Homilia de Benedicto XVI en una Iglesia Luterana
V
LA ORACION POR LA IGLESIA
MILITANTE.
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La "Oración por la Iglesia Militante" dice:
"Todopoderoso y Sempiterno Dios, que por el santo Apóstol nos has enseñado
oraciones y suplicaciones y a dar gracias por todos los hombres, humildemente
te pedimos, con gran confianza, el que aceptes, nuestros dones y recibas estas
nuestras oraciones, que nosotros ofrecemos a Vuestra Divina Majestad,
suplicándoos que continuamente inspiréis a tu Iglesia" universal; con él
espíritu de verdad, de unidad y de concordia, y concedednos que todos aquellos
que en verdad confesamos tu Santo Nombre estemos concordes en la verdad de tu
Santa Palabra y vivamos en la unidad y en un amor divino. Os pedimos, también
el que salvéis y defendáis a todos los Reyes cristianos, príncipes y Gobernantes,
y especialmente a vuestro siervo Eduardo, nuestro Rey, para que bajo él seamos,
divina y pacíficamente, gobernados; y conceded que todo su concejo y todos
aquellos que tienen alguna autoridad, bajo él, que prudente e indiferentemente
administren la justicia, para castigo de los malvados y viciosos y para
mantener la verdadera religión y virtud de Dios. Conceded, Oh Padre Celestial,
vuestra gracia a todos los Obispos, Pastores curas, para que por su vida y
doctrina avancen vuestra verdadera y viva Palabra y administren correcta y
debidamente vuestros santos sacramentos: y a todo el pueblo dad vuestra, gracia celestial, y
en especial, a la asamblea aquí presente, para que con humilde corazón y debida
reverencia, escuchen y reciban vuestra santa Palabra, sirviéndoos, en verdad,
en rectitud y santidad, todos los días, dé su vida. Y debemos también suplicar
de vuestra bondad, oh Señor, el que confortéis y socorráis a todos aquellos que,
en esta vida transitoria, están en tribulación, en sufrimiento, necesidad, enfermedad
o cualquier otra adversidad. Concedednos esto, Oh Padre, por Jesucristo, nuestro
único mediador y abogado. Amén".
El cambio es suficientemente dramático y drástico. Dejando a un lado
las omisiones del Papa y de los Santos, que eran de esperarse, ha desaparecido
toda mención de las oblaciones. haec dona, haec munera, haec sancta
sacrificia illibata, (Que aceptes y bendigas estos dones, estos
presentes, estos santos sacrificios sin mancilla) que son parte esencial del Te
igitur (Te sulicamos). En la antigua
liturgia de la Iglesia, se ha tributado siempre gran honor a las ofrendas del
pan y del vino. Esas ofrendas son inmaculatam hostiam, calicem salutaris de las
antiquísimas oraciones del ofertorio, así como la afirmación de su excelencia
en el Te igitur, que deben ser presentadas a Dios, con la súplica de hacerlas
in omnibus benedictam, adscriptam, ratam, rationabilem acceptabilemque, (La oración esta antes de la consagración y
dice asi: “La cual oblación te suplicamos ¡oh Dios!, te dignes hacerlas en todo
bendita, confirmada, razonable y agradable, a fin de que se conviertan para
nosotros en el cuerpo y sangre de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo)
para el milagro, que ha de tener lugar después en la transubstanciación.
Y siempre, como Jungmann lo ha demostrado, "es el pensamiento de la
inminente transubstanciación el que ha condicionado la insistencia de su
santificación". (23)
Esto tan sólo era un anatema para Cranmer. "Como Lutero, Cranmer
creía que cualquier forma de ofertorio "apestaba como una oblación".
(24). Por eso suprimió todas las oraciones del ofertorio, aun aquella que
muchos consideraban la más hermosa de ellas, "Deus, qui humanae naturae
... " (¡OH Dios que de modo admirable creaste la dignidad de la naturaleza
humana y de modo mas admirable la restauraste, dadnos por este misterio de esta
agus y de este vino... Esta sencilla y simple oración solo la encontraremos en
la Misa de Siempre, pero nunca en la nueva misa porque, como otras tantas
oraciones, simplemente las han suprimido y me pregunto, con qué autoridad
desacralizan lo sacro y santo?) y toda otra mención de "oblación del pan o
del vino.
