El
acuerdo de cese al fuego provisional firmado entre la Federación Rusa y EE.UU.
el pasado 22 de febrero y que entró en vigencia el día 27 de febrero resulta
ser un compromiso plagado más de interrogantes que de certezas, en orden a
alcanzar la paz en el Levante Mediterráneo.
A
medida que trascurren los días, se ha ido expresando la escasa viabilidad de
una tregua, más encaminada a dar respiro a las bandas armadas que operan contra
el Gobierno sirio, que a alcanzar el fin de un conflicto que tanta muerte y
destrucción ha significado para la sociedad del país levantino. En ese
escenario, la jugada de Washington y sus aliados pretende ganar tiempo, rearmar
y fortalecer a los grupos que operan tanto en Siria como Irak y generar una
base de apoyo que contrarrestare los éxitos alcanzados por la Coalición
conformada por Siria, Irán, Rusia e Irak en el combate a los movimientos
takfiríes y que ha cambiado la correlación de fuerzas en la zona.
CONFIAR
EN ESTADOS UNIDOS Y SUS ALIADOS ES UN ERROR
En una
interesante y reveladora entrevista el profesor de las Relaciones
Internacionales de la Universidad de Moscú, Mikhail Alexandrov planteó su
incredulidad respecto al cese al fuego firmado entre Moscú y Washington en
Siria "Yo no creo que sea viable la tregua en Siria, el objetivo es evitar
el avance del ejercito de Al-Asad en su lucha contra los grupos terroristas.
Obviamente en esta oportunidad compran tiempo para reforzar a estos grupos en
todos los sentidos, y luego alargar la guerra con diferentes pretextos”. En
opinión de Alexandrov, el Gobierno estadounidense y sus aliados – influenciados
fuertemente por el Pentágono y los organismos de inteligencia – pretenden
engañar a Rusia, Siria e Irán – en el caso ruso, afirma este profesor moscovita
“Moscú busca un acercamiento y amistad con Occidente y lamentablemente creen
que pueden ganar puntos aceptando la tregua, o sea, si hacen la vista gorda
frente a los occidentales y esto sí es un gran error”.
Engaño
que se manifiesta al mostrarse Estados unidos, como proclive al término de un
conflicto del cual es copartícipe, al avalar y apoyar el nacimiento y
desarrollo de las bandas terroristas con el objetivo de llevar el despertar
islámico hacia posturas pro occidentales. En este plano, confiar en Washington y
sus cantos de sirena es un error, pues sólo le permite ganar tiempo y proteger
a aquellos movimiento que sufrían exitosos ataques por parte del Ejército
Nacional Sirio, el apoyo aéreo ruso y el avance de las milicias de Hezbolá y
voluntarios chiíes, guiados por asesores del Cuerpo de la Guardia
Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI), cuyo trabajo permitió la recuperación
de zonas que estaban en manos del terrorismo en Latakia, Homs y Alepo.
Esta
tregua firmada con Rusia, por parte de la Casa Blanca es defendida sólo por su
ejecutivo, a través de las palabras del mandatario Barack Obama y su secretario
de Estado, John Kerry pero, ni el Pentágono ni la CIA apoyan los detalles de un
cese al fuego, que limita las posibilidades de continuar con el proceso de desestabilización
y fragmentación de Siria. Y, en ese marco, el complejo militar-industrial
buscará los mecanismos para intensificar la agresión y asignar la
responsabilidad del reinicio de las hostilidades ya sea al gobierno sirio, al
ruso o iraní. Pretextos no faltarán en esta tarea.
En lo
que va del año 2016 el Ejército Árabe Sirio y los valiosos apoyos otorgados por
Irán, Rusia y milicianos de Hezbolá, han ampliado las zonas de recuperación
territorial, ya sea rompiendo el asedio a las localidades de Zahra y Nubel –
con población mayoritariamente chií – haciendo huir a las fuerzas del Frente
Al-Nusra, que ocupaban esas posiciones desde hace tres años y también
intensificar las operaciones destinadas a reforzar sus fronteras, con Turquía,
Jordania y la entidad sionista.
