18 de agosto
SAN AGAPITO,
MARTIR
La Iglesia hace memoria en
este día de un mártir de Palestina, no lejos de Roma: San Agapito. Fué
decapitado el 18 de agosto de 270 "entre las dos columnas" que se
levantaban en una encrucijada de
los alrededores de la ciudad. Leemos en su pasión que tenía 15 años cuando
sufrió el martirio. El
ejemplo intrépido que dio este jovencito
en un tiempo en que las persecuciones
se habían interrumpido en todas partes, impresionó hondamente a sus contemporáneos. También a
nosotros nos invita a estar siempre prontos
a derramar nuestra sangre por Cristo, aunque
parezca que no tenemos cerca la amenaza.
Desde el siglo v, Roma levantó una basílica a San Agapito, y su culto se
extendió rápidamente por toda la cristiandad. Sus reliquias se quedaron, con
honor, en un principio en Penestre (hoy Palestrina), y desde el siglo xv están
en Corneto, menos la cabeza que fué restituida
a su ciudad natal.
Oración: "Alégrese
tu Iglesia, oh Dios, confiada en los sufragios de tu santo mártir Agapito: y
por sus preces gloriosas, permanezca devota y continúe segura. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén."
EL MISMO DIA
SANTA ELENA, VIUDA
Constancio Cloro, en su
juventud, se casó con Elena, atraído de su belleza y de sus virtudes; pero, al
llegar a ser emperador, la tuvo que repudiar por su modestísimo origen. Su hijo
Constantino, por el contrario, al suceder a su padre, quiso honrar a su madre y
la elevó a la dignidad imperial. Elena, que fué grande en la humillación, supo
permanecer humilde en los honores supremos. Se asoció a la vocación milagrosa
de su hijo, se hizo cristiana con él y con él aseguró el triunfo de la Iglesia
sobre el mundo pagano. Pasó los últimos días de su vida en el servicio
de la Iglesia, consagrándose a las obras dé' caridad y favoreciendo el
esplendor del culto' divino. Enriqueció con obras de arte las basílicas que
Constantino mandaba levantar por doquier, sobre todo las de Jerusalén, a donde
fué' en peregrinación De este modo contribuyó al desarrollo de la liturgia de los
Santos Lugares, donde, como se sabe, se formó en gran parte elj ciclo
litúrgico. Más tarde, la leyenda la atribuyó un papel importante en el
descubrimiento de la verdadera cruz. Santa Elena murió el 329 y fué enterrada
en Roma. Su fiesta, en la Octava de la Asunción, la une íntimamente a los
honores que se tributan a la reina del cielo, junto a la cual es grato
contemplar a esta emperatriz de la tierra, ocupando un puesto de aquí en
adelante entre las más nobles damas de su corte. Desde lo alto del cielo vela,
Elena, continuamente por tu obra. Haz que este triunfo de la Iglesia que Dios
realizó por ti y por tu hijo, se renueve en nuestros días. Ayuda a los hombres e
Estado, a los amos de este mundo, en sus deseos de
gobernar bien. Otorgarles, por tu intercesión,
la gracia de no buscar más que el bien todos, de permanecer sumisos a la
voluntad de Dios y, reconociendo
a la Iglesia su libertad y sus
derechos, hacer felices a los pueblos que se les han confiado.
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