El Decálogo y la vida eterna
INTRODUCCIÓN:
EL DESTINO DEL HOMBRE
1.
El gran problema de la vida no tiene una solución satisfactoria fuera de la
vida cristiana y de sus leyes.
2.
¿Qué es lo que hago en esta vida? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por dónde
debo ir?
3.
¡Salvar la propia alma! Es el fin supremo al que hay que subordinar todo lo
demás. "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su
alma?" (M. 16, 26).
4.
"Al final de la jornada, aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe
nada". La salvación es la única cosa estrictamente necesaria.
5.
"Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? Y Jesús le
respondió: Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (M. 19,
16). Es decir: Si cumples mis leyes, te daré la vida eterna, te haré heredero
de mi Reino y reinarás eternamente.
I. SIRVE A DIOS Y REINARAS
La dignidad del cristiano
guarda proporción con el grado de obediencia a las leyes de Dios. "Serviré
Deo, regnare est".
A) Servir.
He aquí una palabra, para
muchos odiosa, humillante...Nuestro orgullo se figura oír la recomendación que
se hace a los niños: "obedece, sé bueno". Sin embargo, no podemos huir
de esta servidumbre: En el ejército, en las oficinas, en los cargos públicos,
en la familia, en la Iglesia... Los superiores tienen que obedecer a sus
superiores; y todos, al deber, a la ley. ¿No quieres servir a Dios? Servirás al
demonio, al mundo y a las pasiones.
Reinar En esta vida:
Si sirves a Dios en sus
mandamientos:
a)
Reinarás sobre las sugestiones del demonio: El pecado es una obediencia al demonio.
¡Cuántos hombres sirven al demonio!
b)
Reinarás sobre el mundo: Sobre sus caprichos, vanidades, modas, lujos...
c)
Reinarás sobre las pasiones: La peor servidumbre es la de la carne... Promete mucho,
da poco; llega a producir náuseas; lleva a la corrupción anticipada.
En la vida eterna:
Todos los bautizados
tienen que escoger entre estos dos estados definitivos: cielo o infierno. No
hay medio. El cielo supone reinar con Cristo, con los ángeles, con los
santos... Servir a Dios es al mismo tiempo servir a nuestros propios intereses.
El hombre que obra así, asegura su bienaventuranza para toda la eternidad.
II. EL DECÁLOGO Y LA VIDA ETERNA
Para conseguir la vida
eterna -unión con Dios- dos cosas son necesarias: Amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a sí mismo.
A) Amar a Dios sobre todas
las cosas.
1. Dios
es el fin de toda nuestra vida: Objeto de nuestra felicidad y causa
eficiente de ella.
2.
Por tanto, hemos de abrazarnos íntimamente a El:
a) No
tendrás dioses ajenos: No endiosarás el objeto de tus
pasiones y concupiscencias, ni te postrarás ante una creatura, que es nada en las manos de Dios omnipotente.
pasiones y concupiscencias, ni te postrarás ante una creatura, que es nada en las manos de Dios omnipotente.
b) No
tomarás el nombre de Dios en vano: Lo exige la reverencia, que se debe
al Señor que te ha creado. No ama a otro el que le injuria y arrastra su nombre
por el polvo.
c) Santificarás
el día del Señor: Es el reconocimiento de todos los beneficios que se
han recibido de Dios: Creador, redentor, glorificador... En realidad, todos los
días son de Dios. Pero, ¿qué menos que un día a la semana?
3.
Estos tres preceptos están dados para librarnos de la soberbia de la vida, que
bajo muchas formas pretende hacernos lanzar el grito de la desobediencia a
Dios. Si amas verdaderamente a Dios, serás humilde y no te ensoberbecerás.
B) Al prójimo como a ti
mismo.
1.
Has de amar a Dios entre los hombres y en los hombres. Para ello has de
reconocer en los demás su dignidad -imágenes y templos de Dios- llamados a
gozar eternamente de la bienaventuranza divina. No puedes amar a Dios, si no
amas a las que son sus criaturas, objeto del infinito amor divino.
2.
Honra a los padres: Estás
en deuda, en una deuda que no puedes pagar. Debes a tus padres casi, casi, lo
que a Dios. El te ha creado por ellos, y ellos te han infundido los principios para
que puedas volver a Dios. Les debes en justicia: amor, reverencia, servidumbre
filial...
3. A
los demás hombres debes respetarles en sus derechos, que puedes lesionar: a) De
obra:
1. Contra
la persona que ya existe: No matarás.
2.
Contra
la persona que puede existir: No adulterarás.
3. Contra los bienes de la persona: No
robarás.
b)
De palabra: No dirás falso testimonio.
c)
Con el pensamiento: No desearás lo ajeno.
4.
Estos preceptos están dados para preservamos de la concupiscencia de la carne y
de los ojos, que junto con la soberbia de la vida, son la causa de todos los
males de este mundo.
CONCLUSIÓN
1. Si cumples estas cosas con espíritu
de hijo de Dios, alcanzarás la vida eterna.
2. No el que diga, Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos...
3. Estos mandamientos forman un puente
con diez arcos que une la tierra con el cielo; no puede faltar uno solo...
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