Esta
ofensiva siria comenzó al mismo tiempo, que se daba inicio a las conversaciones
de paz en la ciudad Suiza de Ginebra el pasado 29 de enero, como también en
momentos que se celebraba en Múnich la Conferencia Internacional de Seguridad –
donde Moscú y Washington acordaron concretar este alto al fuego provisional a
partir del 27 de febrero del 2016. Esto, a pesar de las fuertes presiones de
los aliados del gobierno estadounidenses, específicamente Riad y Ankara, que
siguen empecinados en exigir la salida de Al-Asad del Gobierno sirio y las
amenazas de intervención militar directa, que se expresan hoy con operaciones
militares digitadas desde sus territorios contra el Gobierno sirio.
Siria
y sus aliados deben estar alertas frente a este alto al fuego provisorio, de tal manera que no sirva para dar pié al
rearme, preparación y descanso de aquellas facciones – que no incluyen a Daesh
y el Frente Al-Nusra - que estaban
siendo fuertemente castigadas por la aviación rusa y los ataques terrestres del
Ejército Árabe Sirio y sus aliados. En lo señalado, la conducta de Turquía ha
ido demostrando que no es posible confiar en regímenes como el de Erdogan,
decididos a negar la sal y el agua a cualquier proceso de paz. El Canciller
turco, Ahmed Davutoglu ha señalado, que el alto al fuego propuesto por
Washington y Moscú no es de obligatorio cumplimiento “y no nos importa cuando
hay una situación que amenace la seguridad de Turquía. Tomaremos las medidas
necesarias para evitar el avance de las Unidades de protección del Pueblo Kurdo
– YPG –“ Unidades que operan en la frontera entre Turquía y Siria y que han
significado la irrupción de tropas turcas en territorio sirio y el bombardeo
sistemático de la zona por parte de la artillería de Ankara desde el 13 de
febrero pasado.
La
portavoz de la Cancillería rusa, María Zajarova declaró a medios
internacionales que “Ankara está agravando la situación en la frontera
turco-Siria y lleva a cabo provocaciones sin ninguna razón que justifique sus
crímenes en la región, en particular en Siria, que faciliten el surgimiento de
más problemas en la región…durante su existencia el Imperio otomano fue llamado
“el hombre enfermo de Europa” acaso Turquía quiere una vez más que lo vuelvan a
llamar así?”. Las palabras de Zajarova se dan en momentos que las fuerzas
turcas, a contrapelo de cualquier alto al fuego desarrollan acciones
provocadoras destinadas a invadir la región siria de Rojava, en la frontera
turco-siria y de población mayoritariamente kurda.
A
medida que transcurra este Alto al fuego Provisional quedará claro si Estados
Unidos es capaz de controlar a sus socios de la Coalición que lidera, sobre
todo a Catar, Turquía y Arabia Saudí, empecinados en seguir apoyando el
terrorismo takfirí en función de sus intereses nacionales y de hegemonía
regional. Como también la conducta que seguirán países como Francia,
Inglaterra y la entidad sionista con sus
políticas de sabotaje contra la región y de apoyo directo al terrorismo. Mientras ello sucede, el gobierno sirio a
través de su Ejército Nacional y el apoyo aéreo ruso y el terrestre por parte
de Hézbola y los asesores iraníes han declarado que no detendrán su labor
destinada a limpiar el territorio sirio de todo elemento takfirí agrupado en
Daesh y el Frente Al-Nusra, que por su carácter terrorista han quedado
excluidos del cese al fuego.
LA PAZ, ¡SÍ! PERO NO A CUALQUIER PRECIO
Las
conversaciones de paz, las intenciones declaradas y los acuerdos que se logren,
no pueden convertirse en freno de la acción necesaria y vital de destruir a las
bandas terroristas de raíz takfirí. Y menos aún puede servir de impulso para el
rearme y nuevos bríos de estos movimientos con aval occidental y sus socios de
Oriente Medio. El papel de Siria y sus aliados es conseguir la paz en beneficio
de la sociedad siria, que ya ha perdido a 280 mil de sus hijos, que ha visto su
tierra arrasada, sus riquezas esquilmadas y su población dispersa en condición
de desplazados y refugiados. Alcanzar la paz en Siria es un objetivo
fundamental, pero no al precio de su desintegración. Alcanzar la paz en Siria
tiene efectos que alcanzan a Irak y Palestina, que permiten aliviar el cerco
que se tiene contra Irán y los afanes de someter a Rusia. La paz en Siria, con
la derrota de las bandas takfirí, implica también derrotar las posiciones
extremas de Washington y sus aliados y ese es un costo que esta Coalición se
resistirá a aceptar.
