
"I. El fin próximo de los movimientos
anteriores fue derrocar al Gobierno de Díaz. II. El fin remoto fue introducir
el socialismo en el orden político, económico, social, militar y religioso.
III. El fin próximo del Movimiento actual es derrocar al Gobierno de Calles.
IV. El fin remoto es establecer un Gobierno Cristiano que garantice el orden
político, económico, social, militar y religioso.
"Y vosotros que habéis sido constituidos en
dignidad, exclama el citado Coronel Viramontes, debéis ser como las antorchas
que alumbren a las masas para conducidas al fin, que es el reinado de Cristo
...
"Se os ha confiado la guarda de los pueblos y
la administración de la justicia. Y los pueblos que guardáis son de Cristo. Y
la justicia que administráis es la Justicia de Cristo que es Justo por esencia
¿Habéis penetrado bien la alteza de vuestro encargo? ¿ Os habéis dado cuenta
del fin para que os eligió el Soberano Rey? "En verdad, por ser la Epopeya
Cristera un movimiento bélico más que cristiano Cristero, no sólo todos sus
componentes, desde el Jefe Supremo hasta el último de sus soldados, conservaron
su mismo carácter, sino que en las regiones por sus tropas controladas
estableció autoridades cristeras y se esforzó en todo para que el País tuviera
un Gobierno Católico.
"En el Estado de
Michoacán llegaron a estar permanentemente en poder de los cristeros grandes
regiones en las que se establecieron las correspondientes Autoridades
Militares, Administrativas y Judiciales, y en el Estado de Jalisco fue tan
grande el control ejercido por los soldados católicos que desde el 26 de abril
de 1927 se nombró Gobernador Civil Provisional del mismo al abogado Miguel
Gómez Loza, quien más tarde daría su vida luchando por defender el reinado
temporal de Cristo...
"Y el Generalísimo
Cristero Jesús Degollado Guisar, al asumir la Jefatura de la Guardia
Nacional... decía en su Manifiesto a la Nación:
"Ninguno de los que luchamos nos hemos lanzado
a las armas por ambiciones bastardas o personalismos. Estamos combatiendo
porque pretendemos -y lo hemos de conseguir, ¡Vive Dios! restaurar en nuestra
Patria tan amada el reinado de Cristo. 1/ 32 Y lo
mismo esencialmente pensaban y practicaban Luis Navarro Origel, Dionisio
Eduardo Ochoa y demás generales, jefes y subordinados cristeros.
Era pues absurdo pensar en el apoyo, siquiera en la
neutralidad de los Estados Unidos, potencia esencialmente revolucionaria desde
su origen, en una guerra de sentido católico y patriótico que, en caso de
triunfar, necesariamente tendería a reivindicar la real, y no sólo la nominal
independencia y soberanía de Méjico, con todas sus consecuencias. Y era
evidente por tanto que sostendrían a toda costa a la tirana revolucionaria
pelele.
Sin embargo, y considerando la guerra cristera en su
aspecto puramente militar y humano (pues con la ayuda de Dios y ese pueblo
valiente, esforzado, decidido y bien conducido por la clase dirigente, todo era
posible) existían muy serias probabilidades de éxito sino para derrocar a la
tiranía, al menos para obligarla a derogar o reformar substancialmente la impía
y anti mejicana Constitución.
Había una causa justa, grave y proporcionada a los males
que la guerra ocasionaba, sentida profundamente por un pueblo capaz de los
mayores y prolongados esfuerzos y sacrificios, y los jefes tanto militares
como, políticos, habían empezado a surgir.
la conducta de los prelados
antes mencionados fue absolutamente injustificable y reprobable, respecto a la guerra cristera:
Mons. Antonio GÜZAR Y VALENCIA
Mons. Ruiz y flores
Mons. Dario MirandaNACIMIENTO, GRANDEZA, DECADEDENCIA, DE LA NACION MEJICANA .
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