La dificultad de Cranmer consistía en que al poner el pan y el vino
sobre el altar podría parecer el pueblo como el ofertorio de la antigua Misa papista.
Si debía inculcarse a la asamblea una idea del todo nueva, era necesario hacer
algo que borrase toda reminiscencia del antiguo ofertorio. Cranmer encontró la
solución ordenando que, al llegar a este punto, los encargados del orden
hiciesen la colecta del dinero y, de esta manera, la oración sólo debía referirse
al dinero, a la colecta recogida. Y, puesto que las limosnas no habían sido
ofrecidas, ni siquiera tocadas por el ministro, no podía haber peligro de que
fuesen consideradas como una "oblación", en el sentido tradicional.
Como advierte Gregory Dix, éste es un ingenioso ardid del trabajo humano,
realizado en la liturgia y, por lo tanto, merece nuestra admiración. Y, por
supuesto, la referencia a las limosnas era la única que la asamblea oía y
entendía. Porque un punto esencial de la "reforma" era que el Canon
silencioso de la Misa Romana, que había estado en uso desde el siglo octavo
(241, debía desaparecer, para que el nuevo Canon, dicho en lengua vernácula y
en voz alta, pudiese tener el debido efecto en la gente.
A las omisiones hechas por Cranmer en sus cambios esenciales, el
reformador añadió una muy importante, omitiendo el nombrar al Papa y poniendo
en su lugar el nombre del soberano. Diez y seis años antes, Enrique VIII había
ordenado el Bidding Prayers, en la lengua vernácula, por el cual, en forma de
peticiones correctamente redactadas, los pensamientos, del pueblo fuesen
encaminados por los canales correctos de la política y la teología. Principalmente
se quería inculcar a todos que el Rey era la suprema cabeza de la Iglesia de
Inglaterra. No debía mencionarse al Papa, a no ser con insultos y menosprecio.
El Bidding Prayers fue un invento útil para acomodarse a los varios aspectos de
la vida contemporánea, pero la razón de su introducción y la esencia de su
utilidad fue su énfasis en la supremacía religiosa del Rey.
Cranmer, aunque abolió las oraciones que entonces se usaban, conservó y
puso todavía, mayor énfasis sobre este punto, al poner la oración por el Rey y
el Estado (del cual la Iglesia es tan solo una parte) en lugar del TE IGITUR,
por el Papa y por la Iglesia. Es interesante notar que la reciente
inclusión del Bidding Prayer en la “nueva misa”
puede -al menos en Inglaterra- tener el mismo efecto. Así la primera petición,
pudiera ser por la reina y la Real Familia sobre el mismo Papa (aquí el autor deja de nuevo a Cranmer y su
reina para hablar del Papa) , (que, por su lugar en la misa, toma la
precedencia en el tiempo para, redención nuestra, quien hizo allí (por su única
oblación de sí mismo una sola vez ofrecida) un completo, perfecto y suficiente
sacrificio, oblación y satisfacción por los pecados de todo el mundo y que
instituyó y en su Sagrado Evangelio nos mondó continuar una perpetua, memoria
de esa preciosa muerte hasta que él venga de nuevo").
Así “la oración por la Iglesia Militante” con su omisión a toda
referencia a las oblaciones, de Nuestra Señora, de los santos y del Papa y toda
la Iglesia CATOLICA, extendida por el mundo no obra la preparación para la
consagración. su omisión como todas las demás tanto en la misa de Cranmer como
en la misa nueva corren el grave riesgo de su INVADIDES que al parecer la
Iglesia conciliar asi lo quiere al formar, en la actualidad, un consejo para
tratar sobre las diaconisas lo cual nuestra duda se dicipa y de realizarse esto
estaríamos ante una misa más que INVALIDA, sacrílega.
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