En un
interesante trabajo de investigación del analista Seymour Hersh, titulado “De
Militar a Militar” este autor da cuenta que la postura de la Casa Blanca y sus
aliados en materia de exigir a toda costa la salida de al Assad del poder y
contender contra Putin y el gobierno de Irán, en esta área del mundo, es un
error de proporciones. Según Hersh “la insistencia de Obama en exigir la salida
de al Assad del poder y que existen en Siria grupos de “rebeldes moderados”
capaces de vencerlo, unido a la obsesión que el mandatario estadounidense tiene
con Putin, lo ha encerrado en una lógica de guerra fría, que tiene en el seno
del Estado Mayor estadounidense una seria oposición a esta mentalidad…” Para
Hersh ese alto grupo de oficiales considera que la administración de Obama ha
actuado en forma miope, apoyando la caída de al Assad, financiando a
terroristas a pesar de los informes de inteligencia que ven en esta conducta la
posibilidad de generar el caos y la toma del poder por parte de extremistas
takfiríes.
Esta
investigación revela que los “Los jefes del Estado Mayor Conjunto, entre ellos
el general Martin Dempsey, opinaban que una oposición directa a la política de
Obama «tenía cero posibilidades de éxito”. Así que en el otoño de 2013
decidieron tomar medidas contra los extremistas sin pasar por los canales
tradicionales de la política, proporcionando datos de inteligencia
estadounidenses a los militares de otros países, calculando que dichos datos
serían retransmitidos al Ejército sirio y utilizados contra el enemigo común:
el Frente Al-Nusra y Daesh” Entre esos países se menciona a Alemania y Rusia.
La
posición de Dempsey – mucho más estratégica - desaparece cuando este general
pasa a retiro en septiembre del año 2015, en los mismos momentos que Rusia
comenzó su apoyo aéreo al Gobierno sirio. El sucesor de Dempsey es el General
Joseph Dunford, quien es un acérrimo adversario de Rusia y su política
exterior, considerando a Moscú “como una amenaza existencial para Estados
Unidos”. La postura de Dunford va en la línea de fortalecer los esfuerzos
turcos de crear una zona de exclusión en la frontera turco-.siria y “hacer todo
lo que podamos para permitir a las verdaderas fuerzas de oposición sirias –
entiéndase a los denominados “rebeldes moderados – combatir a los extremistas”.
A
pocos días del inicio del Alto al Fuego provisional ya se han materializado con
una serie de violaciones, sobre todo por parte de Turquía, que facilita su
territorio para las incursiones de bandas terroristas a territorio sirio y
donde su interés radica en poder detener las acciones de las Unidades de Protección Popular kurdas - YPG
– que combaten a las fuerzas de Daesh y el Frente Al-Nusra. De esta manera la
sospecha que el publicitado plan B estadounidense se está tejiendo al mismo
tiempo que sus declaraciones de paz. Mijail Bogdanov, Viceministro de Asuntos
Exteriores de Rusia declaró no saber nada de este plan “que genera enorme
preocupación en nuestro país sobre todo los pasos que puedan conducir al
empeoramiento de la crisis siria generan una profunda preocupación. En
particular, tiene que ver con los intentos de la realización de la idea de
creación de una zona colchón en la frontera sirio-turca y la formación de
bloques para la operación terrestre".
Los
acuerdos de cese al fuego provisional – por parte de Washington - van en la
dirección de proteger a esas fuerzas que denomina “rebeldes moderados”
mostrando con ello que el apoyo a la idea de sacar a Bashar al-Asad es materia
de primera importancia, como también seguir avalando las acciones del
presidente turco Erdogan y la Casa Al Saud, a pesar de todas las pruebas que
implican a ambos gobiernos en el apoyo y financiamiento de las bandas
terroristas que operan en Oriente Medio, mostrando con ello que este acuerdo de
cese al fuego es más un canto de sirena, un plan engañoso, que la decisión
efectiva de cesar la agresión contra el pueblo sirio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario